D ILUSIÓN

Rosario, la llamada “de Acuña”, desde la vejez y soledad se declara
inocente
Rosario de la Peña nos
concedió una entrevista, aun
cuando normalmente se rehúsa
a dialogar con la prensa, debido
a varios altercados que ha
sufrido.
-­‐¿De quién es esa voz? Parece
alzarse junto del lago azul,
noche quieta, subir por el
espacio, y desgranarse al tocar
el cristal de la ventana que
entreabre la novia del poeta
"Soy yo, Rosario, le suplico que no
me llame la novia del poeta,
su5icientes burlas y reclamos he
sufrido. Si acepté esta entrevista
fue para hacerme oír y que dejen
de una vez por todas, las
habladurías. Tengan compasión
de una pobre mujer".
-­‐¿A qué pedir la compasión
tardía de los extraños que la
sombra esconde?
"Pues primero por los años que
han pasado de mis años mozos, ya
no soy aquella joven atolondrada
y enamoradiza.
La belleza que gocé en mi
juventud, hoy la padezco. De ónix
a plata, mis cabellos se tornaron;
pero nadie me advirtió que
aquellos ojos vivos, que tantos
poemas inspiraron, serían
fugaces, pues los ojos re5lejan el
color del alma y mi alma está de
luto.
Créame cuando a5irmo que he
pagado todos mis pecados, hasta
aquellos que no cometí. Aquí me
tiene, sola y olvidada, y desde
ahora le digo que el amor nunca
estuvo de mi lado, hasta mi
Manuel Acuña
El amor de Acuña hacia Rosario,
sólo concluyó con el suicidio de
éste, a los 24 años.
De la obra del joven poeta,
destaca el “Nocturno a Rosario”,al
cual pertenece el siguiente
fragmento.
“He pagado todos mis
pecados, hasta aquellos que
no cometí”.
Rosario de la Peña y Ilerena
Manuelito me fue arrebatado.
Nada en esta vida nos pertenece,
el instante es único y fugitivo".
-­‐¿Qué importa lo fugaz de los
amores?
"El amor debería ser eterno, las
pasiones van y vienen, pero ser
amada para luego perder al
amante es un mal que a nadie
deseo."
-­‐¿A qué amante pre[irió,
coqueta?
"¿Usted también se burla a mis
expensas? Manuel M. Flores fue el
único hombre en mi corazón;
¿coqueta dice usted?, si semejante
vocablo signi5ica ser bella y
admirada, pues entonces sí fui
coqueta, pero en ningún momento
seduje ni a Nachito, ni a José, ni a
Acuña; y a este último menos que
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás