Adiós César - Centro de Datos del Cabildo de Lanzarote

C~C que: e
don de ansparencia
De César Mani-iclue lo
sabíarnos casi todo porque la
privacidad era un espacie
irluy frágil en su palabra. Le
circiindaba el don de Iíi irans-
parencia, un aire ventoso agi-
tador inalterable de sus jii-
glietes interiores. La desnu -
dez de sus movimieiitos nos
llegaba in~acta, ardiendo.
César cruzaba la vida en
Il:lrnas, agitando el cuerpo
ado?escente de Id risa, un
niño inmenso siempre, des-
tructor natiiral de estrace-
gias, ingeniero radical de li-
bertad. Sti alcoba, la !;beirad.
qué otra luz espoleaba el
caballo desbocado de sii pa-
labra? ;En que otro nianan-
tia1 pcdiri abrcvar su intem-
pe:.ancia, la arboladura. blanca
de su co;-aje, el fértil
territorio de su alegría socid?
Pues que César le concz:'i;n
a! o j es-acio, ~ visi511,
rintitzsis verbal tan suya, tan
incendiaria, a un
r,oni.ephidismo práctico, aplicarlo,
en el que incluía parte
de su obra. Generosidad del
raia gr~nde, jardín grande,
ofr~cimiento, del regalo en la
v$!ortición de¡ otro apreciado,
c!:imor luminoso. Don de la en corivivencia con el orgullo
generosidad, vocación social y la vanidad del art:sta.
en la que sil nombre se liacía De cara a la vida, por el
complrro. En el. ofreciinie:i- ;,ie:itre de la vida, entre la
tu enconirab:l e! acto cr~a~ivo nervadura del insianie. Un
sii legitiri~ación moral. Pa - brnccc tenaz, fundido en la
demos entender así la atala.- a!,-gría. César Manrique
ya prornincnte (pie en 'lis rxliltaba una concepción vital
precupue,stos ocupa la di- aiumbr.adora, sólo explicable
mensión utilitaria: hacer un por su peculiar sincronía con
arte para la vida, para el el ritmo del universo, del que
disfrute; o su it~itación cori participaba con la grandeza de
el arte conceptual, mientras lo je~!ciiln. Esa personal relaapelaba,
de la rnmo de una ciCn integradora se manifest;-
ba a la hora de crear por
medio de un alumbrairiiento
o "dictado" que César
adjudicaba, con cierto h~imor
por la ambig~edad, a
un "dictador" cósmico -no
a su genio individual-, con
lo que el artista no hacía
sino reafirmar su integración
en el latido del universo,
del que se convertía en
una prolongación o brazo
creador anriónico y pnvilegiado.
Desde sljs veranos
en La Caleta, donde asistió
a la Academia del Aílániico,
casa de sus inacstros
esenciales -luz, mar, volcán,
libertad ";Abajo los
rnode~nistas! ¡Viva Cristo
Rey!"-, que le gritaran más
de tina vez junto a los suyos-vivid
en la franja íiílgida
de la reconchación del hombre
cori la naturaleza, de ser
y sentirse cosmos, armonía
germinal. Su condición
vitalista succioiió cualquier
otro espacio de coiistiucción
intelectual, tan opuesto,
en su naturaleza, al espacio
natural, inmenso en él.
No hubo, entonces, ocasión
para albergar la
fragmentació~i interior, el
hueco de la tragedia. Hornbre
a destiempo, hombre
mirando a otro tiempo -ya
se esclarecerá el tnodelo, el
uempo a favor, la luz-. Cesar,
un jardín vital: su actividad
artística consistió en la crea-