00 CUBIERTA ASOCIA - Centro de Estudios Garrigues

mecanismos de una naturaleza más
represiva que preventiva, esto es,
medidas más dirigidas a castigar el
crimen y evitar su impunidad que a
tratar de prevenir el delito.
Evolución Penal
Con la citada proclamación revolucionaria
de los derechos del hombre,
el principio de legalidad, el movi-
miento codificador… se acaba con
la aplicación arbitraria de un derecho
penal absolutista y el Estado
queda sujeto a un derecho penal
constitucional cuyos principales
aspectos serían el garantismo pietista
(protector de los derechos del justiciable
o derechos individuales) y el
defensismo vindicativo (protector
de la víctima, del grupo, del propio
Estado o derechos colectivos).
Aspectos cruciales que nos sitúan en
una disyuntiva extraordinariamente
importante, pues resulta que la protección
de un aspecto puede implicar
la vulneración del otro: desde
una pena-venganza que castiga desproporcionadamente
el crimen porque
busca satisfacer a la víctima
(defensismo vindicativo), hasta la
pena-tratamiento que reduce la idea
El derecho penal
clásico está pensado
para una sociedad
normal. Por lo tanto
resulta inútil ante
situaciones en las que
el Estado es superado
por el crimen
Parece que el Estado
tratase de mitigar su
incompetencia y la
alarma social
generada aumentando
la represión
de castigo para ponderar la reinserción
del justiciable (garantismo pietista).
El Estado superado por la
criminalidad
Por lo tanto, podría afirmarse que,
tradicionalmente, el derecho penal
clásico busca el equilibrio entre
Colaboraciones
dichos aspectos, persiguiendo al criminal
para castigarlo de forma proporcionada
(si bien pretendiendo su
ulterior reinserción) y, al mismo
tiempo, evitando que siga delinquiendo
apartándolo del grupo (prevención
especial) e igualmente
advirtiendo al resto de qué es lo que
le espera al que haga el mal (prevención
general).
Pero este equilibrio viene a romperse
en tanto en cuanto desaparece
el escenario de normalidad que
reina en la nación, entendiendo por
aquél el controlable por el Estado.
Surge así un nuevo panorama en el
cual la evolución de la criminalidad,
especialmente su globalización,
obliga a buscar fórmulas de cooperación
internacional, puesto que el
crimen supera claramente el poder
de cada Estado (narcotráfico, terrorismo,
delitos del propio Estado
como dictaduras militares, la experiencia
nazi).
Como consecuencia de que el
Estado se vea superado por la organización
criminal y sea incapaz de
evitar la evolución del crimen, parece
que sólo pudiera acertar a intentar
compensar a las víctimas y tranquilizar
al resto de ciudadanos pon-
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