1955. TEMAS, PROBLEMAS Y ENFOQUES RECIENTES María In
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LA PRODUCCION HISTORIOGRAFICA RESPECTO DE LA ARGENTINA DEL PERIODO 1930-<br />
<strong>1955.</strong> <strong>TEMAS</strong>, <strong>PROBLEMAS</strong> Y <strong>ENFOQUES</strong> <strong>RECIENTES</strong><br />
<strong>María</strong> <strong>In</strong>és Barbero - Marcelo Rougier<br />
Algunas consideraciones sobre la historiografía argentina reciente<br />
La historiografía argentina ha realizado prodigiosos avances en los últimos quince años,<br />
tanto en la cantidad como en la calidad de los trabajos, en los que se advierte una creciente<br />
profesionalización. La reorganización del campo intelectual ha pasado por diversos planos: por<br />
una parte el de la renovación universitaria y de los centros de investigación; por otra, la<br />
reconstrucción de los lazos académicos entre distintos grupos ha contribuido a establecer<br />
principios de legitimación propios de una comunidad académica. A ello se agrega el número de<br />
publicaciones periódicas y de colecciones editoriales especializadas en historia, que se han<br />
sumado a una significativa inserción de la historiografía argentina en circuitos internacionales de<br />
especialistas. Este último proceso reconoce una doble naturaleza: la formación de jóvenes<br />
investigadores en centros del exterior y los intercambios académicos entre historiadores<br />
argentinos y de otros países (uno de cuyos subproductos es la significativa presencia de trabajos<br />
de estudiosos argentinos en publicaciones periódicas internacionales).<br />
La renovación ¿ha sido también de temas y problemas? Es más difícil dar una convincente<br />
respuesta en este punto. Buena parte de las líneas de investigación y de los debates conciemen<br />
a cuestiones puestas en el tapete por la generación de los años sesenta. Si, en algunos casos, se<br />
siguen hipótesis o líneas de investigación formuladas en aquellos años, en otras lo que se hace es<br />
polemizar con aquéllas. Pero como alguna vez dijera el gran Amaldo Momigliano, los adversarios<br />
y los maestros se parecen. Lo que sugiere cuán dependiente se está en una polémica de las<br />
líneas establecidas por aquéllos a quienes se busca refutar.<br />
Esa incertidumbre acerca de los reales avances interpretativos y problemáticos en la<br />
historiografía argentina es aún más visible si nos detenemos a observar el campo de la historia<br />
contemporánea. Es decir aquella que convencionalmente se abre a partir de 1930. En este<br />
sentido, dos han sido las líneas de trabajo que han suscitado mayor interés y una producción más<br />
vasta (pero en las cuales se hace más visible aquella dependencia crítica de los años sesenta):<br />
1)La cuestión de la revalorización del período de la economía primaria exportadora y la<br />
consecuente crítica del modelo de sustitución de importaciones que conllevó una verdadera<br />
inversión valorativa de las posibilidades y resultados de la economía argentina antes y después de<br />
1930. Ello dio lugar a una larga saga crítica de la lectura cepalina y dependentista.<br />
2)La revisión de los orígenes del peronismo que se centró en dos puntos: a) la crítica a la idea de<br />
ruptura, de un antes y un después del surgimiento del movimiento popular que llevó a buscar las<br />
continuidades del mismo con fenómenos de los años treinta -sea en la cuestión sindical, sea en el<br />
plano de las ideas económicas y más recientemente en el papel del catolicismo y de la Iglesia,<br />
cuya expansión en los treinta habría posibilitado el triunfo del populismo. b) La discusión de las<br />
antiguas caracterizaciones del peronismo como fascismo o como populismo de corte tradicional<br />
que en oposición a la precedente había formulado sobre todo Gino Germani. En realidad, la<br />
crítica ha girado en tomo a las interpretaciones y la metodología de análisis impuesta por Germani<br />
acerca del surgimiento del peronismo y de la naturaleza de su régimen.<br />
Otros temas que han concitado interés, aunque menor cantidad de trabajos y menos<br />
virulencia polémica han sido la recaracterización del régimen uriburista en lo político (cuyo<br />
"fascismo" es también cuestión en discusión) y la redefinición de la llamada “década infame” en un<br />
conjunto de líneas políticas más heterogéneas de lo que se había supuesto y menos ligadas<br />
automáticamente a potencias hegemónicas o a las políticas implementadas por la Argentina
conservadora preyrigoyenista, sea en sus políticas económicas, sea en sus políticas sociales. En<br />
este sentido, la lectura del treinta como una pura restauración o como una pura subaltemidad a los<br />
intereses británicos ha sido seriamente puesta en cuestión. En estos puntos, con todo, existe<br />
también una relación crítica con cuanto había sido propuesto en los años sesenta sobre todo por<br />
el revisionismo histórico, cuyos ejes analíticos han dejado de despertar la preocupación de los<br />
historiadores profesionales.<br />
¿Que puntos oscuros hay en todo esto? En primer lugar la falta de comunicación entre las<br />
distintas innovaciones historiográficas que impide una verdadera complejización del período 1930-<br />
<strong>1955.</strong> Más aún, falta una buena discusión acerca de los preconceptos implícitos en esa misma<br />
pedodización. En tercer lugar, parece necesaria una complejización del problema que supere la<br />
lectura iluminista progresiva de un proceso histórico caracterizado por etapas entre sí<br />
encadenadas necesariamente y en las cuales la sucesiva implica una ampliación de las fronteras<br />
sociales y políticas con respecto a la precedente. Estas lecturas teleológicas deben ser al menos<br />
puestas en discusión. Aunque no se fundamenten ya en la idea del paso a nuevas formas<br />
superiores de la civilización ligadas a nuevas relaciones con los medios de producción, aunque la<br />
dualidad tradicional-modema esté puesta también seriamente en cuestión, siguen sosteniéndose<br />
en ideas de expansión de la ciudadanía, de fases sucesivas de integración de nuevos actores<br />
sociales, de diversificación y complejización económica, etc.<br />
Tres parecen ser los puntos que requieren mayores discusiones. En primer lugar, la<br />
búsqueda de explicaciones contextuales que dejen de ver el proceso desde los resultados que<br />
porque fueron tales fueron inevitables (o estaban inevitablemente inscriptos en el proceso<br />
histórico). En este sentido, particularmente útil es la rediscusión acerca de los momentos de 1931<br />
y 1946 que permiten reintroducír un marco de incertidumbre y de no necesidades de las etapas<br />
políticas abiertas a partir de esos resultados electorales. Ello invita a ver a fenómenos como el<br />
peronismo como una de las alternativas posibles de la Argentina de la posguerra y no como la<br />
única (es claro que la disolución de las relaciones causales entre distintos pasados sucesivos<br />
rompe también la relación necesaria entre pasado-presente y entre presente y futuro).<br />
En segundo lugar una complejización de cada época histórica y de los actores políticos en<br />
cada una de ellas involucrados, en el sentido de que no existe un conjunto de rasgos mínimos que<br />
los caractericen ni en relación con su "esencia" ni en relación con la idea de progreso. No se sabe<br />
bien porqué el peronismo sería un fenómeno atípico (¿atípico con relación a qué movimiento que<br />
expresaría una forma pura necesaria derivable de un modelo ideal?) ni porqué tendría una<br />
esencia que revelase su "naturaleza". En este punto son los prejuicios de los investigadores o su<br />
limitada formación los que llevan a buscar esos rasgos definitorios o esas patologías respecto a<br />
un estado de salud presupuesto. Del mismo modo que para los años treinta es interesante<br />
preguntarse acerca de los distintos actores políticos que confluyen en el peronismo, su<br />
heterogeneidad ideológica y política y los conflictos por los espacios de poder más allá de un<br />
liderazgo político que también podría ser visto como mediador de equilibrios entre estas<br />
fracciones. Por supuesto que se conoce bastante bien la situación en el momento fundador del<br />
peronismo y hasta 1947. Permanecen más en la oscuridad las nuevas formas en que los actores<br />
políticos operaban luego. Ello parece imprescindible para comprender mejor la complejidad y la<br />
contradictoriedad de las políticas del peronismo, por ejemplo en relación con las migraciones.<br />
Por supuesto que muchos de esos temas llevan a problemas no planteados o<br />
insuficientemente planteados por la historiografía y ello parecería contradictorio con la idea de un<br />
ensayo bibliográfico. Sin embargo, percibir algunas de las cuestiones pendientes puede ayudar a<br />
iluminar lo ya producido y percibir si aquella expansión cuantitativa y cualitativa aludida al<br />
comienzo a significado una mejor, más problemática y más comprensiva percepción de la<br />
Argentina contemporánea.<br />
En el marco de las consideraciones expuestas, un ensayo bibliográfico sobre la producción<br />
historiográfica reciente acerca del período 1930-1955 tiene como objetivo ofrecer una<br />
actualización en tres campos: el de los temas y problemas en discusión, el de las interpretaciones<br />
y debates en curso y el de los nuevos enfoques y nuevas fuentes desde donde se ha llevado a<br />
cabo la investigación.<br />
No hemos realizado un elenco exhaustivo de temas ni de publicaciones, sino seleccionado<br />
algunos problemas generales a partir de los cuales ofrecer un panorama sobre la producción<br />
reciente y sobre cuestiones en debate.
1) Nuevas interpretaciones sobre el proceso de industrialización antes y después de 1930<br />
Desde comienzos de los años setenta los estudios sobre los orígenes del proceso de<br />
industrialización en la Argentina han sido escenario de una reacción contra las interpretaciones<br />
vigentes en las décadas previas. De una imagen de una industrialización obstaculizada por el<br />
predominio de la producción agropecuaria destinada a la exportación se ha ido girando a una<br />
visión mucho más matizada, en la que de la idea de la contraposición entre sector agrario y sector<br />
industrial se ha pasado a la de la posible complementación entre ambos sectores.<br />
En realidad, este giro no ha sido ni exclusivo de la Argentina ni aceptado en forma<br />
unánime por los estudiosos de la historia de la industria. La revisión de las interpretaciones que<br />
enfatizaban el efecto benéfico de la depresión de los años treinta sobre el desarrollo de una<br />
industria sustitutiva ha sido común a las historiografías latinoamericanas. Por una parte se ha<br />
revalorizado el crecimiento industrial previo a 1930, y por la otra se ha puesto en duda el axioma<br />
de que el desarrollo de la industria haya sido inversamente proporcional a la apertura de las<br />
economías.<br />
Ello ha llevado a repensar la imagen de 1930 como un momento de ruptura, y a enfatizar<br />
las continuidades entre el "modelo agroexportador” y el "modelo de sustitución de importaciones".<br />
Puede afirmarse que hoy existe un amplio consenso acerca de la no contraposición entre<br />
intereses agrarios e industriales en la etapa de "crecimiento hacia afuera". Se discute en cambio -<br />
en forma explícita o implícita- sobre el efecto que ello tuvo sobre la industrialización y en general<br />
sobre el desarrollo económico de la Argentina.<br />
Mientras que una visión "optimista" enfatiza los logros del crecimiento industrial previo a<br />
1930, una interpretación "pesimista" encuentra en él las raíces de los límites de nuestro desarrollo<br />
industrial, que atribuye esencialmente a las características del sector empresario.<br />
Lo que aparece por otra parte como un tema recurrente, en forma más o menos explítica,<br />
es lo que Juan Carlos Korol e Hilda Sábato denominaron la "obsesión por la industrialización<br />
trunca” 1 . Las lecturas del pasado buscan la clave de las dificultades del presente, y lo que varía<br />
son las interpretaciones y los responsables de las frustraciones de hoy.<br />
Los estudios sobre el proceso de industrialización en la Argentina tuvieron como punto de<br />
partida la publicación de las obras del ingeniero Adolfo Dorfman. La Evolución industrial argentina<br />
y la Historia de la industria argentina, ambas editadas al iniciarse la década de 1940, constituyeron<br />
la primera aproximación sistemática al tema. Reeditadas en 1970 en una nueva versión con el<br />
título de Historia de la industria argentina, fueron, hasta hace muy poco, la única obra de síntesis<br />
disponible.<br />
La profundidad del trabajo de Dorfman y la amplísima evidencia empírica en la que se<br />
fundamentó son dos de las razones que hacen que siga siendo hoy una obra de consulta<br />
obligada, sin que el paso de los años le haya quitado actualidad y vigor. En cierta forma la obra<br />
de Dorfman inauguró también lo que, con cierta permisividad, podemos llamar "interpretación<br />
clásica" u "ortodoxa" del proceso de industrialización en la Argentina.<br />
Aunque con muchos matices, derivados de un conocimiento muy amplio del tema,<br />
Dorfman enunció una serie de hipótesis -retomadas más tarde por otros estudiosos- que<br />
constituyeron el punto de partida para las interpretaciones predominantes hasta comienzos de la<br />
década de 1970.<br />
Desde este punto de vista, podemos señalar en primer lugar la afirmación de que el hecho<br />
de que la Argentina comenzara a industrializarse a la par de su inserción en el mercado mundial<br />
como país exportador de productos agropecuarios significaba un obstáculo para alcanzar un<br />
desarollo industrial plenamente satisfactorio. En palabras del mismo Dorfman, "hay Estados,<br />
como <strong>In</strong>glaterra y Bélgica, por ejemplo, que estructuran su poderío económico en forma casi<br />
exclusiva sobre la elaboración de materias primas que no extraen de su suelo; allí la industria<br />
constituye el rasgo general y característico, mientras la agricultura y la ganadería ocupan lugares<br />
secundarios. No acontece lo propio en otras naciones, entre las que se halla nuestro país, donde<br />
1 J.C.Korol and Hilda Sábato, incomplete <strong>In</strong>dustrialization: an Argentine Obsession, "Latin American Research<br />
Review", XXV, 1, 1990
la riqueza agropecuaria es la esencial pues constituye el basamento económico de la sociedad y<br />
el caudal preferido en sus relaciones comerciales con el resto del mundo” 2 .<br />
Para Dorfman el carácter predominantemente agropecuario de la economía argentina no<br />
sólo atentaba contra las posibilidades de que se convirtiera en un país industrial, sino que creaba<br />
serias dificultades para el desarrollo de la actividad manufacturera. En primer lugar, porque la<br />
supervivencia de rémoras latifundistas en el campo, por lo menos hasta la primera guerra mundial,<br />
"elevaban una valla infranqueable para el desarrollo fabril manufacturero nacional", al restringir la<br />
capacidad adquisitiva de la gran mayoría de los habitantes rurales 3 . En segundo término, porque<br />
los industriales argentinos, "social y políticamente en minoría, carecen de la fuerza suficiente para<br />
imponer al sector gobernante un punto de vista que responda a sus propias necesidades... (la<br />
industria argentina) es un niño que crece entre adultos, un niño nacido fuera de época” 4 .En parte<br />
como consecuencia de esta situación surgía un tercer obstáculo: la falta de una acción estatal<br />
adecuada que protegiera a la industria naciente, sobre todo a través de la elevación de los<br />
aranceles a la importación, pero también por medio del crédito y de la política impositiva.<br />
Dorfman enunciaba así una sede de factores -rasgos arcaicos del sector agrario, debilidad<br />
de los empresarios industriales, falta de acción estatal- que aparecían como las claves de los<br />
límites de la industrialización argentina. Todos ellos se ligaban a la preeminencia del modelo<br />
agroexportador hasta la década de 1930 y en general a los momentos en que la economía<br />
argentina había estado más abierta. Señalaba al mismo tiempo que en aquellos períodos en que<br />
el intercambio se había visto limitado, como durante la crisis de 1890 y sobre todo a lo largo de la<br />
Primera Guerra Mundial, la industria se había visto favorecida por la reducción de las<br />
importaciones y la consecuente posibilidad de acceder a una cuota mayor del mercado interno.<br />
En su libro Cincuenta años de industrialización en la Argentina. 1930-1980, publicado en<br />
1983, Dorfman continuó la obra iniciada con sus trabajos anteriores, y en los primeros capítulos,<br />
dedicados al desarrollo histórico de las industrias, ofreció una reseña sobre el desarrollo<br />
manufacturero hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. En términos generales retorna la idea<br />
de que el principal elemento dinamizador de la industria local fue la protección forzosa generada<br />
por aquellas coyunturas que dificultaron el comercio exterior, generando una industria sustitutiva:<br />
las dos guerras mundiales y la crisis de los años treinta. Considera al período que se extiende<br />
hasta fines de los años veinte como preindustrial o de incipiente industrialización", y ubica al inicio<br />
de la sustitución de importaciones en la etapa sucesiva 5 .<br />
Desde fines de la década de 1950 se fue incrementando el interés por el estudio de la<br />
industrialización en una perspectiva histórica. Ello puede atribuirse a una serie de razones. Entre<br />
ellas podemos señalar en primer lugar al proceso de renovación historiográfica que orientó<br />
crecientemente la investigación hacia la historia económica y social, en el que hasta entonces el<br />
interés de los historiadores había sido muy limitado. Al mismo tiempo, la inquietud por el<br />
problema del subdesarrollo llevó a los economistas a indagar en la historia en busca de claves<br />
para el presente, fenómeno que no fue en ningún modo privativo de la Argentina pero que en<br />
nuestro país dio origen a algunos de los trabajos clásicos en el campo de la historia económica,<br />
como los de Di Tella y Zymelman y Ferrer.<br />
Si bien los marcos conceptuales que guiaron las investigaciones fueron heterogéneos, las<br />
influencias más destacadas fueron la de la teoría de la modernización, la de la teoría del<br />
desarrollo y la del estructuralismo latinoamericano, signado por el pensamiento de Raúl Prebisch.<br />
No siempre dichas influencias fueron excluyentes o claramente explicitadas, y en general en el<br />
caso de los historiadores fueron más heterogéneas que en el de los economistas.<br />
Un elemento común que caracteriza a las obras publicadas en los años sesenta es la<br />
visión del crecimiento industrial en el período 1880-1930 como limitado e insatisfactorio. Más allá<br />
de los matices, que no deben ser subestimados, los diversos autores enfatizaban los obstáculos<br />
que debió enfrentar la industria en la etapa de especialización en la producción agropecuaria<br />
destinada a la exportación.<br />
2<br />
A.Dorfman, Historia dc la <strong>In</strong>dustria argentina, Buenos Aires, Solar, 1970<br />
3<br />
id., p.249<br />
4<br />
id., p.234<br />
5<br />
A.Dorfman, Cincuenta años de industrialización en la Argentina. 1930-1980. Desarrollo y perspectivas,<br />
Buenos Aires, Solar, 19831, p.60
Ello puede observarse tanto en las obras de síntesis sobre el desarrollo económico<br />
argentino en el largo plazo como en una serie de trabajos que analizan aspectos sectoriales de<br />
dicho proceso.<br />
Nos referiremos en primer término a dos trabajos de síntesis -La economía argentina de<br />
Aldo Ferrer (publicado por primera vez en 1963) y Las etapas del desarrollo económico argentino<br />
de Guido Di Tella y Manuel Zymelman (cuya primera edición data de 1967)- que nos permiten<br />
observar respectivamente la perspectiva del estructuralismo cepalino y la de la teoría del<br />
desarrollo 6 .<br />
La obra de Ferrer parte de la premisa de que "es imposible lograr una comprensión<br />
adecuada de las causas del estancamiento" de la economía argentina "sin analizar las raíces<br />
históricas de la presente situación y los cambios producidos en la economía mundial que,<br />
tradicionalmente, han jugado un papel preponderante en el desarrollo argentino” 7 .<br />
Siguiendo el modelo de la obra de Celso Furtado para el caso de Brasil, establece una<br />
serie de etapas en la evolución económica de la Argentina desde el siglo XVI en adelante. Para la<br />
época que nos ocupa contrapone el período de "economía primaria exportadora" (1860-1930) al<br />
de "economía industrial no integrada", a partir de 1930. En su análisis es fuertemente crítico hacia<br />
la inserción de la Argentina en el mercado mundial desde mediados del siglo XIX, ya que si bien<br />
ve a la etapa 1860-1930 como la de modernización económica del país, enfatiza los aspectos<br />
negativos de dicha inserción, entre los que incluye la vulnerabilidad exterior de la economía<br />
basada en la exportación de bienes primarios, con un alto nivel de endeudamiento externo, y la<br />
desigual distribución del ingreso, cuya causa principal atribuye a la concentración de la propiedad<br />
de la tierra.<br />
Para Ferrer, el crecimiento económico del período 1860-1930 tuvo un carácter endeble y<br />
dependiente. Considera que durante esa etapa el desarrollo industrial se vio limitado por la<br />
composición de las importaciones y la ausencia total de una política de fomento de la actividad<br />
manufacturera, que se vio reducida a las industrias de menor densidad de capital y complejidad<br />
técnica. Sostiene también que la desigualdad en la distribución del ingreso gravitó en el aumento<br />
de las importaciones de bienes de consumo e inversión suntuaria y desestimuló el desarrollo de<br />
actividades orientadas al mercado interno 8 .<br />
En este marco, la crisis de 1930 aparece como el punto de inflexión en el que se inaugura<br />
la etapa de "economía industrial no integrada", en la cual el sector manufacturero ocupa un papel<br />
clave en cuanto al empleo de mano de obra y al carácter dinámico de su comportamiento. Para<br />
Ferrer fueron las nuevas condiciones de la economía mundial las que impulsaron el proceso de<br />
industrialización, al limitar las posibilidades de crecimiento dentro del modelo agroexportador.<br />
"Bajo el estímulo de la caída de la capacidad de importar, del encarecimiento de las<br />
importaciones, del crecimiento y diversificación de la demanda interna y, finalmente, de las<br />
innovaciones técnicas, la industria experimentó un sostenido desarrollo desde 1930 hasta fines de<br />
la década de 1940" 9 . No me detendré en el análisis que realiza Ferrer del período siguiente, ya<br />
que queda fuera del período considerado. En él enfatiza los límites del modelo de sustitución de<br />
importaciones con un crecimiento industrial no integrado, con la consecuente vulnerabilidad a los<br />
factores externos en la medida en que el desarrollo de la industria manufacturera depende de la<br />
capacidad importadora del país.<br />
El trabajo de Di Tella y Zymelman parte de la misma necesidad que el de Ferrer:<br />
comprender la situación actual a partir de "un rastreo de los antecedentes históricos". Partiendo<br />
del modelo de las etapas del desarrollo de Rostow, introducen entre el período de<br />
preacondicionamiento (1880-1914) y el del crecimiento autogenerado (1933-1952)una etapa<br />
intermedia a la que denominan "la demora", caracterizada por una contracción de la inversión y<br />
"una detención en la evolución de la posición relativa entre la agricultura y la industria" 10 .<br />
Consideran que recién a partir de 1933 comenzó el proceso de crecimiento autogenerado, "como<br />
resultado directo de la gran crisis, el deterioro de los términos del intercambio y la carencia de<br />
6 A.Ferrer, La economía argentina, México, Fondo de Cultura Económica, 1963 (las citas que aparecen en el texto están<br />
tomadas de la quinta reimpresión de la segunda edición, Buenos Aires, 1972)-, G. Di Tella y M.Zymelman, Las etapas<br />
del desarrollo económico argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1967.<br />
7 A.Ferrer, opcit., p.9.<br />
8 ibid.. pp. 143-145<br />
9 ibid.,p.190<br />
10 G.Di Tella y M.Zymelman, op cit., p.27
divisas extranjeras". En él la industria sustitutiva pasó a liderar el proceso de crecimiento,<br />
favorecida no sólo por las nuevas condiciones internacionales sino también por las políticas<br />
públicas 11 .<br />
La hipótesis de la demora, que había sido ya formulada por Alejandro Bunge, generó una<br />
intensa polémica, en la cual no nos detendremos 12 . Lo que interesa subrayar es que Di Tella y<br />
Zymelman consideran que si bien para 1914 el país parecía reunir todos los requisitos<br />
económicos previos para la industrialización y el desarrollo autogenerado, ello no se concretó<br />
fundamentalmente a causa de la falta de visión de los sectores sociales y económicos dirigentes,<br />
ilusionados con un "retomo a la normalidad" durante la década del veinte e incapaces de generar<br />
una política activa de promoción a la industria.<br />
Esta visión muy negativa de la relación entre el modelo agroexportador y el desarrollo<br />
industrial se repite en casi todos los trabajos de los años sesenta, desde una multiplicidad de<br />
perspectivas. Los temas recurrentes son la ausencia de políticas públicas favorables a la industria<br />
-en particular la falta de protección arancelaria-, la falta de crédito para la actividad industrial, la<br />
debilidad de los empresarios industriales (mayoritariamente inmigrantes), o la falta de un espíritu<br />
de empresa favorable a la inversión en la industria, debido al predominio de valores aristocráticos.<br />
En general todos ellos se vinculan con la hegemonía política de los grandes terratenientes, cuyos<br />
intereses son presentados como contradictorios con el desarrollo de actividades industriales, salvo<br />
aquellas directamente vinculadas con el sector agropecuario.<br />
La "visión clásica" comenzó a cuestionarse desde principios de la década de 1970, en<br />
parte por la disponibilidad de evidencia empírica que relativizaba sus afirmaciones, y en parte por<br />
efecto de un cambio de perspectiva que implicó analizar el proceso de industrialización desde<br />
nuevos marcos conceptuales. Como ya señalamos, este proceso de revisión no se limitó al caso<br />
argentino, y fue común a las diversas historiografías latinoamericanas 13 .<br />
En términos generales la visión "revisionista" discutió el presupuesto de que el crecimiento<br />
del sector industrial se haya visto penalizado durante la etapa de expansión agropecuaria en el<br />
marco de una economía abierta, enfatizando en cambio que el proceso de modernización de la<br />
economía y de la sociedad que tuvo lugar entre 1880 y 1930 creó condiciones favorables para el<br />
desarrollo de la industria 14 .<br />
Desde este punto de vista se enumeran diversos factores que habrían contribuido al<br />
crecimiento industrial, entre los que se destacan el marco institucional (con una legislación que<br />
garantizaba la propiedad privada y fomentaba la inversión extranjera), el proceso de<br />
eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante generado por la expansión agropecuaria y la política<br />
arancelaria que garantizó un nivel bastante elevado de protección. Por otra parte, se ofrece una<br />
nueva visión de los actores sociales y sus intereses, señalando la falta de contraposición entre<br />
empresarios agrados e industriales. Las principales contribuciones que dieron origen a la visión<br />
"revisionista" han sido las de historiadores y economistas nucleados en el <strong>In</strong>stituto Di Tella, entre<br />
los que se destacan Roberto Cortés Conde, Ezequiel Gallo y Javier Villanueva 15 . También debe<br />
incluirse la obra de Carlos Díaz Alejandro -estrechamente vinculado con el <strong>In</strong>stituto desde 1963-,<br />
cuyos Ensayos sobre la historia económica argentina, publicados en inglés en 1970, ofrecieron<br />
una relectura de nuestro pasado fuertemente contrastante con las de los años sesenta.<br />
Desde el punto de vista de los marcos conceptuales que guían a esta nueva interpretación,<br />
hay en primer lugar una postura muy crítica hacia el estructuralismo cepalino, con un viraje hacia<br />
11 ibid., p.29<br />
12 Véase J.Llach (selección e introducción), La Argentina que no fue. Tomo 1: Las fragilidades de la Argentina<br />
agroexportadora (1918 - 1930),Buenos Aires, IDES, 1985<br />
13 Un panorama de conjunto puede verse en C.Lewis, La industria en América Latina antes de 1930 en L.Bethell<br />
(ed.),Historia de América Latina. 7. América Latina: economía y sociedad, c. 1870-1930, Cambridge Universiy Press-<br />
Ed.Crítica, Barcelona, 1991<br />
14 El número 13 del Anuario del IEHS (1998) dedica una sección a las "Perspectivas sobre la historia de la<br />
industrialización argentina", que incluye entre otros artículos los de E.Gallo y R.Cortés Conde citados en la nota<br />
siguiente.<br />
15 Trabajos paradigmáticos de la visión revisionista son: E.Gallo, Agrarian expansion and industrial development in<br />
Argentina, mimeo, Documento de Trabajo del <strong>In</strong>stituto Di Tella, 1970; J.Villanueva, El origen de la industrialización<br />
argentina, en "Desarrollo Económico", vol. 12, nº47, 1972;R.Cortés Conde, The export economy of Argentina. 1880-<br />
1920, en R.Cortés Conde y S.Hunt (eds), The Latin American Economies, New York, Homes and Meyer, 1985
posiciones neoclásicas o institucionalistas. Una influencia muy visible es la de Albert Hirschmann,<br />
y en el caso de Ezequiel Gallo la de la teoría del bien primado exportable.<br />
A diferencia de los trabajos de los sesenta, confían más en el mercado como mecanismo<br />
de asignación de factores que en la acción del Estado. Coinciden en señalar que el período de<br />
mayor crecimiento de la economía argentina coincidió con el de menor intervención estatal, y en<br />
ese marco resaltan el desarrollo industrial previo a 1930.<br />
Proponen una visión mucho más gradualista del proceso de industrialización, que puede<br />
ser leída en parte como un rechazo al modelo rupturista de Rostow, y explícita o implícitamente<br />
rechazan la periodización cepalina que inicia la "sustitución de importaciones" en los años treinta.<br />
El primer trabajo que discutió la visión "ortodoxa" fue el de Ezequíel Gallo, Agrarian<br />
expansion and industrial development in Argentina, publicado originalmente como Documento del<br />
Trabajo del <strong>In</strong>stituto Di Tella en 1970.<br />
Su hipótesis es que, a diferencia de lo que sostenía la interpretación "ortodoxa", la<br />
expansión de la etapa agroexportadora habría benefíciado no sólo al sector primario sino a la<br />
economía en su conjunto, y que no habría existido una relación conflictiva entre sector agrario y<br />
sector industrial. Desde la perspectiva de la teoría del bien primario exportable, analiza en qué<br />
medida el crecimiento de la producción agropecuaria puede, a través de los eslabonamientos,<br />
propasarse hacia otras ramas de la actividad económica, y cómo este proceso no fue<br />
característico sólo de la Argentina, sino también de otros países.<br />
En su trabajo Gallo discute también las interpretaciones "sociológicas" que hacían hincapié<br />
ya sea en la hostilidad de los terratenientes hacia el desarrollo industrial o en la debilidad de los<br />
empresarios industriales para convertirse en un factor de presión exitoso.<br />
En 1972, en su artículo titulado "El origen de la industrialización argentina", Javier<br />
Villanueva opone explícitamente lo que considera una versión "olímpica" acerca de la<br />
industrialización argentina -la que veía a 1930 como un momento de ruptura- a una nueva<br />
interpretación mucho más gradualista del desarrollo industrial.<br />
La principal contribución de Villanueva era la de insistir sobre la importancia del proceso de<br />
industrialización antes de la crisis de 1929 y de la depresión de los años treinta, al que veía como<br />
una condición para el desarrollo industrial de las décadas sucesivas.<br />
Para fundamentar su afirmación acerca del crecimiento industrial anterior a 1930 ofrece<br />
abundante evidencia empírica, utilizando las estadísticas de la CEPAL, los datos sobre año de<br />
fundación de los establecimientos industriales del Censo <strong>In</strong>dustrial de 1935 e información sobre<br />
inversión directa extranjera. Señala que después de 1930 la tasa de crecimiento industrial no fue<br />
mayor que en la etapa previa, sino que hubo sobre todo cambios en la composición del sector<br />
manufacturero, con el retroceso de la industria alimenticia y el avance de los textiles y la<br />
metalurgia.<br />
Otra línea de trabajos que contribuyeron a relativizar las afirmaciones de la interpretación<br />
ortodoxa fue la de las investigaciones sobre las tarifas aduaneras y la protección arancelaria, entre<br />
los que fue pionero el de Díaz Alejandro, que en uno de sus ensayos había señalado que el nivel<br />
de protección de la Argentina entre 1906 y 1940 había sido relativamente elevado en términos<br />
internacionales -similar al de Australia y mayor que el de Canadá, Francia, Alemania e Italia-, y<br />
que a pesar de las oscilaciones en los precios las tarifas se mantuvieron a niveles que<br />
suministraban protección eficaz para muchas actividades 16 . Esta línea de investigación fue<br />
retomada más tarde por Carl Solberg y Donna Guy 17 , que para distintos momentos estudiaron el<br />
apoyo de los sectores agropecuarios a las medidas de protección aduanera, y por Colin Lewis 18 ,<br />
que enfatizó la capacidad de los empresarios industriales para presionar a favor de la implantación<br />
de tarifas proteccionistas.<br />
16 C.A.Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, Buenos Aires, Amorrortu, 1975<br />
17 C.Solberg, The Tariff and Politics in Arpentina, 1916-1930, en "Hispanic American Historical Review", vol.53, n.2,<br />
may 1973; D.Guy, La política de Carlos Pellegrini en los comienzos de la industrialización argentina, 1873-1906, en<br />
"Desarrollo Económico", vol. 19, n.73, abril-junio 1979.<br />
18 C.Lewis, <strong>In</strong>migran Entrepreneurs, Manufacturing and <strong>In</strong>dustrial Policy in the Argentine, 1922-281 en "The Joumal of<br />
Imperial and Commonwealth History", vol.XVI, n. 1, october 1987.
En un trabajo sobre la economía exportadora argentina entre 1880 y 1920 publicado por<br />
Roberto Cortés Conde en 1985 19 , el autor retorna el problema de la relación entre el sector<br />
externo y el proceso de industrialización, enfatizando la importancia del crecimiento de la<br />
demanda como motor de la industria sustitutivo. En particular, discute la afirmación de que sea el<br />
carácter de economía primaria o exportadora el que defina si la economía va a ser de enclave, y<br />
otorga un papel relevante al proceso de eslabonamientos generado por la producción<br />
agropecuaria. Considera que las variables clave para estudiar el proceso de industrialización son<br />
las condiciones tecnológicas de producción, la asignación de recursos, las condiciones<br />
institucionales y sociales y las características de la población.<br />
El impacto de la visión "revisionista" fue muy significativo, en la medida en que la mayor<br />
parte de los estudiosos coinciden en que el crecimiento industrial en la Argentina fue un proceso<br />
gradual que se inició ya a fines del siglo XIX. Ello se comprueba en las publicaciones de los<br />
ochenta y los noventa, tanto en los trabajos de síntesis como en los estudios sectoriales y de<br />
casos. <strong>In</strong>cluso los trabajos más recientes de los economistas vinculados a la CEPAL incluyen<br />
como primera etapa de la industrialización la del período agroexportador 20 .<br />
Desde esta perspectiva podría afirmarse que, salvo algunos casos aislados, ha ido<br />
reemplazando a la visión ortodoxa. Ello se debe sin duda al peso de la evidencia empírica<br />
ofrecida por los "revisionistas", y también al debilitamiento de las posiciones teóricas que habían<br />
sustentado a los estudios de los años sesenta 21 . A la crisis del estructuralismo, del dependentismo<br />
y de la teoría del desarrollo, debemos agregar que en general en los estudios de los procesos de<br />
industrialización se han ido afirmando las posiciones gradualistas, que han cuestionado tanto la<br />
visión de las etapas de Rostow como el mismo concepto de “revolución industrial” 22 .<br />
Más allá del consenso acerca de los orígenes de la industrialización en la Argentina, las<br />
conclusiones que se derivan de la constatación de la importancia del desarrollo industrial previo a<br />
1930 son fuertemente divergentes.<br />
Para los historiadores y economistas de orientación neoclásica o institucionalísta, el hecho<br />
de que la industria haya comenzado a crecer a la par de la expansión agropecuaria es<br />
considerado como un indicador más de las ventajas que implicó para la Argentina el insertarse en<br />
el mercado internacional como país exportador de bienes primarios. La clave para explicar los<br />
problemas del presente la encuentran no en la etapa de crecimiento hacia afuera, sino en el<br />
período siguiente, con una visión fuertemente crítica del modelo de sustitución de importaciones.<br />
Ello es muy evidente en los Ensayos sobre la historia económica argentina de Carlos Díaz<br />
Alejandro, que contienen una evaluación muy negativa sobre todo del período 1943-955 y de lo<br />
que el autor considera las "respuestas tardías a la Gran Depresión". Sostiene que las políticas<br />
adoptadas entre 1930 y 1943, generadas por un equipo de técnicos competentes, permitieron<br />
crecer a una tasa razonable a pesar de las desfavorables condiciones externas, favoreciendo la<br />
industrialización sin que ello implicara descuidar las exportaciones ni excluir por completo la<br />
competencia extranjera. En contraste, se muestra muy crítico hacia las políticas implementadas<br />
por los gobiernos posteriores a 1943, sobre todo por el peronismo, al que responsabiliza de no<br />
haber aprovechado las condiciones favorables que ofrecía el mercado mundial después de la<br />
19 R.Cortés Conde, The export economy of Argentina, 1880-1920, en R.Cortés Conde and S.Hunt (eds.), The Latin<br />
American Economies, New York, Homes and Meier, 1985.<br />
20 B.Kosacoff, La industria argentina. Un proceso de reestructuración desarticulada, en B.Kosacoff y otros, El desafío<br />
de la competitívidad. La industria argentina en transforción Buenos Aires, Alianza/Cepal, 1993. En un trabajo sobre<br />
las etapas de la industrialización argentina publicado en 1989, Jorge Katz y Bemardo Kosacoff tenían todavía una<br />
visión mucho más rupturista, enfatizando que si bien había habido un cierto crecimiento industrial antes de 1930, recién<br />
a partir de entonces éste había tomado una dimensión significativa, gracias a las nuevas condiciones de la economía<br />
internacional y a la puesta en marcha de políticas activas de industrialización por parte del Estado. Véase J.Katz y<br />
B.Kosacoff, Las etapas de la industrialización argentina en id., El proceso de industrialización en la Argentina.<br />
Evolución, retroceso y prospectiva, Buenos Aires, CEAL, 1989<br />
21 De todos modos la aceptación de la nueva visión no es unánime. A modo de ejemplo, cito un artículo reciente de<br />
Aldo Ferrer en el que contrapone el "consenso prebischiano" al "consenso de Washington". A.Ferrer, Raúl Prebisch y<br />
los problemas actuales de América Latina, en "Ciclos", nº10, 1996.<br />
22 Veáse por ejemplo D.Landes, The Fable of the Dead Horse or The <strong>In</strong>dustrial Revolution Revisited, en J.Mokyr (ed.),<br />
The British <strong>In</strong>dustrial Revolution. An Economic Perspective, Boulder-San Francisco-Oxford, Westview Press, 1993;<br />
M.Berg y P.Hudson, Rehabilitating the <strong>In</strong>dustrial Revolution, "Economic History Review", XLV, 1, 1992
guerra. Reprueba en particular el énfasis puesto en la sustitución de importaciones y en un<br />
modelo de economía cerrada, con políticas adversas al comercio exterior y la inversión extranjera,<br />
al que hace responsable de las bajas tasas de crecimiento del PBI y del estrangulamiento de<br />
divisas. También censura el énfasis puesto por el peronismo en la redistribución del ingreso y el<br />
aumento del consumo popular, a expensas de la formación de capital y de la capacidad de<br />
transformación de la economía, así como la creciente regulación de la economía por parte del<br />
Estado.<br />
En una línea similar, Roberto Cortés Conde destaca en una de sus obras más recientes<br />
que mientras que en las primeras décadas de este siglo la industria se desarrolló en aquellos<br />
rubros en los que el país contaba con ventajas comparativas, el desarrollo industrial posterior a los<br />
años treinta, orientado al mercado interno, generó una industria dependiente de importaciones,<br />
que sólo pudo sostenerse con altos niveles de protección. Para Cortés Conde ya para mediados<br />
de la década de 1930 estaban planteados los principales problemas del desarrollo industrial<br />
argentino, y atribuye al modelo sustitutivo la responsabilidad de las frustraciones presentes 23 . Más<br />
en general considera que "las políticas elaboradas después de la Segunda Guerra Mundial para<br />
aislar a la Argentina de los shocks externos desfavorables (...) produjeron distorsiones enormes en<br />
la economía que se tradujeron en el pobre comportamiento observado en la segunda mitad del<br />
Siglo” 24 .<br />
A esta visión crítica del modelo sustitutivo podemos contraponer la de los autores que aún<br />
reconociendo la importancia del crecimiento industrial previo a 1930 rescatan las políticas de<br />
industrialización posteriores y buscan otras claves para explicar los problemas estructurales de la<br />
economía argentina. Para Jorge Federico Sábato y Jorge Schvarzer dicha clave se encuentra<br />
sobre todo en las características de los empresarios, a los que atribuyen un comportamiento<br />
especulativo que se habría originado en el período anterior a 1930 25 .<br />
Lo que aparece como paradójico es que mientras para Gallo la no contraposición de<br />
intereses entre empresarios agrarios e industriales habría resultado un factor positivo para el<br />
desarrollo industrial, para Sábato y Schvarzer constituyó en cambio un elemento negativo, en la<br />
medida en que habría condicionado a los empresarios hacia actitudes de corte especulativo.<br />
El tema del papel de los empresarios en los procesos de desarrollo ha sido fuertemente<br />
debatido en las ciencias sociales. En este debate podemos incluir desde las discusiones entre los<br />
economistas sobre la teoría del empresario hasta las polémicas entre historiadores sobre casos<br />
históricos de industrialización.<br />
En la Argentina el tema ocupó un lugar muy destacado en las investigaciones y<br />
discusiones desde los años sesenta, en los que el estudio del factor empresarial apareció muy<br />
ligado a las teorías de la modernización y del desarrollo. A partir de la hipótesis de que la<br />
existencia de empresarios innovadores era una condición necesaria para garantizar un desarrollo<br />
industrial sostenido, distintos estudios comenzaron a enfocar el problema desde una perspectiva<br />
histórica.<br />
En los trabajos publicados en los sesenta aparece como una constante la idea de que la<br />
Argentina no habría contado, en los inicios de su industrialización, con un empresariado capaz de<br />
liderar eficazmente un proceso de desarrollo sostenido. Aquí encontramos dos líneas de<br />
interpretación diversas: mientras una de ellas ve a los empresarios industriales como un grupo<br />
relativamente débil, incapaz de conformar una élite alternativa, la otra atribuye esta capacidad no<br />
a su debilidad sino a su identificación con los intereses de los terratenientes agroexportadores.<br />
José Luis de lmaz, en los dos capítulos que dedica a los empresarios del comercio y la<br />
industria en su obra sobre la élite dirigente, atribuye su debilidad como grupo tanto a su<br />
segmentación como a la incorporación de pautas de comportamiento de los sectores<br />
tradicionales 26 . Otros autores, como Roberto Cortés Conde y Oscar Comblit, ponen el énfasis en<br />
la alta proporción de inmigrantes y de pequeños empresarios entre los industriales, lo cual reducía<br />
23 R.Cortés Conde, La economía argentina en el largo plazo, Buenos Aires, Sudamericana-Universidad de San Andrés,<br />
1997. Véase el cap. VII, "Los comienzos de la industrialización en la Argentina".<br />
24 Ibid., p.43<br />
25 J.Schvarzer, La industria que supimos conseguir, Buenos Aires, Planeta, 1996; J.F.Sábato, La clase dominante en la<br />
Argentina moderna. Formación y características, Buenos Aires, CISEA, 1988. Una primera versión mimeografiada fue<br />
publicada en 1979, con el título de Notas sobre la formación de la clase dominante en la Argentina moderna (1880-<br />
1914)<br />
26 J.L.de Imaz, Los que mandan, Buenos Aires, Eudeba, 1964
sus posibilidades de transformarse en un factor de presión o de establecer vínculos con las<br />
fuerzas políticas 27 .<br />
La otra interpretación, en cambio, pone el acento en que los empresarios industriales, o al<br />
menos el sector más poderoso de ellos, habrían sido incapaces de liderar un proceso de<br />
industrialización exitoso debido a sus lazos con los sectores terratenientes. Dardo Cúneo<br />
presenta a los empresarios de la Unión <strong>In</strong>dustrial Argentina como vinculados al sistema<br />
agroexportador, más especuladores que empresarios, sin interés por desarrollar una “producción<br />
moderna” 28 .<br />
Si durante los años sesenta predominó la primera interpretación, que enfatizaba la<br />
contraposición entre empresarios agrarios e industriales, los términos se invirtieron en la década<br />
siguiente. En el trabajo ya citado Ezequiel Gallo discutía explícitamente las hipótesis de Cortés<br />
Conde y Comblit acerca de un conflicto entre el sector agrado exportador y el sector industrial, y<br />
sostenía que ambos tenían intereses comunes, lo cual habría contribuido, entre otros factores, al<br />
crecimiento de la industria durante la etapa agroexportadora 29 .<br />
Otro autor que en los años setenta puso énfasis en los lazos entre terratenientes e<br />
industriales fue Milcíades 30 Peña, aunque las conclusiones que sacaba de esta constatación eran<br />
opuestas a las de Gallo, en la medida en que consideraba que ello había obstaculizado<br />
decisivamente el desarrollo industrial.<br />
En realidad para Milcíades Peña la burguesía industrial habría nacido del seno de la clase<br />
terrateniente, y no habría constituido un sector diferenciado. Así como los empresarios<br />
agropecuarios estaban acostumbrados a obtener altas tasas de ganancia, “en Argentina la<br />
elevada cuota de ganancia de empresas especulativas y la mentalidad burguesa habituada a<br />
obtener grandes ganancias en poco tiempo se trasladan a la industria. Y ésta se convierte en una<br />
actividad especulativa más en la que ningún capitalista invierte sin la seguridad de elevados<br />
porcentajes de ganancia en un plazo perentorio” 31 .<br />
Al negar la existencia de una burguesía nacional modernizadora discutía, desde el<br />
trostkismo, acerca de las posibilidades de una revolución democrático burguesa, polemizando con<br />
otros sectores de la izquierda.<br />
La discusión sobre el papel de los empresarios en el proceso de industrialización cobró<br />
nuevo vigor en los años ochenta a partir de la publicación de la obra de Jorge Sábato acerca de la<br />
clase dominante en la Argentina 32 .<br />
La tesis de Sábato se centra en la afirmación de que la clase dominante argentina en el<br />
periodo de la expansión agropecuaria no estaba constituida por una burguesía terrateniente que<br />
se beneficiaba con la renta diferencial de la tierra pampeana, sino por una clase dominante que<br />
ejercía diversas actividades económicas: explotación agropecuaria, actividades comerciales y<br />
actividades financieras. En vez de acentuar los rasgos tradicionales de los empresarios<br />
agropecuarios pampeanos, según el molde del gran propietario rural latinoamericano o de las<br />
áreas no pampeanas de la Argentina, los presenta como empresarios capitalistas que buscan la<br />
maximización del beneficio mediante la diversificación de inversiones en distintas actividades<br />
económicas.<br />
Retornando la idea de Milcíades Peña de una clase dominante en la que no se distinguen,<br />
empresarios rurales e industriales, ve a los empresarios como racionales y maximizadores, pero a<br />
la vez como especuladores, interesados en la ganancia fácil y resistentes a la inversión de largo<br />
plazo. Para Sábato estas características se derivarían de la diversificación de las inversiones: en<br />
parte de prácticas características de la actividad agraria, comercial y financiera, y en parte de la<br />
necesidad de contar con capital disponible para poder desviar la inversión de una actividad a otra.<br />
Jorge Sábato atribuye los problemas del desarrollo argentino en el largo plazo a la<br />
preeminencia de la mentalidad especulativa entre los empresarios, derivada de su práctica<br />
27<br />
R.Cortés Conde, Problemas del crecimiento industrial (1870-1914), en T.Di Tella, G.Gernani y J.Graciarena<br />
(comps.), Argentina, sociedad de masas Buenos Aires, Eudeba, 1965; O.Cornblit, Imnigrantes y emipresarios en la<br />
política argentina, en T.Halperín Donghi y T.Di Tella (comps.), Los fragmentos del poder, Buenos Aires, Jorge<br />
Alvarez, 1969.<br />
28<br />
D.Cúneo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, Pleamar, 1967<br />
29<br />
E.Gallo, op.cit.<br />
30<br />
M.Peña, <strong>In</strong>dustrialización y clases sociales en la Argentina, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986<br />
31 ibid., p.203<br />
32 J.Sábato, op.cit.
concreta de inversión en actividades diversificadas y de ciertos rasgos del contexto argentino.<br />
Sostiene que la especulación constituyó en Argentina un fenómeno prolongado, con lo cual se<br />
convirtió en un dato más o menos permanente de los comportamientos económicos básicos.<br />
Encuentra las raíces de esta situación en el siglo XIX, con la sucesión de diversos booms, la<br />
escasez de capitales, la valorización de la tierra y la rápida expansión de una gama variada de<br />
actividades. Ello habría contribuido a generar una cierta psicología y la formación de mecanismos<br />
y comportamientos adaptados a funcionar en condiciones de riesgo.<br />
Jorge Schvarzer en su reciente trabajo de síntesis sobre la historia de la industria<br />
argentina 33 atribuye los mismos rasgos especulativos a los empresarios nacionales y extranjeros,<br />
pero señala también que el Estado no cumplió, hasta los años sesenta, el papel de impulsor del<br />
desarrollo industrial.<br />
La polémica sobre los orígenes de la industrialización trasciende largamente su punto de<br />
partida, y es sólo un aspecto de la confrontación entre interpretaciones alternativas sobre el<br />
pasado argentino.<br />
En lo que hace en particular al período 1930-1955 implica una revisión acerca del modelo<br />
de economía cerrada y de la sustitución de importaciones como un camino hacia el crecimiento<br />
sostenido, así como la discusión sobre el papel del Estado y el mercado en los procesos de<br />
desarrollo.<br />
2. La Historiografía económica y de las políticas económicas del período 1930-1955<br />
Una parte importante de las contribuciones a la historia económica ha provenido de<br />
economistas, lo cual seguramente imprimió características particulares a la producción<br />
historiográfica en este campo. Durante estas últimas tres décadas han sido muy diversas las<br />
preocupaciones de quienes indagaban en el pasado y, naturalmente, ello provocó distintas<br />
búsquedas y vías de análisis de lo sucedido. Sin embargo, básicamente, la historiografía<br />
económica se centró en el estudio de problemas del pasado de forma tal que permitiera “rastrear”<br />
las posibilidades de resolver problemas presentes. La reinterpretación de nuestra historia<br />
económica con el fin de establecer las causas del no desarrollo de la economía argentina,<br />
señalando eventuales “desvíos”, ha sido sin duda uno de los caminos más transitados. 34<br />
En términos globales, el análisis de la estructura económica y de las políticas económicas<br />
aplicadas entre 1930 y 1955 ha sido un tanto descuidado por la producción historiográfica de los<br />
últimos años. 35 Sin embargo, algunos temas específicos notan cierto desarrollo. Por ejemplo, un<br />
tema reconsiderado últimamente en el estudio de la política económica ha estado ligado al sector<br />
público. Estos trabajos pese a abarcar períodos de largo plazo sin profundizar en la etapa<br />
33 J. Schvarzer, op.cit.<br />
34 Carlos Carballo; "La historia del presente: un cuarto de siglo de reflexión sobre nuestra historia económica cercana",<br />
en Historiografía Argentina (1958-1988) Una evaluación crítica de la producción histórica argentina.Comité<br />
<strong>In</strong>ternacional de Ciencias Históricas, 1988.<br />
Un texto que resume cabalmente desde su título esta concepción y búsqueda es el de Juan José Llach; La Argentina que<br />
no fue. Las fragilidades de la argentina agroexportadora (1918-1930), IDES, 1985. El autor plantea allí que la<br />
Argentina es el resultado de "modelos irrealizados". "La Argentina es una sociedad frustrada en la que tal proliferación<br />
de modelos propuestos e incumplidos contrasta crudamente con la realidad; ... en cada una de las encrucijadas de<br />
nuestra historia podrán encontrarse las claves borrosas de diversas “argentinas que no fueron” según la óptica del<br />
presente". Otros títulos sugerentes de obras importantes realizadas por economistas se ubican en la misma dirección:<br />
Aldo Ferrer, El devenir de una ilusión. La industria argentina desde 1930 hasta nuestros días, Sudamericana, 1989;<br />
Daniel Azpiazu y Hugo Notcheff, El desarrollo ausente; Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la ilusión y el<br />
desencanto. Un siglo de política económica argentina. Ariel, 1998, etc.<br />
35 Los estudios generales más importantes son los de: Carlos Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica<br />
argentina, Amorrortu, 1975 (1970); Richard Mallon y Juan Sourrouille; La política económica en una sociedad<br />
conflictiva, el caso argentino, Amorrortu, 1976; Ferruci, Ricardo; Política económica argentina contemporánea Macchi,<br />
1991; P. H. Lewis, La crisis del capitalismo argentino, F.C.E., 1993 y Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la<br />
ilusión y el desencanto. Un siglo de política económica argentina. Ariel, 1998. Una compilación de documentos sobre<br />
el Estado y la economía para el período específicamente abordado puede verse en Malgesini, G. y Alvarez, N.; El<br />
Estado y la economía, 1930-1955, CEAL, 1983
considerada han permitido aportes específicos. En efecto, se han estudiado los incentivos<br />
tributados, el gasto público y la vinculación entre el déficit fiscal y la economía monetaria. 36<br />
Por su parte, la historia del sector monetario y financiero 37 y los diversos aspectos del<br />
sector externo: balanza de pagos, 38 tipos de cambio, 39 relación entre balanza comercial y<br />
sustitución de importaciones, 40 endeudamiento externo 41 y el grado de participación argentina en<br />
el comercio mundial han sido también relativamente analizados con distintos resultados en<br />
trabajos que abordan procesos de largo plazo. Sin embargo, muy pocos trabajos han realizado<br />
nuevas interpretaciones desde el ámbito de la historia económica sobre el período 1930-1955 y,<br />
menos aún se han abordado investigaciones de archivo.<br />
Un estudio que se ha destacado en los últimos años y que presenta una visión de conjunto<br />
más propiamente histórica y novedosa sobre la política económica de los años treinta es el de<br />
Arturo O'Connell. 42 El trabajo parte de un análisis crítico de las posturas tradicionales sobre los<br />
efectos de la crisis del treinta sobre la economía y la política económica argentina. Para<br />
O'Connell los años treinta fueron "normales" y continuación de las inestabilidades propias de los<br />
años veinte, poco prósperos y escasamente armoniosos. 43 El ciclo económico de los años treinta<br />
se inició con el éxodo de capitales hacia 1928 y con la disminución de los empréstitos públicos y la<br />
caída de la inversión extranjera y de los precios del trigo el año siguiente. Este profundo shock<br />
externo desfavorable produjo una caída particularmente grave de las importaciones y del ingreso<br />
nacional.<br />
36 Véanse entre otros, Horacio Nuñez Miñana y Alberto Porto, "Análisis de la evolución de precios de empresas<br />
públicas en la Argentina", Desarrollo Económico, Nº63, 1976; Domingo Cavallo y Angel Peña, 'Déficit fiscal,<br />
endeudamiento del gobierno y tasa de inflación: Argentina, 1940-1982", IEERAL, Estudios, Nº 26, 1983; Jorge Macon,<br />
Las finanzas públicas en la Argentina, Macchi, 1985; Ricardo Ferrucci, La promoción industrial en la Argentina,<br />
Eudeba, 1986 y Guillermo Vitelli; Cuarenta años de inflación en la Argentina: 1945-1985, Legasa, 1986<br />
37 Un estudio ya clásico y quizás el más importantes sobre el sector monetario y financiero es el de Raúl Olarra Jiménez,<br />
Evolución monetaria argentina, Eudeba, 1971. También pueden verse otros trabajos más recientes Aldo Arnaudo;<br />
Cincuenta años de política financiera argentina (1934-1983), El Ateneo, 1987 y Domingo Cavallo; "Los efectos<br />
recesivos e inflacionarios iniciales de las políticas monetaristas de estabilización, 19451976", IEERAL ' Estudios, N' 20,<br />
1981. Dos interesantes trabajos abarcan más específicamente el período considerado: Elías Salama, "Política monetaria<br />
e independencia del B.C.R-A. 1935-1944", <strong>In</strong>stituto y Universidad Torcuato Di Tella, 1996 y para la época peronista<br />
<strong>María</strong> Elena Deligiannis y Stella Maris Martínez; Política Bancaria y Financiera (1946-1955), Fundación para el<br />
Estudio de los Problemas Argentinos, 1979<br />
38 Manuel Balboa, "La evolución del Balance de pagos de la República Argentina: 1913-1950", en Desarrollo<br />
Económico, Nº 45, 1972<br />
39 Véanse entre otros los trabajos de Carlos Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica Argentina, Amorrortu,<br />
1975 y "Tipos de cambio y términos de intercambio en la República Argentina: 1913-1976", Centro de Estudios<br />
Macroeconómicos, documento Nº 22, 1980<br />
40 Pueden verse entre otros, Juan Llach y Pablo Gerchunoff, “La industrialización sustitutiva de importaciones en la<br />
Argentina: un intento de evaluación”, en Anales de la XIII Reunión Anual de la AAEP, Río Tercero, 1978 y Cortés<br />
Conde, Roberto; La economía argentina en el larpo plazo, Sudamericana, /Universidad de San Andrés, 1997<br />
41 Este es quizás el tema más descuidado de todos. No existen trabajos novedosos sobre la deuda externa argentina<br />
entre 1930 y <strong>1955.</strong> Poco se ha agregado al ya clásico trabajo de Walter Beveraggi Allende; El servicio del capital<br />
extranjero y el control de cambios, FCE, 1954<br />
42 O'Connel, Arturo; "Argentina en la depresión, los problemas de una economía abierta", en Desarrollo Económico, vol<br />
231, Nº 92, Enero-marzo de 1984<br />
43 El análisis de los años veinte se inserta en la discusión sobre la "gran demora", teoría elaborada por Guido Di Tella y<br />
Manuel Zymelman, Las etapas del desarrollo económico argentino, Eudeba, 1967, quienes con renovados fundamentos<br />
teóricos y sobre la base de la información suministrada por Alejandro Bunge desde la Revista de Economía Argentina,<br />
señalaron la existencia de un estancamiento de la economía entre 1914 y 1935, antes de su "despegue" industrial. Esta<br />
"demora" habría sido producto fundamentalmente de -obstáculos institucionales". Del debate posterior participaron<br />
Carlos Díaz Alejandro, "La desaceleración del crecimiento entre 1914 y 1929: ¿Una gran demora?", en Marcos<br />
Giménez Zapiola, El régimen oligárquico. Materiales para el estudio de la realidad social argentina (hasta 1930),<br />
Amorrortu, 1975; Lucio Geller, El crecimiento industrial argentino hasta 1914 y la teoría del bien primario exportable",<br />
en El trimestre Económico año I, Nº 148, octubre diciembre de 1970; Vicente Vazquez Presedo, Crisis y retraso.<br />
Argentia y la economía internacional ente las dos guerras, Eudeba, 1978; Roberto Cortés Conde, El progreso argentino,<br />
Sudamericana, 1979 y Arturo O'Connell, "Free trade in one (primary producing contry; the case of argentine in the<br />
1920's', <strong>In</strong>stituto Torcuato Di talla, 1984. Allí O'Connel sostiene que las vulnerabilidades de la economía argentina en<br />
los años veinte eran muy fuertes y que el ciclo era lo determinante, las posibilidades alternativas de política económica<br />
eran muy escasas. En definitiva, si los funcionarios "veían" los problemas, poco podían hacer para resolverlos.
Los condicionantes estructurales son revitalizados en la interpretación del autor. 44 Tanto es<br />
así que, según O'Connell, la recuperación no fue principalmente producto de la política económica<br />
aplicada sino resultado en el cambio de las condiciones externas (shock externo positivo) dado el<br />
aumento de los precios internacionales de los productos agrícolas y la llegada de capitales de<br />
corto plazo, aspectos que permitieron un incremento de las importaciones y cumplir con los<br />
servicios de la deuda externa.<br />
En este sentido O'Connell examina las dos cuestiones globales objeto de controversia en<br />
relación con la política económica de los años treinta: la intervención estatal y las características<br />
de la política económica. Es indudable, señala, que el grado de intervención estatal en la<br />
economía se extendió considerablemente y una vez superada la situación de emergencia que dió<br />
origen a esta intervención, el aparato estatal intervencionista no se desmanteló. Esto llevó a que<br />
'los partidarios de la no intervención en la economía, por lo tanto, acusasen a los responsables de<br />
la política económica de los años '30 por todos los problemas posteriores de la economía<br />
argentina".<br />
Ahora bien, aquellos que cuestionan la intervención estatal destacan que la misma tuvo un<br />
sesgo definidamente a favor de los intereses británicos en la Argentina. "Según éstos, las<br />
reformas económicas de los años '30, en lugar de transformar aquellos aspectos que hacían al<br />
país vulnerable a la inestabilidad externa y víctima de un sistema injusto de relaciones exteriores,<br />
no hicieron sin reforzarlo". Sin introducirse en estas cuestiones generales, O'Connell centra la<br />
atención en los instrumentos ortodoxos y heterodoxos de la política económica adoptada en la<br />
prima parte de la década del '30. 45<br />
Para el autor, tanto la caída como la recuperación económica a mediados de los años<br />
treinta se debió al "ciclo" y no a la política económica, la que se encontraba subordinada a los<br />
condicionantes de¡ ciclo económico. Esta escasa autonomía para contrarrestar los factores<br />
cíclicos orientó la política económica a asegurar a Gran Bretaña la repatriación de ganancias y de<br />
importaciones. El control de cambios, las Juntas Reguladoras, el bilateralismo (en especial el<br />
Pacto Roca-Runciman), 46 la política fiscal y monetaria, señalan que las respuestas fueron<br />
ambiguas y favorecieron a Gran Bretaña, incrementando la vulnerabilidad del país.<br />
44 Esta posición invalida en algún sentido a aquella línea de pensamiento que señaló que las políticas económicas<br />
aplicadas en los treinta y, más aún, en los cuarenta, marcaron el origen de la debilidad del crecimiento económico.<br />
45 Un estudio interesante en el análisis de la política económica de los años '30 es el de Norberto González y David<br />
Pollock, "Del ortodoxo al conservador ilustrado. Raúl Prebisch en la Argentina, 1923-1943", en Desarrollo Económico<br />
v. 30, nº 120, enero-marzo de 1991. En este trabajo, basado en minuciosas entrevistas, los autores indagan sobre la<br />
evolución intelectual de Prebisch en función de las experiencias concretas surgidas de su actuación pública: en la<br />
Conferencia Económica Mundial, en las negociaciones del pacto Roca-Runciman, en el Programa de Recuperación<br />
Económica Nacional y en el Banco Central. A partir de este análisis puede verse como los hacedores de la política<br />
económica abandonan posiciones ortodoxas por otras más heterodoxo en funcción de las exigencias de la nueva<br />
situación económica y de la aceptación de que la recuperación del modelo agroexportador no estaba “a la vuelta de la<br />
esquina”<br />
46 El Pacto Roca-Runciman es un tema que ha sido "abandonado" en la historiografía de los últimos años. Sólo<br />
aparecen esporádicamente "nuevas" interpretaciones en las que subyace cierta polémica. Existe un interesante trabajo<br />
historiográfico sobre el Pacto Roca-Runciman de Peter Alhadeff-, "Dependencia, historiografía y objeciones al Pacto<br />
Roca", Desarrollo Económico, v. 25, Nº 99, 1985. Este autor señala la existencia de una interpretación contemporánea<br />
dependentista sobre el tema (constituida por los trabajos de J. Fodor y Arturo 0 Connel; "La Argentina y la economía<br />
atlántica en la primera mitad del siglo XX", Desarrollo Económico, vol 13, Nº 49, abril-junio 1973 y Roger Gravil y T.<br />
Rooth; “A time of acute dependence: Argentina in the 1930´s” Journal of European Economic History, VII, 2-3, 1978)<br />
Según el autor, esta línea interpretativa descuidó la 'importancia que tuvo el convenio en la formulación de la política<br />
económica en los años 20'. Para Alhadeff, el Pacto no sólo benefició a los ganaderos sino a la mayoría de los argentinos<br />
y la "hostilidad contra la coalición conservadora merece ser atenuada". Una respuesta crítica a esta concepción puede<br />
verse en Jorge Fodor y A.rturo 0´Connel, "Dependencia, historiografía y objeciones al Pacto Roca. Un comentario",<br />
Desarrollo Económico, v. 25, Nº 99, octubre-diciembre 1985. Por otra parte, en el reciente "ensayo" de Pablo<br />
Gerchunoff y Lucas Llach (ob.cit.) los autores señalaron que "no había muchos otros caminos diferentes" al pacto Roca-<br />
Runciman. "En un mundo en que los acuerdos bilaterales eran casi el único instrumento para mantener vivo el<br />
comercio, no es extraño que la Argentina se recostara sobre su socio más importante. No había, en el corto plazo,<br />
muchos otros caminos". Jorge Schvarzer ha criticado este análisis (Clarín 30-8-98). En defensa de la postura de<br />
Gerchunoff y Llach, el economista Carlos Winograd ha destacado que no se encuentra en la literatura sobre el tema<br />
"reflexiones convincentes sobre alternativas radicalmente diferentes en el contexto económico y político de los 30" Mas<br />
aún, advierte que algunos historidadores sostienen que dada la estructura del comercio exterior de la Argentina y el rol
En síntesis, la depresión resultó ser, en opinión del autor, un caso más, anormalmente<br />
grave" del ciclo económico argentino y la Argentina, por tener una economía abierta, soportó sin<br />
atenuantes los efectos de la crisis.<br />
La carencia de estudios específicos novedosos respecto al sector agropecuario -en<br />
especial a la política agraria- y al mercado de traba o en la etapa considerada es significativa<br />
desde hace unos años y, más aún la escasez de trabajos regionales sobre estos temas. 47 En<br />
cambio, muchos estudios se han referido a diversas problemáticas vinculadas al sector industrial,<br />
base del modelo de acumulación que se consolida por esos años. Estas han sido abordadas en<br />
detallé desde diferentes perspectivas realizando aportes significativos. En términos generales<br />
estos trabajos critican la particular conformación de¡ proceso de industrialización sustitutivo y la<br />
falta de integración de la economía nacional. 48<br />
En este sentido, el libro de Jorge Schvarzer - como señalamos, un trabajo de síntesis<br />
interpretativa muy actualizado- presenta una visión global de la evolución del sector. La etapa<br />
1930-1955 es analizada en dos capítulos, 49 organizados -como todas las secciones del trabajo- en<br />
apartados que examinan algunas cuestiones generales de la economía y de la política económica<br />
argentina primero, para pasar luego a un análisis de conjunto del sector industrial, las ramas<br />
dinámicas y básicas, los empresarios y las políticas frente al movimiento obrero.<br />
El estudio específico del sector industrial en los años treinta parte de analizar los<br />
reacomodamientos de las industrias clásicas frente a las nuevas condíciones generadas por la<br />
crisis. Allí se destacan ciertos rasgos que habrían de repetirse en épocas posteriores. Los<br />
propietarios azucareros, los frigoríficas, las empresas forestales, etc. redujeron sus inversiones<br />
notablemente. “La opción natural de los propietarios consistía en maximizar sus beneficios<br />
personales; para ello, retiraban de las empresas la mayor cantidad posible de ganancias al mismo<br />
tiempo que reducían al mínimo las nuevas inversiones. Lentamente, esas plantas tendían a<br />
convertirse en mastodontes antediluvianos cuya presencia agobiaría durante décadas a la<br />
economía nacional”.<br />
Otros sectores comenzaron a expandirse rápidamente a partir de la caída del comercio<br />
importador, lo que de alguna manera reflejaba las posibilidades potenciales no desplegadas antes<br />
de 1930 por la lógica de la política económica aplicada. Schvarzer destaca algunos sectores con<br />
fuerte dinamismo y, a la vez, concentrados desde sus inicios: las empresas de cemento, las<br />
papeleras, algunas empresas productoras de maquinarias y de productos durables, cuya<br />
capacidad de expansión estaba limitada por la escasez de divisas, a la vez que esta imposibilidad<br />
de importar le reservaba el mercado interno. El rol de la inversión extranjera es también analizado<br />
del Reino Unido, la negociación obtenida fue excelente... ¿Se podría haber negociado mejor ? Quizás, un poco, pero la<br />
relación de fuerzas era muy desfavorable al país" ("El desencanto", Clarín, 20-9-98)<br />
47 Véanse para el sector agropecuario: Mario Lattuada; La política agraria peronista (1943-1983), 2 tomos,<br />
CEAL, 1986; Humberto Mascali, Desocupación y conflictos laborales en el campo argentino (1940-1965), CEAL,<br />
1986; Graciela Malgesini, "¿Subsidio o sustracción? El control de cambios y los productores cerealeros en los años<br />
'30", en Anuario IEHS, Tandil, 1987; Silvia Lázzaro; Estado y arrendamientos rurales en los años 50", en Ciclos, Vol.<br />
11, Nº 12, 1997 y Oscar Barsky y M. Cirio; La agricultura pampeana, Transformaciones productivas y sociales, F.C.E.,<br />
1988. Para el estudio del mercado laboral, véase Juan Llach y Carlos Sánchez; "Los determinantes del salario en la<br />
Argentina. Un diagnóstico de largo plazo y propuestas de políticas", en Estudios, Nº 29, enero-marzo de 1984.<br />
48 Véanse Eduardo Jorge; <strong>In</strong>dustria y concentración económica), Siglo XXI, 1975; Arturo Goetz, "Concentración y<br />
desconcentración en la industria argentina desde la década de 1930 a la de 1960", en Desarrollo Económico, Nº 60,<br />
1976; Javier Lindenboim, Distribución espacial de la industria argentina entre 1935 y 1964, CEUR, 1979; Daniel<br />
Heymann, Las fluctuaciones de la industria manufacturera Argentina, 1950-1978, cuadernos de la CEPAL, 1980;<br />
Adolfo Dorfman, Cincuenta años de industrialización argentina 1930-1980, Solar, 1983; Tulio Ceconi, "Una hipótesis<br />
acerca de la ideología del desarrollo prevaleciente en la Argentina a partir de 1930", Anales de la XXII Reunión Anual<br />
de la AAEP, 1987; Víctor Elías, "Productividad en el sector industrial argentino 1935-1985", en Anales de la XXII<br />
Reunión anual de la AAEP, 1987; Bemardo Kosacoff y Daniel Azpiazu, La industria argentina: desarrollo y cambios<br />
estructurales CEAL-CEPAL, 1989; Jorge Katz y Bemardo Kosacoff, El proceso de industrialización en la Argentina:<br />
evolución, retroceso y perspectivas. CEPAL-CEAL, 1989; Aldo Ferrer, El devenir de una ilusión. La industria<br />
argentina desde 1930 hasta nuestros días, Sudamericana, 1989; Daniel Aspiazu y Hugo Notcheff, El desarrollo usente,<br />
Flacso/Tesis, 1994 y los trabajos de Jorge Schvarzer, entre muchos otros, Promoción industrial en la Argentina, CISEA,<br />
1987 y La industria que supimos conseguir, Planeta, 1996<br />
49 El capítulo 5, "Avances y vacilaciones durante la crisis y la guerra" abarca el período 1930-1945 y el capítulo 6, "Las<br />
ilusiones y la realidad, ironías de la posguerra", la etapa 1940-1953. Más adelante retomaremos de acuerdo a los temas<br />
desarrollados las interpretaciones que sobre los mismos tiene el autor.
en detalle. Para el autor, "la llamada sustitución de importaciones que se vivió desde entonces<br />
resultó el reverso de la activa sustitución de exportaciones por esas empresas (extranjeras) para<br />
seguir vendiendo" Entre ellas se encuentran las fábricas norteamericanas de neumáticos y textiles<br />
y las empresas alemanas instaladas en el sector eléctrico, mecánico y químico.<br />
El análisis del sector industrial a partir de los censos revela que hacia 1935 existía una alta<br />
concentración económica y espacial, donde las sociedades anónimas aportaban la mitad de la<br />
producción fabril nacional. Además, una cuarta parte de la producción se realizaba en<br />
establecimientos fundados en el siglo XIX y un 40 % se producía en plantas instaladas entre 1900<br />
y 1920. Esta situación, destaca Schvarzer, se mantuvo aún en los años cuarenta. 50 El censo de<br />
1946 señaló que la industria aportaba un valor superior al agropecuario y que el avance se<br />
fundamentaba en buena medida en las plantas existentes -dada la dificultad para importar<br />
equipos- fundadas antes de 1935. Estas empresas y empresarios -un grupo relativamente<br />
reducido- son considerados por el autor como el núcleo del sector.<br />
En el análisis de los años cuarenta Schvarzer incursiona primero en el Plan Pinedo a fin de<br />
demostrar como numerosos sectores sociales y políticos continuaban sujetos a trabas ideológicas<br />
o a intereses concretos que impedían todo idea de cambio. "Su percepción del sector pampeano<br />
como 'rueda maestra' de la economía nacional apenas les permitió aceptar que ciertas áreas<br />
fabriles se acoplaran, en un rol de 'ruedas menores', a esa fuerza mayor". En este punto, sin<br />
desarrollar en extenso la problemática, es importante plantear los principales análisis sobre el Plan<br />
de Pinedo de 1940, ya que el mismo constituye un núcleo temático abierto en los últimos años.<br />
Sin duda, Juan José Llach -en un trabajo inteligente- es quien ha abordado con mayor profundidad<br />
el tema. 51 Este autor sostiene que el periodo de entreguerras debe considerarse una unidad de<br />
análisis puesto que los principales temas de discusión fueron invariables: las relaciones<br />
económicas triangulares, el grado de apertura de la economía y el desarrollo del mercado interno,<br />
el papel de la industria y de la intervención del Estado en la economía. Esto es, la estrategia de<br />
desarrollo económico en su conjunto. En este sentido, la Segunda Guerra Mundial constituyó un<br />
duro revés para quienes esperaban la vuelta a la normalidad" que se avizoraba cada vez más<br />
lejana.<br />
Con la depresión de 1937-38 y el estallido de la guerra se profundizó el viejo debate en<br />
tomo a la estrategia de crecimiento del sector industrial y aumentaron las presiones de industriales<br />
y militares sobre el Estado. Naturalmente, se temía que a la salida de la guerra, muchas de las<br />
empresas y ramas que habían crecido bajo su amparo sufrieran una crisis. Es por ello que el Plan<br />
de Reactivación Nacional propuesto en 1940 por el Ministro de Economía Federico Pinedo, aun<br />
cuando mantenía el sistema de control de cambios vigente, concedía al Estado una nueva serie<br />
50 Un pionero estudio en este sentido fue presentado por Milcíades Peiña en los años sesenta, luego retomado por Javier<br />
Villanueva. Véanse Milcíades Peña <strong>In</strong>dustrialización y Clases sociales en la Argentina, Hyspamérica, 1986 (libro que<br />
reúne varios artículos publicados originalmente en los números 1, 2, 3 y 4 de la revista Fichas de <strong>In</strong>vestigación<br />
Económica y Social, entre abril y diciembre de 1964), especialmente "Crecimiento (19351946) y estancamiento (1947-<br />
1963) de la producción industrial argentina", publicado bajo el seudónimo de Victor Testa. Y, Javier Villanueva, "El<br />
origen de la industrialización argentina", en Desarrollo Económico, Nº 47, octubre-diciembre de 1972. En este trabajo,<br />
el autor cuestiona profundamente la versión "olímpica" del desarrollo industrial. La misma sugiere una ruptura en<br />
materia de crecimiento industrial a partir de la crisis del treinta (entre otros muchos trabajos puede citarse como ejemplo<br />
el libro de Guido Di Tella y Manuel Zymelman, Las etapas del crecimiento económico en la Argentina, Eudeba, 1967,<br />
basado en la periodización del desarrollo económico de Rostow). En cambio, Villanueva sostiene que se produjo en<br />
esos años un "efecto reajuste' de expansión, basado en la existencia de capacidad ociosa creada en las décadas<br />
anteriores, lo cual indicaría que la inversión en el sector industrial ya se había producido antes de la década del treinta.<br />
Por lo tanto, para este autor la industria "moderna" en la Argentina se inicia en los años veinte, mientras que en los<br />
treinta, especialmente en la segunda mitad de la década, el crecimiento industrial mantiene las pautas y tendencias de<br />
los años anteriores, crecimiento basado en la inversión previa y acrecentado por las medidas anticíclicas aplicadas.<br />
51 Juan José Llach, "El Plan económico de 1940, su significado histórico y los orígenes de la economía política del<br />
peronismo", Desarrollo económico, Nº 92 (enero- marzo 1984). Este análisis reconoce varios antecedentes. A<br />
comienzos de los años setenta, en un trabajo preliminar sobre el tema Llach polemizaba con los análisis de Eduardo<br />
Jorge, <strong>In</strong>dustria y Concentración Económica, Hyspamérica, 1986 y Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios<br />
sobre los orígenes del peronismo, Siglo XXI, 1972. Posteriormente, se publicó el artículo de Horacio Pereyra, "Pinedo<br />
y el Plan económico de 1940", Todo es historia, 113 (abril 1978), que junto con el de Juan Llach son en la actualidad<br />
los más significativos que se han escrito específicamente sobre este tema. Sobre Federico Pinedo pueden consultarse<br />
Antonio Cirigliano, Federico Pinedo, teoría y práctica de un liberal, CEAL, 1984 y más recientemente, la biografía de<br />
Roberto Azaretto, Federico Pinedo, político y economista, Emecé, 1998
de funciones e incorporaba tres mecanismos: la compra de los excedentes de cosechas<br />
invendibles; la construcción de viviendas populares y el financiamiento de algunas actividades<br />
industriales. El “Programa de reactivación de la economía nacional” de 1940, conocido como<br />
"Plan Pinedo" tiene, según el autor, el "significado especial de ser el primer documento del Estado<br />
en el que se considera la posibilidad de modificar parcialmente la estrategia de desarrollo<br />
económico vigente". De manera tal que pudiera conciliarse la industrialización con la economía<br />
abierta (al incentivar las exportaciones industriales), fomentar las relaciones comerciales con los<br />
Estados Unidos y crear un mercado de capitales para el financiamiento industrial.<br />
El plan no fue aprobado. Sin embargo, la tendencia hacia la ejecución de un nuevo papel<br />
de la esfera estatal en todos los ámbitos económicos cobró cada vez mayor importancia. Asi lo<br />
manifestaron algunos militares preocupados por la industria: el Estado debía proteger<br />
selectivamente los sectores vinculados al desarrollo nacional (siderúrgico, metalúrgico, químico,<br />
etc.) necesarios para atender los requerimientos estratégicos. 52<br />
El cumplimiento de estas tareas exigiría una nueva forma de administración estatal y la<br />
ampliación del conjunto de instituciones e instrumentos de control, regulación y promoción. Es<br />
decir que, independientemente del "fracaso político' del plan, su debate generó un consenso<br />
enorme sobre la estrategia industrial y del rol que en ella debería asumir el Estado. Es que el<br />
abandono del Plan no significó el abandono de la necesidad de la promoción industrial y, entre<br />
1940 y 1943, se adoptaron una gran cantidad de medidas industrialistas, a la par que se<br />
reafirmaba una tendencia hacia el mercadointernismo. En opinión de Llach la economía política<br />
del peronismo señaló el fin de una etapa de discusión sobre estrategias industriales y la<br />
industrialización argentina entre 1946 y 1955 se desarrolló “dentro de la normalidad” esperable de<br />
la primera etapa de la sustitución de importaciones, dejando de lado el camino exportador abierto<br />
por la Segunda Guerra. Para el autor uno puede saberse qué hubiera pasado con este camino en<br />
el caso de haberse seguido políticas diferentes".<br />
Polemizando con la interpretación de Juan José Llach, Schvarzer señala que el Plan<br />
Pinedo no era ni un proyecto industrialista ni keynesiano, sino sólo una propuesta coyuntural para<br />
superar la emergencia que vivía el país al iniciarse la Segunda Guerra. Por su parte, José<br />
Villarruel infiere que la estrategia pinedista no sólo apuntaba al desarrollo de las exportaciones<br />
industriales sino que también consideraba las potencialidades del mercado interno. 53<br />
Otro punto en discusión se sitúa en tomo las posiciones de la U.l.A. frente a las posibles<br />
“estrategias” de desarrollo del sector. La nueva etapa de industrialización sustitutiva y el<br />
incremento productivo desde mediados de la década del treinta tuvo un gran impacto en la<br />
composición y características del sector industrial, tanto en lo que se refiere a diversificación de<br />
actividades como en el número, rol e intereses de los empresarios fabriles. El incremento de la<br />
agremiación empresaria debe entenderse entonces no sólo como una medida frente al poder de<br />
los sindicatos, sino también frente al estado para satisfacer demandas más estructurales.<br />
52 En setiembre de 1942, el coronel Manuel N. Savío, señalaría ante la UIA que "hay que salir de la atmósfera de dudas<br />
y proyectos, de estudios puramente teóricos, hay que acelerar sus solución en el campo práctico. Es la hora de actuar"<br />
Manuel Savio, Obras, Buenos Aires, 1973, (p.) 367. Respecto de la estrategia militar sobre la industrialización y las<br />
empresas militares, véanse los apartados relacionados al tema en los trabajos de Schvarzer y Llach ya citados.<br />
Específicamente, véanse Marta Panaia y Ricardo Lesser; "Las estrategias militares frente al proceso de<br />
industrialización, 1943-1947, en Marta Panaia, Ricardo Lesser y Pedro Skupch (Eds.), Estudios sobre los orígenes del<br />
peronismo, II, Siglo XXI, 1975, <strong>María</strong> del Carmen Angueira y Alicia Tonini; Capitalismo de Estado (1927-1956),<br />
CEAL, 1986, Alberto De Paula, <strong>María</strong> Martín y Ramón Gutiérrez; Los ingenieros militares y sus precursores en el<br />
desarrollo argentino Fabricaciones Militares, 1980, 2 tomos y <strong>María</strong> del Carmen Angueira y Emilce Tirre; Las Fábricas<br />
Militares v la industria argentina en el período de entreguerras, CEAL, 1995<br />
53 José C. Villarruel; "El Estado, las clases sociales y la política de ingresos en los gobiernos peronistas, 1945-1955", en<br />
M. Rapoport, comp.; Economía e Historia - Contribuciones a la historia económica argentina, Editorial Tesis, 1988.<br />
Este autor sostiene en sintonía con la interpretación de Llach y Pereyra que el Estado Liberal-intervencionista había<br />
entrado en crisis hacia 1940 y que la única alternativa desde los aparatos del Estado de intento de cambio fue vetada en<br />
el parlamento. Para Villarruel el Plan de Pinedo no era sólo un programa de corto plazo sino el propósito de largo plazo<br />
de corregir los desajustes estructurales de la economía argentina. En este contexto, según el autor, el plan tiene<br />
también, aunque como objetivo subsidiario, el desarrollo de la capacidad potencial del mercado nacional, puesto que se<br />
propone incentivar el poder de "compre nacional". También puede consultarse resspecto a esta última temática Graciela<br />
Swiderski; "La U.l.A.: ¿Sustitución de importaciones o mercado externo?", en Ansaldi; Pucciarelli y Villarruel (Edit.);<br />
Argentina en la paz de dos guerras. 1914-1945, Biblos, 1993
Según Llach, a lo largo de la década del treinta, la UIA llevó a cabo una política<br />
institucional "universalista" con el fin de promover todas las ramas industriales existentes. De<br />
todas maneras, no se debe sobredímensionar el peso de las posiciones “industrialistas” del sector.<br />
Como sugiere Schvarzer, aún a comienzos de la década del cuarenta, la UIA seguía dirigida por<br />
grupos tradicionales ampliamente diversificados y cuyos principales intereses no siempre eran<br />
industriales; todos ellos tenían en gran medida, paralelamente, inversiones financieras,<br />
comerciales y agropecuarias. Para Aníbal Jáuregui, el crecimiento de la inversión y de la<br />
participación del sector industrial en la economía nacional iniciada en la década del veinte provocó<br />
hacía los años treinta un cambio paulatino del discurso de los industriales.<br />
“Aquello que antes había sido el reclamo esporádico de apoyo aduanero para algunas o<br />
todas las actividades industriales devino en una apuesta por una mayor autarquía económica:<br />
'Bastarse a sí mismo en todos los consumos que le sea posible para depender en lo mínimo del<br />
extranjero'. Este nuevo matiz programático se insertaba en una nueva estrategia para acceder a<br />
la escena pública: 'hasta ahora la UIA pudo contener el peligro que amenaza nuestra industria...<br />
manteniéndose a la defensiva... al presente es necesario reaccionar e iniciar la ofensiva<br />
abiertamente”. 54<br />
Además, el grado de concentración manufacturera era considerable 55 y a ello contribuía<br />
cada vez más la presencia del capital extranjero asociado al capital financiero local. 56 Adolfo<br />
Dorfman señaló hace tiempo en qué medida se habían reforzado aceleradamente los vínculos<br />
entre las grandes empresas industriales y los grupos financieros que podían atender a sus<br />
necesidades. 57 Por consiguiente, la entidad industrial no sólo representaba al capital industrial sino<br />
también y, fundamentalmente, al gran capital. Para la UIA la “industria no era un objetivo a lograr,<br />
sino una realidad a defender; un dato y no un proyecto de futuro. En el espectro de actitudes<br />
posibles, sus posiciones se acercaban más al polo conservador que a cualquier gradualismo<br />
reformista, y nunca plantearon cambios estructurales” 58 .<br />
En los años 40, la expansión del crecimiento industrial sustitutivo y las perspectivas de la<br />
guerra llevaron a la entidad manufacturera a definir más claramente sus posiciones. Al mismo<br />
