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Los pingueros y sus clientes - Cuba Arqueológica

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LOS PINGUEROS Y SUS CLIENTES<br />

Autor: Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez.<br />

Especialista en Estudios Culturales,<br />

Dirección Municipal de Cultura Plaza de la Revolución,<br />

Ciudad de La Habana.<br />

Investigador Titular.<br />

INTRODUCCIÓN:<br />

Un nuevo personaje se incorpora al complejo escenario cubano<br />

con el nuevo milenio: el “pinguero”, conformado ya desde el último<br />

lustro del siglo XX. Apenas se cuentan con monografías que aborden<br />

su estudio, lo cual no sólo se debe a su actualidad, sino a que<br />

resume en sí mismo varias de las esencias más marginadas y que<br />

con más prejuicio se asumen de la sociedad en que vivimos:<br />

prostitución, homosexualidad, comercio clandestino... Esta es la<br />

necesidad principal que estas páginas pretenden satisfacer, cuyos<br />

antecedentes se remontan a los (también muy insuficientes y no<br />

siempre bien tratados) estudios sobre homosexualidad, y aquellos<br />

otros sobre prostitución en <strong>Cuba</strong>, que aun no cuentan con una<br />

década y entre cuyos pioneros se encuentra el propio Autor de la<br />

presente, justamente en otro evento similar al que ahora nos<br />

presentamos, por el otrora Centro de Antropología hoy Instituto<br />

<strong>Cuba</strong>no de Antropología.<br />

Sin embargo, ninguno de tales antecedentes abordaba una<br />

monografía sobre los <strong>pingueros</strong>, y menos aun, incluían al cliente<br />

como objeto de estudio, excepto Couceiro, Hacia una Antropología<br />

Urbana cubana desde comunidades metropolitanas: estudio de caso,<br />

en que por demás, tales análisis se relacionan con otros muchos de<br />

igual interés para la Antropología Urbana. Se deduce de ello por<br />

tanto, la importancia y algunos de los aportes de esta monografía,<br />

así como su novedad científica en cuanto a un nuevo “tipo” social


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como objeto de estudio, entendido integralmente en <strong>sus</strong> nexos<br />

propios. Es de suponer que este trabajo sea de interés no sólo a los<br />

antropólogos cubanos (Instituto <strong>Cuba</strong>no de Antropología e<br />

instituciones que han asumido su estudio, como las Universidades, el<br />

Centro Nacional de Superación del Ministerio de Cultura y al menos,<br />

el Provincial de Ciudad de La Habana; etc.) y de otros países, sino<br />

también a los estudiosos de la cultura sexual e instituciones como el<br />

CENESEX (Centro de Educación Sexual) y por supuesto, a los<br />

órganos encargados de la Prevención Social, incluidos los<br />

trabajadores sociales, nunca con fines represivos sino reflexivos y<br />

educativos para buscar soluciones a los problemas mayores por los<br />

que se desatan problemáticas como la que ahora nos ocupa.<br />

Concretamente el pinguero interesó desde <strong>sus</strong> inicios ya citados al<br />

presente autor (estudioso desde antes de la homosexualidad) por su<br />

impronta singular para este tema y otros que también trabajaba en<br />

tanto Antropología Urbana, como la prostitución, los negocios ilícitos,<br />

el comercio clandestino y las migraciones internas y externas, entre<br />

otras; pero desde el 2003 se ha centrado en su interés por su<br />

diversidad ya demostrada en <strong>sus</strong> estudios de campo previos, y con el<br />

predominio de métodos como la observación participante encubierta,<br />

historias de vida, comparativo y el analítico – sintético, ha<br />

incorporado asimismo <strong>sus</strong> <strong>clientes</strong>, al develar la urgencia de su<br />

estudio. Dada como situación problemática la falta de estudios sobre<br />

tal personaje y como objetivo general de la investigación cualificar<br />

los <strong>pingueros</strong> y <strong>sus</strong> <strong>clientes</strong>, se definieron como objetivos específicos<br />

valorar el contexto en que se explican incluidos <strong>sus</strong> antecedentes y<br />

marco teórico – conceptual y metodológico, diagnosticar los<br />

<strong>pingueros</strong> en su complejidad y finalmente, estimar la diversidad de<br />

<strong>clientes</strong> en su interacción e impronta para los <strong>pingueros</strong>, como su<br />

<strong>sus</strong>tento social y económico y contrapartida necesaria y dialéctica.


Se espera como resultado de esta monografía, generar una línea de<br />

investigación especializada, que bien lo merece y necesita.<br />

DESARROLLO:<br />

1. CONTEXTO:<br />

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El contexto en el que han surgido los <strong>pingueros</strong> ha de<br />

caracterizarse, al menos, por la época, los espacios y el devenir<br />

previo y paralelo de las manifestaciones implícitas, en particular la<br />

prostitución y la homosexualidad; pero por razones metodológicas,<br />

tales aristas no deben entenderse al margen una de otra. Hemos de<br />

remitirnos al menos, en principio, al llamado “Período Especial” que<br />

identificó la última década del siglo XX, y lo que se ha considerado<br />

como su recuperación entre siglos al primer lustro del tercer milenio.<br />

Ya sin el apoyo económico y general del que se había erigido como<br />

“campo socialista”, <strong>Cuba</strong> se vio obligada a rectificar, o al menos,<br />

modificar, determinados aspectos de su vida económica y social<br />

general; algunos han sido tan difíciles y hasta traumáticos como la<br />

despenalización de una moneda hasta entonces prohibitiva y<br />

fuertemente perseguida, que ahora comenzaba a regir el comercio<br />

nacional, aun cuando no fuera la que perciben nuestros trabajadores<br />

sino obtenida muy mayoritariamente por las remesas y otros<br />

<strong>sus</strong>tentos desde el extranjero; pero otros fueron auténticos logros,<br />

como la apertura al menos supuesta y relativa a determinados<br />

aspectos de la sociedad cubana que antes, a nivel mundial,<br />

desdecían de las diversas conquistas del país en otras esferas: así<br />

por ejemplo, la religiosidad y la homosexualidad mal mirados, cuando<br />

no perseguidos, hasta entonces.<br />

Para entender el impacto de tales cambios habría que remitirnos a<br />

estudiar cómo, en una sociedad heterosexualista (totalmente vigente)<br />

la homosexualidad había logrado pervivir y desarrollarse<br />

clandestinamente: dos hombres desconocidos con motivaciones


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amorosas (o al menos en principio, sexuales) entre sí, contactaban<br />

por el código de la mirada, que se mantiene tal vez más explícito hoy<br />

que antes por una relativa mayor liberalidad, a no confundirse con el<br />

liberalismo; 1 pero otros han caído en de<strong>sus</strong>o ante opciones que en el<br />

contexto contemporáneo, admiten ser más explícitas. 2<br />

Las dificultades para estas investigaciones se extienden al impacto<br />

con que la homofobia ha determinado a los propios investigadores, 3<br />

aun muchos que supuestamente, no se proyectan homofóbicos. Como<br />

otras áreas objeto de estudio cada una en su instrumental, esta exige<br />

del investigador profunda formación metodológica y rigor al combinar<br />

la observación participante con otros métodos y técnicas de<br />

investigación, y sistémicamente, valentía y solidez en su cultura<br />

integral, que lejos de mermar, fortalece y eleva el sistema de<br />

principios de cada cual, particularmente vulnerable en la sexualidad.<br />

La relación mismidad – otredad – alteridad, en su valor metodológico<br />

para el investigador, trasciende a la mera empatía personal y alcanza<br />

problemáticas y perspectivas mucho más universales. 4<br />

1 Comúnmente, los más conservadores, para justificarse, acusan de “liberalismo” a toda libertad<br />

trasgresora de <strong>sus</strong> estrechos cánones permisivos. En el tema que nos ocupa suele evidenciarse<br />

mucha homofobia también en este aspecto: la mirada de conquista que se admite entre hombre y<br />

mujer, la asumen como “liberalismo” si son ambos del mismo sexo, y acusan como “pérdida de<br />

valores” auténticas ganancias, tales como una pareja homosexual o interracial decidan convivir sin<br />

prejuicios.<br />

2 Así por ejemplo, hace apenas veinte años, mostrar la llave entre los dedos de la mano se<br />

interpretaba como tener un lugar donde ir a compartir, lo que nos remite a la difícil situación de<br />

vivienda y a la carencia de espacios (totalmente vigente) para estas necesidades, que la sociedad<br />

reprimía, y aun reprime. Otra forma de darse a conocer era tocándose de manera insinuada el<br />

pene a través del pantalón (o rozándose en ómnibus y otros pretextos de multitud) encuentros<br />

fortuitos en baños, playas, etc. que según el individuo lo hiciera más discreta o más groseramente,<br />

podía ser o no del agrado del otro sujeto, en dependencia por supuesto también de los gustos e<br />

inclinaciones de este otro sujeto.<br />

3 El investigador es fundamental de ser estudiado aunque su ego lo rechace, heredero de todos los<br />

prejuicios sociales, aun cuando su cientificidad haya logrado, o no, superarlos o al menos,<br />

recontextualizarlos: hay que estudiar la pervivencia de máximas populares según las que lo sexual<br />

era “lo peor”: “prefiero que mi hijo sea (delincuente) o (ladrón) o (asesino) antes que maricón”, y lo<br />

mismo con la sexualidad femenina, en tal caso “puta” o “tortillera”... (pero claro, primero puta que<br />

tortillera... y siempre bien discreta... que “más vale ser y no parecer, que parecer y no ser”) aunque<br />

cada vez se oye menos, afortunadamente, pues es cuestionable la moralidad sobre la que se<br />

levante toda sociedad, en que el crimen por excelencia, sea “el sexual”.<br />

4 En una correcta relación mismidad – otredad – alteridad, y si ciertamente el investigador carece<br />

de prejuicios homofóbicos, no le molesta en lo absoluto “ser confundido”, ni siquiera “ser tentado”


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Es metodología de excepcional valor antropológico, estúdiese los<br />

grupos políticos o la religiosidad, la drogadicción o la sexualidad;<br />

pero cada una según su instrumental (no es igual riesgo ni “problema<br />

de principio” devenir drogadicto o colocar una bomba, que participar<br />

de un toque de santo o de una reunión) y sistema de principios y<br />

cultura del investigador. 5 Pero es “menos vergüenza” si se es<br />

apresado en una campaña anti drogas o contra los carteristas, 6 que<br />

en un hecho de “dudosa moralidad” (sobre entiende: sexual, a lo que<br />

en nuestras deformaciones culturales suele reducirse la moral) sobre<br />

todo en campañas homofóbicas, aun cuando salve (siempre<br />

relativamente) su situación personal como investigador, se le dé la<br />

oportunidad de expresar a todos su heterosexualidad “para que nadie<br />

dude” y desaproveche tan elocuente experiencia, desentendido<br />

además, y sobre todo “bien diferente” 7 (si es posible, hasta opuesto),<br />

de su objeto de estudio.<br />

Para muchos, es más reparable el “delito de robo” y hasta de<br />

asesinato, que el “¿delito? ¿pecado? de sexo”, lo que evidencia el<br />

substrato religiosista en ello; aun cuando para el propio Dante<br />

ni en tal caso, constituye un conflicto para él “acceder a la tentación”; al menos no debe ser peor<br />

que participar en un robo ni mucho menos, en un crimen, en dependencia de su sistema de<br />

valores, y como en toda observación participante, sólo ha de cuidar no perder la mayor objetividad<br />

científica posible, lo que sí le sería mucho más difícil de conservar en el caso del alcoholismo o de<br />

la drogadicción.<br />

5 Por ejemplo, su conflicto si es ambientalista ante un sacrificio religioso de animales, valorado<br />

entonces no como “matanza” sino “sacrificio”, y revalorado en <strong>sus</strong> raíces (hasta totémicas) y<br />

devenir, para su mejor comprensión cultural sin prejuicios.<br />

6 En nuestra cultura sexual tan lacerada tradicionalmente, hay quien acepta mejor convivir entre<br />

carteristas para investigarlos (incluso participar de <strong>sus</strong> atracos sin más escrúpulos por la víctima y<br />

tal vez hasta de un crimen) que en la vida homosexual. Sin dudas, qué mejor método para detectar<br />

las técnicas carteristas y prevenir a la sociedad de <strong>sus</strong> daños? Al margen de que en el sistema de<br />

principios del investigador pueda de alguna manera minimizar los daños sin menoscabo de <strong>sus</strong><br />

escrúpulos y valores morales, sin frustrar investigación tan necesaria.<br />

7 Con el prejuicio (aun cuando sea subconsciente) de la homosexualidad como algo negativo, hay<br />

quien trata de estudiarla desde el buró, o lo primero que enfatizan al llegar a los sujetos a estudiar,<br />

es la supuesta “diferencia”, palabra que se ha entronizado en el tema de la homosexualidad incluso<br />

<strong>sus</strong>tituyéndola (“homosexual” sigue siendo más cuestionadamente pronunciable en las tribunas<br />

públicas, incluso supuestamente anti homofóbicas) como para fortalecer tales diferencias<br />

(realmente bien polemizables y basadas, sobre todo en nuestra cultura occidental, en la Sagrada<br />

Familia) y como si “las diferencias” fueran esas, exclusivamente... cuando todas las personas por<br />

un motivo u otro son diferentes entre sí e incluso, consigo mismos.


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Alighieri en El Infierno, entre los siglos XIII y XIV, a los pecados de<br />

lujuria se les destinaba el segundo círculo después del Limbo, esto<br />

es: eran los menos graves; peor se veía la gula, la avaricia, la<br />

violencia y lo peor era la traición... ¿Qué ha pasado desde entonces,<br />

que ya poco después, la lujuria era “purgada” con el crimen incluso,<br />

y el sistema moral en nuestra cultura occidental, ha sido<br />

absolutamente invertido?<br />

Limitaciones moralistas continúan afectando estos estudios y su<br />

propia promoción, incluso en las urgencias de lucha contra el SIDA.<br />

Aun hoy, en campañas tan avanzadas y necesarias como las que<br />

realiza el Proyecto Hombre – Sexo – Hombre en <strong>sus</strong> tantos radios de<br />

acción, exigen que si durante su promoción en pares algún sujeto se<br />

interesa por uno de los promotores, este debe ser <strong>sus</strong>tituido por el<br />

otro: no debe establecer ningún tipo de relación, aun cuando el<br />

interés sea recíproco; ni siquiera puede dejar abierta la opción de<br />

futuros contactos personales. ¿Acaso la mejor manera de enseñar el<br />

uso del condón, no es en la misma práctica? 8<br />

Las historias de vida y la observación participante <strong>sus</strong>tentan toda<br />

esta investigación, aunque normalmente los sujetos exigen el<br />

anonimato, lo cual deviene en sí mismo información a analizar.<br />

En tanto antecedente contextual para el tema que nos ocupa, el<br />

análisis de la problemática al aplicar estos métodos requiere como<br />

complemento esencial el estudio de la homosexualidad, la cual hoy<br />

se recontextualiza en el mundo, en <strong>Cuba</strong> y en particular, en los<br />

espacios urbanos que centraremos como objeto de estudio y donde<br />

han proliferado los <strong>pingueros</strong>, donde la novedad reina con su<br />

correspondiente impacto en el imaginario popular, que añade el<br />

8 Recuerda aquella ética que condena cualquier relación amorosa entre profesores y estudiantes, y<br />

similares... ¿Por qué? Es cierto que lo personal no puede afectar lo profesional... pero no se<br />

entiende el viceversa. Un buen profesional, lejos de dejarse afectar, podría potenciar más su obra<br />

en situaciones así.


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morbo de la milenaria represión cuando de sexo se trata, aunque el<br />

sexo no implique exclusivamente morbo en sí (al menos no<br />

necesariamente en el sentido patológico que se le suele impregnar al<br />

vocablo “morbo”) ni sólo al sexo compete el morbo.<br />

Enfaticemos sexualidad más que homosexualidad, 9 puesto que la<br />

segunda está implícita en la primera, y a la postre, privilegiar el<br />

estudio de “lo homosexual” suele enmascarar homofobias al destacar<br />

siempre un “otro” que queremos distinguir muy bien de la mismidad.<br />

En tanto marginada, la homosexualidad requiere especificidades para<br />

lograr <strong>sus</strong> propios espacios, pero nunca será bien comprendida si se<br />

sigue aislando de la heterosexualidad, no menos afectada por el<br />

heterosexualismo y con <strong>sus</strong> propios códigos y problemáticas, al<br />

margen ya de la homofobia.<br />

La homosexualidad, en una sociedad heterosexualista en que<br />

despunta la homofobia en cualquiera de <strong>sus</strong> grados, requiere de <strong>sus</strong><br />

propios espacios si en verdad, hay voluntad política contra todo tipo<br />

de discriminación; pero cuando no los tienen, los buscan para<br />

pervivir en <strong>sus</strong> necesidades sexuales más elementales. Aquellos para<br />

conocerse suelen ser espacios bien céntricos donde más opciones<br />

hay y a la vez, para la satisfacción sexual clandestina, con cercanías<br />

lo suficientemente ocultas que les permitan pasar inadvertidos ante<br />

el resto del público al realizarse sexualmente. En el caso cubano, por<br />

supuesto, la capital, y dentro de ella las áreas más céntricas y<br />

puntos referenciales de primer valor: La Rampa y el área en torno al<br />

Capitolio, cercano a la Terminal Nacional de Ferrocarriles. 10<br />

9 Ante la dudosa definición entre opciones sexuales, es preferible no remitir homosexuales ni<br />

heterosexuales, sino tales instintos y necesidades como “homosexualidad”, la cual se ha<br />

marginado por definición en una sociedad educada y orientada en dogma heterosexualista desde<br />

finales del Medioevo, lejos del respeto al otro y a su intimidad. Sólo hoy revoluciona, contra el<br />

facilismo hipócrita de represión y autorrepresión. (Couceiro y Perera: ¿Cultura homosexual? 1998)<br />

10 Sucede que la capital fluctúa <strong>sus</strong> tradiciones en identidad con la mayor modernidad del país,<br />

donde se espera mayor aceptación o al menos tolerancia con respecto a todo “otro”, sobre todo en<br />

un caso como el cubano, conformado histórica y étnicamente por las más diversas otredades. No<br />

obstante, esto no sucede tanto así: al ser sede del poder y por ende, de la cultura nacional


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En tales áreas, la homosexualidad hallaba previamente tímida<br />

imagen en áreas de prostíbulos y vida nocturna, y <strong>sus</strong> inmediaciones<br />

como las calles Prado u Obispo, o Parque Central o el de La<br />

Fraternidad; o el Club 21 (y N), El Gato Tuerto o Amanecer, todos<br />

ellos en La Rampa, y ya en el inmediato Vedado y en distintos<br />

momentos, El Karachi o El Atelier, o la Casa del Té de G y 23… Y<br />

sobre todo, en la heladería más importante del país Coppelia, desde<br />

su fundación en 1966, 11 con <strong>sus</strong> luego “tendederas”; 12 nótese que en<br />

este segundo bloque, la mayoría anuncian y/o fomentan La Rampa.<br />

Ha de entenderse que tales espacios, aun cuando en algún momento<br />

tiendan a enquistarse y marginarse como ghettos, es una necesidad<br />

mientras públicamente no se acepte como natural dentro del mismo<br />

sexo, la invitación, el beso, las caricias y toda otra expresión<br />

heterosexual aceptada socialmente en los espacios públicos, con<br />

muchas más y mejores opciones para desarrollar su sexualidad en la<br />

sociedad en que vivimos y aun con todas <strong>sus</strong> limitaciones<br />

compartidas, pero empeoradas a la homosexualidad.<br />

La Rampa y el barrio del Coppelia casi desde <strong>sus</strong> orígenes, por su<br />

céntrica y atractiva posición en la capital como punto referencial y<br />

por <strong>sus</strong> otros valores e impacto social de todo tipo, se han<br />

esquematizado en el imaginario popular como focos de reunión de<br />

todos los extremos, espacio de encuentro (casi obligado) para todo<br />

impuesta, y objeto de migración de lo mejor, pero también de lo peor y más retrógrado (sobre todo<br />

escaladores) de todo el país, a menudo en todas las épocas, las más avanzadas tendencias han<br />

tenido que entrar por otros lugares del país antes de enraizarse en La Habana.<br />

11 Momento en que en <strong>Cuba</strong> mermaban ostensiblemente las opciones de todo tipo, sobre todo<br />

gastronómicas, Coppelia se erige incluso como “la gran salida para una noche de sábado”,<br />

entonces abierto (como tantos otros centros) 24 horas diarias siete días a la semana, al ritmo<br />

enriquecedor de la patrimonial vida nocturna local.<br />

12 Así llamadas popularmente <strong>sus</strong> cercas metálicas que guardan <strong>sus</strong> áreas verdes, al recostarse –<br />

“tenderse” – sobre ellas toda la población que espera ómnibus o su turno para entrar a tomar<br />

helado en las interminables y casi históricas y ya hasta pintorescas colas ya tradicionales, y<br />

también por supuesto los que simplemente pasean, toman fresco, conversan... y/o buscan pareja o<br />

dicho popularmente, “fletean” (flirt, transculturado como “flete”) que deviene interés directo al objeto<br />

de estudio que ahora nos ocupa, en tanto modo de contactar unos con otros. Hoy se les llama,<br />

“cazadores”, “vampiros”, etc.


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visitante a La Habana, similar al papel que el Capitolio desempeña<br />

en Centro Habana: el “guajiro” (más que el campesino) que aquí<br />

pretende mostrar <strong>sus</strong> mejores prendas, al punto del desentono,<br />

incluidos entre ellos aunque no exclusivamente, quienes ahora llegan<br />

como <strong>pingueros</strong>, lo que apunta al carácter sistémico de este análisis;<br />

el “cheo” más “cheo”, el pepillo más pepillo, el intelectual más<br />

intelectualoide, el artista más excéntrico, y el homosexual más<br />

“ostentoso”, condición que para ser manejada en el imaginario<br />

popular, ha bastado (simplista y peligrosamente) su nivel de<br />

amaneramiento.<br />

En todos los casos y en particular, en la homosexualidad, tal<br />

arraigo en el imaginario popular ha propiciado graves equívocos. Las<br />

necesidades homosexuales requieren de su propio espacio urbano de<br />

comunicación, que se agencian por sí mismos al carecer de<br />

instituciones y comunidades que disminuirían los equívocos, aun<br />

cuando puedan incubar nuevas formas de marginación.<br />

Así por ejemplo, las históricas (e histéricas) 13 oleadas homofóbicas<br />

casi por definición han dirigido <strong>sus</strong> dudosos “campos de batalla”<br />

contra el visitante a Coppelia, donde también arremetieron en su<br />

momento contra los “peludos” y los “pantalones apretados” a<br />

confundirlos como homosexuales, así como contra las minifaldas<br />

sobre todo en las escuelas y la calle, como antes se veía mal a mujer<br />

en pantalones (al equívoco por “marimacha”) y más reciente, el<br />

hombre en short (acusado de homosexual), lo que evidencia la<br />

supuesta paradoja del perenne prejuicio y rechazo reaccionario (más<br />

que tradicionalista y conservador) contra lo nuevo, en esta<br />

comunidad donde la modernidad ha sido constante identidad<br />

tradicional, y por tanto ha sido espacio de continuas luchas al<br />

13 En otra aparente paradoja, la homofobia se burla del homosexual y para ridiculizarlo, le atribuye<br />

(entre otras acusaciones dogmatizadas) histeria; sin embargo, el histerismo de los homofóbicos<br />

resulta proverbial y altamente sospechoso de su propia psiquis sexual, como se demuestra en las<br />

redadas citadas.


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respecto; esto es, no exclusivamente se ha agredido a<br />

homosexuales.<br />

En los tristes años de la U.M.A.P. (Unidades Militares de Ayuda a<br />

la Producción, lustro previo a 1970), la condena explícita en el<br />

Congreso de Educación y Cultura de 1971, y aún en 1980 con los<br />

sucesos del Mariel, el slogan “Que se vaya la escoria... Que se<br />

vayan los homosexuales”, al igual que otros grupos sociales como<br />

los rockeros y más recientemente los “free kiss”, tampoco con mucho<br />

mejor suerte, la homosexualidad buscaba refugio y lugares de<br />

encuentros (siempre desplazados) en los parques cercanos, como el<br />

Víctor Hugo en H y 21 y el parque Menocal hoy John Lennon en 17 y<br />

6, aledaño al Atelier.<br />

Era innegable e inevitable el impacto en <strong>Cuba</strong> de una nueva<br />

cultura universal mucho más avanzada y desprejuiciada con respecto<br />

a la homosexualidad y en general, contra los tabúes sexuales de<br />

todo tipo, acompañado de severas críticas extranjeras de todo<br />

visitante al país no sólo homosexual, sino anti homofóbico en<br />

general; protagonismo en ello tuvieron los espacios internacionales<br />

generados por el Festival Internacional del Nuevo Cine<br />

Latinoamericano, el Festival Internacional de Teatro de La Habana y<br />

las Bienales de Artes Plásticas de La Habana, entre otros, donde la<br />

censura no cabía sin detrimento de nuestra vocación democrática y<br />

contra toda marginación por la justicia social, al margen de que aun<br />

hoy tales muestras carecen del espacio necesario en la TV ni a<br />

sistematizar el resto del año en nuestras propias salas.<br />

Ya a partir de 1986 paulatinamente, y desde Vilma Espín y la<br />

Federación de Mujeres <strong>Cuba</strong>nas (al margen de que la sexualidad sea<br />

un tema mucho más allá de la relación de géneros, que en sí misma<br />

no puede quedar limitada a dicha asociación femenina, si bien hay<br />

que reconocerle que nunca ha sido exclusivista ni estrechamente


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feminista) que atendían organizaciones gay – lésbicas que visitaban<br />

