marzo 2011 - Proyectos Beta

lación ha desaparecido y la misma se
encuentra habitada por horribles y
mortales criaturas que aniquilan todo
lo que se cruza ante ellos. Al investigar
el gigantesco Ishimura, mientras
lucha por su vida contra estos
monstruos, Clarke descubre que el
Capitán de su nave es en realidad un
miembro de la Iglesia de la Unología
(una ironía perceptiblemente dirigida
hacia la “Iglesia de la Cienciología”,
cuyo miembro más famoso es el
actor Tom Cruise), un culto muy
difundido y poderoso. La verdadera
misión del Ishimura no era explotar
recursos mineros, sino recuperar el
“marcador” (the Marker), un misterioso
artefacto considerado clave por
la Unología. De alguna manera, este
“marcador” genera una especie de
locura masiva entre los habitantes
de la nave, provocando una guerra
de todos contra todos y asesinatos
colectivos. Simultáneamente, un
extraño organismo alienígena infecta
los cuerpos de los fallecidos, reanimándolos
y tornándolos en horrendas
criaturas sedientas de sangre:
los “Necromorphs”, que a su vez
infectan a sus víctimas, generando
una epidemia imparable. Isaac, guiado
por algunos de los sobrevivientes,
se propone llevar el “marcador”
nuevamente a Aegis VII, suponiendo
que de esta forma lograrán controlar
a los Necromorphs. A lo largo de su
aventura, Clarke se encuentra con su
novia Nicole, también tripulante del
Ishimura, quien revela que el marcador
es una copia hecha por humanos
de un artefacto alienígena encontrado
en la Tierra, destinado a Aegis VII
por el tiránico gobierno terrestre con
el objetivo de comprobar sus efectos
sobre los seres humanos. Sus intentos
por regresar el marcador a Aegis
VII son saboteados constantemente
por una agente del “Earth Gov”,
quienes desean recobrar el control
del artefacto. El resto de la historia
no es estrictamente relevante para
comprender los acontecimientos de
“Dead Space 2”, por lo cual no nos
adentraremos en ellos, para evitar
arruinarle el final a quienes no hayan
jugado a su antecesor, que también
es un título que vale la pena jugar.
GAMEPLAY
Aunque se trata de un juego en
tercera persona, la cámara se ubica
por sobre uno de los hombros de
Isaac, y aunque vemos su cuerpo en
forma parcial o total constantemente,
el “look & feel” de la interfaz es muy
similar al de un FPS. Un aspecto del
diseño que nos agradó especialmente
es la ausencia total de HUD. En
lugar de ocupar una porción importante
de la pantalla (habitualmente
la parte inferior) con información,
como los puntos de vida restantes,
municiones, mapa, brújula, etc., aquí
obtendremos todos esos datos mediante
pistas visuales, presentes en
el universo del juego. Los puntos de
vida restantes de Isaac pueden deducirse
de un indicador luminoso que
lleva en su espalda, compuesto de
varios “tramos” que a medida que se
va acortando, van tornando su color
del sano y esperanzador verde hasta
el siniestro y mortal rojo. Las municiones
restantes del arma actual, la
ruta a seguir hacia el actual objetivo
y otros datos se presentan como una
especie de “hologramas” flotantes,
lo que además de integrarse fantásticamente
en el contexto futurista
del juego, nos aporta lo necesario
para progresar sin obstaculizar el
panorama en ningún momento. El
manejo de las armas es muy intuitivo
y estándar: se apunta manteniendo
presionado el botón derecho del
mouse, lo que presenta un punto de
mira holográfico, al mismo tiempo
que Isaac enfoca con una linterna el
blanco, lo cual es fundamental, ya
que gran parte del juego transcurre
en ambientes con escasa o nula iluminación
(al mejor estilo de F.E.A.R.,
otro clásico del “survival horror”).
Todas las armas tienen un disparo
secundario, y también contamos
con algunos poderes extra, que se
manejan combinando el mouse con
unas pocas teclas, que se aprenden
rápido y están bien agrupadas, por
lo cual controlar al protagonista es
algo muy sencillo y natural. Uno de
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