tiempo la entidad participó en mayor medida de las políticas de los gobiernos.<br />
La U.l.A. fue articulando un “programa” de acción con mayor “centralidad” en el sector<br />
industrial, cuyo principal escollo para la expansión era la escasez de inversión interna (producto<br />
de una mala política financiera e impositiva, de la legislación obrera y del consumo improductivo<br />
del sector rural). 59<br />
La creciente intervención del estado y el surgimiento del "Estado empresario" han sido<br />
analizados con relativa profundidad. 60 En cambio, la política económica peronista ha sido<br />
54 Jáuregui, Aníbal, "El despegue de los industriales argentinos", en Ansaldi, Waldo; Pueciarelli, Alfredo y Villarruel,<br />
José (Editores); Argentina en la paz de dos guerras. 1914-1945, Biblos, 1993, p. 183<br />
55 Como señalamos, la concentración/desconcentración industrial ha sido también foco de debate en estos años. aunque<br />
el tema aparece con mayor frecuencia como un supuesto para el desarrollo de otras problemáticas. Al respecto Llach en<br />
el trabajo que analizamos cuestiona la existencia de una fuerte concentración industrial en los años treinta y cuarenta en<br />
función de explicar el crecimiento de un empresariado nuevo, menos representado en la U.I.A.; para ello se apoya en los<br />
trabajos de Eduardo Jorge y de Arturo Goetz ya citados. Por el contrario, la existencia de una fuerte concentración<br />
industrial ha sido sostenida por Jorge Schvarzer en la obra que analizamos y en trabajos anteriores, por ejemplo, Jorge<br />
Schvarzer; "Estrategia industrial y grandes empresas; el caso argentino, en Desarrollo Económico, Nº 71, 1978. Pueden<br />
verse estudios pioneros en este sentido en Adolfo Dorfman y, Milcíades Peña, obras citadas.<br />
56 Schvarzer, Jorge; Empresarios del pasado. La Unión <strong>In</strong>dustrial Argentina, CISEA/Imago Mundi, 1991<br />
57 Adolfo Dorfman, Historia de la industria argentina, Losada, 1940.<br />
58 Jorge Schvarzer; Empresarios del pasado .... p. 82<br />
59 Esta es una de las hipótesis del trabajo de José Villarruel; "El futuro como incertidumbre: los industrialistas y la tutela<br />
del Estado", en W. Ansaldi, A. Pucciarelli y J. Villarruel; Argentina en la paz de dos guerras, 1914-1945, Biblos, 1993.<br />
"Destacar esa centralidad (presente en el discurso de la UIA según el autor ya a fines de los años veinte) implica señalar<br />
que ... el problema del desarrollo industrial ocupaba un lugar estratégico en la transformación global de la economía y<br />
de las relaciones con el mercado mundial. En cambio, la respuesta diseñada frente a la Gran Depresión, si bien<br />
contemplaba prácticas políticas monetarias, fiscales y financieras, la regulación de la producción, el control de los<br />
cambios internacionales y la reestructuración del comercio con <strong>In</strong>glaterra, definía la industrialización más en su función<br />
sustitutivo y en dirección al ahorro de divisas".<br />
60 A algunos trabajos pioneros sobre el tema como por ejemplo el de Marcos Kaplan; Desarrollo Económico y Empresa<br />
pública, Macchi, 1965, se agregaron en los últimos años entre otros: Roger Gravil "La intervención estatal en cl<br />
comercio de exportación argentino entre las dos guerras", en Desarrollo Económico, Nº 39-40, 1974, Jorge Schvarzer;
abordada en detalle en varios trabajos. Como resultado de estos avances histodográficos hoy se<br />
sabe que, en líneas generales, esta política acentuó las pujas por la distribución del ingreso<br />
nacional (asalariados vs. empresarios e industriales vs. grupos agroexportadores) y que en su<br />
evolución pueden marcarse claramente por lo menos tres etapas: la política inicial y los "años<br />
dorados" de 1946 a 1948; la etapa del debilitamiento del esquema distributivo ante el surgimiento<br />
de desequilibrios en la balanza comercial y el problema inflacionario, desde 1949 hasta el "ajuste"<br />
de 1952; y finalmente, la modificación del esquema vigente con el Segundo Plan Quinquenal<br />
aplicado a partir de 1953. ¿Cuáles fueron las falencias de la política económica del peronismo?,<br />
¿En qué medida y por qué sus objetivos no secumplimentaron ?. En esta línea también se han<br />
realizado aportes significativos. 61<br />
Sin dudas un trabajo de gran impacto en este sentido ha sido el de Aldo Ferrer. 62 La obra,<br />
de gran claridad de exposición y con equilibrada visión crítica, está dividida en cuatro capítulos (la<br />
economía política del peronismo, la economía política del liberalismo, hiperinflación con receso,<br />
alternativas frente a la crisis y el círculo vicioso del liberalismo-populismo). En Crisis y<br />
alternativas..., Ferrer expone las limitaciones del populismo y el liberalismo que han conducido -<br />
cada uno a su manera- a un círculo vicioso de difícil superación. Sólo analizamos aquí la primera<br />
parte del capítulo "La economía política del peronismo" dedicado a la vida económica de la<br />
Argentina en el período 1946-<strong>1955.</strong><br />
El capítulo se inicia con un interrogante básico: "¿Es legítimo concluir que un régimen<br />
pluralista, nacionalista y popular es incapaz, por los objetivos que se propone y las expectativas<br />
que moviliza, de promover un crecimiento acelerado en condiciones razonables de estabilidad de<br />
precios, equilibrio del balance de pagos y disciplina social ?, o por el contrario, ¿Los problemas<br />
emergentes de la conducción peronista son consecuencia de las inconsistencias entre los<br />
objetivos perseguidos y la estrategia aplicada.?"<br />
La respuesta a la primer pregunta que se desprende del trabajo sostiene que no<br />
necesariamente debió ser así. Sin embargo, se afirma que, el curso de los acontecimientos puede<br />
explicarse por las "inconsistencias entre los objetivos perseguidos y las estrategias e instrumentos<br />
de política económica aplicados". Según Ferrer, otros cursos de acción fueron factibles de ser<br />
tomados y la crisis que abatió a la economía peronista fue resultado directo de la instrumentación<br />
de políticas "no viables".<br />
"Empresas Públicas y Desarrollo <strong>In</strong>dustrial', Economía de América Latina (Méjico), Nro. 3, 1979, pp. 45-68; <strong>María</strong><br />
Cristina Dirie; El Estado intervencionista en la Argentina, Flacso, 1982, (mimeo), Juan Llach, "El Plan Pinedo de 1940;<br />
su significado histórico y los orígenes de la economía política del peronismo", en Desarrollo Económico, Nº 92, 1984;<br />
Susana Novick, IAPI: auge y decadencia, CEAL, 1986; <strong>María</strong> C. Angueria y A. Tonini, Capitalismo de Estado (1927-<br />
1956) CEAL, 1986, Scott Maingwarin; “The State and the <strong>In</strong>dustrial Bourgeois in Perón's Argentina, 1945-1955”,<br />
Studies in Comparative <strong>In</strong>temational Development, Fall, 1986 y M. C. Angueira y Emilce Tirre, Las Fábricas Mlitares y<br />
la industria argentina en el período de entreguerras, CEAL, 1995. Para una reciente revisión crítica de la participación<br />
del Estado en la economía véase Juan Llach, Otro siglo, otra Argentina, 1997.<br />
61 A los estudios ya clásicos de Eshag, Eprime y Thorp, Rosemary ; "Las políticas económicas de Perón a Guido, 1953-<br />
1963. Consecuencias económicas y sociales", en A. Ferrer, M. Brodersohn, R. Eshag y R. Thorp, Los planes de<br />
estabilización en la Argentina, Paidós, 1969 y Aldo Ferrer; Crisis y alternativas en la política económica argentina,<br />
Fondo de Cultura Económica, 1977, pueden agregarse entre otros: José César Villarruel, "El estado.. las clases<br />
sociales y la política de ingresos de los gobiernos peronistas, 1946-1955", en Mario Rapoport (Comp.); Economía e<br />
Historia, Tesis, 1990; Pablo Gerchunoff, "Peronist Economic Politics, 1946-1955", en Guido Di Tella y Rudiger<br />
Dornbusch, The Political Economy of Argentina, 1946-1983, University of Pittsburgh Press, 1989; Carlos Waisrnan,<br />
Reversal of Development in Argentina - Postwar Counterrevolutionay Policies and Their Structural Consequences,<br />
Princeton University Press, 1986 y Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Los desafíos económicos argentinos, Mercado,<br />
1998.<br />
62 Luego de algunas actualizaciones de su clásica obra La economía Argentina, publicada por primera vez en 1963,<br />
Ferrer emprendió el estudio de la política económica de la Argentina correspondiente al período 19461976 en un libro<br />
separado. El resultado fue, Crisis y Alternativas en la política económica argentina, Fondo de Cultura Económica,<br />
1977. Respecto a un primer impacto "directo" de esta obra sobre el pensamiento académico, puede consultarse la<br />
polémica que generó al poco tiempo de su publicación en las páginas de la revista Desarrollo Económico. Véanse, entre<br />
otros, las notas y comentarios de Juan Carlos de Pablo, "Aldo Ferrer y, la política económica en la Argentina de<br />
posguerra", Roberto Lavagna. "Aldo Ferrer y la política económica de la Argentina de posguerra (I y II), Ezequiel<br />
Gallo y Manuel Mora y Araujo, "Sobre los ensayos académicos y un artículo de Aldo Ferrer", Carlos Abalo. "Aldo<br />
Ferrer y el dilema económico de la Argentina" (artículo que seguimos para la descripción del modelo) y las respuestas<br />
del propio Ferrer publicadas en dicha revista entre 1977 y 1979.
El peronismo -según el autor, expresión máxima del populismo argentino- dirigió su política<br />
económica a ciertos objetivos básicos: redistribución de ingresos en favor de los asalariados,<br />
expansión del empleo, ampliación de la esfera de influencia del Estado sobre el sistema<br />
productivo y desplazamiento del capital extranjero. Los instrumentos para lograr el cumplimiento<br />
de dichos objetivos fueron la política salarial y los controles de precios y de cambios., apoyados<br />
por otros de menor importancia: los subsidios, las tasas de interés negativas y el congelamiento<br />
de las rentas urbanas y rurales. Planteados los objetivos, el autor describe a partir de la teoría<br />
“poskeynesíana” un “modelo de comportamiento” de la economía argentina bajo el peronismo,<br />
aplicable a todas sus experiencias históricas. El mismo puede sintetizarse como sigue: El aumento<br />
del ingreso real de los asalariados expande la demanda sin estimular la inversión, porque la<br />
disminución de la rentabilidad reduce la capacidad de inversión, efecto no compensado por las<br />
tasas de interés negativas y los bajos tipos de cambio. En efecto, luego de un período de<br />
expansión de la demanda, se estanca el empleo en el sector privado. Al principio, la tendencia<br />
puede compensarse con el aumento de la ocupación en el sector público, aunque el mayor gasto<br />
no de lugar al incremento de la recaudación tributaría ni de los ingresos por la venta de bienes y<br />
servicios proporcionados por el Estado. Como resultado se deteriora la posición financiera del<br />
Estado y el déficit se financia por el Banco Central con la consiguiente expansión de los medios de<br />
pago.<br />
Desde el punto de vista cambiaría, la política peronista se basa en la sobrevaluación de la<br />
moneda nacional, lo cual promueve una redistribución de ingresos desde el sector agropecuario<br />
exportador hacia la industria y los asalariados, dado que el tipo de cambio efectivo de exportación<br />
determina el nivel de los precios internos de la producción agropecuaria de la región pampeana.<br />
Los bajos precios internos desalientan la producción agropecuaria que alimenta los principales<br />
rubros de exportación. Los saldos exportables del agro declinan mientras se reduce también la<br />
exportación industrial debido a los tipos de cambio sobrevaluados no compensados por los<br />
subsidios. A la par la sobrevaluación del peso alienta las importaciones y se instala un creciente<br />
déficit externo que provoca el incremento de la deuda externa y la reducción de las reservas<br />
internacionales.<br />
La disminución de la productividad media de la fuerza de trabajo -por el aumento del<br />
empleo improductivo del Estado-, la caída de las inversiones y la restricción de las importaciones<br />
por la crisis del sector externo, conducen a una disminución de la oferta de bienes y servicios,<br />
pero el gasto monetario se mantiene elevado por el aumento de los salarios y por la expansión<br />
monetaria destinada a enjugar el déficit del presupuesto. En consecuencia los precios reciben un<br />
fuerte impulso alcista. La aceleración de la inflación genera una dura lucha entre los distintos<br />
sectores por mantener o acrecentar su posición relativa en la distribución del ingreso y las<br />
tensiones sociales se agudizan.<br />
La inflación se combina con la recesión cuando las autoridades, para hacer frente al<br />
aumento de los precios, restringen la liquidez frenando el crédito privado. Los precios aumentan<br />
con mayor rapidez que los medios de pago y el gasto de los consumidores se deprime. Cuando<br />
las empresas liquidan sus existencias para aliviar su situación financiera se retrae el ritmo de la<br />
producción y crece el desempleo. El proceso recesivo se agrava por la contracción de la inversión<br />
pública. En esa etapa, las grandes empresas están en mejores condiciones para obtener créditos<br />
y absorver el congelamiento de precios y el aumento de los costos, por lo que se produce una<br />
mayor concentración. A la par, como consecuencia de la aceleración inflacionario y de la<br />
retracción de la inversión, se fortalecen las actividades especulativas.<br />
Presentado el modelo, Ferrer examina primero la situación económica durante el<br />
peronismo clásico entre 1946 y 1951. 63 Es indudable que en los inicios del nuevo gobierno las<br />
condiciones económicas eran muy favorables, sólo atenuadas por la obsolescencia de la<br />
estructura industrial, producto las restricciones a las posibilidades de importar bienes de equipo y<br />
63 Ferrer sólo señala dos etapas en la política económica del peronismo, sin embargo, como dijimos anteriormente<br />
existen trabajos que visualizan por lo menos tres. Véanse Richard Mallon y Juan Sourrouille, La política económica en<br />
una sociedad conflictiva, Amorrortu, 1973; el corte temporal que realizan Emprime Eshag y Rosemery Thorp en el<br />
trabajo ya citado y, más recientemente, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo<br />
de política económica argentina. Ariel, 1998. En este trabajo los autores plantean la existencia de una época de "vacas<br />
flacas" a partir de 1949 y luego de un inicial trienio "dorado". Si bien no plantean claramente una etapa 1949-52 ella es<br />
sugerida al definir un drástico "ajuste de cuentas" hacia este último año que llevó a que "el gobierno lanzara un<br />
programa de austeridad que contrastaba, a todas luces., con las políticas iníciales de los primeros años".
maquinaria presentes desde 1930. El autor distingue cuatro áreas con buenas perspectivas,. la<br />
posición del sector externo, el horizonte de¡ proceso redistributivo de ingresos, el nivel alcanzado<br />
por el sistema industrial y las potencialidades de expansión del empleo. Como resultado de estas<br />
posibilidades la política económica alcanzó los objetivos perseguidos. Así, la participación de los<br />
asalariados en el ingreso nacional se incremento y la economía funcionó con pleno empleo. El<br />
sector público se expandió rápidamente y el gasto público también. Entre 1945 y 1948, el volumen<br />
de las importaciones se cuadruplicó y el producto interno aumentó un 28 %. La disponibilidad real<br />
de bienes y servicios creció, durante el mismo período de tres años, en una cifra aun más<br />
impresionante: 45 %, favorecida por el mejoramiento en los términos del intercambio con el<br />
exterior y la reducción en los servicios de los préstamos e inversiones extranjeros. 64<br />
El éxito de la política económica inicial del peronismo se vio facilitado por la sólida posición<br />
del balance de pagos del país al finalizar la Segunda Guerra Mundial y por las posibilidades de un<br />
rápido crecimiento de la economía en el período posbélico. Las políticas expansivas que<br />
caracterizaron al peronismo en sus primeros años provocaron un incremento constante de los<br />
precios instalando en un corto plazo el problema de la inflación. 65 Durante los años de la guerra,<br />
los problemas de escasez general y el incremento del precio de los bienes importados provocaron<br />
un aumento del 11 % anual en los precios mayoristas.<br />
Hasta el año 1948 se tuvo la idea de que la inflación era consecuencia del comportamiento<br />
mundial, a partir de entonces, y ante la evidencia de la cada vez mayor divergencia entre las tasas<br />
intemas y externas se comenzaron a considerar en profundidad las causas domésticas del<br />
problema. 66<br />
En el segundo semestre de 1948 se presentaron los primeros síntomas de las<br />
modificaciones operadas en los mercados internacionales de materias primas y alimentos, lo que<br />
provocó restricciones en el sector externo. En efecto, los países europeos, avanzados en su<br />
reconstrucción, se acercaban para entonces a los niveles de producción de preguerra, incluido el<br />
desarrollo de la producción de alimentos para su propio consumo. Paralelamente, intervenía<br />
Estados Unidos en el comercio internacional con considerables excedentes exportables colocados<br />
mediante el sistema de préstamos del Plan Marshall y del cual la Argentina estaba excluida. El<br />
fenómeno se manifestó en un descenso del precio de los alimentos junto con una drástica caída<br />
de la demanda para exportación. Para enfrentar esta situación la economía argentina no disponía<br />
ahora de las reservas monetarias acumuladas en los años de la guerra, puesto que se habían<br />
utilizado, entre otros fines, en la repatriación de la deuda y en el proceso de nacionalizaciones.<br />
Para los últimos meses de 1948 se hizo evidente que la situación estaba fuera de control,<br />
lo cual se evidenció en el deterioro de los términos del intercambio y en una inflación en constante<br />
aumento. 67 Las causas de este fenómeno son complejas y variadas. Entre ellas deben destacarse<br />
los efectos monetarios producidos por la reforma financiera de 1946. Las modificaciones por ella<br />
impuestas no permitían a los bancos emitir dinero directamente, aunque sí conservar cierto control<br />
64 Estos datos están tomados de Richard Mallon y Sourrouille, La política económica en una sociedad conflictiva,<br />
Amorrortu, 1973, p. 2 1, trabajo que Ferrer destaca como "un análisis comprensivo de la política económica en esas<br />
(últimas) tres décadas". En este trabajo los autores exploraron las interrelaciones entre los distintos intereses sectoriales<br />
y la conflictividad surgida de la puja por la distribución del ingreso entre 1946 y 1970. El resultado es una enriquecida<br />
visión de las dificultades para implementar determinadas políticas económicas y de la interrelación ajustada entre lo<br />
social. lo económico y lo político.<br />
65 No existen trabajos importantes sobre la inflación en el período peronista, sólo comentarios marginales en los<br />
principales análisis de la política económica. Quienes más han indagado en los problemas monetarios de este período<br />
en los últimos años han sido Guillermo Vitelli; Cuarenta años de inflación en la Argentina: 1945-1985, Legasa, 1986 y<br />
Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de política económica argentina. Ariel,<br />
1998<br />
66 Pablo Gerchunoff y Lucas Llach- El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de política económica argentina.<br />
Ariel, 1998. Para una visión de la época del problema inflacionario y para las distintas medidas aplicadas entre 1939 y<br />
1945 con el objeto de contener los precios, ver J. Prados Arrarte, La inflación y otros problemas monetarios, Selección<br />
Contable, 1947, pp. 139-160. En este trabajo no se consideró los efectos de la expansión crediticia al sector industrial,<br />
lo cual constituyó en el corto plazo un tema de debate.<br />
67 Guillermo Vitelli ha destacado un período de relativa estabilidad del proceso inflacionario entre 1946 y 1948, pero<br />
sufrió una ruptura hacia setiembre de ese último año, cuando los precios se dispararon. La estabilidad del período está<br />
dada, según el autor, por las políticas adversas al comercio exterior Y a las inversiones extranjeras y por las mejoras<br />
salariales como forma de apoyo al mercado interno. Guillermo Vitelli, Cuarenta años de inflación en la Argentina:<br />
1945-1985, Legasa, 1986
sobre la creación secundaria de dinero a través de su política de préstamos. Una parte de los<br />
préstamos retomaba al sistema bancario en forma de depósitos. Sin embargo, tal como lo han<br />
señalado en un trabajo reciente Pablo Gerchunoff y Lucas Llach:<br />
“el aumento en los créditos fue siempre mayor al crecimiento de los depósitos, y eso no era ni más<br />
ni menos que una expansión del dinero circulante, siempre proclive a generar inflación. Pero la<br />
teoría cuantitativa, según la cual los aumentos en la cantidad de dinero llevan a la larga a<br />
aumentos en los precios, no contaba con la adhesión de las autoridades económicas argentinas.<br />
Predominaba, en cambio, una suerte de Teoría cualitativa del dinero según la cual las<br />
expansiones monetarias bien dirigidas generaban aumentos en el nivel de actividad económica<br />
más que en los precios”. 68<br />
A la expansión crediticio provocada por el sostenimiento de la actividad industrial le siguió<br />
la que recibía el Estado Nacional para cubrir su cada vez mayor déficit presupuestado. 69 Ferrer<br />
señala como entre 1948 y 1952 el gobierno mantuvo, a pesar de los indicadores negativos, su<br />
política expansiva del gasto público y la redistribución de ingresos. 70 El aumento del consumo<br />
frente a las restricciones de oferta contrajo los niveles de ahorro e inversión y repercutió en el nivel<br />
de precios. De acuerdo con Ferrer, “la sequía de 1951-52 y la drástica caída de las exportaciones<br />
agudizó hasta límites intolerables la crisis externa. A partir de allí, el gobierno introdujo<br />
rectificaciones importantes en su política económica.”<br />
En la segunda presidencia de Perón, interrumpida por el golpe militar de 1955, el gobierno<br />
encaró una política de austeridad y de corrección del déficit externo, aunque sin modificar<br />
sustancialmente los fundamentos más generales del populismo. Es que hacia 1952 el contexto<br />
económico presentaba modificaciones importantes respecto a la situación existente en los<br />
primeros años: el sector externo estaba desequilibrado y las reservas internacionales habían<br />
bajado considerablemente. Las exportaciones, deprimidas por las políticas adversas al sector y<br />
por el incremento del consumo interno, tenían grandes dificultades para su colocación en el<br />
exterior. Además, el proceso de sustitución de importaciones basado en la industria liviana ya se<br />
había completado. Para Ferrer, “de allí en más, el crecimiento interno implicaba aumentar<br />
simultáneamente la capacidad de pagos externos... La débil posición financiera y el contexto<br />
internacional del desarrollo argentino en la época planteaban, entonces, agudas dificultades. Esto<br />
debilitaba la posición negociadora externa del país. Se restringía, así, severamente, la posibilidad<br />
de mantener el sesgo nacionalista de la política económica que el peronismo había seguido en los<br />
primeros años de su gestión.”<br />
También la redistribución de ingresos en favor de los asalariados había llegado a su límite.<br />
La participación de los trabajadores en el ingreso nacional había alcanzado ya un alto nivel y la<br />
legislación social no podía concederles nuevas ventajas sin repercutir en los costos o deteriorar<br />
severamente las relaciones laborales. Todo aumento en los costos unitarios del trabajo debían<br />
trasladarse necesariamente a los precios.<br />
68 Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Los desafíos Económicos Argentinos, Tomo IV, p. 28<br />
69 El auge Económico de 1946-48 había permitido al gobierno nacional "aumentar el total de sus gastos, de alrededor<br />
del 16 % del producto interno bruto en 1945, a casi el 29 % en 1948, y a la vez ampliar el crédito bancario al sector<br />
privado en más del 250 %, sin provocar serias repercusiones inflacionarias inmediatas, Sin embargo, en este último año<br />
se hizo evidente que esa política en extremo expansivo había estado basada en extraordinarias condiciones de corto<br />
plazo, con respecto a las cuales no podía esperarse que continuaran" Richard Mallon y, Sourrouille, La política<br />
económica en una sociedad.... p.21<br />
70 En realidad, a partir de fines de 1948 el gobierno tomó conciencia de la gravedad de la situación y encaró algunas<br />
medidas tendientes a resolver el extrangulamiento externo y a contener la escalada inflacionario. Sin embargo estas<br />
acciones fueron poco rígidas y rápidamente se dejaron de lado. En consecuencia, las medidas moderadoras que<br />
pretendían detener la escalada inflacionaria resultaron un fracaso absoluto, puesto que la inflación se aceleró<br />
notablemente desde 1949 hasta 1952, momento en que se adoptó un plan de estabilización más drástico, que cambié la<br />
estrategia económica posbélica. Los intentos estabilizadores y tal como lo sugieren Pablo Gerchunoff ;- Lucas Llach en<br />
la obra citada, las políticas aplicadas en tal sentido que acompañaron el recambio en la conducción económica no fueron<br />
más allá de una débil disminución de la creación de dinero que continuó su ritmo expansivo y en un freno relativo de la<br />
expansión crediticio. Las metas fijadas en relación con la política económica y social en el escenario de posguerra<br />
demostraron ser incompatibles con las nuevas condiciones presentes a partir de 1948. Como destacamos, el límite de la<br />
expansión económica tuvo como síntoma el incremento de los precios. Las medidas tomadas para resolver este<br />
problema no fueron sistemáticas. Los nuevos conductores de la política económica aún no veían en la inflación un<br />
peligro incontrolable. Existía un manifiesto consenso en aplicar cierta moderación crediticia aunque sin variar<br />
sustancialmente la política económica desarrollada hasta el momento.