<strong>Cuba</strong> en conversaciones con el mayor carácter oficial posible,<br />

comienzan algunas modificaciones al respecto con nuevos puntos de<br />

vista desde la oficialidad cubana, lo que propició el documental Gay<br />

<strong>Cuba</strong>, 14 en que se condenan los momentos en que eran<br />

prácticamente expulsados del país al menos por hostigamiento, y<br />

también actualizaba cuando grupos homosexuales cubanos trataron<br />

de desfilar como tales en un 1ero. De Mayo junto al resto de los<br />

trabajadores cubanos. 15<br />

Una nueva cultura superior era inevitable y arrolladora: la escena<br />

cubana incluye los primeros desnudos masculinos: El Maestro de<br />

Margarita en el Teatro Mella, Cuentos del Decamerón en el Teatro El<br />

Sótano, y ya con alusiones y de inmediato tema y ambiente<br />

propiamente homosexual, se destaca el grupo de teatro El Público<br />

con su obra homónima a partir del original de García Lorca en el<br />

Teatro Hubert de Blanck y luego en el cine teatro Trianon y<br />

previamente, su trilogía de teatro norteamericano en el Teatro<br />

Nacional; el pinguero y el policía han llegado a ser tema en el teatro<br />

de Abel González Melo: Por Gusto, y otras. Hay ejemplos danzarios y<br />

sobre todo, literarios, hasta con cierto nivel de publicación; en las<br />

artes plásticas, Rocío García y Lino Fernández García, entre otros, y<br />

en la música canciones como la de Pablito Milanés y la de Pedro Luis<br />

Ferrer... la Asociación de Jóvenes Artistas de <strong>Cuba</strong> Hermanos Saíz<br />

propicia la I, II y III Jornadas de Arte Homoerótico entre 1998 y el<br />

2000 en su espacio La Madriguera en la Quinta de los Molinos.<br />

14 De producción norteamericana filmado sobre una parte de esta realidad en aquella <strong>Cuba</strong>, su<br />

exhibición, si como tal puede considerarse en <strong>Cuba</strong>, ha sido extremadamente limitada y menos<br />

aun promovida aun hasta la actualidad. El público cubano aun lo ignora casi absolutamente.<br />

15 Por supuesto que cabría preguntarnos, por qué como “trabajadores” y sobre todo, segregados<br />

como si fueran otros sindicatos? Claro, tal vez la misma pregunta cabría para otros sectores. Eran<br />

años también en que las leyes, aun dentro de determinados marcos, autorizaban la opción de<br />

asociarse según los distintos intereses sociales.


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Particularmente la producción televisiva e incluso radial cubana,<br />

desde el último lustro del siglo XX (lamentable que haya tenido que<br />

ocurrir la hecatombe del SIDA para solventar esta deuda con la<br />

justicia social) y sobre todo en el tercer milenio, ha incorporado la<br />

temática, pero demasiado tímidamente y no siempre logra contener<br />

submensajes homofóbicos muy peligrosos. Similar ocurre con las<br />

artes cinematográficas, aunque estas han logrado mejores<br />

exponentes audiovisuales con Vídeo de Familia, Suite Habana,<br />

Habana Libre y otros normalmente con muy escasa promoción,<br />

paralelo a filmes y algunas excelentes producciones televisivas<br />

extranjeras exhibidas en la televisión cubana, que por esta<br />

promoción mucho mayor y de gran valor comunicativo para nuestro<br />

pueblo, han sido sin dudas protagonistas decisivos para esta cultura<br />

superior. Son sólo algunos ejemplos, aunque pioneros y cimeros al<br />

mismo tiempo.<br />

No por casualidad el filme Fresa y Chocolate (1994, el primero<br />

cubano en explicitar un personaje homosexual y los prejuicios contra<br />

el mismo) otorga a Coppelia un protagonismo como espacio público,<br />

reconocida luego en las versiones teatrales como “La Catedral del<br />

Helado”. Aun antes, el 5 de mayo de 1993, el III Simposio Territorial<br />

de Estudios Culturales Plaza de la Revolución incluyó por primera<br />

vez en <strong>Cuba</strong> como objeto de interés a los estudios culturales, entre<br />

<strong>sus</strong> ponencias y debates, un trabajo a propósito de la<br />

homosexualidad, aunque enfocada confusa y muy tardía y hasta<br />

reaccionariamente en su etiología como si de una enfermedad se<br />

tratara; pero en evento, ambiente y tribunal tan avanzados que<br />

resulta un aporte insoslayable en el tema que nos ocupa, si bien los<br />

medios no le dieron toda la promoción que merecía, justo por su<br />

alcance y los tantos dogmas que rompía.<br />

A pesar de lo obvio del fenómeno, abundan aun los prejuicios<br />

contra el tema en los espacios públicos, incluso académicos y


supuestamente científicos, al menos para un mayor impacto cultural y<br />

social general. Recordemos las muy polemizables condenas<br />

supuestamente profesionales contra el filme peruano No se lo digas a<br />

nadie que profundiza en la realidad más generalizada de la<br />

homosexualidad: la de la hipocresía “dentro del closet”.<br />

Aun no se aceptaba o se desestimulaba como tema en estudios de<br />

grado universitarios donde aun Oscar Wilde y otros eran prohibidos,<br />

y en la primera remesa de maestrantes en Antropología pudo aflorar<br />

sólo como trabajo de curso del módulo de Antropología Económica<br />

(Couceiro, 1996) y de donde el mismo Autor lograría que la IV<br />

Conferenia Internacional de Antropología en 1998, por el entonces<br />

Centro de Antropología y la Academia de Ciencias de <strong>Cuba</strong>, le<br />

abriera el espacio para su trabajo ¿Cultura Homosexual? (Couceiro y<br />

Perera, 1997) que escogería la revista Temas para su publicación. 16<br />

Pero este mismo trabajo entonces (y otros ulteriores sobre la misma<br />

temática) tampoco fue aceptado en los Simposios de la Ciudad donde<br />

tuvo que develar sin embargo, veladas homofobias. 17 Finalmente,<br />

quedaría la temática explícita mediante la felizmente aceptada y<br />

luego premiada primera experiencia para una Antropología Urbana<br />

cubana. 18<br />

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Otro tanto acontecía en la Escuela del Partido Ñico López donde<br />

había sido propuesta de un grupo heterosexual pero inquieto e<br />

16 Donde antes se había publicado la temática por autoras norteamericanas pero era importante el<br />

discurso desde la voz nacional; no obstante, este trabajo aun no ha visto la luz aunque sí fue<br />

tramitado para la Biblioteca Científico – Técnica de la Academia de Ciencias de <strong>Cuba</strong>, por<br />

supuesto, con mucho menor alcance en su impacto social.<br />

17 En el mismo evento, una ponencia de una profesora de la Escuela de Ballet se afanaba por<br />

demostrar que el bailarín cubano no era homosexual y “se fajaba” en las esquinas si así lo<br />

ofendían, afán donde la homofobia conciente o inconsciente (al margen de desviar la verdadera<br />

función social de tan insigne institución de la cultura cubana, sin el menor prejuicio) es evidente.<br />

18 No obstante aun duerme en espera desde el año 2000 para su publicación por la Fundación<br />

Fernando Ortiz que actualmente la está editando.


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interesado en la temática sin prejuicios, 19 no obstante de este mismo<br />

contexto político se publica el primer libro cubano al respecto (Pérez<br />

Cruz, 1999) 20 Muchos otros espacios se mantienen cerrados a estos<br />

temas, pero otros pocos se han ido abriendo y en el 2006, el III<br />

Simposio Emilio Roig de Leuchsenring, de la Unión de Historiadores<br />

de <strong>Cuba</strong> de la Ciudad de La Habana, lo acoge (Couceiro, 2006b) y se<br />

prepara el actual para el Simposio del Centro de Antropología. Ya es<br />

un tema mucho más aceptado como Tesis de Grado e incluso Tesina<br />

de Diplomado (Couceiro, 2006a) aunque desigual por Universidades<br />

del país y otros contextos, 21 y se han logrado espacios aislados de<br />

escaso impacto social por su propio alcance, como en Catauro,<br />

Revista <strong>Cuba</strong>na de Antropología y un Premio Casa de las Américas<br />

2005. Aun dentro de los círculos académicos (y otros) imperan<br />

prejuicios inconfesos al aceptar o no un trabajo de esta índole en<br />

19 Rolando Esteban Jaime Rodríguez y col.; Jaime era a la sazón, periodista en Prensa Latina que<br />

atendía Asia, y poco después obtendría el Premio en Cuento de Radio Francia Internacional.<br />

Desde enero de 1997 vive en Miami, EUA.<br />

20 A polemizar, en tanto no rebasa actitudes heterosexualistas y en cierta medida, paternalistas; así<br />

por ejemplo, la reproducción de ninguna sociedad peligra porque se hable (¿promueva? No es<br />

exactamente lo mismo) de la homosexualidad, y se defiendan <strong>sus</strong> derechos igual a la<br />

heterosexualidad; está demostrado históricamente. No por ello este libro deja de ser un clásico<br />

indispensable a analizar en todo decurso al respecto, mientras mostraba una imagen oficial mucho<br />

más avanzada al tema.<br />

21 En algunos círculos universitarios y otras instituciones educacionales del país, de Salud Pública<br />

y otros, sigue siendo francamente hostigado por personas que desmeritan con ello a <strong>sus</strong><br />

respectivas instituciones. A inicios del 2004, el contacto anal de un joven profesor del Cotorro fue<br />

revelado por su médico a la directora del plantel, que por ello lo obligó a cambiarse de trabajo por<br />

no ser “un buen ejemplo” para <strong>sus</strong> estudiantes; en el verano del 2006, un enfermero matancero en<br />

misión con los extranjeros, a pesar de su alta calidad, fue conminado a retirarse por homosexual en<br />

Jagüey Grande, y poco antes el Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la<br />

Universidad Agraria de La Habana fue “sorprendido” y también, chantajeado prácticamente a<br />

retirarse del cargo; en la misma institución, es ahora que una estudiante que pasa a 4to. Año está<br />

estudiando la temática en Bauta, y un recién graduado la incluyó implícitamente en su Tesis de<br />

Grado sobre el erotismo en las artes plásticas en la provincia. Una profesora de Derecho en la<br />

Universidad de La Habana aclaraba al aula que trataba a todos, pero a las lesbianas siempre<br />

públicamente para no ser confundida, abiertamente opuesta a la adopción de niños por parejas<br />

homosexuales, y un fiscal del municipio Playa condenaba la telenovela cubana por haber escogido<br />

a un abogado para encarnar al homosexual; títulos personales todos que afectan la imagen<br />

institucional y social general, aunque no se puede dejar de reconocer tampoco actitudes aun más<br />

dañinas como las riadas policiales que persisten aunque más esporádicas, entre las que destacó la<br />

tristemente célebre “Operación Dignidad” en el 2005, y un cuestionamiento atemorizante de<br />

presión sicológica con su sola presencia inquisidora en los “espacios”, que sí se mantiene casi<br />

cotidiano y constante.


