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PALEOLITICO El paleolítico, que constituye casi el 99% del registro ...

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<strong>PALEOLITICO</strong><br />

<strong>El</strong> <strong>paleolítico</strong>, <strong>que</strong> <strong>constituye</strong> <strong>casi</strong> <strong>el</strong> <strong>99%</strong> d<strong>el</strong> <strong>registro</strong> ar<strong>que</strong>ológico mundial, fue subdividido en tres grandes<br />

fases sucesivas: <strong>paleolítico</strong> inferior, medio y superior.<br />

<strong>El</strong> <strong>paleolítico</strong> inferior cubre un vasto periodo <strong>que</strong> se inicia con los primeros útiles líticos reconocibles<br />

hallados en yacimientos de Etiopía, fechados hace unos 2,5 millones de años. No obstante, los primeros seres<br />

humanos debieron haber usado útiles mucho antes de esa fecha. Los <strong>que</strong> fueron fabricados con materiales<br />

orgánicos se han desintegrado y los de piedra sin trabajar son irreconocibles como instrumentos. Los útiles<br />

tallados a partir de piedras son los únicos <strong>que</strong> permiten ser reconocidos como tales. Homo SapiensLos<br />

instrumentos líticos más simples reciben <strong>el</strong> nombre de choppers (cantos trabajados monofaciales) y chopping<br />

tools (cantos bifaciales) <strong>que</strong> <strong>constituye</strong>n la denominada cultura de los cantos trabajados, propia d<strong>el</strong> Homo<br />

habilis. Fueron tallados mediante percutores con la intencionalidad de crear una serie de útiles rudimentarios<br />

apuntados o con filos por una sola cara, empleados para cortar, perforar o raer. A veces se denominan<br />

instrumentos olduvainenses, por los hallazgos de la garganta de Olduvai (Tanzania), donde se han descubierto<br />

numerosos restos de presencia humana <strong>que</strong> <strong>constituye</strong>n los testimonios de la tecnología más antigua y<br />

duradera de la humanidad, ya <strong>que</strong> permanecieron en uso durante millones de años. <strong>El</strong> filo de un útil de sílex o<br />

cuarzo es extremadamente cortante; se puede romper o embotar, pero a su vez puede ser retallado o<br />

simplemente desechado para reemplazarlo fácilmente por otro instrumento, dada la disponibilidad de piedra<br />

apropiada. <strong>El</strong> siguiente paso fue <strong>el</strong> tallado de bifaces, trabajando blo<strong>que</strong>s s<strong>el</strong>eccionados de piedra por ambas<br />

caras hasta darle la forma deseada, en o<strong>casi</strong>ones muy sofisticada, como la d<strong>el</strong> bifaz simétrico y piriforme,<br />

encontrado en grandes cantidades en <strong>el</strong> Viejo Mundo, <strong>que</strong> fue probablemente un instrumento multiusos<br />

(presentaba un largo filo puntiagudo y cortante y un extremo engrosado a modo de cabeza de martillo). Estos<br />

bifaces hicieron su aparición durante la existencia d<strong>el</strong> Homo erectus (antepasado directo d<strong>el</strong> Homo sapiens),<br />

d<strong>el</strong> <strong>que</strong> se han encontrado restos desde <strong>el</strong> sur de África hasta <strong>el</strong> Sureste asiático y <strong>que</strong> abarca un periodo<br />

iniciado hace 1,8 millones de años y <strong>que</strong> se extendió hasta hace unos pocos centenares de miles de años. Los<br />

bifaces debieron ser, por tanto, unos útiles prácticos y eficientes. <strong>El</strong> ach<strong>el</strong>ense constituyó una de las etapas<br />

más importantes d<strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong> inferior, aun<strong>que</strong> no fue una etapa uniforme. Recibió tal nombre d<strong>el</strong> yacimiento<br />

de Saint−Acheul (norte de Francia), caracterizado por la presencia de bifaces, hendedores y triedros. La<br />

denominada técnica levallois supuso un notable avance; apareció en diferentes lugares y fechas durante este<br />

periodo, probablemente de forma espontánea y no por aculturación. Se denominó así por <strong>el</strong> yacimiento<br />

homónimo localizado en Francia. Esta técnica consistía en trabajar un núcleo de sílex de grano fino, de tal<br />

forma <strong>que</strong> se obtuvieran fragmentos denominados lascas, grandes, planas y con filos cortantes, de tamaños y<br />

formas preconcebidas; pero fue en <strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong> medio cuando alcanzó su máximo desarrollo. <strong>El</strong> <strong>paleolítico</strong><br />

inferior comenzó en Europa a inicios d<strong>el</strong> cuaternario y finalizó con la aparición d<strong>el</strong> hombre de Neardental<br />

hace 120.000 años.<br />

Respecto de los hallazgos r<strong>el</strong>ativos al <strong>paleolítico</strong> inferior en lo <strong>que</strong> es en la actualidad España sobresale <strong>el</strong><br />

yacimiento d<strong>el</strong> Aculadero (Puerto de Santa María, Cádiz). Todos los indicios señalan <strong>que</strong> la industria hallada<br />

en tal lugar corresponde a la cultura de los cantos tallados. Se calcula <strong>que</strong> tiene unos 700.000 años de<br />

antigüedad. Este yacimiento muestra <strong>que</strong> existieron grupos humanos <strong>que</strong> fueron asentándose en la península<br />

Ibérica y dirigiéndose hacia <strong>el</strong> norte. Otra importante zona de ocupación humana es la zona d<strong>el</strong> Guadalquivir y<br />

las depresiones (hoyas) de Guadix y de Baza (Granada), en especial <strong>el</strong> yacimiento de Venta Micena, situado<br />

en las proximidades de Cúllar−Baza, donde aparecieron los polémicos restos d<strong>el</strong> <strong>que</strong> se creyó, hasta 1997,<br />

hombre de Orce (en realidad, un équido). Otro yacimiento fundamental d<strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong> inferior español es<br />

Atapuerca (Burgos), donde se han hallado numerosos restos, investigados en la actualidad.<br />

<strong>El</strong> <strong>paleolítico</strong> medio es un periodo mal definido <strong>que</strong> comenzó en distintas fechas según las zonas. Está<br />

identificado con <strong>el</strong> llamado tecnocomplejo musteriense (nombre derivado d<strong>el</strong> abrigo rocoso de Le Moustier, al<br />

suroeste de Francia), <strong>que</strong> se extendió desde hace 180.000 hasta hace 40.000 años, y coincidió ampliamente<br />

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con la presencia de los neandertales. <strong>El</strong> musteriense se caracterizó por <strong>el</strong> desarrollo y perfeccionamiento de<br />

los útiles ya conocidos, los cuales redujeron su tamaño, y la fabricación de objetos sobre lascas: puntas,<br />

raederas y bifaces. Este periodo es denominado en África edad media de piedra y abarca desde hace 150.000<br />

años hasta hace 30.000 años. En ese continente no se han localizado bifaces pero sí se han encontrado<br />

ensamblados diversos útiles de pe<strong>que</strong>ño tamaño, denominados microlitos. Algunos de estos ensamblajes están<br />

asociados a restos humanos anatómicamente modernos.<br />

En <strong>el</strong> caso español, <strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong> medio estuvo igualmente caracterizado por su asociación a la presencia d<strong>el</strong><br />

hombre de Neandertal, aun<strong>que</strong> hoy día se rechaza la absoluta identificación d<strong>el</strong> musteriense con esta especie.<br />

