San Pío de Pietrelcina estigmatizado del Siglo XXI - Autores Catolicos
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Superior, tenían casi todos los días una charla espiritual con el padre <strong>Pío</strong>.<br />
También ayudaban en otras tareas <strong>de</strong>l convento y <strong>de</strong> la iglesia. Por eso, otras<br />
mujeres les tenían celos y hablaban mal <strong>de</strong> ellas.<br />
De hecho, algunos sacerdotes <strong>de</strong>l lugar, como hemos mencionado, las<br />
acusaron <strong>de</strong> tener intimidad con el padre <strong>Pío</strong> con ocasión <strong>de</strong> haber estado en la<br />
enfermería. Pero ¿qué había ocurrido?<br />
Eran los tiempos <strong>de</strong> la famosa gripe española, que tantos muertos<br />
ocasionó. Algunos frailes capuchinos estaban movilizados por la guerra y en el<br />
convento apenas estaban dos sacerdotes, el padre Paolino y el padre <strong>Pío</strong>. El padre<br />
Paolino <strong>de</strong>bía multiplicarse y hacer <strong>de</strong> cocinero para los estudiantes y aten<strong>de</strong>r<br />
tantas obligaciones <strong>de</strong>l convento. El doctor Merla le aconsejó bajar al padre <strong>Pío</strong>,<br />
que tenía mucha fiebre, a la hospe<strong>de</strong>ría, don<strong>de</strong> se alojaban a veces los padres <strong>de</strong><br />
los estudiantes. La señorita Rachelina Russo, seria y honorable, lo atendió, al<br />
igual que a otros hermanos <strong>de</strong>l convento. Pero <strong>de</strong> este hecho tomaron pie para<br />
calumniar al padre <strong>Pío</strong>.<br />
También había acusaciones en cartas anónimas <strong>de</strong> que el padre <strong>Pío</strong> se veía<br />
a solas con mujeres en la iglesia a ciertas horas y <strong>de</strong> que los religiosos hacían<br />
negocio, distribuyendo pedazos <strong>de</strong> hábito o <strong>de</strong> cordón o <strong>de</strong> camisas <strong>de</strong>l padre <strong>Pío</strong>,<br />
así como otros objetos personales <strong>de</strong>l padre <strong>Pío</strong>, incluso pañuelos manchados <strong>de</strong><br />
sangre, para sacar dinero.<br />
Los Superiores tomaron nota y prohibieron a los religiosos apropiarse <strong>de</strong><br />
objetos personales <strong>de</strong>l padre <strong>Pío</strong> y menos donarlos a extraños. Sin embargo, la<br />
situación llegó a tanto que el canónigo Giovanni Miscio amenazó con publicar un<br />
libro contra el padre <strong>Pío</strong> en el que iba a <strong>de</strong>scubrir todas sus inmoralida<strong>de</strong>s y<br />
mentiras. Decía que ya había pagado 5.000 liras al editor y que, si se retractaba y<br />
no lo publicaba, <strong>de</strong>bía pagar otras 5.000 liras para rescindir el contrato. Era un<br />
verda<strong>de</strong>ro chantaje. Pero el hermano mayor <strong>de</strong>l padre <strong>Pío</strong>, Miguel Forgione,<br />
quiso <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a su hermano y acordó con el canónigo pagarle 3.000 liras para<br />
rescindir el contrato. El asunto llegó a la policía, quien arrestó a Miscio como<br />
extorsionador y fue con<strong>de</strong>nado el 25 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1929 a un año y ocho<br />
meses <strong>de</strong> prisión. Fueron cuatro años <strong>de</strong> disgustos para el padre <strong>Pío</strong>, pues insistió<br />
ante su hermano para que retirara la <strong>de</strong>manda y no con<strong>de</strong>naran al sacerdote; no<br />
obstante, su hermano no aceptó sus consejos.<br />
Por ello, al ser con<strong>de</strong>nado el padre Miscio, intercedió por él ante el rey<br />
Vittorio Emanuele III en carta <strong>de</strong>l 14 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1932 para que fuera reintegrado<br />
como profesor, pues había perdido su puesto. Y, al salir <strong>de</strong> prisión, tuvo la<br />
alegría <strong>de</strong> recibirlo y abrazarlo. Ambos se hicieron buenos amigos y durante<br />
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