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dependencia de la imagen hétero u homosexual del autor, y por otra<br />

parte, siempre al valorarse el tema en otros momentos históricos, es<br />

mejor aceptado que en la tan difícil y polémica actualidad; signos<br />

inequívocos de homofobia.<br />

El sexismo imperante incide también para la homosexualidad: en<br />

los espacios urbanos antes referidos, se revelan los códigos secretos<br />

de lo mejor y lo peor no sólo de la homosexualidad, sino de toda la<br />

diversidad humana que las frecuenta por <strong>sus</strong> atractivos recreativos y<br />

culturales en general. Pero en el imaginario popular, esta<br />

homosexualidad es fundamentalmente masculina y confundida con el<br />

amaneramiento, transvestismo y transexualismo, por esquemas<br />

simplistas y peyorativos. La reconoce más fácil en un joven blanco:<br />

el negro ha de lindar lo grotesco para ser reconocido, y en la mujer<br />

se fijan menos y se interpreta como fortaleza de carácter.<br />

El machismo educa que el hombre es para la calle y sin mayores<br />

emociones ni menos aun estabilidad ni igual concepto ni deber de<br />

fidelidad, lo educa incluso en los prostíbulos; en cambio la mujer,<br />

(como si las prostitutas no fueran también mujeres) es relegada a la<br />

casa y a soportar en la máxima pasividad, estabilidad y fidelidad<br />

obligadas, todo lo que el marido decida. 22 Además, determinados<br />

contextos como el militarismo tienden a ser menos agresivos contra<br />

la homosexualidad femenina. 23 Se verifica entonces la teoría del<br />

“marginador marginado” que he trabajado en textos previos, 24<br />

22 Por ello, las parejas femeninas suelen ser más estables y caseras, menos rebeldes y por tanto,<br />

menos ostentosas, salvo excepciones, dadas bien por errada ansia de masculinidad o por<br />

principios o temperamento, en el mejor o peor sentido.<br />

23 De ahí que suelen preferir interpretarla como “fortaleza de carácter”, quizás con ¿buenas?<br />

Intenciones… lo que en realidad, en tanto dogma y conflicto de identidad, no es posible sostener<br />

seriamente.<br />

24 Couceiro, Ciencia y Comunidad...2005. Normalmente, no todo “marginador” lo es. En este caso<br />

concreto del sexismo, no todo hombre margina a la mujer, pero se entiende que la marginada es<br />

ella siempre, por definición; en tanto sexo marginador, todo hombre queda vetado de espacios que<br />

son supuestamente femeninos. Esto es: la marginación a la mujer es impuesta también a los<br />

hombres, en uno u otro sentido. Todo “grupo marginador” pretende homogeneizarse cual tal y<br />

absolutiza reglas dictatoriales que limitan a <strong>sus</strong> propios miembros, muchos de los cuales no


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mientras se esconden así otros espacios urbanos de<br />

homosexualidad…<br />

<strong>Los</strong> baños públicos generan ambientaciones homoeróticas y hasta<br />

pornográficas, con los letreros y gráficas sobre todo en paredes y<br />

puertas, dignos de una monografía que también refleja la homofobia.<br />

Tal ambiente no es el más adecuado para una relación amorosa y son<br />

agredidos entonces con el polemizable concepto de la promiscuidad 25<br />

en un contexto en sí agresivo. 26 Pero es el contexto al que queda<br />

confinada (y casi siempre, ultimada) la homosexualidad frente a<br />

tantos prejuicios, las dificultades de vivienda y los alquileres<br />

inaccesibles, 27 y donde no es extraño encontrar, como en otros de<br />

comparten marginar “al otro”, pero aun cuando lo compartan, quedan muy limitados. A la postre,<br />

todos estos hombres “marginadores” o que se dejan imponer tales “marginaciones machistas”,<br />

devienen grandes e inobjetables dependientes de alguna mujer para vivir, al margen de toda<br />

relación afectiva.<br />

25 “Promiscuos” llamaron los colonizadores a los pueblos cuya cultura sexual (aun) no estaba<br />

minada de <strong>sus</strong> frustraciones e hipocresías morales de todo tipo; cabría analizar quién portaba en<br />

realidad la promiscuidad (por no ir más allá de la promiscuidad sexual) acorde a <strong>sus</strong> propias<br />

normas morales que traicionaban de manera cotidiana. El simplismo (y la maldad en tanto<br />

imposición excluyente agresiva) de la “lógica” social heterosexualista machista establece que el<br />

hombre heterosexual mientras más parejas femeninas tenga, es más exitoso, educado para ser un<br />

“pipi riqui” o como también se le llama, “pinga dulce”, en franco falismo en nuestra cultura que<br />

paradójicamente cultiva el propio macho heterosexual, intrínseco al debate que sostenemos; la<br />

mujer heterosexual, en cambio, mientras más parejas masculinas tenga... es más inmoral, más<br />

“puta”, con toda la carga peyorativa de tal vocablo, y ningún hombre “bien” debe escogerla, al<br />

menos nunca seriamente; el hombre homosexual, mientras más parejas masculinas tenga... es<br />

más promiscuo. Y de la mujer lesbiana... ni se habla, como si no se concibiera, lindando entre el<br />

“éxito macho” al que (equivocadamente) se supone que aspire, o la promiscuidad y la prostitución.<br />

Como reza la sabiduría popular, “lo que importa no es lo que se haga, sino quien lo haga”... por<br />

supuesto, en una muy dudosa moral impuesta.<br />

26 Es realmente cruel y profundamente reaccionario hasta un cinismo que desdice de humanidad,<br />

que no solamente educamos al varón al cambio frecuente de pareja, y en el caso homosexual le<br />

privamos de las más elementales condiciones de realización existencial incluso, la familia suele<br />

agredirle y desestabilizarle toda pareja (si bien es difícil para todos lograr una buena pareja, por lo<br />

que exige de compatibilidad, gustos, caracteres, etc. mucho más difícil es para la homosexualidad,<br />

por los impedimentos lógicos de conocerse en una sociedad heterosexualista y pro – homofóbica)<br />

sin hogar para ello casi nunca y sin espacios urbanos, quedan por supuesto mucho más<br />

vulnerables al SIDA y otras enfermedades similares, y lo peor es que cuando enferman, vuelven a<br />

ser acusados y culpados en su desgracia, ahora por “promiscuos”.<br />

27 También incide el papel de vigilantes de la moral pública al que se consideran elegidos muchos<br />

cuidadores de baño e instituciones de alguna manera involucradas, a menudo por directiva de la<br />

administración y el escaso nivel, hasta la continua impertinencia contra todo usuario, cuya<br />

privacidad invaden una y otra vez en plena satisfacción de otras necesidades fisiológicas. Como no<br />

es de extrañar, muchos de estos represores abusan de la vulnerabilidad a que la marginación<br />

somete a estas necesidades en su falta de espacios y proponen o propician ser sobornados a


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estos espacios que asume la homosexualidad, algún que otro<br />

pinguero.<br />

Con menos impacto urbano pero más plenos, las más oscuras<br />

lunetas en los cines asumen toda opción sexual, a donde también<br />

llegan quienes los persiguen para castigarlos mucho más<br />

severamente que a los heterosexuales por el mismo acto y en el<br />

mismo lugar, aunque con muchos más espacios. No es de extrañar<br />

cuando se descubren entre los perseguidores homosexuales de<br />

ambos sexos que así desvían la atención de sí mismos sin el menor<br />

escrúpulo; 28 lamentables equívocos hasta el escándalo público en<br />

baños, cines y otros lugares, muestran el curioso malestar de las<br />

“víctimas de moral ofendida” que se regodean ante un supuesto<br />

agravio que no suele trascender al imaginario popular por la<br />

ambientación creada y el morbo homofóbico. 29<br />

Movidos por necesidades homosexuales de espacio urbano,<br />

acuden al Bosque de la Habana y el Parque Almendares, la Quinta de<br />

los Molinos, 30 el entorno del Castillo del Príncipe y la Feria de la<br />

Juventud, el Parque Forestal e incluso, la Necrópolis Cristóbal<br />

manera de chantaje, bien sea para no perjudicarlos más allá o incluso, para “hacerse los de la vista<br />

gorda” y dejarles unos minutos de su necesario placer. Sumemos las diversas actitudes extensibles<br />

a otros contextos e incluso, a la bisexualidad, así como la diversidad de rasgos homofóbicos que<br />

persisten.<br />

28 El refrán popular “no hay peor astilla que la del propio palo” podemos extenderlo a todos los<br />

grupos marginados en cualquier contexto, lo que claro está, los hace mucho más vulnerables aun.<br />

29 Sin más vergüenza exponen ante la comunidad una simple “duda de su hombría” que, de todas<br />

formas, saben que en un entorno heterosexualista ganarán al ratificarse como “machos”… más allá<br />

de toda otra verdad.<br />

30 En la Quinta de los Molinos, a pesar de <strong>sus</strong> altos valores patrimoniales diversos, su<br />

depauperación entre siglos es tal (ha afectado al Museo Histórico Municipal Máximo Gómez, al<br />

extremo de cerrarlo) que popularmente se ha conocido ya hacia el 2005 como “cementerio de<br />

perros”, pues allí se han tirado los cuerpos de los animales muertos (propiciado en este caso al<br />

frente por el único centro de medicina animal de la ciudad, la Escuela de Veterinaria, sin una<br />

coordinación para viabilizar mejores soluciones para dichos cadáveres; centro que por otra parte,<br />

requiere de ser multiplicado por todas las comunidades capitalinas, pues tales necesidades son en<br />

extremo difíciles casi hasta lo imposible de resolverse desde casi toda la ciudad excepto <strong>sus</strong><br />

propias inmediaciones, por la gran dificultad del transporte, peor aun con animales a atenderse<br />

clínicamente) así como cartuchos con heces fecales y todo tipo de desecho.


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Colón. 31 No son estos <strong>sus</strong> únicos contextos: así por ejemplo, en las<br />

propicias áreas playeras, tradicionales han sido El Chivo 32 y Mi<br />

Cayito al este, y al oeste, el Tritón.<br />

En todo ello, siempre es mucho menos reprimida la<br />

heterosexualidad que, con muchas más opciones de privacidad, son<br />

mucho menos cuestionados cuando acuden a lugares semejantes y<br />

en parques no necesariamente nocturnos, abusados asimismo como<br />

urinarios públicos a toda hora y sin rubor de nadie.<br />

Nótese que generalmente son lugares relegados al abandono, que<br />

la homosexualidad intenta (aun hostigados por policías, delincuentes,<br />

homofóbicos y enfermedades de transmisión sexual) copar al menos<br />

por minutos como <strong>sus</strong> necesarios espacios, de los que carecen, lo<br />

cual es deplorable tanto por la marginación que implica contra la<br />

homosexualidad, como por el abandono (otra forma de marginalidad,<br />

ahora entre espacios urbanos) a que están sometidas las áreas<br />

citadas.<br />

En cuanto a la diversidad de la homofobia, el hombre se “justifica”<br />

por estar más habituado a la calle y a <strong>sus</strong> expresiones públicas, y<br />

muestra más su homofobia contra los varones homosexuales para<br />

“evitar confusiones” de su imagen pública (el “qué dirán”) y que un<br />

hombre heterosexual “civilizado” le es más fácil serlo con lesbianas<br />

que con varones homosexuales, de la misma manera que a una mujer<br />

heterosexual “civilizada” le es más fácil serlo con varones<br />

homosexuales que con lesbianas, siempre por el riesgo social que se<br />

corre con el comentario del “qué dirán”, que suele pesar mucho más<br />

31 Con toda la vulnerabilidad que de ello deriva a expensas de todo tipo de delincuencia de alta<br />

peligrosidad, y por toda la inestabilidad social consecuente de la marginación y el sexo secreto y<br />

perseguido y sin condiciones, que adjunto a la educación machista de inestabilidad de parejas sin<br />

concepto de emociones y fidelidad del varón, inestabilidad potenciada aun más al darse la relación<br />

entre hombres y que deviene pasto fértil para el SIDA y otras enfermedades de transmisión<br />

sexual... y no sólo sexual.<br />

32 Ya en la tercera década del siglo XX, un escándalo de la violación de un cadete por colegas<br />

suyos en la playa del Chivo fue motivo para una película silente que nunca sobrevivió a la censura.


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que la homofobia en sí. Particular interés ofrece el disfrute que<br />

hombres (supuestamente) heterosexuales hacen de la<br />

homosexualidad femenina, puesto que también ocurre con mujeres<br />

(supuestamente) heterosexuales con la homosexualidad masculina,<br />

pero en estos últimos casos, ellas no suelen alardear de su imagen<br />

homofóbica excepto, ocasionalmente al menos, contra las lesbianas,<br />

y se fundamentan en que los hombres heterosexuales no saben (o no<br />

se preocupan por) satisfacerlas, quizás en inconsciente venganza de<br />

la redención que ha logrado la mujer en la cultura occidental, en su<br />

lucha por la igualdad; lo que también ha sido argumento del<br />

incremento de las relaciones lésbicas en estas áreas del mundo. En<br />

el contexto digital, dado el anonimato, la homosexualidad se realiza<br />

más pero también la homofobia se patentiza, a veces obsesiva y<br />

ácidamente.<br />

Una anticientífica cultura sexual milenaria impone patrones de<br />

género heterosexualistas, por los cuales equipara el homosexualismo<br />

masculino con el dogma “mujer” y por tanto, con toda moda, con el<br />

arte y todo disfrute estético, la educación formal y la cultura, pero<br />

también con la debilidad, la superficialidad, la histeria y el brete; y el<br />

femenino con el dogma “hombre” y por ende, rudeza e insensibilidad<br />

ajena a los afectos, violencia agresiva y escasa inteligencia; y en<br />

ambos casos, con frustración de identidad sexual. Así educa a todos,<br />

y al margen de la orientación sexual se asimila o no según cada<br />

contexto y cada individuo. Artistas y jóvenes modernos han sido<br />

víctimas equívocas (y no tan equívocas, pero no menos injustas) de<br />

la homofobia, durante la vida nocturna bohemia que otrora enriquecía<br />

a La Rampa.<br />

Público variado reanimó dicha vida nocturna de tales espacios<br />

urbanos, deteriorada por el dólar, la retirada de los servicios de 24<br />

horas y escasez de otras opciones, las dificultades del transporte del<br />

“período especial”, las incomprensiones antes señaladas sobre todo


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por policías y funcionarios, y la violencia callejera, y fue atraído por<br />

las “fiestas gay”, término que comenzaba a imponerse también desde<br />

nuestra cultura popular 33 (lo que invita analizar los cambios en el<br />

auto reconocimiento de estos grupos) y sobre todo, por su menor<br />

compromiso, los “shows de trasvesti”. Estas fiestas 34 se hicieron<br />

sentir en múltiples puntos de todas nuestras comunidades con el<br />

lógico choque de valores que implica todo lo novedoso, diverso entre<br />

el vecindario y con la policía, sin condenarse legalmente pero<br />

33 El término “gay” entra en <strong>Cuba</strong> en la década de los años 1990, por la internacionalización del<br />

mismo desde los Estados Unidos como fruto de la Revolución Sexual de los 1960´s, y a manera de<br />

proponer una designación menos lacerante contra la homosexualidad; sabemos que “gay” en<br />

inglés (gai, gaie, en francés) es adjetivo que significa “alegre”, lo que remeda a aquella nada feliz<br />

denominación de “mujeres de la vida alegre” a las prostitutas, cuya vida casi nunca, por demás y<br />

justo por la marginación, era así de “alegre”, como tampoco tiene que identificar a la<br />

homosexualidad, que puede (o no) ser alegre, aunque en tanto sector marginado no suele ser la<br />

alegría lo que más lo identifica, menos aun en época del SIDA y al margen de su espíritu de lucha<br />