En síntesis, según Ferrer, los cambios en el contexto económico del país, impedían<br />
mantener los objetivos básicos de la política peronista: redistribución de ingresos, expansión del<br />
empleo y crecimiento del sector público, por lo cual el gobierno se "embarcó en un nuevo<br />
esquema de política económica", diferente por cierto al “paradigma peronista”. En pocas<br />
palabras, la nueva política económica aplicada significó, primero, la modificación de la política de<br />
distribución de ingresos, la reversión del proceso de transferencia de ingresos entre el sector rural<br />
y el industrial y las crecientes pérdidas de comercialización del IAPI. Lo que permitió al gobierno<br />
compatibilizar con éxito sus objetivos de mantenimiento del salario real, mayores ingresos para los<br />
productos rurales y márgenes de ganancia aceptables para las empresas industriales. En<br />
segundo lugar, se tendió a la solución del estrangulamiento externo a través del apoyo a la<br />
producción y exportación de productos agropecuarios y a un tratamiento mucho más benévolo al<br />
capital extranjero. Finalmente, el gasto público se contuvo y el Estado se retrajo en su expansión<br />
sobre el sistema económico.<br />
Pero si bien, según Ferrer, la nueva orientación económica resultó exitosa, considerando la<br />
gravedad de la situación hacia 1952, esta política, que había ganado respeto en la conducción<br />
económica argentina antes del gobierno peronista, "no era un esquema que pudiese mantener por<br />
mucho tiempo la alianza de sectores que respaldó el ascenso del peronismo al poder."<br />
El esquema propuesto por Ferrer bien puede completarse con el análisis de aquellos<br />
elementos importantes y otros considerados menores en la política de redistribución de ingresos.<br />
En este sentido el funcionamiento de algunas instituciones de posguerra arroja algo de luz sobre<br />
su utilización con fines redistributivos. 71 En el Capítulo 6 de La índustria que supímos<br />
conseguir, Schvarzer analiza dos instituciones básicas del peronismo: El Banco de Crédito<br />
<strong>In</strong>dustrial Argentino y el <strong>In</strong>stituto Argentino para la Promoción del <strong>In</strong>tercambio. Según este autor,<br />
el Banco se caracterizó por la facilidad con la que otorgaba créditos a pequeños y medianos<br />
empresarios, que así podían operar en mejores condiciones, mientras sostenía a grandes<br />
empresas con financiación de más largo plazo. De esta manera, el Banco se convirtió en el<br />
"partero" de muchas de las grandes empresas dinámicas del período (Acindar, Siderca, etc.). Los<br />
créditos concedidos a tasas negativas reales significaron un subsidio directo a los empresarios<br />
industriales y un instrumento para el mantenimiento del sector. Sin embargo, de acuerdo con el<br />
autor, las “interferencias políticas” obligaron al Banco a conceder créditos a empresas<br />
tradicionales (ingenios azucareros, frigoríficos, etc.) con escasa o nula relación con proyectos de<br />
inversión. Además, las demandas de organismos públicos tendieron a desnaturalizar la función<br />
del Banco -medido en términos de sus propios objetivos y su persistencia formó parte de un hábito<br />
que redujo su potencial como instrumento de desarrollo. 72<br />
71 "Lamentablemente no hay trabajos importantes en los últimos años sobre estos temas más allá de los casos puntuales<br />
que describimos a continuación. Un trabajo destacado para el caso de los organismos creados con el fin de promover el<br />
desarrollo industrial es el de Altimir, Oscar; Santamaría, Horacio y, Sourrouille, Juan; "Los instrumentos de Promoción<br />
<strong>In</strong>dustrial en la Posguerra", Desarrollo Económico, Vol. 5 y 6, Nros. 21 a 27. Enero-Marzo 1967. Sobre otras<br />
instituciones creadas durante el peronismo existe un vacío sorprendente. Tal es el caso, por ejemplo del <strong>In</strong>stituto Mixto<br />
de <strong>In</strong>versiones Mobiliarias (IMIM), creado en 1947 con el fin de regular el mercado de valores y liquidado en 1957.<br />
Tampoco se a avanzado mucho en el terreno de la promoción industrial de estos años, habida cuenta que en 1944 se<br />
estableció un régimen de promoción especial para las industrias consideradas de "interés nacional". Al respecto pueden<br />
consultarse los trabajos de Félix Herrero; Aspectos legales de la promoción industrial en la Argentina, <strong>In</strong>stituto<br />
Torcuato Di Tella, 1962, Ricardo Ferrucci, La promoción industrial en Argentina, Editorial Universitaria de Buenos<br />
Aires, 1986; Jorge Schvarzer Promoción industrial en Argentina. Características, Evolución y Resultados. Centro de<br />
<strong>In</strong>vestigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración, 1986 y de Jorge Katz y Bernardo Kosacoff, El proceso de<br />
industrialización en la Argentina: evolución, retroceso y perpectivas, CEPAL-CEAL, 1989. Estos trabajos no abordan<br />
específícamente la etapa considerada pero incluyen análisis sobre la promoción industrial a partir de 1944.<br />
72 Los créditos a la producción y en especial el accionar crediticio del Banco <strong>In</strong>dustrial en estos años es un campo de<br />
estudio reciente. Véanse en este sentido los trabajos de Noemí Girbal de Blacha. "Reforma financiera y crédito a la<br />
producción: el caso del Banco de la Provincia de Buenos Aires. 1946-1950", en Ciclos en la Historia, la Economía y la<br />
Sociedad, Vol.II, Nº 3, 1992; "Dichos y hechos del gobierno peronista (1946-55). Lo fáctico y lo simbólico en el<br />
análisis histórico", en Entrepasados, año VI, nº 13, fines de 1997; "Estado, crédito e industria en la Argentina peronista<br />
(1946-1955)", en XVI Jornadas de Historia Económica, Universidad Nacional de Quilmes, 1999 y Marcelo Rougier,<br />
"El financiamiento bancario a las empresas industriales en la Argentina. Antecedentes y orígenes del Banco de Crédito<br />
<strong>In</strong>dustrial Argentino. 1880-1946", en Estudios <strong>In</strong>terdisciplinarios de América Latina, vol 10, Nº 2, segundo semestre de<br />
1999. Respecto a estos temas sólo existía como antecedente un trabajo específico de Jorge Schvarzer; El Banco
Otra institución clave dentro de la política económica del peronismo fue el IAPI., organismo<br />
que tenía asignadas muy diversas actividades, básicamente comerciales. 73 Según Schvarzer, el<br />
IAPI "intentó" asumir las operaciones directas de¡ comercio exterior, a través de la venta de carne<br />
y cereales y la compra de diversos materiales en el extranjero. Sin embargo, la amplitud de sus<br />
objetivos, mezclada con interferencias políticas y presiones de grupos de interés lo llevaron a<br />
magros resultados en el largo plazo. Las ganancias iniciales se transformaron en pérdidas<br />
cuando la crisis externa a partir de 1949 obligó al organismo a pagar más en el mercado interno<br />
por los productos exportables que el precio obtenido en el exterior.<br />
Las nacionalizaciones han constituido otro punto de debate importante. Sin embargo, en<br />
los últimos años no existen prácticamente trabajos específicos sobre el tema. 74 Las<br />
interpretaciones más tradicionales y "nacionalistas" argumentaron que la importancia de la compra<br />
de, por ejemplo, los ferrocarriles estaba dada por la eliminación de un factor que siempre había<br />
especulado contra el desarrollo industrial argentino y sobre todo del interior, el problema del precio<br />
pagado según estas visones era secundario puesto que, en definitiva, se habría comprado<br />
"soberanía". 75 Otros autores, en cambio, han destacado que esta compra se hizo en condiciones<br />
muy desfavorables, pagando un precio excesivo y dando un uso inadecuado a las libras<br />
bloqueadas en Londres; en síntesis, se habría comprado ”hierro viejo” 76 .Según la interpretación de<br />
Jorge Schvarzer en La industria... 77 el gobierno peronista no estuvo decidido a comprar las<br />
empresas extranjeras de servicios desde el inicio y no disponía de un programa de objetivos<br />
concretos para su manejo futuro. Las nacionalizaciones, nacidas de la urgencia de venta por<br />
parte de los antiguos propietarios estuvieron sujetas a regulaciones ambiguas y objetivos poco<br />
claros. En el caso de los ferrocarriles la empresa fue utilizada como instrumento de política<br />
económica (se mantuvieron las tarifas bajas, se incremento la dotación de personal y los salarios<br />
pagados) de modo que la empresa registro déficit desde el primer año de la estatización,<br />
bloqueando las posibilidades de inversiones a largo plazo. Queda claro que, en este sentido, no<br />
hubo una "nacionalización sistemática" durante el período peronista y la dependencia del<br />
abastecimiento externo de materias primas y equipos constituyó un rasgo persistente.<br />
Nacional de Desarrollo y el desarrollo tecnolórico en la <strong>In</strong>dustria Argentina. Centro de <strong>In</strong>vestigaciones Sociales sobre<br />
el Estado y la Administración, mimeo, 1981 y un trabajo más general de Hugh Schwartz, The Argentine Experience<br />
with <strong>In</strong>dustrial Credit and Protection <strong>In</strong>centives, 1943-1958, tesis de Yale University, 1967.<br />
73<br />
El I.A.P.I fue creado en mayo de 1946. Sobre el accionar del <strong>In</strong>stituto, instrumento clave de la política económica<br />
peronista, no existen trabajos de investigación salvo la modesta obra de Susana Novick, I.A.P.I, auge y decadencia,<br />
CEAL, 1986. De ahí en más con la escasa información disponible otros autores han realizado variadas interpretaciones<br />
sobre su funcionamiento.<br />
74<br />
El último artículo destacable sobre el tema es el de Pedro Skupck "Nacionalización, libras bloqueadas y sustitución de<br />
importaciones, Desarrollo Económico, Nº 47, octubre -diciembre de 1972. De este análisis se infiere que la<br />
nacionalización de los ferrocarriles no puede examinarse sin considerar los distintos aspectos que determinaban la<br />
política económica británica con la argentina y viceversa. Por lo que la utilización de las libras bloqueadas respondió a<br />
una línea de política económica cuyo fin era asegurar el máximo posible de divisas convertibles a dólares y así asegurar<br />
el abastecimiento y la expansión de la industria local. Según Skupch, quien escribía en el contexto de posibilidad de<br />
que el peronismo retomara el poder, "la nacionalización es una medida de defensa de la industria nacional surgida<br />
durante la guerra sobre la base de la sustitución de importaciones, en gran medida británicas, dentro de una estrategia de<br />
industrialización."<br />
75<br />
Esta línea interpretativa se reconoce en los trabajos de Rodolfo Puiggros, Libre empresa o nacionalización de la<br />
industria de la carne, Argumentos, 1957, Raúl Scalabrini Ortiz, Historia de los ferrocarriles argentinos, Reconquista.,<br />
1940 y Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino, Unión Revolucionaria, 1946 y Ricardo Ortiz; Historia de los<br />
ferrocarriles argentinos, Problemas, 1956, entre otros. Estas obras pioneras sobre empresas nacionalizadas fueron<br />
publicadas al calor del debate provocado por el fracaso de la política económica del peronismo. En particular el trabajo<br />
de Ortiz (una edición actualizada de la obra de 1946 con la que reclamó la nacionalización de los ferrocarriles) criticó la<br />
política económica peronista al mismo tiempo que insistió en que sólo bajo el control estatal estas empresas serían una<br />
herramienta de transformación de la economía nacional. Véase al respecto el trabajo historiográfico de Raúl García<br />
Heras, "La historiografía de empresas en la Argentina: Estado del conocimiento", en Carlos Dávila L. de<br />
Guevara (comp.), Empresas e historia en América Latina. Un balance historiográfico, TM Editores, 1996<br />
76<br />
Esta ha sido la postura de los estudiosos críticos del peronismo, entre otros Guido Di Tella-Manuel Zymelman y E.<br />
Eshag y R. Thorp, obras citadas.<br />
77<br />
Este economista tiene además un trabajo previo donde Examina la intervención del Estado en las distintas etapas de la<br />
economía argentina, las causas de dicha intervención y el aporte de las empresas estatales a la economía nacional. En<br />
un apartado específico trataba el caso de las empresas nacionalizadas. Jorge Schvarzer "Empresa públicas y desarrollo<br />
industrial en Argentina", en Economía de América Latina, 3, México, 1979, pp. 45-68.
Otro paso en el proceso de nacionalización fue dado con la expropiación de las empresas<br />
de capitales alemanes y con la creación de un holding público, la Dirección Nacional de <strong>In</strong>dustrias<br />
del Estado (DINIE). La DINIE llegó a controlar casi cuarenta empresas de muy diverso tipo<br />
aunque, según Schvarzer, no existió una dirección coordinada. Estas empresas comenzaron a<br />
devolverse hacia el final del período peronista, puesto que su mantenimiento era incompatible con<br />
el nuevo tratamiento que se intentaba dispensar al capital extranjero. 78 Menos estudiada en estos<br />
años ha sido la política económica del peronismo en el sector agrario, un descuido historiográfico<br />
del sector que, como señalamos, no sólo se circunscribe a la etapa peronista. 79 De todas maneras<br />
existen algunos trabajos relevantes. Un buen análisis de la política económica hacia el agro del<br />
peronismo puede encontrarse en Mario Lattuada; La polítíca agraría peronísta 1943-1983, CEAL,<br />
1986, T.1 y en Silvia Lázzaro, Estado y arrendamientos rurales en los años '50, en Cíclos Nº 12,<br />
1997. 80 El primer autor ha destacado cambios importantes en la política agraria a partir de que<br />
Perón se hace cargo del gobierno en 1946, relegando las reivindicaciones socioeconómicas y el<br />
cambio social que habían sido alentados hasta las elecciones. El propósito de la política agraria<br />
desde el control del Estado ya no se redujo a las reivindicaciones sociales sino que fue ampliada a<br />
fin de responder a "las exigencias de un aumento sostenido de la producción agropecuaria y a una<br />
minimización del conflicto social que posibilite la estabilidad política necesaria para mantener en el<br />
poder a los nuevos sectores y grupos que habían accedido a los aparatos del estado" Por su<br />
parte, el documentado trabajo de Silvia Lázzaro señala como la producción agraria pampeana<br />
creció sin interrupciones desde mediados de la década de 1920 y hasta el comienzo de la del '40,<br />
alcanzando su punto máximo durante los años de las Segunda Guerra Mundial. En la etapa<br />
peronista, incluida en un período más amplio considerado como de “estancamiento agrario”, se<br />
produjo una marcada disminución de la producción agrícola, pero un aumento significativo de la<br />
ganadera. Este pasaje a la ganadería como proceso compensador de la caída de la agricultura en<br />
la zona pampeana, condujo a la supresión casi definitiva de los arrendamientos tradicionales<br />
como forma de tenencia. Aspecto que, según la autora, debe considerarse como la manifestación<br />
de un especial dinamismo y transformación del ámbito rural, tanto a nivel productivo como social.<br />
El proceso industrializador del peronismo modificó la composición de la demanda de mano de<br />
obra y la estructura del empleo, lo cual generó una importante reducción de la oferta de mano de<br />
obra en el ámbito rural. Lázzaro señala que una "evaluación general de la política agraria...<br />
autoriza a considerar como el principal objetivo explícito de la misma el aumento creciente de la<br />
producción, en tanto no se plasman propuestas distribucionistas, orientadas a transformar<br />
estructuralmente la tenencia de la tierra. No obstante, detrás de este propósito subyace el conflicto<br />
político-institucional entre los propietarios rurales pampeanos, interesados en una propuesta de<br />
corte 'agrarista' y aquellos cuyo intento pasa por un proyecto 'populista industñalízador'."<br />
78 Tampoco existen en este caso trabajos de investigación novedosos, sólo interpretaciones. El más importante es el de<br />
Juan Carlos Esteban y Luis Tassara, Valor industrial y enajenación de DINIE, Ediciones Cátedra Lisandro de la Torre,<br />
1958, escrito hace ya más de cuatro décadas. Estos autores, imbuidos de las ideas provenientes de la "izquierda<br />
nacional" examinaron la trayectoria de la DINIE y reivindicaron el rol del Estado como empresario, criticando<br />
duramente la decisión del gobierno peronista de devolver las empresas a sus antiguos propietarios.<br />
79 Mario Lattuada en el trabajo que citamos a continuación señaló la existencia de un amplio campo de investigación a<br />
abordar por los estudiosos del sector: "quiénes formulan las políticas agrarias, para quiénes se formulan, qué proponen<br />
las mismas, qué se lleva a la práctica de esas propuestas, por qué determinadas propuestas son implementadas y otras<br />
no, cuáles han sido las consecuencias de las medidas implementadas y no implementadas, y, en última instancia cuáles<br />
son, si existen, los parámetros constantes de esas políticas agrarias y, en qué medidas permiten prever situaciones<br />
futuras".<br />
80 También existe un muy buen trabajo acotado al ámbito bonaerense. Véase Ignacio Llovet, "Tenencia de la tierra y<br />
estructura social en la provincia de Buenos Aires 1960-80", en VV.AA, La agricultura pampeana. Transfomiaciones<br />
productivas y sociales, F.C.E-IICA-CISEA, 1988. Si bien este trabajo no aborda puntualmente el período que aquí<br />
consideramos, brinda infomiación y análisis sobre el período intercensal 1947-1960, señalando la tendencia al<br />
incremento del número de propietarios y la disnúnución marcada de arrendatarios. Este autor desecha la suposición de<br />
un proceso lineal entre la desaparición de arrendatarios y la emergencia de propietarios. Su estudio considera la<br />
declinación de los arrendamientos producto del contexto de recesión agrícola, de los cambios en la estructura<br />
económica nacional y de las políticas estatales y producto de la crisis más general de las explotaciones de tipo fanúliar.<br />
De esta manera el autor cuestiona la existencia de una "farmerización" derivada de la política peronista, tesis sostenida<br />
por Guillermo Flichman ("Notas sobre el desarrollo agropecuario en la región pampeana (o por qué Perganmino no es<br />
Iowa", CEDES vol. I, Nº 4, 1978)
También se han analizado con relativa profundidad los vínculos que establecieron los<br />
diferentes gobiernos con los principales grupos económicos nucleados en la Sociedad Rural<br />
Argentina y la Unión <strong>In</strong>dustrial Argentina. En efecto, con estos trabajos de investigación se ha<br />
avanzado en el estudio de las demandas y reacciones corporativas ante las políticas agrarias,<br />
crediticias, de distribución del ingreso y de nacionalización del comercio exterior de esos años,<br />
superando parcialmente el terreno de las conjeturas propio de los análisis anteriores. 81 Además,<br />
estos trabajos han dado cuenta de que el componente burgués de la alianza peronista no se<br />
limitaba al sostén que brindaba una nueva clase industrial, sino que se basaba también en el<br />
apoyo de importantes sectores agrarios y comerciales, en los "hombres de negocios". Esta<br />
interpretación ha revitalizado las investigaciones de forma tal que ha sido superada la visión que<br />
consideraba -como contraparte de las interpretaciones sobre el sector obrero- que el apoyo al<br />
peronismo surgió de la lucha entre viejos y nuevos industriales.<br />
Entre los enfoques más novedosos en el campo de la historia económica merece<br />
destacarse el de la historia de empresas, que ha recibido un creciente impulso desde mediados de<br />
la década de 1980. Aunque la producción es todavía reducida, los trabajos publicados han<br />
permitido renovar el debate sobre las estrategias empresariales y sobre la articulación entre las<br />
firmas y el contexto macroeconómico. 82<br />
3. El peronismo: oríqenes, actores sociales y prácticas políticas<br />
Una mirada de conjunto sobre la historia política argentina desde comienzos de la década<br />
de 1980 revela algunos cambios significativos con respecto a la producción de los treinta años<br />
previos 83 .<br />
Uno de ellos es el retroceso de la historia "militante" y el consecuente avance de la historia<br />
"académica" o "profesional", fenómeno ligado tanto al reflujo político y al nuevo clima de ideas<br />
imperante desde fines de los setenta como a la profesionalización de la historia a partir del retorno<br />
de la democracia.<br />
Como en otros campos de la labor histórica, se ha producido una declinación de la teoría<br />
de la dependencia y del análisis de clases inspirado en la tradición marxista, con un<br />
desplazamiento hacia nuevas formas de la ciencia social donde se acentúan los valores políticos,<br />
la cultura y las instituciones.<br />
Desde el punto de vista temático, el peronismo ha continuado siendo uno de los ejes<br />
centrales de la investigación de historiadores, sociólogos y politólogos. En el estudio de este<br />
período vemos aparecer una serie de rasgos característicos de la producción reciente: discusión<br />
de los modelos interpretativos vigentes en los sesenta y los setenta, ampliación del campo<br />
temático y presencia de nuevos enfoques.<br />
Un problema que ha dominado buena parte de la producción reciente es el de los orígenes<br />
del peronismo, que ha llevado a ahondar en la investigación sobre el movimiento sindical en las<br />
décadas de 1920 y 1930.<br />
81 Véanse Mirta Palomino; Tradición y Poder. La Sociedad Rural Argentina, CISEA, 1988; Jorge Schvarzer,<br />
Empresarios del pasado. La Unión <strong>In</strong>dustrial Argentina, CISEA/Imago Mundi, 1991; Aníbal Jaúregui; "El despegue de<br />
los industriales argentinos"; José C. Villarruel, "El futuro como incertidumbre: los industrialistas y la tutela del Estado";<br />
Graciela Swiderski, "La UIA: ¿sustitución de importaciones o mercado externo?", los tres trabajos en Waldo Ansaldi y<br />
otros (Edit.) Argentina en la paz de dos guerras, 1914-1945; Biblos, 1993. Para el caso específico de la relación entre<br />
industriales y el peronismo véanse Cristina Lucchini; Apoyo empresarial en los orígenes del peronismo, CEAL, 1990 y<br />
especialmente, James Brenan; "<strong>In</strong>dustriales y 'bolicheros': La actividad económica y la alianza populista peronista,<br />
1943-1976", en Boletín del <strong>In</strong>stituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani". Tercera serie, núm.<br />
15, ler. semestre de 1997.<br />
82 Pueden citarse entre otros los siguientes trabajos: M.1.Barbero y M.Ceva, "El catolicismo social como estrategia<br />
empresarial", Anuario IEHSI nº12, 1997; R.García Heras, Transportes, negocios y política. La Compañía Anglo<br />
Argentina de Tranvías .1876-1981, Buenos Aires, Sudamericana, 1994; L.Gutiérrez y J.C.Korol, 'Historia de empresas<br />
y crecimiento industrial en la Argentina. El caso de la Fábrica Argentina de Alpargatas", Desarrollo Económico, vol.28,<br />
nº 111, 1988; J.Schvarzer, Bunge y Born: crecimiento diversificación de un grupo economico, Buenos Aires, GEL,<br />
1989<br />
83 Como trabajo de síntesis sobre las tendencias historiográficas ver <strong>María</strong> Estela Spinelli, La historia PoIítica del siglo<br />
XX en la Argentina. Tendencias e innovaciones a partir de 1980, en S.Bianchi y M.E.Spinelli (comps.), Actores, ideas y<br />
proyectos políticos en la Argentina contemporánea, Tandil, IEHS, 1997
El eje del debate ha sido el cuestionamiento a la interpretación germaniana, que desde la<br />
teoría de la modernización veía al peronismo como un emergente de la Argentina tradicional, y<br />
que postulaba una ruptura entre la clase obrera pre-peronista y la nueva clase obrera, formada a<br />
partir de la industrialización posterior a 1930 y de las migraciones internas.<br />
Para Gino Germani el problema central consistía en explicar la transición de la sociedad<br />
tradicional a la sociedad moderna en la Argentina contemporánea, y cuál había sido el lugar del<br />
peronismo en dicho proceso. En su análisis de la estructura social estableció una distinción entre<br />
trabajadores “viejos” y “nuevos”. Según el autor, los obreros “nuevos”, provenientes de las<br />
migraciones de zonas rurales, carecían de experiencias laborales en el proceso industrial y de<br />
actuación política. Los trabajadores “viejos” serían aquellos formados en la cultura clasista de los<br />
partidos de izquierda, con una historia propia de luchas y de movilizaciones obreras. Según<br />
Germani, en esta etapa de industrialización caracterizada por la sustitución de importaciones, un<br />
sector de la élite, que plantea una reforma social representada por un sector de las fuerzas<br />
armadas y por el empresariado industrial, se personifica en Perón. Así, el peronismo, en su lucha<br />
contra la élite tradicional, habría impedido el proceso de democratización del sistema político, lo<br />
cual se consiguió apartando a los trabajadores de sus verdaderos “intereses de clase” 84 a cambio<br />
de una sensación ficticia de participación y de conquistas de derechos. Esto permitió la<br />
“manipulación” desde el poder de las masas trabajadoras que se encontraban “disponibles”. Para<br />
la consolidación de este modelo de poder, era necesaria la colaboración, subordinación o falta de<br />
autonomía de las organizaciones obreras. “El Estado defiende a los trabajadores, se apoya en<br />
ellos, a la vez que los mantiene bajo su tutela.” 85<br />
La interpretación de Germani fue discutida a comienzos de la década de 1970 por Miguel<br />
Murmis y Juan Carlos Portantiero, quienes insistieron en particular en dos puntos: la intensa y<br />
activa participación de los obreros "viejos" en el surgimiento del peronismo y la interpretación del<br />
peronismo como una forma compleja de alianza de clases, que reflejaba una tendencia con<br />
importantes antecedentes en el sindicalismo anterior a 1943 86 .<br />
Murmis y Portantiero destacan la existencia de sectores del radicalismo, socialismo y<br />
comunismo que, aún proveniendo de estructuras políticas históricas, adhieren al nuevo<br />
movimiento. Sostienen que el peronismo incluyó a los trabajadores industriales, a la pequeña<br />
clase media, a un sector de la burguesía que deseaba la ampliación de los mercados internos, a<br />
los campesinos y peones rurales y al Estado. El ingreso del movimiento obrero en esta alianza es<br />
entendido como parte de una estrategia política con plena conciencia de sus implicancias, es<br />
decir, son los obreros quienes “utilizan” a conciencia la coyuntura socio política para maximizar<br />
sus intereses históricos.<br />
La confrontación entre la posición de Germani y otras visiones sobre los orígenes y la base<br />
social del peronismo continuó en una polémica publicada en su mayor parte en la revista<br />
Desarrollo Económico entre 1973 y 1975, y que fue luego editada en 1980 en un volumen<br />
compilado por Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente 87 .<br />
Dicha polémica se inició con la publicación de un artículo de Peter Smith que, a partir de<br />
un análisis ecológico del voto en las elecciones de 1946, cuestionaba la interpretación de Germani<br />
en varios puntos cruciales. Entre otras afirmaciones, Smith remarcaba el apoyo de la vieja clase<br />
obrera en las áreas urbanas, así como el carácter policlasista del peronismo, insistiendo además<br />
en la necesidad de considerar como determinantes de los resultados electorales no sólo a las<br />
cuestiones socioeconómicas sino también a las lealtades personales.<br />
Desde la polémica se fueron delineando las que pasaron a denominarse interpretación<br />
"ortodoxa" e intrepretación "revisionista" de los orígenes del peronismo. La primera sigue la tesis<br />
de Germani, con su énfasis en el papel decisivo de los obreros nuevos, y la segunda engloba a las<br />
visiones críticas de la interpretación germaniana, que tienen sus raíces en el trabajo de Murmis y<br />
Portantiero. Mientras que las interpretaciones ortodoxas tienden a enfatizar el carácter disponible<br />
de la masa migrante, pasiva y objeto de manipulación por parte de Perón, las revisionistas<br />
consideran la adhesión obrera como una decisión autónoma y a los trabajadores como un factor<br />
activo en la construcción del peronismo.<br />
84 El autor utiliza este concepto teniendo en cuenta la ubicación en el mercado de los trabajadores<br />
85 Gino Germani, Política y sociedad en una época de transición, Paidós, 1962.<br />
86 M.Murmis y J.C.Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo/1, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971<br />
87 M.Mora y Araujo e I.Llorente (comps.), El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina, Buenos Aires,<br />
Sudamericana, 1980
Entre las interpretaciones revisionistas merece destacarse la de Juan Carlos Torre, en la<br />
que se revela la voluntad por rescatar el papel de las estrategias de los actores sociales y<br />
políticos, analizando el apoyo de la vieja guardia sindical a Perón "no como tributaria de un<br />
fenómeno de anomia colectiva o de un síndrome clientelista, sino como resultado de un proceso<br />
de deliberación racional" 88 . En diversos trabajos ha contribuido a la discusión del papel de la vieja<br />
guardia sindical en la construcción del peronismo y de la problemática de la autonomía política<br />
obrera dentro de un proceso de cambio lanzado desde el Estado y comandado por un fuerte<br />
liderazgo plebiscitario. El autor remarca que mientras que la reflexión de Murmis y Portantiero<br />
expresaba el clima de una época -los sesenta y la revalorización del peronismo desde la<br />
izquierda- las preguntas que él mismo se ha formulado se gestaron en otra etapa, tras el retorno<br />
del peronismo en el 73 y la crisis institucional y de violencia que le siguió. En ese nuevo clima<br />
intenta destacar otra dimensión de la historia, desde "una preocupación relativa a las condiciones<br />
en las que es posible combinar un movimiento de reformas políticas y sociales con la preservación<br />
de un espacio pluralista y democrático" 89<br />
Otros autores revisionistas han centrado su atención en otros temas. Hugo del Campo 90 ha<br />
estudiado la transición del sindicalismo pre-peronista al sindicalismo peronista, enfatizando las<br />
continuidades entre uno y otro, a partir de los elementos comunes entre el reformismo pragmático<br />
de la tradición sindicalista y las modalidades adoptadas por el movimiento peronista en sus<br />
comienzos. Hiroshi Matsushita 91 , al estudiar las causas de la adhesión a Perón por parte de los<br />
obreros viejos, o con experiencia sindical anterior a 1943, centra su atención en las que denomina<br />
causas subjetivas, en particular las ideológicas, la "orientación y mentalidad de los obreros",<br />
destacando la politización de los dirigentes obreros en los años 30-43 y su creciente conciencia<br />
nacional, que a su criterio facilitó la vinculación con Perón.<br />
Julio Godio, en sus trabajos sobre el movimiento obrero argentino plantea la existencia de<br />
una fuerte división entre los trabajadores de acuerdo a su vinculación o no con el modelo<br />
agroexportador en proceso de descomposición, sosteniendo que las posturas más revolucionarias<br />
eran aquellas más alejadas del modelo económico de extraversión 92 .<br />
La compilación realizada por Juan Carlos Torre sobre la formación del sindicalismo<br />
peronista incluye diversos trabajos de Walter Little, Louise Doyon. Ricardo Gaudio y Jorge Pilone,<br />
Joel Horowitz y el propio Torre, en los que se analiza la conformación del movimiento obrero y su<br />
relación con el Estado revalorizando los elementos de continuidad entre los años treinta y los<br />
cuarenta 93 .<br />
Más allá de la polémica sobre los orígenes y la base social del peronismo, un repaso de la<br />
producción reciente sobre el período 1945-55 permite reflexionar acerca de la presencia de<br />
nuevos temas y nuevos enfoques, que revelan rasgos más generales de las orientaciones de la<br />
historiografía y de las ciencias sociales en los últimos veinte años.<br />
Cabe destacar la ausencia de trabajos de síntesis, salvo el de Peter Waldmann, publicado<br />
por primera vez en 1974, el de Cristian Buchrucker sobre Nacionalismo y Peronismo, y las<br />
reflexiones más generales de Tulio Halperín Donghi 94 . Como contrapartida, se ha ampliando<br />
notablemente el arco de temas en estudio y se han introducido enfoques novedosos.<br />
El libro de Waldmann intenta explicar al peronismo desde las respuestas que ofreció a las<br />
diversas crisis por las que atravesaba la Argentina desde los años treinta. Utilizando el esquema<br />
de Almond y Pye señala la convergencia de las crisis de identidad, de dependencia, de<br />
88 J.C.Torre, La vieja guardia sindical y Perón, Buenos Aires, Sudamericana,1990. P.14. Otros trabajos de Torre sobre<br />
este tema son "<strong>In</strong>terpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", Desarrollo Económico, col.28, n°112, 1989 y<br />
la compilación de La formación del sindicalismo peronista, Buenos Aires, Legasa, 1988 y El 17 de octubre de 1945,<br />
Buenos Aires, Ariel, 1995.<br />
89 .C.Torre, La vieja guardia sindical..., p.18<br />
90 H.del Campo, Sindicalismo y peronismo, Buenos Aires, Clacso, 1983<br />
91 H.Matsushita, Movimiento obrero argentino. 1930-1945, Buenos Aires, Siglo XX, 1983<br />
92 J.Godio, El movimiento obrero argentino. 1930-1943, Buenos Aires, Legasa, 1988; J.Godio, H.Palomino y<br />
A.Wachendorfer, El movimiento sindical argentino. 1880-1987,Buenos Aires, Puntosur, 1988<br />
93 ver nota n° 87<br />
94 P.Waldmann, El peronismo,Buenos Aires, Sudamericana, 1981; C.Buchrucker, Nacionalismo y Peronismo, Buenos<br />
Aires, Sudamericana, 1987; T. Halperín Donghi, Argentina. La democracia de masas,Buenos Aires, Paidós, 1972;id. La<br />
Argentina en el callejón,, Montevideo, Arca, 1964; id. La larga agonía de la Argentina peronista,Buenos Aires, Ariel,<br />
1994. Como trabajo general de síntesis para la etapa 1916-1993, véase L.A.Romero, Breve Historia Contemporánea de<br />
Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1994
distribución, de participación y de legitimidad. A partir de su constatación estudia los rasgos<br />
fundamentales de la estrategia y el estilo político de Perón y las relaciones entre el gobierno y los<br />
principales factores de poder -las fuerzas armadas, los sindicatos y las organizaciones<br />
empresariales. Analiza también las diferentes fases del gobierno peronista, enfatizando sus<br />
contradicciones y limitaciones que encuentra como causales de su derrota. La obra de Waldmann<br />
refleja el clima intelectual de principios de los setenta en la medida en que el autor se pregunta por<br />
qué el peronismo no constituyó un movimiento auténticamente revolucionario, enfatizando y<br />
censurando su carácter reformista. Pero al mismo tiempo constituye, como ya dijimos, una de las<br />
pocas obras de síntesis recientes sobre el período 1945-55.<br />
El libro de Buchrucker es una obra de historia de las ideas en el período 1927-1955, que el<br />
autor analiza como el de gestación de nuevas ideas y nuevos movimientos políticos, destacando<br />
como los más significativos, en uno y otro campo, al nacionalismo y el peronismo. Estudia las<br />
distintas vertientes y expresiones del nacionalismo, confrontándolas con las matrices europeas y<br />
con el contexto nacional e internacional, preguntándose qué influencia ejerció sobre el peronismo.<br />
A partir de una investigación exhaustiva y profunda, el autor examina coincidencias y<br />
divergencias entre uno y otro, remarcando las diferencias ideológicas y estructurales. El trabajo de<br />
Buchrucker se propone sobre todo "un análisis preciso de los impulsos ideológicos que integraron<br />
el peronismo", y desde ese punto de vista es una contribución a la línea de trabajos interesada en<br />
el problema de la "naturaleza del peronismo". El autor relativiza la influencia del nacionalismo<br />
(fundamentalmente del nacionalismo más conservador) sobre el peronismo, enfatizando asimismo<br />
las diferencias entre peronismo y fascismo y entre peronismo y franquismo.<br />
La crisis de la dictadura y la transición hacia la democracia desde comienzos de los<br />
ochenta reavivaron el interés por el estudio de la ecuación autoritarismo/democracia. Entre las<br />
obras de conjunto que incluyen el período anterior a 1955 se destacan la del historiador<br />
norteamericano Robert Potash y la del politólogo francés Alain Rouquié.<br />
R.Potash había publicado a fines de la década de 1960 el primer tomo de su obra El<br />
ejército y la política en la Argentina. 1928-1945, y editó un segundo, sobre el período 1945-62 a<br />
comienzos de la de 1980 95 . Potash estudia la actividad política del ejército analizando las<br />
características y evolución de la institución y de sus cuadros así como la interacción entre civiles y<br />
militares a lo largo de los distintos gobiernos que se sucedieron. Frente a las interpretaciones<br />
generalizantes y de corte teórico esbozadas para explicar el militarismo latinoamericano propone<br />
un enfoque centrado en el estudio del desarrollo institucional de la Argentina contemporánea 96 .<br />
Un enfoque similar propone Rouquié en su obra Poder militar y sociedad política en la<br />
Argentina 97 en la que trata de establecer las causas de la inestabilidad política y de la sucesión de<br />
regímenes militares desde la década de 1930. Rouquié rechaza las interpretaciones generales<br />
que atribuyen dicha inestabilidad al subdesarrollo o a razones de índole cultural, enfatizando las<br />
singularidades del caso argentino. Analiza a los golpes de Estado como la expresión de una larga<br />
crisis política, como una respuesta militarista a una situación nacional particular, en los que se<br />
combinan las condiciones del contexto con ciertos rasgos específicos de la "sociedad militar".<br />
Un tema que ha despertado un creciente interés en los últimos años es el de la relación<br />
entre la Iglesia católica y el peronismo. En una línea de interpretación novedosa, Loris Zanatta<br />
estudia el papel de la Iglesia y el Ejército en la génesis del peronismo 98 . Partiendo del análisis de<br />
la crisis del proyecto liberal en 1930, analiza el rol de la Iglesia en la articulación de las tendencias<br />
antiliberales que surgieron en diversos planos, ofreciéndoles solidez institucional y coherencia<br />
doctrinaria. Según Zanatta la Iglesia y el catolicismo consiguieron cohesionar la oposición al<br />
liberalismo y al socialismo, promoviendo un proyecto político, social e ideológico alternativo, en<br />
cuyo núcleo se encontraban el confesionalismo, el nacionalismo, el hispanismo y el<br />
corporativismo. El autor se refiere al proyecto de construcción de una "nueva cristiandad",<br />
compartido por Iglesia y Ejército, que incluía la voluntad de integrar al pueblo a través de una<br />
95<br />
Robert Potash, El ejército y la política en la Argentina.1928-1945. De Yrigoyen a Perón, Buenos Aires,<br />
Sudamericana, 1971; id., El ejército y la política enla Argentina.1945-1962. De Perón a Frondizi, Buenos Aires,<br />
Sudamericana, 1981<br />
96<br />
R.Potash ha publicado también Perón y el GOU. Los documentos de una logia secreta, Buenos Aires, Sudamericana,<br />
1984<br />
97<br />
A.Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argenitna, BuenosAires, Emecé, 1981 y 1982 .<br />
98<br />
L.Zanatta, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo. 1930-1943, U.N.de<br />
Quilmes, 1996
política de reformas sociales de rasgos populistas. Considera que la influencia de hombres e ideas<br />
del catolicismo populista fue clave en la elaboración del proyecto y la doctrina peronistas y sobre<br />
la evolución intelectual del mismo Perón en los años precedentes a su ascenso al poder. Por<br />
último, sostiene que más allá del fracaso de la construcción de un nuevo orden cristiano en la<br />
Argentina, el hecho de que el peronismo haya recogido muchas de sus banderas significó el<br />
ocaso del proyecto liberal y la incorporación de las masas en la vida política y social en el más<br />
antiliberal de los contextos.<br />
Otros trabajos, como los de Susana Bianchi y Lila Caimari, han colocado el acento en la<br />
conflictiva relación entre el peronismo y la Iglesia, derivando algunos de ellos en investigaciones<br />
sobre la Iglesia como actor político 99 .<br />
Entre los temas que se investigaron en la década de 1980 sobre el peronismo en la etapa<br />
1946-55 cabe mencionar los de la cultura política y el análisis del discurso, que reflejan tanto el<br />
creciente interés por lo cultural como la influencia de líneas de investigación novedosas. El libro de<br />
Alberto Ciria sobre política y cultura popular se centra en particular en el tema de la cultura<br />
política, pero al mismo tiempo presenta como novedad un interés sobre los rituales que será<br />
característico de obras más recientes con una clara orientación antropológica. Con respecto al<br />
análisis del discurso, se destacan los trabajos de Emilio de Ipola y de Eliseo Verón y Silvia Sigal,<br />
habiendo recibido este último un balance crítico de parte de Tulio Halperín Donghi 100 .<br />
Entre las contribuciones más recientes acerca del peronismo deben mencionarse los<br />
trabajos de Daniel James, que ofrecen una visión renovadora desde la perspectiva de la nueva<br />
historia social inglesa y de la denominada "historia desde abajo". Con esta base metodológica<br />
analiza las experiencias vividas, las percepciones, los elementos del discurso y del contradiscurso,<br />
lo vivido y lo sentido, antes y durante el gobierno peronista y su resignificación posterior.<br />
El artículo sobre el 17 de octubre en Berisso y Ensenada 101 ofrece una alternativa al<br />
debate sobre los orígenes del peronismo, sosteniendo que más que el papel desempeñado por la<br />
organización formal de la clase obrera debe considerarse las formas concretas de movilización y<br />
de protesta social que adoptaron los acontecimientos de octubre. <strong>In</strong>siste asimismo en la<br />
necesidad de considerar la dimensión social y cultural de la participación de la clase obrera en el<br />
peronismo, y desde esta perspectiva estudia la movilización del 17 y el 18 de octubre, a la que ve<br />
como la expresión de un cuestionamiento a las formas aceptadas de jerarquía social y a los<br />
símbolos de autoridad. En su libro Resistencia e <strong>In</strong>tegración 102 retoma el tema de la relación entre<br />
el peronismo y la clase trabajadora argentina discutiendo las interpretaciones preexistentes por su<br />
elevado nivel de abstracción y rescatando la especificidad de una experiencia histórica y de<br />
movimientos sociales concretos. Allí polemiza con la sociología de la modernización, el marxismo<br />
y la izquierda peronista por su incapacidad de captar adecuadamente la complejidad de la<br />
experiencia de la clase trabajadora. Otros temas que desarrolla son la redefinición de la noción de<br />
ciudadanía y el "impacto herético" del peronismo que generó una fuerte polarización en la<br />
sociedad entre peronistas y antiperonistas 103 .<br />
El enfoque de James incluye una revalorización de los testimonios orales, "de este modo la<br />
relación entre los relatos personales y la historia es compleja y problemática [...]. Tenemos que<br />
aprender a leer estas historias y los símbolos y la lógica ensamblados en ellos, debemos ser<br />
99 L. Caimari. Perón y la Iglesia Católica, Buenos Aires, Ariel, 1995; S.Bianchi, "La Iglesia catóica en los orígenes del<br />
peronismo", Anuario IEHS, V, 1990"; J:O.Frigerio, El síndrome de la "Revolución Libertadora": la Iglesia contra el<br />
Justicialismo, Bs.As., CEAL, 1990<br />
100 A.Ciria, Política y cultura popular, Buenos Aires, De la Flor, 1983; E.De Ipola, Ideología y discurso populista,<br />
Buenos Aires, Folios, 1983; E.Verón y S.Sigal, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista,<br />
Buenos Aires, Legasa, 1986; T.Halperín Donghi, Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, en id., Ensayos<br />
de historiografía, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1996<br />
101 D.James, 17 y 18 de Octubre de 1945: "El peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina", Desarrollo<br />
Económico, n°107, vol.27, 1987<br />
102 D.James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-1976, Buenos Aires,<br />
Sudamericana, 1990<br />
103 En una línea similar a la de James pueden citarse los trabajos de Ernesto Salas, "Cultura popular y conciencia de<br />
clase en la resistencia peronista", Ciclos, n° 7 , 1994 , y de Danilo Martucelli y Maristella Svampa, La plaza vacía,<br />
Losada, 1997
cuidadosos de su profundo significado y hacer justicia a la complejidad encontrada en las vidas y<br />
las experiencias históricas de aquellos que nos las cuentan" 104 .<br />
Entre los trabajos más recientes el de Mariano Plotkin 105 estudia la construcción del<br />
aparato propagandístico del peronismo, enfatizando el papel del Estado en la construcción de una<br />
identidad y los rasgos autoritarios del régimen. Los trabajadores son presentados sólo como<br />
receptores de lo ideado y ejecutado por los aparatos ideológicos del Estado. Analiza en particular<br />
la educación y los libros de lectura, así como los rituales y la construcción de una liturgia política y<br />
un imaginario, desde una visión antropológica. Plotkin sostiene que a partir de un discurso<br />
apoyado en la Iglesia y el Ejército, Perón intentó construir un consenso político-social, dirigiéndose<br />
a los trabajadores, al sector industrial y a la clase media. <strong>In</strong>dica que el éxito o fracaso en el logro<br />
de dicho consenso determinó los apoyos y el grado de polarización en torno a su proyecto. Para<br />
Plotkin Perón sólo fue plenamente exitoso en la relación espontánea y directa que estableció con<br />
las masas 106 .<br />
Otros autores han contribuido al enfoque cultural a través del abordaje de problemas más<br />
puntuales, como la educación, la arquitectura, la familia y las mujeres peronistas 107 . Una sección<br />
del Anuario del IEHS de 1993 estuvo dedicado a estudios sobre el peronismo, y una reciente<br />
compilación de M.E.Spinelli y S.Bianchi, sobre Actores, ideas y proyectos políticos en la Argentina<br />
contemporánea, publicada por el mismo <strong>In</strong>stituto, recoge nuevas contribuciones, entre ellas un<br />
artículo de M.E.Spinelli sobre la historia política del siglo XX en la Argentina 108 . Otra línea de<br />
investigación que se ha desarrollado es la de los trabajos que examinan situaciones regionales,<br />
tanto en lo que se refiere a la historia de los trabajadores como a la de la actuación de las diversas<br />
fuerzas políticas.<br />
Emilio De Ipola y Federico Neigburg han publicado dos balances sobre las interpretaciones<br />
del peronismo 109 . De Ipola estudia el problema de la "naturaleza" del peronismo desde distintas<br />
interpretaciones globales ofrecidas por los científicos sociales, centrando su análisis en la<br />
problemática de la continuidad y la ruptura entre el peronismo y su pasado. Neigburg propone, a<br />
través del estudio de las relaciones entre la invenciónd el peronismo y la constitución de la<br />
sociología en la Argentina, revisar las interpretaciones sobre los orígenes y la naturaleza del<br />
peronismo, trasladando el eje desde las características de su base social hacia la producción de<br />
significados de parte de agentes sociales ubicados en las clases medias y altas.<br />
Merecen destacarse, por último, dos contribuciones de Tulio Halperín Donghi 110 . Una de<br />
ellas, El lugar del peronismo en la política argentina, busca explorar las raíces entre el peronismo<br />
y su pasado, encontrando similitudes entre Perón y tres generales que lo precedieron: Mitre,<br />
Roca y Justo. Halperín señala que la posición dirigente de todos ellos tenía sus raíces fuera de la<br />
esfera de la política de los partidos (en contraste con el caso de Yrigoyen), ejerciendo un liderazgo<br />
de raíz dual, en el que la autoridad que emana del Estado complementa o suple en la esfera<br />
política la que se cimenta en cualquier solidaridad partidaria. El autor encuentra en esta compleja<br />
experiencia histórica (que remonta hasta la época de Rosas) una clave para entender mejor la<br />
relación entre Perón y su séquito político, remarcando la continuidad entre el peronismo y la<br />
tradición política argentina. Observa al mismo tiempo otra continuidad en la idea de estructurar un<br />
orden político capaz de armonizar las exigencias de todos los sectores sociales, ya presente en<br />
104<br />
D.James, "Historias contadas en los márgenes. La vida de Doña <strong>María</strong>: historia oral y problemática de género",<br />
Entrepasados, n°3, 1992, p.10<br />
105<br />
M.Plotkin, Mañana es San Perón, Buenos Aires, Ariel, 1993<br />
106<br />
Esta afirmación ha sido cuestionada recientemente por Raanan Rein en Peronismo, populismo y política, Buenos<br />
Aires, Ed. de Belgrano, 1998. Rein sostiene que en la relación entre Perón y las masas fue fundamental la participación<br />
de mediadores, la "segunda línea" del liderazgo peronista, integrada por dirigentes políticos y sindicales.<br />
107<br />
S.Bianchi, "Las mujeres en el peronismo (Argentina, 1945-55), en Historia de las mujeres. El siglo XX, bajo la<br />
dirección de Francoise Thebaud, Taurus, vol.V, 1993; id. "Catolicismo y peronismo. La educación como campo de<br />
conflicto (1946-1955)", Anuario IEHS,. 11, 1996 A.Ballent, "Arquitectura y ciudad como estéticas de la política. El<br />
peronismo en Buenos Aires, 1946-1955", Anuario IEHS, 8, 1993<br />
108<br />
S.Bianchi y M.E.Spinelli (comps.), op.cit.<br />
109<br />
E.De Ipola, "Ruptura y continuidad. Claves parciales para un balance de las interpretaciones del Peronismo",<br />
Desarrollo Económico, v.29, n°115, 1989; F.Neigburg, "Ciencias Sociales y mitologías nacionales. La constitución de<br />
la sociología en la Argentina y la invención del peronismo", Desarrollo Económico, n°136, 1995<br />
110<br />
T.Halperín Donghi, El lugar del peronismo en la tradición política argentina, en S.Amaral y M.Plotkin (comps),<br />
Perón, del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993; T.Halperín Donghi, La larga agonía de la Argentina peronista,<br />
Buenos Aires, Ariel, 1994
Echeverría, pero señala que, en la medida en que el peronismo se identificó más estrechamente<br />
con algunos sectores sociales y sus reivindicaciones, generó condiciones que hacían imposible<br />
dicha armonía y que llevaban en cambio al combate entre adversarios. Para Halperín, "la<br />
continuidad con la más antigua y sólida de nuestras tradiciones políticas vino a acentuar, antes<br />
que a atenuar, la ruptura que el peronismo introdujo en la vida argentina [...]".<br />
En otro ensayo reciente, La larga agonía de la Argentina peronista, Halperín retoma las<br />
reflexiones de una obra precedente -La Argentina en el callejón-, publicada por primera vez en<br />
Montevideo en 1964, treinta años antes. El tema central es el análisis de la crisis argentina que<br />
alcanzó su etapa decisiva entre el cordobazo y la hiperinflación, en la que el autor ve el<br />
entrelazamiento de tres procesos: el agravamiento del conflicto sociopolítico, la agonía de la<br />
sociedad perfilada bajo la égida del peronismo y la huella duradera de las modalidades que tuvo el<br />
ingreso de la democracia electoral en la Argentina, signado por la denegación de legitimidad de<br />
las fuerzas en pugna. Aunque la reflexión del Halperín se centra en la etapa post 1995, contiene<br />
una serie de referencias al peronismo "clasico" de 1945-55, entre las que se destaca la idea del<br />
peronismo como una revolución social y su continuidad hasta fines de la década de 1980.<br />
4.Nacionalismo y nacionalistas<br />
El nacionalismo ha sido considerado un movimiento enormemente influyente en la<br />
evolución de la política argentina. Ello explica la cantidad de estudios que se le han dedicado al<br />
tema. En general esa posición ha sido sostenida sobre todo por los estudiosos extranjeros - como<br />
David Rock, Marisa Navarro Gerassi o Sandra Mc.Gee Deutsch 111 -que han enfatizado ese<br />
componente autoritario en la cultura política argentina y su influencia directa o indirecta en la<br />
inestabilidad política. Otros trabajos, en especial los de Enrique Zuleta Alvarez, han limitado esa<br />
influencia, viéndolo, en conjunto, como subalterno a otras tradiciones políticas 112 . Todo ello remite<br />
a varios problemas. En primer lugar, al de las raíces del nacionalismo y la cronología más<br />
adecuada para estudiarlo, y en segundo, a las relaciones identitarias o no del mismo con el<br />
peronismo.<br />
Existen tres posibilidades en cuanto a la cronología. La que se ha convertido en más<br />
común es comenzar con el momento de principios del siglo XX. El trabajo citado de Zuleta Alvarez<br />
presenta las supuestas continuidades entre el nacionalismo cultural del Centenario y el<br />
nacionalismo político posterior. La misma cronología utilizan <strong>María</strong> <strong>In</strong>és Barbero y Fernando<br />
Devoto 113 y luego tambíen David Rock. Otra alternativa era la propuesta por historiadores<br />
norteamericanos menos ligados a la noción de nacionalismo como movimiento antiliberal de<br />
derecha o de extrema derecha. Esta línea había sido seguida por Samuel Baily y sobre todo por<br />
Carl Solberg, en un libro cuya importancia retrospectivamente debe destacarse 114 .<br />
Efectivamente, no siempre es sencillo escindir nacionalismos políticos de aquellos otros<br />
que los norteamericanos llaman nativismo, es decir estrategias para construir una identidad<br />
homogénea entre los ciudadanos de un Estado. Al incorporar los problemas de construcción de la<br />
identidad nacional la cronología se corre hacia atrás, hacia el siglo XIX, sea a la década de 1880,<br />
abierta con las reflexiones críticas de Sarmiento en Condición del extranjero en América, sea a la<br />
década de 1850 y Mitre y la formulación de un relato histórico identitario desde el "mito de los<br />
orígenes".<br />
En realidad esa revitalización del tiempo largo está vinculada a la difusión de trabajos<br />
producidos en la historiografía europea acerca del problema de la construcción o "invención" de la<br />
identidad nacional en el siglo XIX. Al acortarse la cronología de las naciones europeas, vistas<br />
ahora como fenómenos producidos no desde remotas esencias sino desde la voluntad política de<br />