Junto al instrumental lítico, aparecen objetos óseos. Él numero de yacimientos aumenta de forma muy<br />

considerable; Existen al aire libre y en cuevas, entre las <strong>que</strong> destaca la cueva de Morín (Cantabria).<br />

<strong>El</strong> <strong>paleolítico</strong> superior europeo corresponde ya a la presencia d<strong>el</strong> hombre moderno y está asociado a una<br />

amplia variedad de útiles de piedra, hueso, cornamenta y marfil, incluidos propulsores, arpones y agujas. <strong>El</strong><br />

utillaje lítico de este periodo comprende una extensa variedad de instrumentos muy especializados (leznas,<br />

raspadores, grabadores) realizados principalmente sobre hojas y láminas (esto es, lascas largas, estrechas,<br />

d<strong>el</strong>gadas y con filos paral<strong>el</strong>os, extraídas probablemente de un nódulo golpeado con un punzón y percutor, más<br />

<strong>que</strong> de forma directa con un martillo). <strong>El</strong> <strong>paleolítico</strong> superior en Europa está dividido en tres grandes etapas:<br />

<strong>el</strong> auriñaciense y perigordiense; <strong>el</strong> solutrense y <strong>el</strong> magdaleniense. En España se observan diferencias entre la<br />

región cantábrica y la zona levantina. Algunas fases están asociadas a magníficos ejemplares de útiles líticos.<br />

En <strong>el</strong> sur de Europa, durante <strong>el</strong> solutrense, se fabricaron puntas planas y d<strong>el</strong>gadas en forma de hoja, trabajadas<br />

por ambas caras. En <strong>el</strong> hemisferio norte, <strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong> superior acabó hace unos 10.500 años con <strong>el</strong> fin de la<br />

glaciación. En África este periodo recibe <strong>el</strong> nombre de edad de la piedra final y se extendió hasta la edad d<strong>el</strong><br />

hierro (pocos siglos antes o después de Cristo, según las diversas zonas) o incluso hasta tiempos históricos,<br />

incorporándose de este modo a lo <strong>que</strong> en <strong>el</strong> Viejo Mundo se denomina neolítico. En América, la etapa más<br />

antigua de presencia humana es llamada periodo paleoindio, <strong>que</strong> comenzó hace 15.000 años (algunos autores<br />

remontan su inicio hasta hace unos 50.000) y concluyó hacia <strong>el</strong> 5000 a. C. aproximadamente. Está<br />

caracterizado por una serie de puntas cuidadosamente talladas en piedra como las puntas Clovis y Folsom en<br />

<strong>el</strong> norte y las puntas de cola de pez en <strong>el</strong> sur.<br />

Un hecho destacado es <strong>que</strong> la perdurabilidad d<strong>el</strong> utillaje lítico en <strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong> es muy engañosa. Llega hasta<br />

nosotros gracias a su naturaleza pétrea y su abundancia no refleja necesariamente su importancia. Se han<br />

llevado a cabo estudios de cómo y por qué los pueblos primitivos actuales emplean los útiles líticos, además<br />

de análisis microscópicos <strong>que</strong> han permitido comparar modos de utilización y las hu<strong>el</strong>las de uso en <strong>el</strong> utillaje<br />

prehistórico con los actuales, utilizados para funciones específicas con y sobre diversos materiales. Todas<br />

estas investigaciones han sugerido <strong>que</strong> muchos de estos instrumentos fueron utilizados para obtener y trabajar<br />

materiales orgánicos y <strong>que</strong> <strong>el</strong> empleo de la madera fue de enorme importancia en <strong>el</strong> utillaje <strong>paleolítico</strong>. Han<br />

pervivido hasta nuestros días pocos objetos de madera correspondientes al <strong>paleolítico</strong> inferior y medio, como<br />

es <strong>el</strong> caso de un par de puntas de lanza y un receptáculo en Europa y una d<strong>el</strong>gada placa cuidadosamente<br />

fabricada, en Japón.<br />

Se estima <strong>que</strong> se empezó a emplear <strong>el</strong> fuego hace 1.5 millone sde años. Abundan restos de hogares en los<br />

lugares de habitación d<strong>el</strong> paleolitico medio y superior. En principio fue utilizado probablemente como medio<br />

de iluminación, de calectación y de protección contra los animales salvajes, pero con <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo de<br />

emplearía también para cocinar alimentos. En <strong>el</strong> paleolitico superior se utilizó para calentar los blo<strong>que</strong>s de<br />

piedra a fin de facilitar su trabajo, para alterar <strong>el</strong> color de los pigmentos minerales y en algunas zonas, como<br />

Moravia y Japón, para cocer figurillas de arcilla.<br />

Descubrimiento<br />

Los primeros hallazgos de arte <strong>paleolítico</strong> fueron piezas de arte mueble descubiertas en las cuevas y abrigos<br />

rocosos d<strong>el</strong> suroeste de Francia en la década de 1860. Los objetos eran indudablemente antiguos,<br />

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probablemente herramientas y útiles <strong>paleolítico</strong>s así como huesos de animales d<strong>el</strong> periodo glacial. Algunas de<br />

las especies representadas se extinguieron, y otras abandonaron la región hace ya mucho tiempo.<br />

Estos descubrimientos activaron <strong>el</strong> interés por la excavación en cuevas y abrigos rocosos en busca de arte<br />

prehistórico. Algunas personas se habían dado cuenta ya de la existencia de dibujos en las paredes, pero<br />

apenas dieron importancia al asunto. <strong>El</strong> primer llamamiento serio en favor de la existencia d<strong>el</strong> arte rupestre<br />

<strong>paleolítico</strong> se hizo en 1880, cuando <strong>el</strong> español Marc<strong>el</strong>ino de Sautuola dio a conocer sus hallazgos en la cueva<br />

de Altamira (Cantabria). Sus opiniones fueron tratadas con escepticismo por los ar<strong>que</strong>ólogos de la época,<br />

hasta <strong>que</strong> <strong>el</strong> deslizamiento de una falla ocurrido en la cueva de La Mouthe (Dordoña) en 1895, sacó a la luz<br />

una galería con grabados tallados en sus paredes. Los sedimentos <strong>paleolítico</strong>s aparecidos allí confirmaron la<br />

antigüedad de las pinturas. En 1901 se encontraron otros grabados en la cueva de Les Combar<strong>el</strong>les (Dordoña)<br />

y pinturas en la cercana Font de Gaume. En 1902 los ar<strong>que</strong>ólogos reconocieron oficialmente la existencia d<strong>el</strong><br />

arte rupestre. Tras esto, nuevos y numerosos hallazgos se sucedieron ya de forma continuada. Los<br />

descubrimientos todavía prosiguen; en Francia y España, incluso hoy, se descubre un promedio de un<br />

yacimiento nuevo cada año. En fechas recientes, manifestaciones de arte rupestre de similar cronología han<br />

aparecido en otras partes d<strong>el</strong> mundo como Australia, América y <strong>el</strong> sur de África.<br />

Localización<br />

Se han encontrado objetos de arte <strong>paleolítico</strong> dispersos por múltiples lugares desde la península Ibérica y <strong>el</strong><br />

norte de África hasta Siberia, con una notable concentración de restos en Europa occidental, oriental y central.<br />

Se conocen miles de ejemplares: mientras en algunos lugares apenas hay unos pocos o ninguno, en otros se<br />

cuentan a centenares los artículos de arte mueble aparecidos.<br />

Se han localizado cuevas con decoración paleolítica desde Portugal y <strong>el</strong> sur de España hasta <strong>el</strong> norte de<br />

Francia. Su distribución es desigual, con abundancia de ejemplos en zonas ricas en restos muebles. Destacan,<br />

por encima de todas, las regiones d<strong>el</strong> Périgord, los Pirineos franceses y <strong>el</strong> norte de España, donde cabe reseñar<br />

las cuevas de Altamira y Puente Viesgo en Cantabria, y Tito Bustillo y Peña Candamo en Asturias. También<br />

hay concentraciones aisladas en Italia y Sicilia, así como en <strong>el</strong> suroeste de Alemania, Yugoslavia, Rumania y<br />

Rusia. Algunas de estas cuevas contienen sólo unas pocas figuras o simplemente una, mientras <strong>que</strong> en otras,<br />

como las francesas Lascaux y Les Trois Frères, las tienen a centenares. En años recientes este tipo de<br />

representaciones paleolíticas han aparecido también en rocas al aire libre, conservadas en circunstancias<br />

excepcionales. Hasta ahora, estas pinturas se han hallado en diversos lugares de España, Portugal y los<br />

Pirineos franceses.<br />

Cronología<br />

Recientemente, <strong>el</strong> análisis de diminutas cantidades de pigmentos procedentes de los dibujos y pinturas<br />

rupestres ha demostrado <strong>que</strong> en muchos casos tales muestras contenían restos de carbón vegetal. La datación<br />

por isótopos radiactivos como <strong>el</strong> carbono 14 pone de manifiesto <strong>que</strong> la acumulación de figuras en las paredes<br />

de las cuevas fue un hecho inusual, separado a veces por largos periodos de tiempo.<br />

Aparte de los hallazgos esporádicos de objetos decorativos de épocas precedentes, los descubrimientos más<br />

antiguos de arte <strong>paleolítico</strong> se sitúan dentro d<strong>el</strong> periodo auriñaciense, hace 32.000 años. Tales objetos son, por<br />

un lado, pe<strong>que</strong>ñas estatuillas antropomórficas y zoomorfas talladas en marfil y piedra, aparecidas en<br />

yacimientos d<strong>el</strong> suroeste de Alemania y Austria; y por otro, sofisticadas pinturas como las recientemente<br />

descubiertas en la cueva de Chauvet en Ardeche (Francia). Las pruebas de carbono 14 realizadas sobre dos<br />

figuras de rinoceronte lanudo y una de bisonte han arrojado una antigüedad de entre 30.000 y 32.000 años,<br />

convirtiendo a estas pinturas, por <strong>el</strong> momento, en las más antiguas d<strong>el</strong> mundo.<br />

Técnicas y materiales<br />

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<strong>El</strong> arte mueble abarca una extensa variedad de formas y materiales. La más simple fue la manipulación de<br />

objetos naturales como colmillos, conchas o huesos tallados o perforados para fabricar collares y pendientes.<br />

En algunos yacimientos han aparecido cientos de pla<strong>que</strong>tas (piedras con dibujos grabados). También aparecen<br />

grabados en los diferentes objetos de hueso tallado, como arpones, anzu<strong>el</strong>os, cuchillos, punzones y bastones<br />

de mando. En diversas zonas, sobre todo en Moravia, se han encontrado pe<strong>que</strong>ñas esculturas de terracota con<br />

figuras humanas y animales, pero la mayoría de las estatuillas paleolíticas estaban hechas de marfil o piedra<br />

blanda. <strong>El</strong> marfil también se usó para componer collares, pulseras y brazaletes. Particular interés ofrecen unas<br />

características figuritas femeninas de pe<strong>que</strong>ño tamaño talladas en piedra, <strong>casi</strong> todas d<strong>el</strong> periodo auriñaciense,<br />

denominadas genéricamente Venus. Con una clara tendencia a la es<strong>que</strong>matización y un especial interés por<br />

resaltar los atributos sexuales, de entre las más de cincuenta figuras descubiertas destacan la Venus de<br />

Willendorf y la Venus de Savignano.<br />

<strong>El</strong> arte rupestre comprende una asombrosa variedad de técnicas. Un recurso llamativo fue la utilización de las<br />

protuberancias naturales de la roca y las estalactitas para acentuar o representar determinadas figuras. La<br />

manera más simple de transformar las paredes de la cueva fue imprimir la hu<strong>el</strong>la de los dedos sobre la capa de<br />

barro <strong>que</strong> recubre la roca. En algunas cuevas, estas marcas también representan figuras reconocibles. <strong>El</strong><br />

trabajo en arcilla, limitado al área pirenaica, se extiende desde la estampación sobre las paredes de las hu<strong>el</strong>las<br />

de las manos hasta los grabados en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o de la cueva y la realización de bajorr<strong>el</strong>ieves mediante la<br />

acumulación de grandes cantidades de arcilla. Los famosos bisontes de Le Tuc d'Audoubert están mod<strong>el</strong>ados<br />

en altorr<strong>el</strong>ieve, y <strong>el</strong> oso tridimensional de Montespan contiene cerca de 700 kilos (más de media ton<strong>el</strong>ada) de<br />

arcilla.<br />

Las figuras de barro sólo se han encontrado en las zonas más profundas y oscuras de las cuevas, mientras <strong>que</strong><br />

las esculturas en piedra han aparecido siempre en los abrigos rocosos o en las partes iluminadas de las cuevas,<br />

es decir, en <strong>el</strong> tramo más próximo a la entrada. La escultura rupestre, tanto en alto como en bajorr<strong>el</strong>ieve, se<br />

limita a la región central de Francia, zona con abundancia de piedra caliza. Casi todas estas esculturas tienen<br />

restos de pigmento rojo, lo <strong>que</strong> demuestra <strong>que</strong> en su momento estuvieron pintadas, como la mayoría d<strong>el</strong> arte<br />

mueble.<br />

<strong>El</strong> pigmento rojo usado en las paredes de las cuevas estaba compuesto por óxido de hierro (hematites u ocre)<br />

mientras <strong>que</strong> <strong>el</strong> pigmento negro su<strong>el</strong>e ser manganeso o carbón vegetal, derivado de la combustión de la<br />

madera. <strong>El</strong> análisis de los pigmentos, particularmente en la cueva de Niaux, en los Pirineos, ha puesto de<br />

r<strong>el</strong>ieve <strong>el</strong> uso de recetas o trucos pictóricos basados en la combinación d<strong>el</strong> pigmento con talco o f<strong>el</strong>despato<br />

(para dar más cuerpo a la pintura), y con aceites vegetales o animales como aglutinantes.<br />