(sobre todo en estas últimas décadas) y sobrevivencia. De alguna manera esconde el no decirse<br />

“homosexualidad” por estimarla históricamente ofensiva, término decimonónico que si bien es de<br />

raíz muy biologicista, no obstante se acerca más que “gay”. Ciertamente, la mejor propuesta es la<br />

que ya en vísperas del siglo XXI, reconoce el Ministerio de Salud Pública en <strong>sus</strong> campañas contra<br />

el SIDA en sector tan vulnerable al respecto, y que justamente refiere a la relación y no a la<br />

persona (Hombre – Sexo – Hombre, que eso sí, en buena medida para disminuir la marginación,<br />

faltaría por incorporar Hombre – Sexo – Mujer, y Mujer – Sexo – Mujer, y más allá las infinitas<br />

variantes que ofrece el sexo grupal) puesto que designar a una persona según su sexualidad no<br />

puede ser tan simplista ni dogmático: la variedad cada vez mayor que en materia sexual ya se<br />

reconoce (ya no es simplemente heterosexual, homosexual y bisexual, sino como instrumental<br />

clasificatorio no más que muy genérico) y su carácter tan individual, nos invita a concluir que<br />

existen tantas sexualidades como seres sexuados hay en el Universo, y aun más: podríamos<br />

hipotetizar al menos, ya que tan circunstancial es, que existen tantas sexualidades (o al menos su<br />

manifestación según las circunstancias) como momentos de motivación sexual tienen todos y cada<br />

uno de estos seres sexuados, pues a lo largo de su vida también son muchas estas variantes,<br />

contra la educación heterosexualista y monogámica heredada e impuesta, y contra clasificaciones<br />

simplistas que buscan, en última instancia, parapetar nuevas fundamentaciones marginatorias en<br />

pos de la Sagrada Familia, modelo eternizado que se impone pero que difícilmente funciona<br />

incluso para la heterosexualidad.<br />

34 Nótese que este texto sólo aplica “gay” para el nombre popular de tales fiestas, y por supuesto<br />

es un tema a no agotarse, puesto que no menos interesante resulta cómo muchos entre las<br />

nuevas generaciones han preferido recontextualizar los antes insultos y entre ellos mismos se<br />

reconocen como “maricón” y “pájara” (incluso prefieren estos apelativos que el término<br />

“homosexual”, históricamente más propio desde los sectores intelectuales y sin ánimo de ofensa<br />

propiamente, más que el que se le atribuía por definición implícita, pero también puede ser por<br />

reacción populista anti intelectualista) y algunos se tratan en femenino (hace dos décadas se<br />

autorreconocían “entendidos” y su pareja era “su compromiso”, que hoy el varón homosexual<br />

presenta de manera mucho más desenfadada como “su novio” o simplemente, “su pareja”), lo que<br />

habría que estudiar si es una forma masoquista de disfrutar lo que históricamente ha tenido una<br />

carga de ofensa aguda y cruel, quizás a manera de burla o de rebelión velada e inconsciente sin<br />

mucho mayor encausamiento ni madurez, o es que prefieren de tal suerte vaciar tales insultos de<br />

su significado oprobioso, como para que no quede agravio alguno ni siquiera en el pasado<br />

histórico de la homosexualidad.


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reprimidas con múltiples pretextos para su hostigamiento hasta<br />

desaparecer en estas comunidades hacia el último lustro de siglo,<br />

aunque continúan en otras áreas habaneras más hacia la periferia,<br />

por tanto de mucho más difícil acceso sobre todo si consideramos las<br />

severas dificultades del transporte para el público cubano, y además,<br />

menos “oficiales”.<br />

El primer período de tales fiestas fue de 1994 a 1997, a raíz del<br />

filme ya citado Fresa y Chocolate. Fue esa su época de oro sobre<br />

todo en las comunidades objeto de estudio, incluso con eco local<br />

estatal en el Club Saturno de Línea y 10 ahora como Joker´s (en<br />

cuyas afueras no faltó la amenaza homofóbica ante policías), en el<br />

club de Línea y F y en el gimnasio habilitado de 17 y E. No obstante,<br />

sin poderse eliminar nunca del todo a pesar de la persecución, han<br />

resurgido muy esporádicas y aisladas tanto en el tiempo como en el<br />

espacio, siempre acechadas y vulnerables, ya hacia los años 2004 y<br />

2005. 35 Así se satisfacía la homosexualidad, pero también curiosos y<br />

estudiosos cubanos y extranjeros, además de haber sido negocios de<br />

interés económico con el atractivo de lo casi clandestino, en tanto<br />

fiestas de privacidad muy relativa, y marcar la histórica fluctuación<br />

de la dinámica local entre liberalidad y moralismo que ha abarcado<br />

todo renglón cultural, 36 nunca exento el tan natural como complejo<br />

35 Cuando además, una nueva modalidad se ofrece: las organizadas por lesbianas, a las que<br />

acuden pocos varones, situación totalmente contraria a lo que prima en las restantes “fiestas gay”<br />

(que han sido siempre las mayoritarias, sobre todo en el área en estudio) donde por otra parte<br />

pueden haber (como en cualquier otro contexto, y ciertamente, menos que en muchos otros)<br />

hostilidades y broncas al ritmo del alcohol, muy ocasionalmente alguna droga, pero nada de esto<br />

las marca, identificadas casi exclusivamente, eso sí, por su alto (y muy sano y hasta respetuoso,<br />

sobre todo las del primer período en los años 1990´s) nivel de erotismo y sensualidad, y en otros<br />

casos (sobre todo las más caras y más recientes) por la ostentación de poder económico con la<br />

frivolidad consecuente, y en algunas ocasiones cierta vulgaridad relacionada a veces con shows de<br />

trasvesti o con discusiones de pareja, sobre todo aunque no exclusivamente entre lesbianas de<br />

vocación viril (y a su juicio, por ende, agresiva) mestizas y negras (tampoco exclusivamente) con<br />

alcohol.<br />

36 Se abrió así el abanico de tantas reacciones como inquilinos, modificadas en el tiempo en cada<br />

comunidad urbana: la indiferencia absoluta, el disfrute total y participación o aporte o<br />

aprovechamiento económico u otra variante de complicidad; la sospechosa sensación de amenaza<br />

a su propia sexualidad y moral, y/o la de su familia, o la envidia y maledicencia, en ocasiones de<br />

“nuevo rico”, contra el progreso económico del vecino; el apoyo solidario con protección,


tema de la bisexualidad, 37 todo ello esencial para entender al<br />

pinguero.<br />

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Paralelamente, otro antecedente a estudiar es el contexto de la<br />

prostitución en <strong>Cuba</strong>, y en concreto en estos espacios urbanos que<br />

ahora estudiamos: por una parte, habría que convenir en una<br />

definición en tanto “comercialización de favores sexuales”, que nunca<br />

ha faltado en esta, como en otras sociedades del mundo; ello excluye<br />

de este estudio (no de otros) otras formas de prostitución que<br />

trascienden a la sexualidad, como se ha llamado la prostitución<br />

política y otras, más inherentes a la comercialización de principios y<br />

credos en general. La prostitución sexual había desaparecido en<br />

tanto institución de la sociedad cubana, pero es obvio (intrínseco<br />

incluso) que nunca desapareció, pues el comercio sexual alcanza<br />

espacios y momentos mucho más cotidianos de lo que gustaría<br />

aceptar. Mal entremezclados con el polemizable y peyorativo<br />

concepto de “promiscuidad”, habría que valorar si la prostituta es la<br />

que hace el sexo con muchos hombres porque le gusta, sin<br />

comercializarse, o aquella que inclusive se casa con uno solo<br />

(cubano o extranjero), por lo que así “resuelve” materialmente.<br />

Ya a principios de la década de 1990, con el Período Especial y el<br />

país que se abría al turismo y en particular, la comunidad cubana de<br />

Miami, se le comenzó a llamar jinetero a todo aquel que intentaba<br />

asimilación e integración más que tolerancia, con o sin límites inclusive, y el odio y provocación<br />

agresivo y constante. La “rectitud moral” de los vecinos “escandalizados” ante una fiesta gay, es<br />

calmada por una tajada económica que de pronto, los “civiliza” y les hace “comprender al otro”... y<br />

en no pocas ocasiones, hasta a “compartir” con “el otro”.<br />

37 Es el caso de muchos hombres casados que pregonan su heterosexualidad de manera<br />

homofóbica, pero en la más inescrupulosa hipocresía sexual, muy a escondidas comparten su<br />

lecho junto a otros hombres (o en baños públicos y las más diversas opciones) por supuesto,<br />

siempre “dentro del closet”, caso de padres y abuelos de familia que abunda mucho más de lo que<br />

nuestra sociedad está dispuesta a aceptar; lo que también ocurre con mujeres casadas en<br />

relaciones lésbicas, que acusan a otras lesbianas y a hombres homosexuales, etc. Introduce así la<br />

polémica de la bisexualidad como el estado natural de toda sexualidad, o como la máscara<br />

heterosexual con que se disfrazan muchos homosexuales bajo la represión heterosexualista,<br />

muchos de los cuales apelan a la homofobia para mayor enmascaramiento a menudo frente a sí<br />

mismos, y otros muchos, no, e incluso algunos – por supuesto: los más honestos, valientes y<br />

revolucionarios – se proyectan anti homofóbicos; hay de todo, sin duda.


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relacionarse con el visitante extranjero para obtener regalías de todo<br />

tipo y por todos los medios. El vocablo derivaba de que “cabalgaban”<br />

a los extranjeros. Sólo al avanzar hacia el nuevo milenio es que se<br />

comienza a entender el jineterismo reducido a la prostitución sexual,<br />

y por supuesto dado el machismo que nos caracteriza, a la mujer, por<br />

lo que jinetera nos llega como “prostituta para extranjeros”.<br />

En cuanto a las comunidades donde la homosexualidad y la<br />

jinetera, y luego el pinguero, han proliferado, desde el imaginario<br />

popular, El Vedado es aquel elegante caballero intelectual, vestido<br />

de blanco con faja y cinta azul, aun joven y capaz, imagen legada<br />

desde los vedadistas de 1902 (Couceiro: Hacia una Antropología<br />

Urbana...). Y muy especial es La Rampa, donde el erotismo alcanza<br />

niveles singulares en la sensual cultura cubana: tradicionalmente el<br />

“tipo” con que se reconoce el área fluctúa con el erotismo de ambos<br />

sexos, entre la farándula bohemia y la pareja que disfruta la noche,<br />

el pepillo de cada momento histórico, la chica liberada y moderna y<br />

ya entre milenios, la sensualidad prefabricada, cuestionada y aun<br />

escandalizante del travesti<br />

Esa calle rampera se desenfrena a retozar con las brisas y<br />

salpicaduras marinas, nos revuelve los cabellos, levanta travieso las<br />

faldas y nos besa de sal los labios y cuerpos, desde y hasta el<br />

desconocido que atraviesa la esquina. <strong>Los</strong> altos edificios de La<br />

Rampa costera (el llamado “rascacielos cubano”) y de La Rampa<br />

central, propician cualquier momento de locura y abandono en una<br />

comunidad tan cosmopolita, con el protagonismo anónimo de la<br />

población flotante, que libera en diversos grados las represiones de<br />

cada cual sin dejar margen al mediocrizado escándalo de los<br />

prejuicios: por aquí entra la modernidad en <strong>Cuba</strong>, que coqueta, se<br />

inserta a nuestra tradición de erotismo y sensualidad.