las élites de construirlas, el denominar a esos intentos nacionalismos emerge inmediatamente. En<br />
111 David Rock, La Argentina autoritaria, Buenos Aires, Ariel, 1993; Marisa Navarro Gerassi, Los nacionalistas, Buenos<br />
Aires, Jorge Alvarez, 1969; S. McGee Deutsch, Counterrevolution in Argentina, 1900-1932: The Argentine Patriotic<br />
League, The University of Nebraska Press, Lincoln, NE, 1986<br />
112 E.Zuleta Alvarez, El nacionalismo argentino, BuenosAires, La Bastilla, 1975, id. "El nacionalismo argentino y la<br />
historiografía contemporánea", en Academia Nacional de la Historia, Noveno Congreso Nacional y Regional de<br />
Historia Argentina, Buenos Aires, 1996<br />
113 M.I.Barbero y F.Devoto, Los nacionalistas, Buenos Aires, CEAL, 1983<br />
114 S.Baily, Movimiento obrero, nacionalismo y política en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1984; C.Solberg,<br />
<strong>In</strong>migration and Nationalism. Argentina and Chile, 1890-1914, University of Texas Press, Austin & London, 1970
este sentido los estudios de los fenómenos de construcción de la nacionalidad comienzan a entrar<br />
en una historia del nacionalismo. Es aquí evidente la influencia de autores, por otra parte muy<br />
distintos entre sí, como Eric Hobsbawm, Benedict Anderson, Maurice Agulhon o Pierre Nora.<br />
Para1000 la Argentina han utilizado esta perspectiva los trabajos de Liliana Bertoni, Fernando<br />
Devoto y Nicolás Shumway 115 . Aunque en este último caso la necsidad de ligar esa lectura<br />
(influida por Anderson) con una reconstrucción de las dos líneas históricas planteadas por el<br />
revisionismo da un curioso tono anacrónico a la propuesta de su libro. En cualquier caso, lo que<br />
emerge con claridad de una lectura de más largo plazo es que el momento del centenario no<br />
presenta ninguna originalidad y que buena parte de las ideas de los jóvenes de la nueva<br />
generación están ya en los intelectuales del ocaso conservador. Lo que hay de nuevo es el<br />
énfasis en los tonos y la voluntad más explícita de fundar una nueva tradición en torno a un mito<br />
literario como el "Martín Fierro" de Hernández.<br />
Si el nacionalismo cultural de los jóvenes antipositivistas del centenario se articula<br />
profundamente con el momento y la generación precedentes, la búsqueda de los elementos<br />
novedosos debe desplazarse nuevamente al momento político abierto con el advenimiento del<br />
radicalismo al poder. Aunque también el nacionalismo de derecha antidemocrático puede también<br />
(al igual que el cultural) ser indagado en relación con los momentos precedentes y, como enseña<br />
el ejemplo europeo, con el nacionalismo liberal, radical e identitario que, heredero de la revolución<br />
francesa, estaba asociado con el uso excluyente de este término a lo largo del siglo XIX.<br />
Desde luego que la conformación de un pensamiento sistemático antiliberal y<br />
antidemocrático es más lento de lo que se ha supuesto. Es necesario rever sobre todo las lecturas<br />
del momento posterior a la primera guerra mundial, desarmando lo que parece ser un frente<br />
demasiado homogéneo. En especial las lecturas de la Liga Patriótica (Mc.Gee Deutsch, entre<br />
otras), no evidencian suficientemente bien el carácter conservador y sustancialmente apolítico del<br />
movimiento. En este sentido, con los límites de presentarse como un alegato justificatorio y<br />
exculpatorio, el libro de Caterina brinda elementos empíricos para ver a la liga como una<br />
agrupación no fascista o en el mejor de los casos como un potencial fascismo que no fue. La<br />
soledad de la propuesta política de Lugones y su final recaída en la solución militar, buscando en<br />
ella una élite alternativa a la fala de una base de masas para una propuesta fascista, exhibe mejor<br />
que nada cuánto el clima argentino era distinto del de la inmediata posguerra europea.En este<br />
sentido el caso argentino puede compararse más con la España de Primo de Rivera que con la<br />
Italia mussoliniana, ya que al igual que en aquélla faltan las bases para una solución de tipo<br />
fascista y la élite militar proveerá la solución alternativa. En la Argentina, contra lo que sostiene<br />
una pertinaz tradición historiográfica, era difícil soldar en uno solo a los dos enemigos de los<br />
tradicionalismos: el populismo de Yrigoyen, a su modo permeado de nacionalismo, y la agitación<br />
izquierdista, es decir octubre de 1916 y enero de 1919. Ello impedía la consolidación de un<br />
movimiento de derechas con amplio séquito que se confrontase claramente con el gobierno y<br />
pudiese delinear en términos precisos el rostro de su enemigo.<br />
Los años veinte son pues los años de lenta preparación de un movimiento reaccionario<br />
cuyo punto de partida es la relectura en una clave no democrática de la tradición liberal<br />
decimonónica y una opción política que no se distingue sin dificultad de los sectores<br />
conservadores. Son de utilidad los textos reunidos por Mario Nascimbene sobre Benjamín<br />
Villafañe 116 , que muestran la equivalencia de tonos entre el conservador jujeño y los nacionalistas,<br />
o la admiración reiterada de los hombres de "La nueva república" no sólo por la constitución de<br />
1853 sino incluso por una figura como Rodolfo Rivarola. Ello lleva a la necesidad de no ver un<br />
movimiento continuo desde el primer nacionalismo hasta el terror militar, como sugieren trabajos<br />
como el de McGee Deutsch o el Shumway.<br />
El nacionalismo de los veinte culmina en un golpe ambiguo como el de Uriburu que es<br />
menos corporativo que lo que a primera vista parecía. No sólo menos corporativo, por la<br />
existencia de dos líneas dentro del uriburismo mismo (y no sólo entre uriburismo y justismo) sino<br />
que globalmente considerado muy débil, como lo exhibe la pronta débacle de los proyectos de<br />
modificación constitucional del presidente.<br />
115 N.Shumway, La invención de la Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1993<br />
116 M.Nascimbene, El nacionalismo liberal y tradicionalista y la Argentina inmigratoria: Benjamín Villafañe (h.),<br />
Buenos Aires, Biblos-Fundación Simón Rodríguez, 1997
En general, las interpretaciones de la revolución de 1930 estaban dominadas por la<br />
perspectiva de las fuentes justistas o que reflejaban ese punto de vista (Sarobe, Perón, Pinedo).<br />
La publicación reciente de parte del archivo Uriburu 117 permite percibir imágenes diferentes. De<br />
igual importancia para ver las relaciones del uriburismo con el mundo político es la publicación<br />
reciente de dos de los volúmenes de la correspondencia de Alvear 118 .<br />
En este punto puede decirse que hay un nuevo consenso en la historiografía en el sentido<br />
de redimensionar la importancia del fenómeno corporativo del uriburismo, tnato como su<br />
homogeneidad. Hacia allí se orientan D.Rock, L.Zanatta y más en general Cristian Buchrucker 119 .<br />
También el libro de C.Mayo y F.García Molina sobre la revolución de 1930 y el petróleo, que más<br />
allá de su título plantea un análisis bastante más matizado del problema. Matices que aparecen<br />
pese a algunas caídas de tono ideológico tmabién en el libro de <strong>María</strong> Dolores Bejar Uriburu,<br />
Justo y el auge conservador 120 .<br />
La debilidad numérica e ideológica del nacionalismo en 1930, su extracción social casi<br />
equivalente a la del patriciado conservador 121 , su escasa voluntad de movilización política -más<br />
allá de los debates periodísticos y de las conjuras de salón- si es comparada con la fortaleza que<br />
tiene en 1943, con su plebeyización, con su conflictividad en las calles, etc., obliga a plantearse el<br />
problema en otros términos. Ellos son los de una auténtica ruptura en el nacionalismo entre la<br />
década de 1920 y la de 1930. Enn estos años el nacionalismo cambiará significativamente. En<br />
realidad quizás convenga utilizar la idea del pasaje de un tradicionalismo conservador a un<br />
nacionalismo muy permeado de elementos católicos y fascistas y d una apertura en la extracción<br />
de sus miembros. Entre los elementos novedosos se encuentra un más fuerte antisemitismo. Este<br />
es, más allá de su presencia ocasional, poco relevante en el conjunto de la temática de los años<br />
veinte y sus hombres, pero sí lo será en los treinta 122 .<br />
Se necesitaría un mejor estudio de las figuras más relevantes del nacionalismo entre los<br />
veinte y los treinta, aunque disponemos de algunos estudios nuevos sobre Ricardo Rojas,<br />
Lugones y los hermanos Irazusta 123 . Lamentablemente estas transformaciones del ideario<br />
nacionalista son poco conocidas en sus matices. En especial ha sido poco indagada su relación<br />
con el movimiento católico, y con los cambios que se producen en éste 124 . Disponemos de<br />
bastantes trabajos sobre el momento inicial de "Criterio", que no perciben cuánto la situación sea<br />
ambigua en el seno del mismo. En especial, son de interés las pervivencias de la relación entre<br />
los católicos y la tradición liberal a la Estrada-Goyena o su vinculación con las vanguardias<br />
estéticas y literarias, aunque sean minimizadas o no consideradas por autores como M.E.Rapallo<br />
y L.Zanatta. El trbajo de Carlos Floria y Marcelo Monserrat es útil para ver algunos rasgos del<br />
movimiento católico en los años treinta a través de la revista y sobre todo la admiración, en<br />
personas como Franceschi, no a los fascismos estatalistas o paganizantes sino al salazarismo<br />
117 C.Mayo y F.García Molina, Archivo del General Uriburu: autoritarismo y ejército.1, Buenos Aires, CEAL, 1986<br />
118 <strong>In</strong>stituto Di Tella, Serie Archivo Alvear, Buenos Aires, 1997<br />
119 D.Rock, op.cit., L.Zanatta, op.cit., Ch.Buchrucker, Nacionalismo y peronismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1987<br />
120 C.Mayo y F.García Molina, La Revolución de 1930 y el petróleo, Buenos Aires, CEAL, 1985; M.D.Béjar, Uriburu,<br />
Justo y el auge conservador, Buenos Aires, CEAL, 1986<br />
121 S.McGee Deutsch, The Right under Radicalism, 1916-1930, en S.McGee Deutsch and Ronald Dolkart (eds.), The<br />
Argentine Right, SR Books, Wilmington, DE, 1993<br />
122 L.Senkman (comp.), El antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, CEAL, 1989<br />
123 Ricardo Rojas, tesis de doctorado en el <strong>In</strong>situto Universitario Ortega y Gasset. Aunque sobre Lugones la mayor parte<br />
de lo publicado concierne a su poética en sí o en relación con sus ideas políticas, disponemos ahora de una buena<br />
biografía del conjunto de los aspectos de su vida, equilibrada y erudita, escrita por Alberto Conil Paz, Buenos Aires,<br />
Huemul. Sobre Rodolfo Irazusta se ha publicado un volumen de homenaje que reúne pequeñas intervenciones y<br />
también algunos textos (Rodolfo Irazusta, 1897-1967, Testimonios, Buenos Aires, Huemul, 1980) Sobre Julio Irazusta<br />
disponemos de una biografía intelectual realizada como tesis de doctorado por Juan Segovia, dirigida por E.Zuleta<br />
Alvarez (J.Segovia, Julio Irazusta. Conservatismo y nacionalismo, Mendoza, EDUIM, 1992), y de un volumen de<br />
homenaje del grupo de discípulos mendocinos (E.Díaz Araujo, M.G.García Saraví y E.Zuleta Alvarez, Homenaje a<br />
Julio Irazusta, Mendoza, 1984). Sobre José Féliz Uriburu hay un fragmento de tipo periodístico que forma parte de la<br />
biografía colectiva de los Uriburu, de Fernández Lalanne. Sobre Gálvez no se dispone de nada mejor que la tesis de<br />
Monica Quijada, Manuel Galvez. 60 años de pensamiento nacionalista, Buenos Aires, CEAL, 1985<br />
124 M.E.Rapallo, "La Iglesia católica argentina y el autoritarismo político: la revista Criterio", Anuario IEHS, 5, 1990;<br />
Loris Zanatta, op.cit., C. Floria y M. Monserrat, El pensamiento de Gustavo Franceschi y la revista Criterio en la cultura<br />
política argentina, en M.Monserrat (comp.), Usos de la memoria. Razón, ideología e imaginación históricas, Buenos<br />
Aires, Sudamericana-San Andrés, 1996
portugués. En cualquier caso, es evidente la emergencia de un nacionalismo católico en figuras<br />
como Meinvielle y Castellani. Un balance de conjunto del movimiento católico aparece en las<br />
tesis de F.Mallimacci y A.Ivereigh.<br />
Entre otros elementos nuevos se encuentra la difusión de las ideas de Carl Schmitt, tema<br />
indagado en una vasta investigación por Jorge Dotti, de la que ha aparecido un pequeño anticipo -<br />
centrado en la compleja figura de Saúl Taborda- en la revista "Prismas" de la Universidad de<br />
Quilmes. Quizás a falta de más trabajos sobre corrientes menores, la mejor síntesis disponible a<br />
nivel informativo siga siendo la de Cristian Buchrucker. Desde un punto de vista político se dispone<br />
de un mejor conocimiento sobre todo del partido conservador de la Provincia de Buenos Aires, y ello<br />
permite entrever las estrechas relaciones que los "nacionalistas" entretejieron con los conservadores<br />
durante los gobiernos de Martínez de Hoz y Fresco 125<br />
Un tema que ha recibido una nueva atención es el que concierne a los nacionalismos y<br />
fascismos en el seno de los grupos migratorios. En especial se dispone de trabajos de Ronald<br />
Newton y Mario Nascimbene sobre los italianos y de Ronald Newton comparando el fascismo en la<br />
comunidad italiana con el nazismo en la alemana 126 . Falta en cambio reconstruir los lazos entre esos<br />
nacionalismos y los que operaban sobre la sociedad argentina tout court.<br />
Otro tema del que se conocen mejor las etapas y las líneas de acción es el del revisionismo<br />
histórico. Predomina la idea de una cronología corta que ve al revisionismo como una respuesta a la<br />
crisis de 1930, en especial en Tulio Halperín Donghi 127 . Una lectura que recoge elementos de<br />
continuidad mayor, desde el clima abierto durante el radicalismo, es la de Diana Quattrocchi 128 . Sin<br />
embargo, la identificación del radicalismo con el rosismo, y/o la profesión de fe rosista de militantes<br />
radicales, generaba un rechazo de los tradicionalistas tipo "La Nueva República", alejándolos de<br />
iniciar una auténtica revisión del pasado argentino. Los estudios de Aurora Ravina y Noemí Girbal-<br />
Blacha en la obra colectiva acerca de la Junta de Historia y Numismática muestran que, desde un<br />
punto de vista interpretativo, todos los elementos que componen el revisionismo están ya presentes<br />
hacia el centenario 129 . Lo que ocurre es que ellos no se han soldado con una lectura reaccionaria y<br />
antidemocrática del presente. Cuando ello ocurra nacerá el revisionismo 130 .<br />
5.Temas y problemas de la historiografía de las relaciones internacionales (1930-1955)<br />
En los años ochenta y noventa asistimos a un crecimiento en la cantidad y calidad de<br />
trabajos vinculados a las relaciones internacionales de la Argentina que no se agota en el período<br />
estudiado y se inscribe en el proceso más amplio de renovación historiográfica coincidente con la<br />
recuperación democrática.<br />
En el caso concreto del período estudiado los aportes son desparejos. Por un lado el estudio<br />
de una coyuntura crítica como la segunda guerra mundial concentra la mayor parte de los trabajos.<br />
Este hecho ha oscurecido la trayectoria de la política exterior argentina durante la década del treinta,<br />
que no ha recibido un tratamiento similar. Estudios posteriores podrían establecer las hipotéticas<br />
continuidades o no entre las dos épocas.<br />
Existen también discontinuidades en los estudios de la relación entre la Argentina con las<br />
grandes potencias: la posibilidad de consulta de archivos norteamericanos amplió el campo de los<br />
investigadores. Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo en el caso de las relaciones con la Unión<br />
Soviética y los países del bloque oriental.<br />
125<br />
J.Melón Pirro y E.Pastoriza (comps.), Los caminos de la democracia. Alternativas y prácticas políticas. 1900-1943,<br />
Univ. de Mar del Plata-Biblos, 1996<br />
126<br />
M.Nascimbene, Fascismo y antifascismo en la Argentina (1920-1945), en AA.VV., C'era una volta la Merica.<br />
Immigrati piemontesi in Argentina, Cuneo, L'Arciere, 1990; R.Newton, "¿Patria? ¿Cuál Patria? Italo-argentinos y<br />
Germano-argentinos en la era de la renovación nacional fascista, 1922-1945", Estudios Migratorios Latinoamericanos,<br />
22, 1992; id., German Buenos Aires, Texas U.Press, Austin y Londres, 1976<br />
127<br />
T.Halperín Donghi, El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional, en id.,<br />
Ensayos de historiografía, cit.<br />
128<br />
D.Quattrocchi, Los males de la memoria, Buenos Aires, Emecé,<br />
129<br />
A.Ravinas, Junta de Historia y Numismática Americana (1893-1938). Una expresión institucional de la cultura<br />
histórica de élite, en AA.VV., La Junta de Historia y Numismática y el movimiento historiográfico en la Argentina,<br />
Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1996, T.1<br />
130<br />
Monserrat, Cattaruzza
La mayoría de los trabajos de la historiografía de las relaciones internacionales reciente<br />
responden a lo que Tulio Halperín Donghi ha denominado la ausencia de debates ideológicos de<br />
fondo en la sociedad argentina que estimulen la producción. 131 Si los estudios actuales en el campo<br />
de las relaciones internacionales responden a esta premisa, deberíamos hacer una salvedad: la<br />
cuestión de los nazis y su relación con los sucesivos gobiernos argentinos.<br />
Por último, muchos de los estudios relacionados con el gobierno peronista constituyen<br />
trabajos valiosos pero "contaminados" por la fragmentación característica de los últimos años en las<br />
ciencias sociales. <strong>In</strong>corporar estos aportes en una visión más global, permitirá una imagen más<br />
exacta de la política exterior argentina en el período 1946-<strong>1955.</strong> <strong>In</strong>terpretación que bien puede<br />
completarse con un estudio comparado de la política exterior de los principales países<br />
latinoamericanos, estudio prácticamente ausente en la historiografía reciente.<br />
Pueden distinguirse por lo menos tres etapas en la historiografía de las relaciones<br />
internacionales de la Argentina. La más tradicional de ellas o bien se encontraba circunscripta al<br />
derecho internacional o bien se reducía a los avatares de la diplomacia argentina. 132<br />
Los años sesenta y setenta dieron lugar a la aparición de otras líneas de trabajo con<br />
temáticas y preocupaciones diferentes. Esto se debió, fundamentalmente, por un lado, a la<br />
consolidación de una disciplina específica de las relaciones internacionales y, por otro, al aporte de<br />
autores provenientes de las distintas ramas de las ciencias sociales en especial de la historia, la<br />
sociología, la economía y las ciencias políticas. No obstante, estos nuevos enfoques no<br />
reconocieron causas exclusivamente académicas: la teoría de la dependencia, en auge en ese<br />
momento, cuestionó el orden económico mundial vigente y, dentro de ello, la relación histórica de<br />
Argentina con las grandes potencias, especialmente con Gran Bretaña y los E.EE.UU.U. A su vez,<br />
este conjunto de preocupaciones se entroncó con un fuerte debate de esos años: la revisión del<br />
fenómeno peronista.<br />
En un sentido amplio, el denominador común de las diferentes interpretaciones resultó ser la<br />
búsqueda de un marco conceptual, que, otorgado por aquellas ramas de las ciencias mencionadas,<br />
pudiera ofrecer una interpretación racional de la política exterior argentina.<br />
En efecto, los trabajos de Juan C. Puig, Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari introdujeron<br />
novedades a la forma de interpretar las relaciones internacionales argentinas. 133 Desde ópticas<br />
diferentes, aunque todos ellos con una sólida formación jurídica, estos estudiosos identificaron<br />
ciertas constantes en la historia de la política argentina hacia los demás países y “las diferentes<br />
etapas por las que atravesó esa política exterior en función de la forma y los grados de inserción de<br />
la argentina en el mundo”. 134<br />
Sin embargo, es a principios de los años ’80 que la historia de las relaciones internacionales<br />
se transforma en uno de los campos de mayor interés entre los historiadores. Un conjunto de<br />
novedosos estudios de autores vinculados al campo académico, representó un viraje decisivo en la<br />
forma de abordaje metodológico y empírico de la historia de las relaciones internacionales para el<br />
período 1930-<strong>1955.</strong> 135<br />
131<br />
Tulio Halperín Donghi, en Roy Hora y Javier Trímboli; Pensar la Argentina, los historiadores hablan sobre historia y<br />
política, El cielo por asalto, 1994.<br />
132<br />
En esta línea historiográfica se destacan los textos de Miguel Angel Cárcano, La política internacional en la Historia<br />
Argentina, Eudeba, Bs.As., 1972-1977 e Isidoro Ruiz Moreno, Historia de las relaciones exteriores argentinas,1810-<br />
1955, Ed. Perrot, Bs.As., 1961.<br />
133<br />
Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari, Política exterior argentina, 1930-1962, 1971; Gustavo Ferrari, Esquema de la<br />
política exterior argentina, Eudeba, 1981 y Juan C. Puig, “La Política Exterior Argentina: <strong>In</strong>congruencia Epidérmica y<br />
Coherencia Estructural”, en Juan C. Puig (Comp.) América Latina: Políticas Exteriores Comparadas , CEL, Bs.As.,<br />
1984<br />
134<br />
Mario Rapoport, “Problemas y etapas en la historia de las relaciones internacionales de la Argentina”, en<br />
Historiografía argentina (1958-1988) Una evaluación crítica de la producción histórica argentina, Comité <strong>In</strong>ternacional<br />
de Ciencias Históricas, Bs.As.,1990, p. 564<br />
135<br />
Nos referimos principalmente a los trabajos de Mario Rapoport, Gran Bretaña, Estados Unidos y las Clases<br />
Dirigentes Argentinas 1930-1945, Ed. de Belgrano, Bs.As., 1988; Diplomacia en la Argentina , las relaciones con los<br />
EEUU y la URSS, Ed. Tesis, <strong>In</strong>st. Di Tella, Bs.As.,1987 y El Laberinto Argentino, Eudeba, Bs.As.,1998; y a los<br />
trabajos de Carlos Escudé, en particular 1942-1949. Gran Bretaña, EEUU y La declinación Argentina, Ed de Belgrano,<br />
Bs.As, 1996, 2da. edición. Pueden incluirse también dentro de esta nueva corriente los estudios pioneros de Jorge<br />
Fodor, Arturo O´Connell y Juan Archibaldo Lanús.
Variados son los aspectos que los diferencian de las interpretaciones anteriores. En primer<br />
lugar, estos autores explicitan claramente el marco teórico con el que trabajan. En segundo lugar, los<br />
temas centrales que subyacen en sus trabajos son: la existencia de un orden mundial y el análisis de<br />
la política exterior argentina como parte integrante del mismo y el considerar clave la dimensión<br />
económica y su relación con los factores políticos y estratégicos. El partir de esta concepción, ha<br />
permitido ampliar notablemente el espectro de actores involucrados en las relaciones<br />
internacionales: ya no sólo el Estado ocupa un lugar dinámico, sino que la relación entre éste y los<br />
partidos o “fuerzas sociales” internas otorga mayor complejidad a los procesos que relatan. Por otro<br />
lado, el procedimiento de toma de decisiones del Estado es visto no como la arena del libre albedrío<br />
de los gobiernos sino inserto, en ocasiones, en una compleja trama burocrática.<br />
Finalmente, las potencias internacionales intervienen desde un lugar de privilegio y en forma<br />
activa en las relaciones que se establecen entre los países. En efecto, el rol de estas últimas es<br />
revalorizado por las interpretaciones recientes que consideran los factores de poder y de interés al<br />
interior de cada una de ellas.<br />
Desde el punto de vista metodológico, debe destacarse la utilización de fuentes primarias: los<br />
archivos diplomáticos argentinos y extranjeros, de escasa utilización hasta el momento de aparición<br />
de estas obras, son ahora las fuentes principales.<br />
La historiografía de las relaciones internacionales de los últimos años se centró en dos<br />
conjuntos de problemas: la neutralidad argentina durante la segunda guerra mundial y las políticas<br />
internacionales del peronismo en el poder.<br />
5.1 La neutralidad argentina durante la Segunda Guerra Mundial:<br />
Las últimas décadas han sido testigos de la aparición de estudios que ponen de manifiesto la<br />
importancia de los años treinta y cuarenta tanto desde el punto de vista económico, social y político,<br />
como en la relación de la Argentina con el resto del mundo. Estos trabajos permitieron revertir la<br />
imagen “congelada” que sobre el período se tenía a principios de los años setenta.<br />
En el plano de las relaciones internacionales varios autores señalaron la relevancia de los vínculos<br />
entablados por nuestro país con las principales potencias occidentales, Estados Unidos y Gran<br />
Bretaña, con el fin de comprender e interpretar la posición de nuestro país en el contexto de la<br />
segunda guerra.<br />
Mario Rapoport, en una serie de trabajos que abarcan un período de publicación de casi veinte años,<br />
es quien en forma más sistemática ha abordado esta problemática.<br />
Rapoport y otros autores han señalado cómo el funcionamiento del modelo agroexportador se<br />
asentó a partir de una fuerte relación complementaria entre Argentina y Gran Bretaña. La<br />
bilateralidad establecida se basaba en la producción de bienes primarios de la primera y su<br />
intercambio por productos manufacturados de la segunda. Por su parte, la presencia de los Estados<br />
Unidos en la Argentina antes de 1914 era particularmente modesta. Pero, en los años veinte se<br />
radicó un gran número de empresas y compañías de seguros, bancos, etc. que presionaron las<br />
exportaciones de ese país (hierro, acero, autos, etc.) desplazando a los artículos británicos en esos<br />
rubros. Además, la presencia norteamericana en el mercado de capitales resultó muy importante en<br />
los años inmediatos posteriores a la guerra mundial, particularmente en préstamos a corto plazo. 136<br />
Es este incremento del comercio argentino-norteamericano al término de la primera guerra mundial<br />
y, en particular, la llegada de capitales norteamericanos (inversiones directas o de corto plazo) el<br />
que afectará el predominio británico creando un esquema triangular de relaciones que se mantendrá<br />
hasta la segunda posguerra.<br />
Este comercio triangular (Argentina tenía un excedente de exportaciones con el Reino Unido y un<br />
excedente de importaciones con Estados Unidos, basado en el hecho de que ambas economías<br />
eran competitivas y no complementarias) es el que permite a Rapoport explicar los diferentes<br />
posicionamientos de las clases dirigentes en la política internacional.<br />
Para la Argentina, la participación en el “triángulo” significaba supeditar su estructura productiva y,<br />
en particular, su estructura industrial a las manufacturas y bienes de capital norteamericano, pero,<br />
136 En realidad, la creciente importancia industrial norteamericana provocará cambios de magnitud en la economía<br />
mundial a partir de la década del veinte, lo que forzará necesariamente a una reubicación de los intereses<br />
norteamericanos y británicos en el contexto mundial.
