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docente durante la jornada de clase, que en determinados
momentos históricos resultó ser adecuado;
no obstante, hoy en día con la asistencia ilimitada
de alumnos a clase, resulta insuficiente y no satisface
por sí solo, las expectativas y necesidades de
la enseñanza jurídica. En la buena clase magistral
el alumno dedicado presta atención, toma
notas o apuntes, sigue detenidamente lo que
expone el docente, pero su actitud intelectual
y física es casi enteramente pasiva, solamente
receptora, no creativa e innovadora.
El propósito de este artículo, no es intentar abolir
el método de clase magistral en la enseñanza del
Derecho, sino recomendar que sea complementada
con exposiciones dialogadas o clases activas,
utilizando todas las técnicas de participación del
alumno, donde planteen sus inquietudes, formulen
preguntas y el catedrático acceda al diálogo
permanente, es decir, lo que podría llamarse
clase magistral dialogada. También, es conveniente
tomar en cuenta los innumerables estudios
realizados acerca de cómo aprenden los adultos;
si este fenómeno ya ha sido investigado por
la ciencia, se debe considerar en el proceso de
aprendizaje universitario para que se mejore
la integración, comunicación, oralidad, liderazgo
y asimilación por parte de los alumnos.
En términos generales, se advierte que para la enseñanza
del Derecho no hay “un método por excelencia”,
sino más bien, debe prevalecer el interés
y la dedicación del docente universitario por actualizarse
en la formación pedagógica y didáctica,
que le permita seleccionar entre muchas alternativas
disponibles las mejores opciones que complementen
sus conocimientos técnico-jurídicos y se
adecúen a cada contenido curricular según la asignatura
que se trate, tales como: Técnicas de trabajo
en equipo, tormenta de ideas, programación de
plenarias, simposios y otros. Todas las consideraciones
precedentes, se orientan a mejorar la enseñanza
del Derecho, porque existe la gran responsabilidad
de educar a los futuros profesionales en un
mundo de crecientes turbulencias e inestabilidad,
donde las oportunidades cada día son más escasas.
El éxito parecería limitado únicamente para personas
con un alto grado de conocimientos técnicos,
capaces de integrarse y transformar con
su participación a la sociedad actual, en una comunidad
productiva, con mayor conciencia ciudadana,
donde la suma de esfuerzos de las partes
produce mejores resultados que el trabajo individual.