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Y como todo valor tiene su antivalor, estas características que<br />

poblaron con los más modernos hoteles a esta comunidad hace más<br />

de medio siglo, acunaron en ella los llamados “turismo de masas” y<br />

la “trata de blancas”: la prostitución, el extremo en que los valores<br />

referidos pasaron a ser objeto ya no del comercio, sino del<br />

comercialismo. No alcanza el espacio, y el erotismo de La Rampa se<br />

extiende por el romanticismo del Malecón y parques cercanos, no<br />

siempre tan platónicos. No es casual por tanto que jineteras y<br />

<strong>pingueros</strong> constituyan tipos populares de esta Rampa actual. Pero la<br />

antropología no ha de prestarse para dogmatizar anti científicamente<br />

ningún “tipo”, y tanto en unas como en otros, la diversidad de todo<br />

orden se impone.<br />

En las jineteras por ejemplo, las intenciones difieren: muchas<br />

veces (como suele acontecer con toda prostitución) está el ánimo de<br />

casarse con un “buen partido”, esto es: un extranjero en buena<br />

posición económica que la saque del país, lo que muchas logran y al<br />

llegar afuera corren las más disímiles suertes; sin embargo, muchas<br />

mujeres buscan y logran esto sin hacerse “jineteras”, al menos no<br />

este tipo de jineteras que ahora estudiamos, y entre las cuales,<br />

muchas otras sólo pretenden lograr un dinero con diversos fines sin<br />

que implique la salida del país, incluidas necesidades familiares (no<br />

puede obviarse el papel que la familia desempeña, para mal o para<br />

bien) en ocasiones hasta el chantaje a veces sentimental, o un “buen<br />

nivel de vida” personal, para comer y visitar lugares, de otra forma<br />

inaccesibles a ellas. No falta la competencia con amigas y el<br />

embullo, una supuesta posición económica en su entorno, curiosidad<br />

con los extranjeros, gusto por lo prohibido, etc.<br />

Al margen de una supuesta identidad generalizada, las “jineteras”<br />

se han llegado a caracterizar por su indumentaria provocativa y a<br />

veces algo excéntrica, un interés relativo (a menudo no más que<br />

impostado y por ende sin más ramaje) por aprender idiomas (según


la lengua del país al que piensan que podrán viajar:<br />

fundamentalmente italiano e inglés, y en menor medida, francés y<br />

alemán) y un tipo físico que tiende a la delgadez casi absolutamente<br />

jóvenes, pero con toda la gama racial cubana. Como también es<br />

tradicional, suele hacerse acompañar por un proxeneta que a<br />

menudo, suele ser un pinguero, con los que pueden (o no) compartir<br />

la cama, bien en su intimidad bisexual (bisexualidad que ignoran, o<br />

pretenden ignorar, pero que en ocasiones hasta disfrutan) o también,<br />

cómo no, según el gusto y solicitud de cada cliente, para el sexo<br />

grupal.<br />

En el tema que nos ocupa, no sólo se “trataban” blancas, sino toda<br />

la gama racial cubana de ambos sexos dispuestos a alquilarse en<br />

relaciones hétero u homosexuales, a menudo sin la menor distinción.<br />

Lo mismo sucede actualmente con las jineteras y los <strong>pingueros</strong>: sólo<br />

que durante los años de Revolución, es ahora que por primera vez<br />

cobran tal visibilidad que casi se institucionalizan (por sí mismos, a<br />

pesar de la no aprobación y hasta persecución oficial) a la luz<br />

pública, y su impacto urbano en la localidad se relaciona mucho con<br />

el vestuario y determinadas poses y gestos, al extremo del esquema<br />

social que genera lamentables equívocos. La observación<br />

antropológica sobre todo, y las historias de vida en menor medida<br />

que suelen clamar el anonimato y en cuyo subconsciente hay que<br />

penetrar, fundamentan estos enunciados que aquí sólo introducimos.<br />

2. PINGUEROS<br />

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La prostitución masculina, por supuesto, siempre ha existido, más<br />

encubierta o no, tanto homo como heterosexual, aunque el machismo<br />

históricamente sólo la reconozca femenina, excluya a la mujer como<br />

consumidora de sexo y de la homosexualidad no se hable siquiera<br />

sino hasta las últimas décadas del siglo XX. Ya con el tercer milenio<br />

es que se visibiliza hasta casi institucionalizarse la prostitución


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masculina homosexual (a menudo no es exclusivamente homosexual,<br />

aunque esta faceta suelen ocultarla en <strong>sus</strong> relaciones con mujeres)<br />

en este nuevo “tipo popular” cuyo nombre proviene del <strong>sus</strong>tantivo<br />

“pinga”, que en la cultura popular cubana se considera una “mala<br />

palabra” que designa al pene. 38<br />

En buena lid, en una sociedad donde ya se enfrenta sin tantos<br />

atavismos la relación de géneros y la educación sexual, si la jinetera<br />

es la prostituta al extranjero, el pinguero es un jinetero que suele<br />

aceptar la moneda nacional u otras regalías materiales a cambio de<br />

favores sexuales; por ende no hay que feminizar el vocablo jinetero,<br />

como tampoco habría que hacerlo con el de “prostituta” que al insistir<br />

en la sexista imagen de que la prostitución lleva saya (Eva fue la que<br />

comió la manzana) obvia al prostituto, tanto homo como<br />

heterosexual, este último casi excluido porque el homosexual queda<br />

dogmática y erróneamente emparentado con Eva (el “pecado sexual”<br />

es femenino) y por extensión, las prostitutas; suerte de “traidor” entre<br />

los hombres.<br />

Otra causa de que se obvie la prostitución masculina heterosexual,<br />

se da porque no se asume la mujer como consumidora de sexo,<br />

aunque históricamente el prostituto heterosexual ha existido y existe,<br />

también en estas comunidades objeto de estudio, aun con otros<br />

códigos de todo tipo y en un amplio abanico de versiones que van<br />

desde el chulo y el gigoló hasta los más diversos “busca fortunas”,<br />

casi siempre más enmascarados, y no sólo para las extranjeras.<br />

Asimismo, al no entenderse la mujer como consumidora de sexo<br />

(sólo como “tentación”), queda excluida también la prostitución<br />

38 A propósito, habría que cuestionarse ya hasta qué punto sigue siendo una “mala palabra”,<br />

puesto que su abuso le resta toda la carga que se supone acompañe a las “malas palabras”. El<br />

populismo absolutizado por el cual “no existen malas palabras, sino la interpretación que de ellas<br />

se haga”, cierto pero relativamente, ha hecho que sí devengan malas palabras al ser abusadas<br />

desde los medios masivos de comunicación a todos los estratos sociales, aun cuando “pinga”<br />

concretamente no haya sido de las más abusadas. Algunos expertos se preocupan ante la<br />

necesidad de buscar nuevas “malas palabras”.


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lésbica, a pesar de las evidencias en ambos casos. Claro está que<br />

dado lo complejo de la sexualidad, estos límites suelen transgredirse<br />

y hasta confundirse entre sí, aun cuando no suela reconocerse o más<br />

frecuente aun, se fundamenten siempre en razones económicas. Son<br />

en esencia, formas de prostitución de ambos sexos que antes vestían<br />

de una manera y usaban alguna forma para comunicarse, más<br />

clandestina por más perseguida siempre en la homosexualidad.<br />

Entre los <strong>pingueros</strong>, al margen de alguna similitud con las<br />

jineteras, el análisis de la sexualidad es aun más complejo y diverso<br />

por la ambigüedad explícita: abunda también toda la gama racial<br />

cubana y los jóvenes, aunque es más frecuente encontrar algunos<br />

que ya entran en la mediana edad (por esquema social la edad se<br />

paga más caro en la mujer, sobre todo para <strong>sus</strong> atractivos), ropa que<br />

les distinga por su “elegancia” los más conservadores (casi siempre,<br />

provenientes de las regiones menos cosmopolitas del país y que aquí<br />

muestran <strong>sus</strong> mejores galas, aunque quizás no las más propias por el<br />

contexto – social, natural y específicamente, cultural urbano, en esta<br />

área de tradicional modernidad -, el clima, etc.), y en otros casos,<br />

ropa juvenil que resalte <strong>sus</strong> atractivos corporales, sobre la base de lo<br />

que sería la estética masculina; delgados o atléticos son los dos<br />

tipos que predominan y que a veces, para ello se preparan en los<br />

gimnasios (donde en ocasiones generan espacios de “poses” a una<br />

masculinidad realmente ambigua en <strong>sus</strong> motivaciones sexuales) con<br />

toda intención, para perfeccionar <strong>sus</strong> cuerpos con atractivos<br />

masculinos, que luego ostentarán con vestuarios apropiados.<br />

Entre los <strong>pingueros</strong>, más que en las jineteras, abundan los<br />

inmigrantes temporales de otras provincias. El sólo nombre denota la<br />

homofobia implícita y el grado de retorcimiento de los prejuicios a tan<br />

complejo tema: explicitan que son “<strong>pingueros</strong>”, esto es: su trabajo<br />

sexual es exclusivamente “con su pinga”, y al margen de todo<br />

coqueteo, por regla general sientan las bases de que no harán “otra


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cosa” (imagen que tiende casi exclusivamente a ser estrecha y<br />

esencialmente “activos” – “macho” – en la cama, algunos llegan a<br />

negar hasta el beso y otras caricias sexuales, y comúnmente, lo que<br />

más rechazan o cobran más caro es ser penetrados, otro reflejo<br />

heterosexualista de la sobrevaloración de la penetración impuesta a<br />

las relaciones homosexuales sobre todo masculinas, aunque no<br />

exclusivamente, pero que lógicamente, entre mujeres se manifiesta y<br />

resuelve con otros códigos)... lo que en el transcurso de la relación<br />

es, claro está, bien polemizable y hasta negociable.<br />

Ello mismo, por otra parte, suele despertar entre los potenciales<br />

<strong>clientes</strong> más morbo o al menos, curiosidad sexual, por los retos a<br />

vencer o porque a menudo, se valore más escaso (y por ende,<br />

deseable) el papel “activo” en la relación homosexual, que con el<br />

desarrollo y la lucha contra los prejuicios y la marginación, sin<br />

embargo, tiende más a dejar atrás los heterosexualistas roles de<br />

“activo” y “pasivo” por el más consecuentemente homosexual de<br />

“completo”, sin dudas mucho más integral y amplio en la cama; en<br />

buena lid, y como compete a toda relación homosexual masculina y<br />

parafraseando su propio vocabulario, no sólo se entregan a la<br />

prostitución también los “culeros” (aun cuando esta palabra no está<br />

en su léxico, llamémosle así porque por el contrario, ofrecen “el<br />

culo”, suelen mostrarse más amanerados pero tampoco<br />

necesariamente, por lo general menos exitosos y mucho menos<br />

numerosos, dada la estética masculina que lógicamente predomina<br />

para la homosexualidad masculina) sino que muchos de estos<br />

<strong>pingueros</strong> devienen (y hasta ansían devenir) “culeros”, más explícita<br />

(y lógicamente) subyugados por la estética masculina.<br />

Todo ello incide en los regateos según el cliente y el auto<br />

reconocimiento: al llegar al punto del atractivo entre cliente y<br />

pinguero, vale aclarar que aun cuando les resulte bien atrayente<br />

física y sexualmente, a un cubano sin más posibilidades económicas


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el pinguero algo pide, al menos 30 pesos cubanos incluida alguna<br />

invitación a fiambres y una caja de cigarros, pues así nadie puede<br />

acusarlos de haber ido a la cama (que no siempre tiene que ser<br />

necesariamente, en una cama) por puro placer, y pueden insistir en<br />

que son <strong>pingueros</strong>, no homosexuales, aunque también hay <strong>pingueros</strong><br />

que se reconocen gays (prevalece más rechazo a la palabra<br />

“homosexual” que a “gay”, por la imagen anglo y/o de modernidad y<br />

hasta liberalidad que implica el vocablo “gay”) sin más prejuicio, al<br />

margen de que la cama que hagan sea más completa o no. Sin<br />

embargo también existen los que no han cobrado absolutamente<br />

nada, aunque luego expresan con muestras de arrepentimiento no<br />

saber por qué lo han hecho pues “no les gustan los hombres” (otros<br />

sólo necesitan dónde pasar esa noche), y en el gran abanico moral,<br />

los muy penosos en un extremo, y en el otro los rateros y los<br />

violentos, aunque estos últimos (excepción de acuerdos sado<br />

masoquistas), tal vez por su propia vulnerabilidad social, intenciones<br />

y por diversidad de patrones de conducta, son muy escasos, a pesar<br />

de algún hecho de sangre.<br />

Tanto para <strong>pingueros</strong> como para jineteras, no hay que pensar de<br />

antemano que son “bellezas” a rentar, al margen de lo polémico,<br />

subjetivo y casuístico que puede resultar definir “belleza” y el estudio<br />

del gusto y de la cultura estética: está probado que lo que los<br />

identifica no son <strong>sus</strong> atributos físicos, sino la osadía para estas<br />

relaciones, su capacidad para convencer y “enamorar” para el<br />

negocio en cuestión, con niveles muy variables de escrúpulos. Puede<br />

haber hombres y mujeres bellos, incluso con nivel cultural<br />

relativamente entre lo aceptable y lo alto, pero tampoco es esta en lo<br />

absoluto su identidad como grupo social.<br />

<strong>Los</strong> <strong>pingueros</strong> han sido combatidos en campañas que<br />

peligrosamente, yerran y se generalizan absolutizadoras: equivocada,<br />

simplistamente, se ha utilizado el hecho de que la mayoría de estos


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prostitutos lleguen de otras provincias para hostigarlos aquí por la<br />

