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6 CUANDO EL FINAL, NO ES MAS QUE UN PRINCIPIO Es difícil para las personas pensar que todo final puede convertirse en un principio, porque el pensamiento se limita a lo que sucede en ese instante, no se ha desarrollado la capacidad de volver la mirada hacia adelante; parece que todo se circunda a lo que en ese momento está sucediendo, obviamente se deja de contemplar en todo su contexto la problemática, incluso es difícil sumar, cuando la lógica humana muestra una situación difícil. Las personas al experimentar el vacío por una pérdida, creen que todo ha finalizado, encontrándose en un túnel oscuro del cual no pueden salir por la desesperación de sentirse frustrados, y porque no decirlo, hasta acabado por la pérdida experimentada; sin imaginarse que cada situación difícil en la vida puede y debe convertirse en una oportunidad para una maduración emocional, capacitándonos para enfrentar conflictos futuros, de tal manera que cuando éstos se presenten no se gasten inútilmente fuerzas luchando muchas veces contra la marea, lo que dicho sea de paso, arrastrará aún más a la desesperación. La pérdida en cualquier ser humano provocará una sensación de frustración, que hace percibir tanto el presente como el futuro catastróficamente, como si todo Por: Licenciada Silvia Rebeca Rodríguez Álvarez hubiese terminado. Obviamente esta sería una percepción fatalista, la cual limitaría la vida creando no sólo una sensación, sino una acción de pérdida tras pérdida. En este proceso las personas suelen cometer muchos errores, de los cuales es importante identificar algunos con el objetivo de detener esa cadena: 1º. Reprimir el dolor, cuando por cualquier circunstancia se encarcelan los sentimientos, lo que suele suceder, es que pasarán los años y la problemática hará su aparición eventualmente creando estados depresivos que causarán frustración, serán ciclos no resueltos, y en casos extremos lo incapacita para disfrutar hasta de los pequeños detalles que le rodean. 2º. Volcar el sentimiento de pérdida hacía otra persona o actividad; relacionarse con personas que pi-
ensan positivamente e involucrarse en actividades que desarrollan adecuadamente destrezas y habilidades es importante y hasta mentalmente saludable; el problema radica cuando se buscan estas opciones como narcóticos a lo que se está sintiendo, la sensación de vacío entra en letargo, desgastándose inútilmente sin resolver el problema, y en muchas ocasiones arrastrando a otros al sufrimiento. 3º. Abrir el corazón a cualquier persona (compartir sus sentimientos); muchas veces la imperante necesidad de evacuar esa presión que agobia internamente, lleva a comentar el problema a otros, y en la mayoría de las ocasiones sucede que las personas suelen “aconsejar” con acciones inútiles que no resuelven la situación. En el peor de los casos la agravan envolviéndose en una problemática mas difícil, en el otro extremo el problema será expuesto a otros, y un sentimiento que quizás no quería compartir con todos se volverá público. 4º. Considerar que nadie le comprende; obviamente en el momento del dolor, cada palabra o acción recibida y cuya intención es mejorar su estado de ánimo o calmar su dolor carecerá de sentido, porque es tan intenso el sufrimiento que parece que nadie alrededor entiende su sentir. Aunque esté rodeado de personas que le aman, la sensación de vacío y soledad forman un enorme abismo entre usted y aquellos que sinceramente desean ayudarle. 5º. Cada persona vive de diferente manera una pérdida; interesante se vuelve comprender que no todas las personas reaccionarán de igual manera ante las pérdidas, pues por particularidades de personalidad las reacciones varían en vivencias e intensidad; algunas personas pudiesen necesitar de periodos más cortos para su aparente superación en tanto que otros necesitarán tiempos más largos. 6º. Presencia de labilidad afectiva, es indudable que en esa experiencia se enfrentará a una serie de sentimientos encontrados, provocando cambios bruscos de estados de ánimo, oscilando desde el rencor, sentimientos de minusvalía, baja autoestima con sensación de tener una vida fracasada, y en casos extremadamente peligrosos, sino intentos suicidas por lo menos ideas de ellos. Cada final puede ser sólo un principio 7 Habría mucho que hablar de todo lo que significa una pérdida para aquellos que han tenido que pasar por una; sólo se han mencionado superficialmente algunos signos y síntomas de esta, porque el objetivo es enfocarme en lo más importante, que es comprender porque el final no es más que la oportunidad de generar un comienzo. Cada persona independientemente de sus creencias doctrinales, tienen la idea de la existencia de un Dios, en tanto otros creen conocerlo; al atravesar etapas críticas necesitan reafirmar dicho conocimiento y relación; como ya se mencionó una pérdida conlleva el cuestionamiento de qué sucede en nuestras vidas, y surge el evidente ¿por qué a mí?, ya que de forma directa o vedada se transmiten reproches a Dios como diciendo ¿Dónde estabas Tú cuando esto sucedió? ¿Por qué lo permitiste? ¿Acaso no me amas, que permites tan grande sufrimiento?, surge el clásico: ¡No me escuchas, sino ya hubieses dado respuesta a mis peticiones! Deseo compartirles algo, bendita sea la majestuosidad y soberanía de Dios que lo hacen ser nuestro Señor y no nuestro siervo; que no dando respuestas a todas nuestras “demandas” en su infinita sabiduría, conociendo perfectamente el dolor emocional (porque aunque te cueste trabajo creerlo, sufre junto a ti) le continua guardando por su infinito e incondicional amor, y aunque en el momento de la pérdida no lo entienda, es necesario atravesar ese dolor para evitarte otro mayor que pudiese aniquilar intensamente tu vida.. El nunca ha perdido el control de lo que le sucede, siendo humanamente inentendible “… que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien…” Romanos 8:28 . El típico caso de Job es el que mejor ilustra como la vida en integridad tiene su recompensa y retribución de toda pérdida y en sus sabias palabras “De oídas te había oído: Mas ahora mis ojos te ven” Job 42:5 son el evidente ¡Señor te siento tan cerca ahora que he tenido que experimentar la pérdida para encontrarme contigo. Él, que jamás fallará, en su sabiduría sabrá fortalecerle en el proceso, no pelee con Dios, no es su enemigo, sólo desea consolarle, déjese abrazar con esa ternura que tiene, libere el corazón del rencor que mina cada día su existir. Nadie puede hacerle más daño que el aferrarse a ese sentimiento negativo que como hiedra envenena el corazón, desarrolle la capacidad del amor a través del perdón que quizás no es porque los demás lo merezcan, sino porque nace dentro de su ser. Aprenda a bendecir a aquellos que han sido los causantes de su pérdida, pero por sobre todas las cosas abra su corazón a Jesucristo que Él sabrá sanar amorosamente cada herida, sin que tenga que cargar con sus secuelas durante toda la vida, recuerde que en el Señor cada final puede ser sólo un principio.
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