La manera más rudimentaria de aplicar la pintura en los muros de las cuevas fue con los dedos, aun<strong>que</strong> por<br />

regla general se utilizaron diversos tipos de útiles <strong>que</strong> no se han conservado hasta nuestros días. Las<br />

investigaciones apuntan hacia pinc<strong>el</strong>es hechos con cerdas de animales o pe<strong>que</strong>ñas ramas. Los trozos de<br />

pigmento encontrados en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o pudieron haber formado parte de lápices o tizas. Para esbozar <strong>el</strong> contorno de<br />

las manos (posándolas sobre la pared de la cueva) y algunos puntos y figuras, la pintura fue, sin duda, rociada<br />

directamente con la boca o por medio de un canutillo provisto de pintura. También se pintaron figuras en los<br />

techos de las cuevas. Algunos, como los de Altamira (España), podían alcanzarse sin dificultad, pero en otros<br />

lugares era necesario utilizar una escalera de mano o algún tipo de andamiaje. En Lascaux, los huecos de una<br />

de las paredes de la galería sugieren cómo se construyó <strong>el</strong> andamiaje.<br />

La luz provenía de las hogueras, pero para las zonas más interiores y profundas de las cuevas fue necesario<br />

algún tipo de iluminación portátil, como por ejemplo los candiles de piedra, de los <strong>que</strong> apenas se conservan<br />

unas cuantas muestras, en cuyo seno ardían distintas grasas animales.<br />

A diferencia de las piezas portátiles d<strong>el</strong> arte mueble, limitado a pe<strong>que</strong>ños objetos, <strong>el</strong> arte rupestre no restringió<br />

su tamaño, con lo <strong>que</strong> las figuras representadas en las cuevas oscilan entre las formas más diminutas y las más<br />

desmesuradas. Algunas alcanzan un tamaño superior a los 2 m, como los gigantescos toros de Lascaux <strong>que</strong><br />

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exceden de los 5 m. Las figuras, ya sean humanas o animales, sé represjentaban aisladas o formando<br />

conjuntos, y aun<strong>que</strong> en muchas o<strong>casi</strong>ones captan <strong>el</strong> movimiento y <strong>el</strong> volumen, en ningún caso aparece <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o<br />

o <strong>el</strong> paisaje de fondo.<br />

Temática<br />

<strong>El</strong> arte <strong>paleolítico</strong> se clasifica, normalmente, en representaciones figurativas (animales o humanas) y en<br />

composiciones abstractas (signos y símbolos). Casi todos los animales aparecen representados de perfil, la<br />

mayoría de <strong>el</strong>los en estado adulto y fácilmente reconocibles; Muchos otros, sin embargo, aparecen<br />

incompletos o se identifican difícilmente, y unos pocos, por último, son seres imaginarios, como <strong>el</strong> unicornio<br />

de Lascaux. <strong>El</strong> aspecto más llamativo de Lascaux es <strong>que</strong> la cueva está decorada de forma unitaria. En la<br />

mayoría de las cuevas las pinturas no están dispuestas de ese modo, sino <strong>que</strong> se superponen de modo casual,<br />

dificultando su identificación e impidiendo afirmar, en consecuencia, si se trata de asociaciones d<strong>el</strong>iberadas, o<br />

de yuxtaposiciones carentes de r<strong>el</strong>ación entre sí.<br />

Los animales<br />

Las razones <strong>que</strong> condujeron a s<strong>el</strong>eccionar la gama de animales escogidos restan aún confusas. Los dos<br />

criterios comúnmente argüidos (animales comestibles y animales p<strong>el</strong>igrosos en potencia) no corresponden a la<br />

realidad de las representaciones, sino más bien a las exigencias de algunas corrientes interpretativas. Quizá la<br />

significación simbólica implícita en (u otorgada a) las distintas especies sea la única <strong>que</strong> justifi<strong>que</strong> una<br />

determinada s<strong>el</strong>ección.<br />

<strong>El</strong> animal más habitual en <strong>el</strong> arte <strong>paleolítico</strong>, y especialmente en <strong>el</strong> parietal, es <strong>el</strong> caballo, <strong>que</strong> supone <strong>casi</strong> un<br />

tercio de los representados y <strong>que</strong> apenas falta en ningún conjunto parietal. Los caballos de a<strong>que</strong>l período eran<br />

algo más pe<strong>que</strong>ños <strong>que</strong> los modernos; Tenían <strong>el</strong> vientre redondeado y más claro <strong>que</strong> <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> cuerpo, las<br />

patas cortas, aun<strong>que</strong> esb<strong>el</strong>tas, y la crin enhiesta. En ningún caso está representado su sexo, si bien algunas<br />

figuraciones dejan entrever posiciones pr<strong>el</strong>iminares a la cópula. Dentro de los équidos son muy raras las<br />

representaciones de asnos salvajes, los cuales eran muy corrientes, sin embargo, en la Europa meridional<br />

pleistocénica. Algo menos abundantes <strong>que</strong> los équidos, peron también de una gran r<strong>el</strong>evancia en la pintura y<br />

en <strong>el</strong> grabado <strong>paleolítico</strong>s, son los bóvidos, entre <strong>el</strong>los los bisontes y los uros. Los primeros se distinguen d<strong>el</strong><br />

bisonte moderno (búfalo) por los cuernos proyectados hacia arriba, con una ligera curva en S, y por <strong>el</strong> perfil<br />

de cabeza y giba unidos en una curva <strong>casi</strong> continua. Los uros son quizá animales más esb<strong>el</strong>tos, con grandes<br />

cuernos curvados hacia fuera y hacia la parte d<strong>el</strong>antera. En algunos conjuntos, como en Lascaux, predomina <strong>el</strong><br />

uro sobre <strong>el</strong> bisonte, al <strong>que</strong> cuadruplica en número, mientras <strong>que</strong> en otras cuevas (Font− de− Gaume−,<br />

Altamira, Les Combar<strong>el</strong>les) <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> bisonte es absoluto. La frecuencia numérica de los demás animales<br />

disminuye considerablemente en r<strong>el</strong>ación con caballos y bisontes, si bien ciervos, <strong>el</strong>efantes y cabras se hallan<br />

aún abundantemente representados. Así, los ciervos macho y hembra llegan a alcanzar algo más de un diez<br />

por ciento; los más habituales son los llamados rojos, con gran cornamenta dendriforme, <strong>el</strong> macho, y sin<br />

defensas, la hembra, aun<strong>que</strong> ambos exhiben grandes asta, exquisitamente diseñadas en <strong>el</strong> arte parietal. A pesar<br />

de <strong>que</strong> <strong>el</strong> ciervo era propio de los bos<strong>que</strong>s centroeuropeos, se halla representado con profusión en la región<br />

cantábrica, incluso en actitud de copular. Los <strong>el</strong>efantes (<strong>el</strong> mamut y <strong>el</strong> <strong>el</strong>efante de colmillos rectos) aparecen<br />

con frecuencia semejante a la de los ciervos, excepto en Italia y en las zonas central y meridionales de España.<br />

Se distinguen por su gran joroba, continuada por un lomo caído en extremo, y por su cabeza redondeada, con<br />

trompa curva. <strong>El</strong> <strong>el</strong>efante o <strong>el</strong> mamut, con una <strong>casi</strong> total ausencia de colmillos, es <strong>el</strong> animal predominante en<br />

algunas cuevas (Arcy−sur−Cure, Bernifal, Pech−Merle, Rouffignac). <strong>El</strong> íbice, caracterizado por sus cuernos<br />

curvados (más largos en <strong>el</strong> macho <strong>que</strong> en la hembra), se halla también en numerosos conjuntos, y en algunas<br />

o<strong>casi</strong>ones, como en Niaux, acompañando al bisonte. Curiosamente, uno de los animales más comunes en <strong>el</strong><br />

Paleolítico Superior, <strong>el</strong> reno, <strong>que</strong> incluso se utilizó para calificar a todo <strong>el</strong> período (edad d<strong>el</strong> reno), está poco<br />

presente en <strong>el</strong> arte parietal, aun<strong>que</strong> es abundante en algunas estaciones (Font−de−Gaume, Les Combar<strong>el</strong>les,<br />

Tito Bustillo). Mucho más extraños son <strong>el</strong> oso (no <strong>el</strong> de las cavernas, ya desaparecido seguramente en a<strong>que</strong>l<br />

período, sino <strong>el</strong> oso pardo), <strong>que</strong> no llega a alcanzar <strong>el</strong> dos por ciento; <strong>el</strong> león de las cavernas, extendido por<br />

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todas las regiones, menos en Italia, y <strong>el</strong> rinoceronte lanudo. Los peces, apenas representados (al igual <strong>que</strong> los<br />

pájaros) en <strong>el</strong> arte parietal, son frecuentes en los objetos grabados.<br />

Los signos<br />

Según Leroy−Gourhan, la manifestación más impresionante d<strong>el</strong> arte <strong>paleolítico</strong> en <strong>el</strong> plano int<strong>el</strong>ectual son las<br />

figuras geométricas pintadas o grabadas <strong>que</strong> no aluden de manera naturalista a <strong>el</strong>ementos de la realidad. Estas<br />

figuras (signos) pueden aparecer conjuntamente con representaciones animales o en solitario, mostrando<br />

desde las formas más sencillas de puntos o de líneas hasta las más complejas: bastoncillos, triángulos, por lo<br />

común divididos por una línea vertical; restángulos con una o varias líneas verticales en su interior, a modo de<br />

peine, o vacíos por completo; en forma de rejas de trazos oblicuos entrecruzados; tectiformes, derivados de la<br />

interpretación de la estructura de las chozas; ovales o con forma de barco (sin duda los más numerosos,<br />

especialmente en la zona francocantábrica); con un óvalo, dos óvalos (uno dentro d<strong>el</strong> otro), o un óvalo cortado<br />

por una línea longitudinal; claviformes; dentados, a veces con apéndices; aviformes; escutiformes, etc.<br />

<strong>El</strong> significado<br />

Desde <strong>el</strong> descubrimiento d<strong>el</strong> arte <strong>paleolítico</strong>, rescatar la función de las primeras expresiones artísticas de la<br />

Humanidad ha preocupado más <strong>que</strong> profundizar en las razones de las obras de arte de cualquier otra época<br />

histórica. Los estudiosos de la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XIX, de algún modo influido por <strong>el</strong> pensamiento de<br />

Darwin, creían <strong>que</strong> <strong>el</strong> hombre salvaje d<strong>el</strong> <strong>paleolítico</strong>, recien dejada su condición de primate, no podían<br />

engendrar acciones o representaciones transcendentes, de manera <strong>que</strong> sus actos solo podían acceder a<br />

finalidades inmediatas. Según las teorías de E. Lartet y H. Cristy, expuestas en 1864, <strong>el</strong> ser humano, medio<br />

animal medio hombre, debió de vivir en un ambiente muy rico y de fácil y abundante caza; unas condiciones<br />

de vida favorables, sin apenas condiciones de subsistencia, le proporcionaría un tiempo libre <strong>que</strong> dedicar a<br />

emb<strong>el</strong>lecer, con grabados y pinturas, las cuevas <strong>que</strong> habitaba y los utensilios <strong>que</strong> usaba. Semejante<br />

interpretación d<strong>el</strong> arte ha tenido numerosos adeptos <strong>que</strong> la han matizado o aceptado parcialmente, si bien uno<br />

de sus maximos defensores, E.Piette, decribía <strong>el</strong> arte paleolitico como exclusivamente artistico y a los artistas<br />

de largo periodo persiguiendo la perfección en <strong>el</strong> arte y eternamente preocupados por <strong>el</strong> culto a la b<strong>el</strong>leza.<br />

Inccluso una de los grandes investigadores d<strong>el</strong> arte prehistorico, <strong>el</strong> abate H.Breuil, afirmaba en sus últimos<br />

escritos: si no hubiera nacido <strong>el</strong> arte por <strong>el</strong> arte no hubiera existido jamás <strong>el</strong> arte mágico o r<strong>el</strong>igioso;<br />

únicamente si las ideas mágicas o r<strong>el</strong>igiossas no hubieran permitido insertar en las más graves preocupaciones<br />

de la vida cotidiana <strong>el</strong> arte nacido por si mismo, esta habría corrido <strong>el</strong> riesgo de permanecer embrionario<br />

La interpretación d<strong>el</strong> arte por <strong>el</strong> arte derivó en la consideración de verdaderas escu<strong>el</strong>as en la evolución de la<br />

pintura y <strong>el</strong> grabado paleoliticos, e incluso en la creeencia de la circulación de mod<strong>el</strong>os artisticoos. Así se<br />

identificaron algunas pla<strong>que</strong>tasd halladas en Dordogne, en las <strong>que</strong> la repetición de cabezas y patas de un<br />

mismo animal, así como la de otras en <strong>que</strong> aparecían diversos animales sin orden aparente, llevaba a<br />

considerarlos como un aespecie de cuadernos de notas de los artistas. A finales d<strong>el</strong> siglo XIX se descubrió <strong>que</strong><br />

algunos pueblos recolectores y cazadores, dsconocidos hasta entonces para <strong>el</strong> hombre occidental, como los<br />

aborigenes australianos y los bosquimanos, realizaban pinturas rupestres y decoraciones de útiles y armas<br />

semejantes a las paleoliticas, y de acuerdo con motivaciones mágico−r<strong>el</strong>igiosas. A partir de los estudios<br />

etnográficos y culturales de E.B. Tylor, Frazer y E. Durkheim, S.Reinach, en un estudio comparado de arte y<br />

magia (1903), afirmó <strong>que</strong> las motivaciones de las pinturas rupestres eran esencialmente mágicas: <strong>el</strong> hombre<br />

d<strong>el</strong> Paleolitico propiciaba la caza mediante la representación de animales y transmitiendo a las imágenes<br />

a<strong>que</strong>llas acciones <strong>que</strong> se pretendía ejercer sobre los animales <strong>que</strong> constituían alimento para <strong>el</strong> hombre; y,<br />

finamente, las representaciones se situaban en lugares e difícil acceso, en espacios equivalentes a santuarios<br />

en los <strong>que</strong> se realizarían rítos y ceremonias r<strong>el</strong>igiosas o mágicas.<br />

Derevaciones de estos conceptos llevaron a especular acerca de una magia de la fertilidad, propiciatoria d<strong>el</strong><br />

aumento de las distintas especies de animales, incluidaa la humana. Así se asociaron las hembras<br />

supuestamente grávidas de las fu¡iguraciones animalisticas con las Venus, r<strong>el</strong>acionado, en una suerte de<br />

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sincretismo, la fertilidad humana y la animal, presididas por un incipiente concepto de la diosa −madre. Según<br />

semejantes teorías, <strong>el</strong> artista sería un personaje mágico en sí mismo, un proto−brujo <strong>que</strong> adorna su propio<br />

cuerpo, dotado de poderes ajenos a los demás seres humanos, <strong>que</strong> recibe la admiración de los hombres de su<br />

grupo, y <strong>que</strong> incluso se ve solicitado quizá por hordas vecinas a fin de <strong>que</strong> r<strong>el</strong>ice para <strong>el</strong>las sus prárcticas y<br />

ritos mágicos.<br />

Sin abandonar <strong>el</strong> principio de la magia de la fertilidad, aun<strong>que</strong> si <strong>el</strong> paral<strong>el</strong>ismo etnográfico, A.<br />

Laming−Emperaire y A. Leroi−Gourhan han propuesto como único método válido de interpretación d<strong>el</strong> arte<br />

pariental <strong>el</strong> d<strong>el</strong> análisis directo y estadi´stico de las representaciones, buscando una lectura global d<strong>el</strong> conjunto<br />

de las representaciones en r<strong>el</strong>acón con su disposición topográfica en abrigos y cuevas.<br />

En este santuario habría dos caracteristicas básicas de figuraciones (A,B), <strong>que</strong> constituirían un complejo<br />

sistema dualista en <strong>el</strong> <strong>que</strong> las figuraciones d<strong>el</strong> grupo A enmarcarían a las d<strong>el</strong> grupo B. Según Leroi −Gourhan,<br />

al primero de los gripos de puede asociar <strong>el</strong> caballo, la cabra y <strong>el</strong> ciervo, y al segundo, <strong>el</strong> bisonte y, <strong>el</strong> mamut.<br />

Las representaciones femeninas acompañan a los animales d<strong>el</strong> grupo B, a las masculinas d<strong>el</strong> grupo A, por lo<br />

<strong>que</strong> cabe asociar una significación eminente sexual a ambos grupos. Si se considera una disposición −tipo,<br />

puede afirmarse <strong>que</strong> <strong>el</strong> principio general <strong>que</strong> la rige es <strong>el</strong> de acoplamiento no estrictamente sexual, sino<br />

alusivo a los principios complementarios <strong>que</strong> posibilitan <strong>el</strong> mundo (como la luz y las tinieblas).<br />

A esta r<strong>el</strong>ación de complementariedad se añade la ordenación de las figuraciones de entrada y fondo <strong>que</strong> no<br />

responde a una dualidad, sino a una representación de simbolos de una misma significación de simbolos de<br />

una misma significación.<br />

Además de las representaciones de animales y de seres humano, hay <strong>que</strong> tener en cuenta los signos, <strong>que</strong><br />

también pueden referirse al principio femenino y al masculino, completando así <strong>el</strong> principio general de<br />

aclopamiento.<br />

Esta hipotesis, ya clásica, ha sido matizada por <strong>el</strong> propio autor en sus últimas piblicaciones, reestructurando<br />

las categorias de figuraciones.<br />

La interpretación de Leroi−Gourhan, como las precedentes, ha despertado duras críticas y no ha desalentado<br />

nuevas aproximaciones al arte paleolitico, como las de K.J. Narr y H. Müllerkarpe, quienes estiman <strong>que</strong> las<br />

representaciones pueden conmemeorar hechos ocurridos, y las de A. Marshack, <strong>que</strong> postula una interpretación<br />

astronómica de los signos parietales.<br />

Pero la significación d<strong>el</strong> arte paleolitico es todavía un misterio para <strong>el</strong> hombre: es plausable <strong>que</strong> la mayoría de<br />

interpretaciones apuntadas sean parcialmente válidas, e incluso <strong>que</strong> puedan aplicarse a ciertas obras, pero<br />

ninguna escapa a una crítica de conjunto. En r<strong>el</strong>idad, sólo conocemos <strong>el</strong> esuq<strong>el</strong>eto iconográfico y formal de un<br />

ito. Nos falta conocer <strong>el</strong> propio mito.<br />

MESOLÍTICO<br />

<strong>El</strong> periodo de transición entre <strong>el</strong> final de la glaciación y <strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> neolítico, constituyó una especie de hiato<br />

en <strong>el</strong> <strong>registro</strong> ar<strong>que</strong>ológico llevado a cabo en <strong>el</strong> siglo XIX. Con <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo se acuñó <strong>el</strong> término<br />

`mesolítico' (edad de la piedra media) para denominar este periodo de transición en Europa. Hacia la década<br />

de 1880 ya se habían identificado algunas culturas desarrolladas entre <strong>el</strong> 8500 y <strong>el</strong> 7000 a.C. en <strong>el</strong> Oriente<br />

Próximo, pero en Gran Bretaña (territorio en <strong>el</strong> <strong>que</strong> <strong>el</strong> neolítico procede d<strong>el</strong> continente europeo) esta etapa<br />

llegaría hasta <strong>el</strong> IV milenio. Por lo general los grupos mesolíticos siguieron siendo cazadores−recolectores,<br />

como sus predecesores, pero pasaron a cazar otras especies de animales muy diferentes (como <strong>el</strong> ciervo rojo y<br />

<strong>el</strong> cerdo en vez d<strong>el</strong> reno) debido al cambio d<strong>el</strong> clima, <strong>que</strong> tras la glaciación se hizo más templado. <strong>El</strong> utillaje<br />

lítico refleja este cambio de las condiciones ambientales y está caracterizado por la presencia de los microlitos<br />

geométricos. Éstos no se utilizarían solamente como puntas de flecha sino también como <strong>el</strong>ementos de<br />

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instrumentos más complejos, uniendo las puntas, con resina, a mangos de madera o astas de animales, <strong>que</strong> se<br />

emplearían como hoces u otros tipos de aperos para la recolección. También se emplearon hachas de piedra o<br />

azu<strong>el</strong>as para <strong>el</strong> trabajo de la madera. Fueron los grupos <strong>paleolítico</strong>s finales (o epi<strong>paleolítico</strong>s) d<strong>el</strong> Oriente<br />

Próximo, como los de la cultura natufiense de Palestina, quienes al parecer dieron los primeros y decisivos<br />

pasos hacia la producción de alimentos y la adopción de la vida sedentaria.<br />

NEOLÍTICO<br />

Las condiciones de vida d<strong>el</strong> hombre <strong>paleolítico</strong> cambiaron sustancialmente hacia <strong>el</strong> X milenio a. J. C., cuando<br />

los bos<strong>que</strong>s empezaron a cubrir las tundras y las estepas, hasta entonces h<strong>el</strong>adas. <strong>El</strong> final d<strong>el</strong> último periodo<br />

glacial marca <strong>el</strong> inicio de una etapa, la neolitica, <strong>que</strong> no tendrá su declive hasta las primeras dinastías<br />

historicas de las civilizaciones agrarias de Egipto y Mesopotamia. <strong>El</strong> paso d<strong>el</strong> Paleolítico al Neolítico no se<br />

produce, sin embargo, bruscamente; <strong>el</strong> Mesolítico o periodo de transición, <strong>que</strong> abarca, según regiones, de dos<br />

a tres milenios, engloba a<strong>que</strong>llas culturas <strong>que</strong> prolongan los modos de vida de los cazadores <strong>paleolítico</strong>s sin<br />

innovaciones tecnicas fundamentales, las culturas epipaleolíticas, caracterizadas por la utilización de<br />

microlitos (útiles de pe<strong>que</strong>ño tamaño y estructura geometrica), y a<strong>que</strong>llas otras, como la aziliense, <strong>que</strong><br />

evolucionaron progresiva y decididamente hacia las formas neolíticas.<br />

En <strong>el</strong> Paleolítico, y aún en algunas fases d<strong>el</strong> Mesolitico, <strong>el</strong> hombre era un ser absolutamente dependiente de su<br />

medio natural, una especie de parásito <strong>que</strong> consumía y destruía, obligado a desplazarse en busca de alimentos.<br />