policía como “ilegales” justo como medio para combatir esta<br />

prostitución, con extremos tan errados como imponer multas a<br />

menudo severas, a todo aquel que no pueda justificar oficialmente su<br />

residencia en la capital (a pesar del slogan del momento, “La<br />

Habana, capital de todos los cubanos”) y deportarlos a <strong>sus</strong><br />

provincias; lo que se dirige fundamentalmente contra los jóvenes<br />

sospechosos de prostitución (campaña no exenta de alta dosis<br />

homofóbica) medida que acarrea numerosas y muy dañinas y<br />

antipolíticas consecuencias negativas de todo tipo, más allá de lo<br />

vulnerable de tal acusación de “ilegalidad”, y de todos los equívocos<br />

que suelen cometerse en estas campañas.<br />

A la postre, los <strong>pingueros</strong> no resultan siempre tan “<strong>pingueros</strong>”<br />

como se autoproclaman, y tras una necesidad económica suelen<br />

esconder formas “aceptables” de realizar instintos autorreprimidos en<br />

<strong>sus</strong> respectivas comunidades de origen y desarrollo, producto de la<br />

dogmática intolerancia heterosexualista y homofóbica, que por<br />

supuesto, afecta tanto a homo como a heterosexuales en su misma<br />

intimidad y, lo más importante: ante sí mismos. He aquí la dialéctica<br />

antes referida entre el “marginador” y el “marginado”, pues los<br />

prejuicios empobrecen y laceran la propia vida heterosexual, tanto en<br />

la intimidad sexual como en su vida social.<br />

Su análisis ha de expandirse a otros espacios urbanos, pues se<br />

establece una suerte de redes entre los <strong>pingueros</strong>, como escalafones<br />

de la acera del cine Payret (en el límite del aledaño municipio Centro<br />

Habana con el de Habana Vieja) a La Rampa, que nos enlaza (como<br />

en tantos otros fenómenos) a estas con otras comunidades<br />

capitalinas, como otrora fueron en el proceso de Restauración, las<br />

instituciones y la culinaria que de La Habana (hoy Vieja) trasmigraron<br />

al Vedado (Couceiro: Hacia una Antropología Urbana...) En este caso<br />

los <strong>pingueros</strong>, en una buena mayoría provenientes (temporales) de


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otras provincias, entran preferentemente en torno a las áreas<br />

centrohabaneras y de La Habana Vieja (donde radica la Terminal de<br />

Trenes), sobre todo la acera del Payret y el Capitolio al Parque de la<br />

Fraternidad, tradicionales puntos de referencia nacionales donde los<br />

precios suelen ser más módicos (cinco dólares) o al menos<br />

encuentren dónde dormir, y es su fase de entrenamiento y formación.<br />

Ya con más desarrollo (y quizás la auto estima más elevada,<br />

superados ciertos prejuicios iniciales) van al entorno del cine Yara y<br />

La Rampa al Malecón donde se exhiben con atuendos más ajustados<br />

a <strong>sus</strong> cuerpos y doblan <strong>sus</strong> precios; algunos piden hasta 25 dólares,<br />

y algunos extranjeros llegan a cotizarlos más. Pero otros por<br />

supuesto, en dependencia de su necesidad económica ante “malas<br />

rachas” o simplemente, ante el deseo y la necesidad sexual y según<br />

los atractivos (físicos, económicos, sicológicos, etc.) que descubra o<br />

no en su potencial cliente, suelen hacer rebajas <strong>sus</strong>tanciales, tanto<br />

los del Payret como los de La Rampa, estos últimos a 10 dólares<br />

como promedio... pero en dependencia del interés con el cliente<br />

nacional, puede ser bastante menos. A todo esto hay que añadir las<br />

“multas” que los <strong>pingueros</strong> ponen, cuando sin llegar a acuerdo<br />

sexual, simplemente solicitan algún dinero (pretexto del taxi para<br />

regresar) o algún regalo como una caja de cigarros, algo de comer o<br />

beber, y similares.<br />

<strong>Los</strong> <strong>pingueros</strong> (como en toda prostitución) también compiten entre<br />

sí, pero nunca estas son competencias agresivas, al menos no se<br />

han detectado tales en ningún caso ni momento estudiado, y lo que<br />

ocasionalmente se encuentra es, por el contrario, solidaridad entre<br />

ellos y todos los grupos alrededor.<br />

A tan difícil contexto hay que agregar la fatal coyuntura del SIDA<br />

así como todas las limitaciones previas: el heterosexualismo social,<br />

las difíciles condiciones sociales y económicas para todos y en todos


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los sentidos, la represión policial desde su sola presencia para<br />

chequear allí donde saben (a menudo, absolutizan hasta el más<br />

lamentable equívoco) que se reúnen homosexuales, que es en sí<br />

misma y por definición, represión sicológica; la solicitud continua de<br />

carnet de identidad, multas de diversas cuantías si su residencia no<br />

es en la capital al conocer que muchos de estos <strong>pingueros</strong> vienen a<br />

"luchar" así a esta zona, impiden la vida tradicional local (sobre todo<br />

nocturna) de paseo y detenerse a descargar en los muros y otros<br />

focos locales...<br />

En su persecución, llegan a establecerse rituales, que en un<br />

momento reproducen los documentales ecológicos en que los perros<br />

pastores o depredadores hacen correr rebaños de ovejas o manadas<br />

de cebras de un lado al otro, al ser desplazados desde La Rampa al<br />

parque Maceo en el aledaño municipio Centro Habana, y luego, la<br />

misma policía los desplaza nuevamente hacia La Rampa, hasta el<br />

amanecer; de pronto, los carros policiales se van a las 12 de la<br />

noche, y entonces como convenio sin firmar emergen todos:<br />

<strong>pingueros</strong>, jineteras, <strong>clientes</strong>, trasvestis, vendedores, músicos... sin<br />

saberse siquiera de dónde; no es de extrañar muchos entre ellos<br />

cuyo sueño de vida se aspira fuera de <strong>Cuba</strong>, y la prostitución sólo<br />

con extranjeros pueda ser una vía de escape; o (“simplemente”<br />

también) queden desalentados para vivir, sin más motivaciones. <strong>Los</strong><br />

policías y <strong>sus</strong> afines, en este como en otros casos, deviene sector de<br />

sumo interés a estudiar también por la Antropología, en su identidad<br />

diversa, en <strong>sus</strong> motivaciones y proyecciones con los demás, con los<br />

restantes de su propio cuerpo policial, y consigo mismos<br />

individualmente.<br />

3. LOS CLIENTES DE LOS PINGUEROS.<br />

Si interesantes son los <strong>pingueros</strong>, no menos interesantes son <strong>sus</strong><br />

<strong>clientes</strong>, tanto cubanos como extranjeros, entre los que también se


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suele establecer una competencia de “luchas de poder” y ostentación<br />

de la “conquista”, comúnmente sobre la base del poder adquisitivo de<br />

cada cual, pero también sobre la popularidad que alcance o no entre<br />

los <strong>pingueros</strong> por su propia gracia y atractivo, tal y como acontece en<br />

todo rito de cortejo. Si bien en la cama suelen ser sexualmente<br />

poseídos puesto que la mayoría de los <strong>pingueros</strong>, al menos<br />

inicialmente, se proyectan exclusivamente “activos”, son los <strong>clientes</strong><br />

los que pagan... lo que en alguna medida, los convierte en<br />

poseedores, para una sicología compleja en dicha transacción sexo –<br />

comercial.<br />

La casi institucionalización de una prostitución (aun clandestina y<br />

perseguida) es bienvenida para aquellos que no sólo tienen dinero<br />

suficiente, sino que gustan ostentar del mismo explícitamente, o<br />

implícitamente, sólo por el trivial pavoneo entre “su fauna” (como<br />

muchos de ellos mismos la llaman) y/o por competir y “restregárselo<br />

al rostro” de aquellos otros con menos potencialidades económicas<br />

para ello, convencidos de que todo el que no compra favores<br />

sexuales, es porque carece de dinero para ello, y por ende, de<br />

seguro le envidian. Entre ellos sobre todo, para quienes carecen de<br />

la gracia y el físico necesario para atraerse relaciones sexuales de<br />

su agrado, y ahora pueden escogerlas mediante el dinero del que<br />

disponen, a veces con el secreto (casi siempre frustrado aunque casi<br />

nunca confeso) afán de comprar igualmente una relación más<br />

afectiva y hasta amorosa.<br />

Grandes similitudes con la nacional tiene la clientela extranjera;<br />

las particularidades se dan para aquellos en cuyos países esta<br />

prostitución les sale mucho más cara, o que buscan (ostentan entre<br />

ellos y luego en <strong>sus</strong> países) el excentricismo del “sexo tropical” que,<br />

en su imagen racista eurocentrista (que no quiere decir “europeo”: no<br />

todo europeo es eurocentrista, y abundan los no europeos<br />

eurocentristas, al margen de que no se descartan tendencias


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afrocentristas, latinoamericentistas, etc.) de “macho man” latino, ha<br />

de ser preferentemente entre lo más trigueño hacia lo negro: no por<br />

casualidad, lo que escasea en <strong>sus</strong> respectivos países, sobre todo<br />

desde un imaginario popular que garantiza en nuestra cultura fálica,<br />

penes más grandes en la raza negra, absolutización bien discutible<br />

además de falicista al reducir el sexo y todo el amor al tamaño de un<br />

falo; marginan así al rubio y más claro que a su vez, es preferido por<br />

el turista latinoamericano en <strong>Cuba</strong>, que sigue siendo “la más blanca<br />

de las Antillas”... y muy probablemente, con prostitución más barata.<br />

Entre estos <strong>clientes</strong> extranjeros (los más codiciados por ser<br />

supuestamente los que más dinero pueden pagar) abunda como es<br />

lógico, todo aquel que carece de atractivo alguno para atraer a<br />

ninguna otra persona más que por su dinero, y en no pocas<br />

ocasiones se reconoce como verdaderos sacrificios ir a la cama con<br />

ellos, por lo que exigen <strong>sus</strong> más altas tarifas, tolerados (ahora sí,<br />

con toda la connotación peyorativa de la palabra) tan sólo por <strong>sus</strong><br />

mejores posibilidades económicas. El tema homosexual trasciende<br />

en mucho a la prostitución, aunque sin dudas, esta última ha<br />

complicado aun más la ya compleja homosexualidad en una sociedad<br />

que aun es heterosexualista, al margen de las polémicas.<br />

<strong>Los</strong> que se regocijan del nuevo contexto, se autoproclaman<br />

paladines de una diversidad a la que hay que respetar, no sin<br />

razones suficientes; a pesar de estas verdades, de alguna manera<br />

excluyen (a veces explícitamente, incluso agresivamente,<br />

entremezclado como es usual con todo otro tipo de “miseria<br />

humana”) por definición a los menos afortunados económicamente, y<br />

también a los que ven cada vez más complicada y retorcida la<br />

satisfacción de <strong>sus</strong> necesidades auténticamente amorosas y<br />

antagónicas por tanto a las transacciones comerciales.


