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Es claro que la búsqueda de “libertad” tiene grandes costos, en
detrimento de la vida misma, a los cuales el documento mencionado
anteriormente, nos transporta a esos escenarios que inclusive
pensarlos resulta difícil de entender; escenarios donde el cerebro
no sería capaz de comprender el por qué el camino hacia
la libertad lleva consigo muerte y destrucción como las causadas
en el occidente del país en 1932; cuatro décadas de inestabilidad
económica, política y social le siguen a este trágico suceso y nuevamente
el 30 de julio de 1975 la historia se repite con la matanza
de estudiantes de la Universidad de El Salvador en la Plaza Cívica.
A inicios de la década de los 80´s, en búsqueda de “Libertad y Desarrollo”
El Salvador se polariza en dos corrientes ideológicas que se
enfrentan entre sí, y en su camino hacia el destino alargan sus pasos realizando
acciones estratégicas, por una parte la clase económicamente
dominante, que tenía como su brazo fuerte al ejército salvadoreño
atenta contra la vida de Monseñor Romero en marzo de 1980, Masacre
del Mozote en diciembre de 1981; atentado contra la vida e integridad
de los sacerdotes jesuitas en la Universidad Centroamericana José
Simeón Cañas realizado en noviembre de 1989. Por otra parte, la otra
tendencia ideológica realiza también sus propias estrategias en búsqueda
de acortar la distancia en ese camino hacia “La Libertad”, entre las
que se encuentran la Ofensiva General realizada en enero de 1981; la
ofensiva denominada Hasta el Tope y Más Allá, realizada en noviembre
de 1989; y otras que en definitiva y como consecuencia directa,
enviaba con días de anticipación a descansar para siempre a salvadoreños
con uniformes militares enlutando así la familia salvadoreña.
Esta confrontación dejó como saldo un aproximado de 75,000 salvadoreños víctimas de acciones directas y una cantidad
significativa de personas desaparecidas, qué quizá sus sacrificios condujeron a avanzar hacia la búsqueda de la “libertad”.
Luego de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992 y ante la celebración del Bicentenario, basta llevar la mirada desde
esa conmemorable fecha a la actualidad y hacer un recuento, y despertamos de nuevo con cifras de víctimas similares
a las del conflicto armado; siendo el resultado de acciones violentas producto de intolerancia social, violencia
generada por diferencias efímeras; algunos dicen que por la desigualdad social, y otras justificaciones en búsqueda
de respuesta a los fenómenos que aquejan a la población; lo que está generando privación de forma disimulada de
derechos fundamentales de los ciudadanos como lo son libertad de tránsito, derecho a la propiedad, educación.
Entonces ante estos escenarios cabe peguntarnos ¿Cuál libertad?, será la libertad de aquel o aquellos que pueden
salir a disfrutar de la belleza natural, acompañados de un mini ejercito llevando armas letales, las mismas que han
venido causando luto y dolor al pueblo salvadoreño; o ¿Será la libertad de exportación de aquellos que tienen sus
cultivos y cuyo mercado salvadoreño no es rentable, por lo que envían sus productos al extranjero en búsqueda de
mejores rendimientos?, o quizá ¿La libertad de trabajar de “bultero” a falta del trabajo de la tierra para el cultivo de
café?.Libertad ¿Para quién?, porque en definitiva la mayoría habrá estado muy ocupada pensando en qué vestir, qué
comer, y ni cuenta se habrá dado que han pasado doscientos años en búsqueda de libertad, cuando en realidad ellos
habrán pasado doscientos años en búsqueda de comida, agua y unos cuantos trapos para disimular su vergüenza.
De nuevo la cuenta inicia y pasados quizá cien años o doscientos más, los salvadoreños estaremos leyendo de
nuevo otra historia, sólo esperemos que esta vez sea diferente, que las acciones que hoy se inicien no incluyan
estrategias del pasado para alcanzar “la libertad”, y que esa libertad incluya el derecho de todo ser humano a
gozar y disfrutar lo que para ellos Dios ha creado, el cielo, las estrellas, la tierra y sus frutos, la familia, etc.