En <strong>el</strong> Neolitico, <strong>el</strong> hombre varió sus r<strong>el</strong>aciones con la naturaleza: de cazador y pescador nómada pasó ser<br />

agricultor, recolector sedentario y domesticador, modificando de alguna manera las s<strong>el</strong>ección natural de las<br />

especies vegetales y animales en beneficio de a<strong>que</strong>llas <strong>que</strong> producian alimentos. Es dificil establecer la<br />

casuística d<strong>el</strong> proceso de neolitización. Las teorías clásicas suponen <strong>que</strong> fueron las transformaciones<br />

económicas derivadas de la adopción d<strong>el</strong> siste ma de vida de producción agricola y ganadera y las <strong>que</strong><br />

acarrearon la sedentarización y propiciaron la invención y expansión de nuevas industrias (lítica y ceramica).<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> hallazgo de poblados permanenetes en Siria y Palestina, pertenecientes a épocas (X milenio)<br />

en las <strong>que</strong> aún eran desconocidas la domesticación de animales − excepto <strong>el</strong> perro− y las tecnicas agricolas,<br />

hace pensar <strong>que</strong> la neolitización quizá fuese antes un proceso cultural <strong>que</strong> economico, y <strong>que</strong> la voluntad<br />

sedentaria d<strong>el</strong> hombre posglacial condicionó la creación de agrupamientos humanos, parentoriamente<br />

necesitados de controlar la producción de alimentos. La vida sedentaria y, con <strong>el</strong>la, sus consecuencias<br />

economicas tecnicas y de hábitat humano se desarrolaron inialmente en <strong>el</strong> Próximo Oriente, en ena zona <strong>que</strong><br />

abarca desde Irán a Turquía. Consolidada hacia fines d<strong>el</strong> VIII milenio, se extendió con r<strong>el</strong>ativa rapidez hacia<br />

Occidente a través de las costas d<strong>el</strong> Mediterráneo y de las vías de los grandes ríos, como <strong>el</strong> Danubio. <strong>El</strong> Egéo<br />

y los Balcanes fueron las primeras zonas europeas <strong>que</strong> recibieron las transformaciones de lo <strong>que</strong> V. Gordon<br />

Childe llamó revolución neolítica. Así, a las fases o estadios de neolitización precerámicas d<strong>el</strong> Próximo<br />

Oriente las sigue, en <strong>el</strong> ámbito europeo, <strong>el</strong> Neolítico Antiguo, <strong>que</strong> se desarrolla desde fines d<strong>el</strong> VII milenio en<br />

extensas áreas d<strong>el</strong> Mediterráneo, desde Daqlmacia hasta Portugal. <strong>El</strong> Neolítico Medio se indentifica a partir<br />

d<strong>el</strong> V milenio con una cultura, la danubiana, <strong>que</strong> domina la Europa central hasta <strong>el</strong> Canal de la Mancha y <strong>el</strong><br />

mar d<strong>el</strong> Norte, y con diversas culturas más meridionales, como la de Cjassey, <strong>que</strong> se extiende por los<br />

territorios d<strong>el</strong> Mediterráneo occidental, y otras de carácter regional, como la de La Lagozza en Italia, la de<br />

Cortaillod, en Suiza, las de Rösen y Mich<strong>el</strong>sberg en Alemania, y la de los sepulcros de fosa en Cataluña. La<br />

fase d<strong>el</strong> Neolítico Reciente, <strong>que</strong> es la última de <strong>el</strong>las, se inicia en los Balcanes en <strong>el</strong> IV milenio, y depende de<br />

dos importantes culturas: Ucrania, extendiendose por toda Europa occidental en <strong>el</strong> III milenio. En <strong>el</strong> aspecto<br />

material con incidencia en lo artístico, las aportaciones neolíticas abarcan desde <strong>el</strong> desarrollo de técnicas<br />

antiguas en la <strong>el</strong>aboración de la piedra, como la técnica d<strong>el</strong> pulido, hasta la introducción de técnicas y<br />

procedimientos nuevos, como <strong>el</strong> de la cerámica.<br />

Los utensilios y la cerámica<br />

Para algunos investigadores, <strong>el</strong> carácter neolítico de un yacimiento venía determinado por <strong>el</strong> hallazgo de útiles<br />

de piedra pulida (hachas, azu<strong>el</strong>as, gubias); sin embargo, en <strong>el</strong> Paleolítico Superior, <strong>el</strong> pulido de la piedra era<br />

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una técnica ya conocida y, por otra parte, en muchas estaciones neolíticas no apatecen hachas ni azu<strong>el</strong>as ni<br />

gubias pulidas. Técnicamente, <strong>el</strong> pulido de una piedra supone <strong>el</strong> estadio final d<strong>el</strong> trabajo de la forma de un<br />

objeto realizado, primero, por abrasión (frotación d<strong>el</strong> soporte básico con salientes rocosos, sobre su<strong>el</strong>o<br />

conteniendo arena de cuarzo, o con placas de arenisca o de cuarzo) y, luego, através de la acción de piedras de<br />

amolar (asperones calcáreos o arcillosos). Estos procedimientos, <strong>que</strong> conllevan una considerable <strong>el</strong>iminación<br />

d<strong>el</strong> material soporte, no deben ser confundidos, sin embargo, con <strong>el</strong> d<strong>el</strong> pulimentado o bruñido, es decir, sacar<br />

brillo a la piedra ya <strong>el</strong>aborada, procedimiento jamás utilizado en las herramientas paleolíticas ni en las<br />

neolíticas, ya <strong>que</strong> <strong>el</strong> brillo de éstas es consecuencia de la fricción de la piedra durante una continuada<br />

utilización o de los factores físico−químicos d<strong>el</strong> yacimiento. <strong>El</strong> pulido, inicialmente sólo d<strong>el</strong> filo y, luego, d<strong>el</strong><br />

núcleo completo, no es, por consiguiente, un factor determinante d<strong>el</strong> Neolítico, como tampoco lo son las<br />

puntas de flecha punzantes de fines d<strong>el</strong> Neolítico Medio. En realidad, la técnica <strong>que</strong> caracteriza a las culturas<br />

neolíticas es, sin lugar a dudas, la cerámica, considerada generalmente testimonio cronológico y cultural de<br />

valor indiscutible e indicador de las migraciones de los pueblos. La cerámica, o sea la arcilla mod<strong>el</strong>ada y<br />

cocida por <strong>el</strong> hombre, no es, sin embargo, una técnica exclusiva d<strong>el</strong> Neolítico, puesto <strong>que</strong> se conocen<br />

figurillas de arcilla cocida d<strong>el</strong> Paleolítico Superior. <strong>El</strong> hombre d<strong>el</strong> Neolítico aporta la creación d<strong>el</strong> vacío<br />

mediante la arcilla y la conversión de esa pi<strong>el</strong> d<strong>el</strong> vacío en soporte de expresión artística.<br />

Técnica y decoración de la cerámica<br />

La invención de este tipo de cerámica se ha r<strong>el</strong>acionado comúnmente con <strong>el</strong> cambio de los hábitos culinarios.<br />