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Sin ningún tipo de moralismo (¿qué hay más inmoral que<br />

imponerse a la moralidad ajena?) la prostitución es muy bienvenida<br />

para los potenciales <strong>clientes</strong> ya analizados y para aquellos que<br />

encuentran bajo la máscara de la necesidad económica, una vía de<br />

justificar placeres sexuales de otra forma, hasta entonces reprimidos,<br />

sobre todo en dependencia de la diversidad de contextos de los que<br />

provienen: los propios <strong>pingueros</strong>, no todos tan “felices” (sin embargo)<br />

como muchos pudieran creer. No obstante, es muy mal contexto<br />

(aunque no lo recriminen y hasta lo entiendan y/o compartan<br />

ocasionalmente) para quienes carecen de posibilidades económicas<br />

(la inmensa mayoría), refuerza las diferencias sociales entre la<br />

homosexualidad y sobre todo (pues los anteriores no están exentos<br />

de “realizarse” en alguna ocasión al menos con algún ahorro o suerte<br />

temporal) para quienes prefieren simplemente el amor, e incluso el<br />

sexo sin transacción comercial ninguna.<br />

<strong>Los</strong> “espacios de encuentro” son mucho más retorcidos ahora que<br />

antes, con una relativa y supuesta apertura y consenso social, pero<br />

ahora mediatizados por intereses comerciales que no es tan<br />

perceptible definir quién y cuánto dinero exigen a cambio, o quién<br />

simplemente, busca una relación para compartir la vida; opción esta<br />

última que en la ética social que se impone, suele ser recriminada<br />

como “aburrida”, como tanto otros valores positivos, incluso de una<br />

supuestamente baja autoestima, término lamentablemente aportado<br />

por un sicologismo simplista a inicios del siglo XXI, y que conlleva a<br />

la incomprensión de valores tradicionalmente positivos como la<br />

entrega al otro, la bondad y la preocupación por el prójimo, y hasta la<br />

ayuda desinteresada y gratuita, se mal interpretan como “baja<br />

autoestima”, a lo que se agrega que la homofobia subvalora el amor<br />

homosexual con respecto al amor heterosexual. Como ley, en una<br />

complejidad normalizada, lo sencillo pasa a sentirse complejo, y lo<br />

calificado “simplemente” llega a ser mal visto por ser difícilmente


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comprendido en un entorno que se retuerce con todas estas<br />

transacciones.<br />

Tal contexto potencia aun más la vulnerabilidad ante la<br />

delincuencia, que no sólo acude a tales espacios de encuentros para<br />

delinquir abiertamente, en velada (o no) complicidad con la<br />

homofobia social (a veces policial y de representación oficial) y<br />

también, dentro de la propia prostitución y <strong>sus</strong> aliados: en estos<br />

casos, una vez que establecen contacto, los <strong>clientes</strong> pasan a ser<br />

víctimas mayores, a merced del robo y hasta del crimen, y pueden<br />

devenir víctimas también aquellos otros con quienes puedan<br />

compartir <strong>sus</strong> hogares, lo que ya es mucho más inusual dado el<br />

ambiente clandestino en que todo eso se desenvuelve. A menudo los<br />

<strong>pingueros</strong> (para más seguridad y negocio) ya incluyen opciones a<br />

rentar viviendas que participan en su negocio para beneficios<br />

mutuos, que por el peligro del lugar desconocido, muchos <strong>clientes</strong><br />

prefieren obviar y hacer <strong>sus</strong> propias propuestas.<br />

En torno a estos <strong>pingueros</strong> y <strong>sus</strong> <strong>clientes</strong> sexuales, antecedidos<br />

como vimos por la homosexualidad y las jineteras y luego<br />

incorporados los travesti y algunos con vocación de transexuales, sin<br />

eximir amigos, curiosos (en ocasiones morbosos) y transeúntes que<br />

pueden mostrar repulsión, o atracción y simpatía, o simplemente, en<br />

la mayoría de los casos, indiferencia, se genera todo un ambiente<br />

comercial que los hace devenir <strong>clientes</strong> a su vez de todos ellos, en<br />

extraña y compleja (a la vez, muy natural) relación cliente – cliente.<br />

Así, otros “tipos” se nuclean, fundamentalmente en torno a un<br />

comercio que aprovecha igualmente los centros estatales (sobre todo<br />

gastronómicos) que hay en el área, como en M e/23 y 21; en 23 y O;<br />

en 23 y N, en 23 e Infanta (El Bimbón) etc.<br />

Abundan los músicos (cantantes y guitarristas, casi siempre en<br />

dúos o tríos, aunque no sólo) que entonan obras musicales


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conocidas popularmente a solicitud de <strong>sus</strong> <strong>clientes</strong>, y cobran según<br />

la cantidad de piezas que interpreten, y aceptan incluso “contratas”<br />

para fiestas y descargas particulares; fotógrafos (que también cobran<br />

las fotos que quieran); vendedores de flores artificiales y sobre todo,<br />

de diversas fiambres: papitas fritas, chicharritas, “chupa-chupa”,<br />

maní, etc. Casi siempre mujeres de la tercera edad y todos los<br />

colores de piel que pregonan <strong>sus</strong> distintos productos, y un hombre<br />

que de manera peculiar va anunciando “el buen vino”... a decir de<br />

algunos, no tan “bueno”.<br />

Mención especial merece el estudio de los taxistas dedicados a las<br />

fiestas gay que, por la persecución y hostigamiento oficial, en no<br />

pocas ocasiones con sobornos, normalmente cambian de sede y es<br />

muy difícil saber de antemano, dónde se efectuará. Sin embargo,<br />

suelen llenarse con un público fiel, que se entera por teléfonos que<br />

entre ellos mismos establecen para ello; por la voz popular, y por<br />

estos taxistas ilegales que parquean justo por los espacios de<br />

encuentros más connotados como puede ser La Rampa, y allí<br />

proponen ir a la fiesta que previamente, ya han averiguado dónde es;<br />

cierto que es un riesgo ante la proximidad policial, pero cobran un<br />

dólar por cada viajero para llevarlo, y luego otro por devolverlos al<br />

mismo lugar e incluso, comúnmente, se niegan a parar antes en<br />

ningún otro punto; además del dólar que cuesta entrar a estas<br />

fiestas, que en 1995 empezaban como fiestas de cinco pesos<br />

cubanos, luego diez; pero hoy están a dólar o su equivalente, 25<br />

pesos cubanos, y algunas son apreciablemente más caras, cinco<br />

dólares por ejemplo o más, con mesas reservadas, shows, etc.<br />

Precios que no incluyen otros consumos dentro de la fiesta (salvo las<br />

más caras), donde eso sí, se pueden comprar sobre todo, bebidas y<br />

cigarros.


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CONCLUSIONES.<br />

El público (más allá de toda opción y orientación sexual) reclama<br />

el tema como urgencia insatisfecha. Esto se demuestra en las<br />

mismas comunidades durante exposiciones plásticas y escénicas, en<br />

los cines y videos, cuando alguna alusión implican. Aun se asume<br />

prejuiciada y no frontalmente, y alguien del público, a menudo,<br />

necesita ostentar heterosexualistamente su oposición mientras<br />

disfruta secretamente la obra, pues el “qué dirán” suele ser superior<br />

a la homofobia, de donde se explica también que muy<br />

lamentablemente, en la familia se acepte (a veces, no más que<br />

tolere) con mayor recelo y en mucho menor grado y apoyo, que entre<br />

vecinos, colegas y amigos.<br />

El pinguero es resultante natural en contextos complejos de un<br />

proceso que de alguna manera y con múltiples retorcimientos lógicos<br />

aunque lamentables, avanza y paulatinamente, más inconsciente que<br />

concientemente, va desenmascarando hipocresías moralistas,<br />

represiones homofóbicas y auto represiones sexistas.<br />

Su estudio es un aporte urgente de la Antropología para la<br />

educación sexual, para la comprensión del otro en general, y de<br />

fenómenos y problemáticas cardinales en nuestra sociedad; para una<br />

mejor realización de cada ser humano, objetivo irrenunciable y<br />

esencial de nuestro proyecto social.<br />

¿Una nueva moral más abierta… la fuerza de la costumbre… o la<br />

participación en las ganancias económicas que muchos asumen con<br />

<strong>sus</strong> paladares, <strong>sus</strong> taxis e incluso, su renta de alquileres para el<br />

mismo comercio sexual? La respuesta descansa en los misterios del<br />

alma humana, en comunidades aun más complejas.


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ADEMÁS, entre otras FUENTES BIBLIOGRÁFICAS, se incluyen asimismo casi dos<br />

centenares de filmes, telenovelas, cortos y mediometrajes, documentales y otros,<br />

de docenas de países de Norte América, Europa, América Latina, Asia y Oceanía;<br />

programas radiales, digitales, etc. EUA y Canadá (o filmes de estos países y/o con<br />

figuras de estos países sobre la temática en otros países pero que de alguna<br />

manera portan los puntos de vista de estadounidenses y canadienses), exhibidas<br />

en nuestro país, por el sistema de Distribución del ICAIC en la capital y por el<br />

Centro Nacional de Prevención contra el SIDA, mediante su Proyecto Hombre –<br />

Sexo – Hombre. Entre ellas, Té y Simpatía, 39 Ese Verano, 40 Cabaret, 41 Making<br />

Love, 42 Victor Victoria; 43 Reflejo en tus ojos dorados, 44 El Beso de la Mujer Araña, 45<br />

Trilogía de Nueva York, 46 Stonewall, 47 Las Bostonianas, 48 Color Púrpura, 49 El<br />

Príncipe de las Mareas, 50 Resurrección, 51 Amor, Pasión, Compasión…, 52<br />

39 Años 1950, sobre original de Tennessee Williams, incluye un joven homosexual que trata de<br />

reprimirse ante la mujer mayor.<br />

40 Años 1960, filme de TV, relación entre dos gay, uno interpretado por Martin Sheen y el otro por<br />

Hall Halloran.<br />

41 1972, Bob Fosse, con Liza Minelli, Michael York, Joel Grey y Marisa Berenson, según novela de<br />

Christopher Isherwood, Adiós Berlín, en la Alemania de crecimiento del nazismo, en una pareja<br />

heterosexual intima otro hombre… con ambos.<br />

42 1982, de las primeras en dignificar la bisexualidad y la relación amorosa entre dos hombres.<br />

43 1982, de Blake Edwards, con Julie Andrews, James Garner, Robert Preston, John Rhys-Davies;<br />

una joven ayudada por un amigo homosexual, tiene que hacerse pasar por hombre para triunfar en<br />

su carrera como comediante musical, y como tal encarna a un muchacho que a su vez, en la obra,<br />

debe representar a una mujer, con todos los equívocos implícitos en general, pero además, el filme<br />

exhala una franca y combativa anti homofobia; remake del filme alemán de 1933 de Reinhold<br />

Schünzel, se ubica en París 1934.<br />

44 Con Marlon Brando, tendencia homosexual dentro del Ejército de los EUA, debe reprimírselas.<br />

45 Sobre la noveleta homónima de Manuel Puig en Argentina, el papel de un homosexual al que le<br />

ubican en prisión un revolucionario para sacarle información.<br />

46 Trilogía de la Canción Antorcha, hermoso triángulo amoroso entre hombres en torno a un hebreo<br />

en EUA con la actuación de Matthew Broderick, e incluye el tema de la adopción de niños por<br />

parejas gay.<br />

47 Sobre los hechos históricos de junio de 1969 en Stonewall.<br />

48 Con Vanessa Redgrave y Jane Fonda.<br />

49 Con Whoopi Goldberg y Ophra, retrato de la situación de la mujer negra en EUA, incluye<br />

motivaciones lésbicas.<br />

50 Con Barbra Streisand y Nick Nolte, un hombre acude a la sicóloga y rememora haber sido<br />

violado cuando niño.<br />

51 Comedia con Ellen Barkin, un machista al morir, es castigado a renacer en el cuerpo de una<br />

mujer y, por supuesto, le siguen gustando las mujeres, debe enfrentarse a su propio machismo.


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Filadelfia, 53 Al filo de la duda, 54 All that jazz, 55 Service in Silence, 56 Entrevista con el<br />

Vampiro, 57 La Jaula de las Locas, 58 Dioses y Monstruos, 59 Mejor Imposible, 60<br />

American Beauty, 61 Cuando cae la noche, 62 Banquete de Bodas, La Novia del<br />

Soldado, Cuando tengo 64 años, Algunos prefieren quemarse (1957), Mrs.<br />

Doubtfire, Tootsie, Yentl, Maurice (1987), M. Butterfly, Brockeback Mountain y un<br />

extenso etcétera que incluiría casi todo el cine del alemán Fassbinder, del español<br />

Pedro Almodóvar, otras cintas españolas como 20 centímetros, Lo siento bonita<br />

pero Lucas me quería a mí, La Boda, la peruana No se lo digas a nadie, la<br />

mexicana Me ha besado un hombre, telenovelas brasileñas como Vale Todo, La<br />

próxima víctima, Señora del Destino, entre otras... cintas cubanas como Fresa y<br />

Chocolate y Lista de Espera, teatro cubano como el de Carlos Díaz y otros, varias<br />

obras y momentos del audiovisual cubano, etc. Así como obras literarias,<br />

dramatúrgicas, plásticas, musicales y en todas las artes que por método<br />

iconográfico han permitido también leer iconos con respecto a la temática objeto de<br />

estudio en las diversas culturas y por comparación, entre ellas.<br />

52 Las vidas de ocho amigos gay con disímiles relaciones entre ellos.<br />

53 Intérpretes Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas, un homosexual con SIDA sufre<br />

marginación, lo representa un abogado negro que no simpatizaba con los homosexuales.<br />

54 Intérpretes, entre otros, Matthew Modine, Lily Tomlings, Richard Gère; la historia del SIDA y las<br />

comunidades gay de EUA.<br />

55 Vida del coreógrafo y cineasta Bob Fosse.<br />

56 Primer escándalo y juicio por lesbianismo en el Ejército de EUA, actúa Glenn Close.<br />

57 Homoerotismo en el vampirismo, actúan Brad Pitt, Antonio Banderas, Christian Slater, Tom<br />

Cruise, Armand, sobre novela original de Ann Rice.<br />

58 Comedia entre la alta política conservadora y un club de trasvestis con un hijo, versión<br />

estadounidense.<br />

59 Sobre la vida del director de Novia de Frankenstein, ya adulto mayor, en <strong>sus</strong> relaciones con un<br />

joven admirador.<br />

60 Con Jack Nicholson, Greg Kinnear y Helen Hunt, un vecino homosexual intima con la pareja,<br />

muestra su vulnerabilidad y <strong>sus</strong> valores y fortalezas.<br />

61 Incluye el machismo que autorreprime la homosexualidad y genera homofobia.<br />

62 Canadá, preciosa historia entre dos mujeres, una blanca pastora de iglesia y una música negra.

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