Poco se sabe, en realidad, de la cocina paleolítica, aun<strong>que</strong> se han encontrado hogares en los espacios de<br />

habitación. Se cree <strong>que</strong> los alimentos se ingerían crudos, y <strong>que</strong>, en caso de cocerlos, se echaban piedras<br />

candentes en recipientes de pi<strong>el</strong> de corteza o de madera, al modo de algunos pueblos primitivos actuales.<br />

También se ha especulado acerca de una cocción directa sobre las brasas y de la práctica de hervir líquidos<br />

colocando los cazos o las bolsas a distancia prudencial d<strong>el</strong> fuego. Se piensa, entonces, <strong>que</strong> las variaciones<br />

culinarias, producto de la agricultura (preparación más habitual de platos cocidos, gachas, sopas, etc.),<br />

exigieron la sustitución de los recipientes combustibles por otros <strong>que</strong> pudiesen ir directamente al fuego. Sin<br />

embargo, en algunas regiones d<strong>el</strong> Próximo Oriente (Siria, Palestina, Anatolia), la cerámica precedió en uno o<br />

dos milenios al cultivo de cereales, lo cual invalida, en cierta manera, su asociación con las prácticas agrícolas<br />

y culinarias. Tampoco ayudan a desentrañarlo los primeros restos de cerámica hallados, huérfanos de<br />

continuidad a lo largo d<strong>el</strong> tiempo. En <strong>el</strong> Neolítico Antiguo y Medio se desconocía <strong>el</strong> torno de alfarero, <strong>que</strong><br />

apareció en Irán al final d<strong>el</strong> Neolítico. <strong>El</strong> moldeado de las vasijas se realizaba, por tanto, a mano, según dos<br />

procedimientos: <strong>el</strong> moldeado sobre (o dentro de) un mod<strong>el</strong>o, por lo comúin de madera (moldeado de corteza),<br />

y <strong>el</strong> moldeado por adición de tiras de pasta arcillosas pegadas en bandas sucesivas. Esta pasta, <strong>que</strong> permite <strong>el</strong><br />

moldeado, pero cuya plasticidad desaparece tras la cocción, ofrece a lo largo d<strong>el</strong> Neolítico numerosas<br />

variedades de composición, dependientes básicamente de los medios no plásticos (desengrasantes) presentes<br />

en la composición de la tierra arcillosa, o añadidos a <strong>el</strong>la, y <strong>que</strong> son necesarios para evitar la formación de<br />

grietas durante <strong>el</strong> secado. Una vez mod<strong>el</strong>ada la pieza, su superficie era alisada con la mano mojada o con otro<br />

cuerpo flexible y, una vez secada, se pulía con un cuerpo duro (guijarro, concha, hueso), o se abrillantaba en<br />

caso de <strong>que</strong> la superficie estubiese decorada con r<strong>el</strong>ieves o hendiduras. En la decoración de las piezas, <strong>el</strong><br />

hombre descubrió las posibilidades de composición de formas geométricas ajenas por completo a la naturaleza<br />

y compuso <strong>el</strong> vocabulario ornamental (espirales, meandros, grecas, ángulos, etc.) <strong>que</strong> perdudaría a lo largo de<br />

la historia. Para <strong>el</strong>lo se utilizaron distintos procedimientos. En <strong>el</strong> de decoración en hueco o de incisión, un<br />

instrumento cortante o punzón (decoración punzonada) trazaba los motivos sobre la pasta seca. <strong>El</strong> de<br />

impresión (cerámica impresa) se efectuaba todavía sobre la pasta húmeda, hundiendo en <strong>el</strong>la los más diversos<br />

objetos o instrumentos (dedos, cuerdas, conchas, peines de alfarero, ruedecillas <strong>que</strong> impresionan bandas<br />

continuas, varillas de madera, espigas, etc.). También se practicaba la decoración excisa, extrayendo pasta d<strong>el</strong><br />

recipiente ya seco y pudiendose aplicar sobre él, con posterioridad, al igual <strong>que</strong> <strong>el</strong> procedimiento de<br />

impresión, pasta de color. Otro tipo de procedimientos se basaban en <strong>el</strong> añadido de materia: pasta dispuesta en<br />

racimos (cardial), cordones, protuberancias, salientes repujados desde <strong>el</strong> interior con la ayuda de una varilla.<br />

También la cerámica pintada, en la <strong>que</strong> era preciso cubrir la superficie con una fina capa brillante de revo<strong>que</strong><br />

(engobe), es propia de las facies culturales neolíticas.<br />

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La expansión de la cerámica<br />

La técnica cerámica se desarrolló inicialmente en <strong>el</strong> Próximo Oriente y desplazó al abundante utillaje de<br />

piedra empleado allí hasta <strong>el</strong> VII milenio. Las primeras piezas eran de forma sencilla y poco decoradas, si bien<br />

pronto surgieron diferencias regionales, alguans de las cuales se agotaron <strong>casi</strong> e <strong>el</strong> momento mismo de su<br />

aparición, en tanto <strong>que</strong> otras tuvieron una gran difusión, como ocurrió con la cerámica oscura lustrosa<br />

característica d<strong>el</strong> Norte de Siria y de Anatolia.<br />

Las formas escultóricas<br />

La escultura paleolítica parece ser un episodio excepcional en <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> arte de la edad de piedra. Por<br />

una parte, la estatuaria neolítica d<strong>el</strong> Próximo Oriente no tiene, por lo conocido, antecedentes en <strong>el</strong> mundo<br />

<strong>paleolítico</strong>; por otra parte, la escultura europea <strong>que</strong> podría manifestar vinculaciones con las realizaciones<br />

perigordinenses y magdalenienses parece consecuencia directa, sin embargo, de la ingluencia oriental A pesar<br />

de <strong>el</strong>lo, no se puede negar la vinculación formal e iconografía de las estatuillas neolíticas con las<br />

representaciones de la época paleolítica. Quizá <strong>el</strong> azar y las difíciles condiciones de conservación de ciertos<br />

materiales han impedido seguir, por lo menos hasta la actualidad, la milenaria línea de continuidad entre <strong>el</strong><br />

Paleolítico y <strong>el</strong> Neolítico.<br />

Los tipos<br />

La escultura neolítica parece estar directamente r<strong>el</strong>acionada, por lo menos en sus inicios, con las prácticas<br />

funerarias. En <strong>el</strong> Próximo Oriente, tanto en Jericó como en T<strong>el</strong>l es−Sawwan y Çatal Hoyuk, las figuras<br />

humanas han sido falladas en fosas sepulcrales o en habitaciones con enterramientos, lo mismo <strong>que</strong> en<br />

Jirokitia (Chipre). <strong>El</strong> arte de Jericó es, sin embargo, <strong>el</strong> <strong>que</strong> sevincula de manera más directa con <strong>el</strong> mundo<br />

<strong>paleolítico</strong>, al rendir culto a los cráneos humanos <strong>que</strong>, convertidos en soporta par <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>ado en yeso,<br />

adquirían un acusado realismo de facciones, sólo alterado por las incrustaciones de conchas en los ojos y por<br />

<strong>el</strong> rojo de la policromía. Esta producción de lo <strong>que</strong>, en cierte media , sería un retrato funerario, perduró en<br />

posteriores esculturas en piedra o arcilla de tamaño natural en las <strong>que</strong>, si bien <strong>el</strong> cráneo ha desaparecido, la<br />

cabeza conserva una sorprendente voluntad naturalista.<br />

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