era evidente que en la década del veinte la dependencia excesiva de Gran Bretaña no traería<br />
resultados favorables a su desarrollo. 137<br />
Sin embargo, señala Rapoport,<br />
“los Estados Unidos no concretaron sus ventajas económicas en el plano político; incluso, la<br />
oposición de los intereses agrícola-ganaderos de ese país a la entrada de productos argentinos en el<br />
mercado estadounidense, terminó por favorecer un nuevo ajuste de la relación anglo-argentina. Esto<br />
se tradujo en el frustrado Convenio D’Abernon, de 1929, ... y especialmente, en el Pacto Roca-<br />
Runciman, de 1933...” 138<br />
Es en este sentido que el autor sugiere el comienzo de una relación triangular no deseada<br />
por quienes eran los gestores del modelo de acumulación: los terratenientes. Y será esta la clave<br />
que permitirá, en última instancia, explicar la neutralidad argentina en la segunda guerra. 139<br />
Desde la crisis del ’30 hasta la segunda guerra mundial la relación triangular se modifica. La<br />
restricción del comercio internacional provocó que buena parte de los productos manufacturados<br />
anteriormente importados de Gran Bretaña pasaran a producirse en la Argentina, mientras que<br />
numerosas empresas de origen norteamericano se radicaban en nuestro país en competencia, en<br />
algún caso, con los capitales británicos. El conflicto mundial no hizo sino manifestar a través de las<br />
armas el cambio de hegemonía en occidente: los británicos se transformaron gradualmente en una<br />
potencia de segundo orden mientras EE.UU. se afirmaba en los campos de batalla y en la economía<br />
mundial. En esta compleja y traumática coyuntura internacional actúan “las clases dirigentes”<br />
argentinas. La actitud de los sectores dirigentes, constituye uno de los temas sobresalientes de toda<br />
la obra de Rapoport. Para él, el término hace referencia, en forma indistinta, a aquellos sectores que<br />
forman parte de la denominada “oligarquía tradicional” y sus representantes, los políticos<br />
conservadores en el poder. 140<br />
La actitud anacrónica de los gobiernos conservadores consistió en un reforzamiento del<br />
vínculo con su antiguo socio en momentos en que se encontraba en un lento pero inexorable<br />
declive. Rapoport ha señalado dos razones principales para comprender la conducta de las clases<br />
dirigentes locales hasta por lo menos 1943:<br />
“Por un lado, las conflictivas relaciones con los Estados Unidos, consecuencia del problema creado<br />
por las barreras proteccionistas existentes en el mercado estadounidense y de la fuerte controversia<br />
entre ambos países en torno a la constitución de un sistema panamericano. Por otro, la necesidad<br />
de conservar los viejos vínculos con Gran Bretaña, que poseía cuantiosos intereses en la Argentina<br />
y constituía su mercado más importante.” 141<br />
A la vez, la presencia norteamericana en la Argentina continuó siendo seriamente resistida.<br />
Es que la otra dimensión del triángulo, la diplomática, parecía marchar por distintas vías a las<br />
pretendidas desde lo económico por funcionarios y empresarios argentinos. Es decir, la guerra<br />
generó una paradoja singular: los sectores más lúcidos de las clases dirigentes argentinas<br />
pretendían el acercamiento económico con EE.UU. pero, los gobiernos estaban en malas relaciones<br />
diplomáticas. A la vez, veían como indispensable alejarse de <strong>In</strong>glaterra desde el punto de vista<br />
137 Esta situación fue visualizada claramente por Alejandro Bunge, quien desde la Revista de Economía Argentina<br />
pregonaba por un acercamiento a los Estados Unidos, portadores de capital y tecnología necesarios para impulsar el<br />
mercado interno y regional (particularmente en rubros como transporte, automotor, petroleo, caminos, etc.) Juan José<br />
Llach; La Argentina que no fue. Las fragilidades de la argentina agroexportadora (1918-1930), Buenos Aires, IDES,<br />
1985<br />
138 Mario Rapoport; ¿Aliados o Neutrales ?..., p. 13<br />
139 Para esta temática Veánse; J. Fodor y A. O´Connell; “La Argentina y la Economía atlántica en la primera mitad del<br />
siglo XX”, en Desarrollo Económico, Nº 49, abril-junio 1973; V.Vázquez Presedo; Crisis y retraso. Argentina y la<br />
economía internacional entre las dos guerras, Eudeba, 1978; Pedro Skupch, “El deterioro y fin de la hegemonía<br />
británica sobre la economía argentina, 1914-1947”, en M. Panaia, R. Lesser y P. Skupch, Estudios sobre los orígenes<br />
del peronismo, Vol. 2, Buenos Aires, 1975 y el trabajo de Mario Rapoport, “El triángulo argentino: las relaciones con<br />
EE.UU y Gran Bretaña, 1914-1943”, en Mario Rapoport (comp.); Economía e Historia, Tesis, 1990<br />
140 No obstante, en su primer ensayo, no se advierte una clara distinción entre los sectores que poseen el control de las<br />
actividades económicas y aquellos que se encuentran en la gestión del Estado. En el análisis de la década del ’30 esta<br />
diferencia desaparece decididamente: el Estado intervencionista argentino no es más que la expresión de una burguesía<br />
amenazada por la crisis, idea bastante presente por esos años en las Ciencias Sociales.<br />
141 Rapoport, Mario; Política y Diplomacia en la Argentina. Las relaciones con EE.UU y la URSS, Edit. Tesis, 1987
económico, pero ésta resultaba ser un muy buen socio comercial durante el conflicto y un apoyo<br />
político casi incondicional frente a las ambiciones hegemónicas norteamericanas. 142<br />
Durante un tiempo, las clases dirigentes argentinas mantuvieron un cierto margen de maniobra<br />
debido la necesidad de productos argentinos por parte de los británicos. Sin embargo, la provisión<br />
de bienes y capitales que requería la economía nacional sólo podía lograrse desde los EE.UU.,<br />
como reveló el comienzo de la segunda guerra.<br />
La escisión de la clase dirigente entre aliadófilos y neutralistas, nos dice Rapoport, responde<br />
a determinantes estructurales muy concretos: lo que se ponía en juego, más que la elección entre<br />
los países aliados y los países del eje, era la alternativa entre los EE.UU. y Gran Bretaña. El<br />
gobierno militar surgido de la revolución de junio de 1943 constituiría, a la postre, una bisagra en la<br />
historia argentina, sin embargo las opciones en materia de política exterior resultaban similares a las<br />
de los gobiernos de la “oligarquía”. De ello derivó el mantenimiento de la neutralidad, que sólo la<br />
presión del Departamento de Estado norteamericano podía doblegar.<br />
Otro de los aportes centrales de la obra de Rapoport es el análisis de la política de las<br />
grandes potencias con respecto a la Argentina para el período 1940-1945. La utilización profusa de<br />
documentación tanto de las cancillerías como de las embajadas y de los intercambios entre ellas es<br />
muy importante y novedosa. Esta documentación pone de manifiesto la percepción que los actores<br />
tenían de los acontecimientos y su relación con las grandes líneas de política exterior.<br />
El autor realiza una distinción entre la visión de las diferentes cancillerías y los intereses económicos<br />
privados pertenecientes a las potencias en Argentina, lo que permite observar la realidad desde<br />
diferentes posiciones. Si bien entre unos y otros existían coincidencias significativas, la<br />
diferenciación como actores se advierte en tanto que los responsables directos de la política exterior<br />
debían tomar en consideración la relación con otras potencias, mientras que los actores económicos<br />
no se encontraban directamente afectados por los compromisos asumidos por su gobierno. Esto se<br />
percibe especialmente en el caso británico, donde el Foreign Office no desdeñó la política neutralista<br />
argentina, en tanto favorecía el suministro de guerra, pero debió actuar al “filo de la navaja” dado el<br />
compromiso con su aliado a nivel mundial: los EE.UU. Por el contrario, las empresas británicas,<br />
liberadas de ese lastre, estaban posibilitadas de llegar a un arreglo más rápido con las sucesivas<br />
administraciones. 143<br />
La competencia entre los dos aliados a nivel mundial por la hegemonía sobre la Argentina es otro de<br />
los temas claves del trabajo de Rapoport. Esta situación provocó que todo el accionar del F.O.<br />
estuviera destinado a contrarrestar o, al menos, a neutralizar el accionar norteamericano. El F.O.<br />
desarrolló una actitud tendiente a observar con equilibrio y pragmatismo la situación argentina y<br />
dispuesto, en todos los casos, a ver con benevolencia la neutralidad. Los análisis y el accionar de la<br />
cancillería británica, advierte Rapoport, deben ser mirados con ese prisma.<br />
Por el contrario, el accionar de los EEUU con respecto a la Argentina siguió líneas diferentes,<br />
hasta opuestas. El surgimiento de la política del “buen vecino” implicó una serie de principios que<br />
contemplaban el “panamericanismo” en el campo político, la cooperación en el campo económico y<br />
la defensa hemisférica en lo militar. Desde un principio, el Departamento de Estado hizo gala de una<br />
interpretación “ideologizada” de los gobiernos argentinos de ese período, calificándolos de “pronazis”<br />
o “pro-fascistas” e incluso interviniendo en la política interna argentina a través de su<br />
embajador, Spruille Braden. La pregunta que se hace el autor es cuál era el fundamento de esta<br />
política, esto es, si respondía a cuestiones meramente idealistas o a razones de índole económico<br />
social. La respuesta deriva del análisis de los sectores económicos norteamericanos, sus intereses<br />
y su capacidad para influir en el diseño de las políticas exteriores. Los poderosos sectores agrarios y<br />
ganaderos norteamericanos no sólo deseaban impedir el ingreso de los productos argentinos a<br />
Estados Unidos, sino también desplazar a nuestro país como abastecedor de los mercados<br />
142 Así, las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos en el contexto de la guerra no contaron con la<br />
participación activa de los ingleses que miraban con recelo los propósitos de ese país. Es que el aporte argentino a la<br />
causa aliada resultó muy importante desde el punto de vista económico. “Una de las causas principales de la polémica<br />
entre Churchill y Roosevelt acerca de la política a seguir hacia el gobierno de Buenos Aires (<strong>In</strong>glaterra se oponía a las<br />
sanciones económicas y políticas propiciadas por EE.UU) era que la Argentina constituía una fuente crucial de<br />
abastecimientos para las islas británicas, llegado a representar incluso el 40 % del consumo británico de carnes” Mario<br />
Rapoport, Aliados o Neutrales...<br />
Las libras bloqueadas derivadas de esta situación resultarían un elemento clave para el manejo de la política de<br />
“independencia económica” peronista en la posguerra.<br />
143 Mario Rapoport, Gran Bretaña, EEUU..., p. 297
europeos. Una parte de la administración del presidente Roosevelt se apoyó sobre este sector, en<br />
especial quien manejó el Departamento de Estado, Corder Hull, entre 1933 y 1944.<br />
Así, por ejemplo, la política adoptada por Corder Hull a partir de agosto de 1943 se basaba<br />
en la idea de que el régimen militar nacido del golpe de junio era absolutamente pro-nazi y propenso<br />
a formar un bloque antinorteamericano en Latinoamérica. A partir de este momento la política<br />
exterior norteamericana hacia la Argentina se dejó sentir con especial crudeza: sanciones<br />
económicas, 144 coerciones diplomáticas, aislamiento político, intentos de desvincular a Gran<br />
Bretaña, etc.<br />
En 1944 cuando el gobierno militar rompió relaciones diplomáticas con el Eje, subsistió la<br />
idea de que la Argentina no era todo lo “sincera” que el Departamento de Estado norteamericano<br />
deseaba. Con la llegada de Farrell al poder la campaña antiargentina se intensificó, aunque no pudo<br />
sumar a Gran Bretaña a la presión pues ésta veía las cosas de manera muy distinta. 145<br />
La renuncia de Hull y el advenimiento de Welles como secretario de Estado a fines de 1944, señaló<br />
un cambio de posiciones más favorables para la Argentina y los intereses económicos<br />
norteamericanos. Críticos de la política de hostigamiento, tendrán en Rockefeller -nuevo Secretario<br />
de Asuntos Latinoamericanos- un propulsor del reconocimiento político de Argentina.<br />
Es que dentro del gobierno norteamericano otros sectores económicos hicieron sentir su<br />
influencia: aquellos vinculados al sector industrial y financiero. Estos no veían como un obstáculo el<br />
desarrollo industrial argentino, en tanto podían beneficiarse con exportaciones de bienes de alta<br />
tecnología.<br />
De esta manera el autor postula la coexistencia de dos líneas divergentes de políticas<br />
norteamericanas con respecto a la Argentina a partir de tener intereses económicos contrapuestos.<br />
Para Rapoport, la política exterior argentina mostró rasgos de conflictividad durante toda la etapa.<br />
Esta conflictividad se reveló tanto en el plano interno como en el externo y tuvo como eje el viejo<br />
triángulo (incluyendo las tendencias a su desintegración) más que la confrontación aliados-Eje. Y,<br />
tanto es así que, cuando estalló la guerra, el conflicto diplomático entre la Argentina y los Estados<br />
Unidos era notoriamente antiguo y derivado de las particulares relaciones establecidas entre nuestra<br />
clase dirigente, Gran Bretaña y los Estados Unidos durante años. La nueva situación bélica no hizo,<br />
entonces, más que agravar las tensiones preexistentes. Norteamérica vislumbró que la Argentina era<br />
un estorbo para su política hemisférica -casi independientemente de lo que sucediera con la guerray<br />
la sometió, prácticamente, a una constante desestabilización política y a un boicot económico (uno<br />
de sus objetivos era reequilibrar el poder militar sudamericano en beneficio del Brasil).<br />
Sin embargo, Rapoport ha demostrado que junto a la línea dura existieron otras, basadas<br />
principalmente en los intereses sectoriales presentes y factibles de presionar tanto en los Estados<br />
Unidos como en la Argentina (que, necesariamente, entendían debía vincularse a los EE.UU a la<br />
salida de la guerra). También el neutralismo debe analizarse a la luz de los conflictos e intereses<br />
políticos internos de los países integrantes del Triángulo. 146<br />
En suma, la política de los países predominantes en el contexto de la Segunda Guerra<br />
Mundial explica tan sólo una parte de la política adoptada por los distintos gobiernos argentinos.<br />
Tanto en la neutralidad, en la ruptura de relaciones como en la declaración de guerra los factores<br />
externos se encarnaron (y confundieron) en los factores internos. 147<br />
Rapoport encuentra así, coherentemente con el marco teórico desplegado, en lo economicosocial<br />
los fundamentos de la política internacional.<br />
144<br />
Morgenthau, -Secretario del Tesoro en 1944- fue el artífice de una particular sanción económica: hizo congelar las<br />
reservas de oro de la Argentina en los Estados Unidos. Ciria, Alberto; Partidos y Poder en la Argentina Moderna (1930-<br />
1946), p. 135<br />
145<br />
Si bien reconocía el carácter nacionalista del régimen, este se mostraba bien dispuesto hacia Gran Bretaña. Mario<br />
Rapoport, ¿Aliados o Neutrales ?..., p. 19<br />
146<br />
En el caso argentino, la guerra mundial modificó sensiblemente la situación política, reubicó los distintos grupos<br />
internos -por ejemplo acercó radicales, conservadores y comunistas- y planteó diferentes alternativas. Sin embargo, la<br />
neutralidad, además de una tradición era una medida lógica, pues permitió seguir comerciando con nuestros clientes (y<br />
en principio no fue objetada por los Estados Unidos). De todas maneras, creemos que ésta era una política de corto<br />
plazo (tanto como durara la guerra) y en realidad se proyectaba una acercamiento económico con los Estados Unidos tal<br />
como lo realizó finalmente el mismo Perón (en este sentido existe un eje vinculante importante entre Pinedo -y el<br />
proyecto tardío conservador- y el peronismo, siendo éste su resultante natural y a la vez su anulación.<br />
147<br />
“...el eje fascismo-antifascismo tuvo más que ver con el surgimiento de Perón y el peronismo y la actitud de los<br />
sectores de oposición en contra de éstos que con la política exterior del país.” Mario Rapoport, Argentina y la Segundo<br />
Guerra Mundial..., p. 15
En este primer trabajo, el peso de sus argumentaciones y de la documentación utilizada recae casi<br />
exclusivamente sobre las potencias internacionales. El lugar de los partidos políticos y, en general,<br />
de la política interna y su influencia en la coyuntura de las relaciones internacionales de la Argentina,<br />
ocupan un espacio breve que desarrolló con amplitud en otros tres trabajos, a los que consideró<br />
como continuación y complemento de su obra anterior. 148<br />
El primero de ellos, “Diplomacia, Comercio y factores <strong>In</strong>ternos”, se concentra en la<br />
problemática interna de los conservadores en el gobierno hasta 1943 y de los partidos políticos que,<br />
con el tiempo, conformarían la coalición denominada “Unión Democrática” para enfrentar a Perón en<br />
1946.<br />
Rapoport observa que la política exterior argentina no fue en absoluto lineal, sino que siguió<br />
una secuencia extremadamente cambiante entre 1940 y 1945, donde la neutralidad aparece como el<br />
principal tema de debate en la sociedad argentina hasta los comienzos del régimen militar. Cuando<br />
éste declaró la ruptura de relaciones diplomáticas con las potencias del Eje a principios de 1944 y<br />
luego la guerra en marzo de 1945, la discusión se trasladará al grado de infiltración nazi en el<br />
gobierno militar.<br />
Por su parte, la internalización del conflicto por parte de los diferentes sectores de la vida<br />
nacional siguió los acontecimientos de la escalada bélica a escala internacional: un primer<br />
subperíodo llega hasta 1941. Hasta ese momento, la localización del conflicto en Europa y la no<br />
beligerancia de la URSS y los EE.UU., coinciden con el mayor margen de maniobra del gobierno<br />
conservador de Ortiz-Castillo. El escaso eco del Plan Pinedo (sobre el que el autor va a contar con<br />
bibliografía actualizada) 149 revela que la situación aún no estaba “madura” para un acercamiento a<br />
los EE.UU. Luego del ingreso al conflicto de las futuras superpotencias en 1941 se conforma<br />
paulatinamente el campo “pro-aliado”, producto, especialmente, del accionar de los comunistas<br />
partidarios de un “Frente de Unidad Nacional”, antecedente cercano de la “Unión Democrática”. Esta<br />
coalición de partidos comenzó a perfilarse para enfrentar a la Concordancia en 1943, en vísperas de<br />
la Revolución de Junio. Con el golpe, el panorama político se hizo aún más enrarecido: al problema<br />
político-institucional y la discusión del ingreso de la Argentina a la guerra se le agregó un tercero, la<br />
discusión de las políticas económicas y sociales.<br />
La aparición de Perón, que el autor entiende como el resultado de una alianza de las nuevas<br />
clases surgidas de laS transformaciones sociales-económicas recientes, no hizo más que catalizar la<br />
compleja situación interna. Sin embargo, la Unión Democrática finalmente adquirió forma cuando la<br />
embajada norteamericana, representada por el ala más dura del Departamento de Estado, nombró a<br />
Braden como embajador a principios de 1945.<br />
Pero, ¿cuál es el significado que el autor da a estas alianzas desde el punto de vista de la<br />
política internacional?. Rapoport señala que la conformación de la Unión Democrática constituyó una<br />
manifestación tardía de la alianza soviético-norteamericana que perduró durante toda la guerra y que<br />
señalaba que Alemania y la amenaza totalitaria en todo el mundo era el enemigo principal. Tanto en<br />
el Argentina, como en los EE.UU. y la U.S. había representantes de esta línea “internacionalista” de<br />
cooperación y que se regía por los acuerdos de Teherán y Yalta. Esta tendencia perdería fuerza<br />
progresivamente y una de sus últimas manifestaciones fue el accionar de Braden en argentina.<br />
La línea internacionalista coexistió con otra, encabezada por el presidente Roosevelt, quien<br />
veía con creciente desconfianza a la Unión Soviética y la visualizaba como la principal adversaria de<br />
la postguerra. Rockefeller y Massermith (sucesor de Braden) fueron los representantes de esta<br />
última tendencia en América Latina. <strong>In</strong>terpretaban la importancia que, a través de la figura de Perón,<br />
podía tener la Argentina en la contención del comunismo en el hemisferio occidental.<br />
Como vemos, las consignas “Braden o Perón” o bien “Nazismo o democracia”, esconden en el<br />
análisis de Rapoport un significado mucho más profundo.<br />
148 Dos de ellos, fueron publicados en Mario Rapoport, Política y diplomacia..., el otro es Los partidos de izquierda, el<br />
movimiento obrero y la política internacional (1930-1946), CEAL, Bs.As.,1988<br />
149 Nos referimos a los artículos de Horacio Pereyra, “Pinedo y el Plan económico de 1940”, Todo es Historia, 113<br />
(abril 1978) y Juan José Llach, “El Plan económico de 1940, su significado histórico y los orígenes de la economía<br />
política del peronismo”, Desarrollo económico, Nº 92 (enero- marzo 1984). En la actualidad siguen siendo los artículos<br />
más significativos sobre el tema.
El estudio de las relaciones con la URSS 150 constituye otro trabajo pionero en la<br />
historiografía argentina y es uno de los primeros en el que se utilizan fuentes primarias, en particular<br />
archivos diplomáticos argentinos.<br />
El objetivo central del autor es despejar ciertas incógnitas sobre la política de la URSS en<br />
América Latina. El principal obstáculo señalado, lo constituye la inaccesibilidad de los archivos<br />
soviéticos (al menos en el momento de formulación del artículo). De tal manera que mucha<br />
información que recoge Rapoport es indirecta (a través de la cancillería británica y del Departamento<br />
de Estado). Por otro lado, quizás resulte un tanto cuestionable la importancia otorgada al papel del<br />
Partido Comunista en tanto filtro exclusivo de la visión soviética de lo que ocurría en Argentina.<br />
Finalmente, en otro trabajo, Rapoport revela la relación entre el movimiento obrero, los<br />
partidos de izquierda y las cuestiones internacionales para el período estudiado. 151<br />
En este caso el autor retoma las principales interpretaciones existentes sobre el movimiento obrero,<br />
principalmente las formuladas por Hugo del Campo, para construir sus hipótesis. 152 Tomando como<br />
base aquellas premisas, Rapoport argumenta que tanto el Partido Comunista como el Partido<br />
Socialista se transformaron a principios de los años cuarenta en fuerzas políticas considerables,<br />
hipótesis que años después fueron fuertemente discutidas, entre otros, por Daniel James. 153<br />
Según Rapoport, el fracaso político de los partidos de izquierda se debió, en medida<br />
importante, a una cuestión “de línea”: la alianza que integraron en la Unión Democrática, reflejo de la<br />
“gran alianza” en disolución a nivel mundial, constituyó un error capital basado en una equivocada<br />
lectura del movimiento militar originado en junio de 1943. Hecho que enajenó la confianza de buena<br />
parte de las clases obrera en los partidos de “izquierda” y comprometió su futuro político.<br />
Si bien la obra de Rapoport ha dinamizado el estudio de las relaciones internacionales con la<br />
incorporación de factores internos, ciertos actores se encuentran ausentes o han sido poco tratados<br />
en sus trabajos. Entre ellos los grupos corporativos tales como la Unión <strong>In</strong>dustrial Argentina y La<br />
Sociedad Rural. Un estudio detallado de estas corporaciones permitiría completar el panorama de<br />
actores con influencia en la política internacional argentina.<br />
Por último, cabe destacar la labor del autor en la recopilación documental de archivo de la<br />
Argentina, Gran Bretaña y de los Estados Unidos relativa a la posición de nuestro país durante la<br />
segunda guerra mundial. 154 Una buena parte de estos documentos fue utilizada en los libros y<br />
artículos mencionados, otra tiene un alto valor para futuras investigaciones. Entre ellos, deben<br />
destacarse, los referidos a la relación argentino-alemana, fruto de testimonios de ex funcionarios<br />
alemanes que revelan, en particular, las iniciativas de la Embajada alemana para con los gobiernos<br />
argentinos y el grado de influencia nazi en el país.<br />
Por su parte, Carlos Escudé, autor de varias obras, ha estudiado la inserción argentina en el<br />
sistema internacional en el mismo período clave: la segunda guerra y los años posteriormente<br />
inmediatos, destacando “la política de las grandes potencias en el país”. 155 El objetivo central del<br />
autor es, en este caso, explicar el “milagro del sub-desarrollo argentino” de postguerra, es decir,<br />
aquello que juzga como el tobogán descendente del crecimiento económico argentino desde<br />
mediados de los años cuarenta.<br />
Escudé, al igual que Rapoport, señala la existencia de la relación triangular que caracteriza la<br />
posición externa de argentina desde la primera guerra mundial. Sin embargo, para examinar dicha<br />
“triangularidad” la somete al análisis de una serie de variables que considera vitales para su análisis:<br />
el “eine prestige-frage”, el “imperialismo moral”, el “síndrome de irrelevancia de la racionalidad” y los<br />
150 “El origen de las relaciones entre la Argentina, y la Unión Soviética 1917-1955”, en Mario Rapoport, Política y<br />
Diplomacia...<br />
151 Rapoport, Mario, Los partidos de izquierda, el movimiento obrero y la política internacional(1930-1946), CEAL,<br />
Bs.As.,1988<br />
152 Hugo Del Campo, Sindicalismo y peronismo, Clacso, Bs.As.,1983 y también Hiroshi Matsushita, Movimiento<br />
obrero argentino, 1930-1945, Hispamérica,1986. Del Campo sostiene que en la segunda mitad de la década del ´30,<br />
superada la fase más crítica de la depresión, se asiste a un florecer del movimiento obrero y de los principales partidos<br />
de izquierda.<br />
153 Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976, Sudamericana,<br />
1990<br />
154 Mario Rapoport, ¿Aliados o neutrales?, Eudeba,1988.<br />
155 Carlos Escudé, 1942-1949. Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, Ed. de Belgrano, 1996, 2da.<br />
Edición. En otros textos del autor se desarrollan ideas conexas con las expresadas aquí. Véase Carlos Escude, Patología<br />
del nacionalismo. El caso argentino, Buenos Aires, Tesis, 1987; Argentina vs. Las grandes potencias, Ed. de Belgrano,<br />
1986
conflictos burocráticos. Así, la rivalidad diplomática-norteamericana, la competencia comercial<br />
anglo-norteamericana, la estrecha asociación anglo-argentina y un creciente nacionalismo argentino<br />
constituyen otros elementos que son considerados pero subordinados a los primeros.<br />
Para Escudé, históricamente, los EEUU estuvieron enfrentados con la Argentina dado que<br />
cada uno de estos países intentó incrementar su prestigio a expensas del otro, generando fuertes<br />
resentimientos. Tradicionalmente nuestro país se sintió íntimamente ligado a Europa y capaz de<br />
liderar al resto de los países de América Latina. Esto chocaba inexorablemente con el papel que<br />
luego de la primera guerra mundial, estaría en condiciones de ocupar EEUU. Las cuestiones de<br />
prestigio imposibilitaron así todo tipo de relación “normal” o racional y tiñeron durante el período las<br />
relaciones entre ambos países.<br />
El imperialismo moral constituye otra de las variables utilizadas para explicar las relaciones<br />
argentino-norteamericanas. El mismo consiste, básicamente, en una arma ideológica utilizada por<br />
los norteamericanos con el fin de exportar sus instituciones y pautas de comportamiento político. Las<br />
diferentes políticas, sobre todo de los “liberales” o “halcones” de las administraciones Roosevelt y<br />
Truman, adquieren para Escudé la forma de verdaderas cruzadas ideológicas destinadas a la<br />
implantación de instituciones democráticas en la Argentina bajo el pretexto de la influencia nazifascista.<br />
Por otra parte, según este autor, en las postrimerías de la segunda guerra mundial, Argentina<br />
habría dejado de jugar un papel relevante para los intereses estratégicos de los EEUU, por lo que la<br />
toma de decisiones de su política exterior se vio afectada por el “síndrome norteamericano de<br />
irrelevancia de la racionalidad”: si el interés nacional norteamericano no estaba en juego, sus<br />
políticas hacia el país en cuestión pueden ser calificadas directamente de irracionales o carentes de<br />
coherencia. En ese marco de irracionalidad, la libertad de acción de los funcionarios<br />
norteamericanos para con la Argentina era muy grande. La utilización de esta variable le permite a<br />
Escudé explicar una serie de fases cambiantes: de “escalada” (ofensiva hacia las posiciones<br />
argentinas) y “acercamiento” (menos belicosas): Wells (de compromiso), Hull (escalada), Rockefeller<br />
(acercamiento), Braden (escalada), Massersmith (acercamiento).<br />
La irrelevancia de la racionalidad en las actitudes norteamericanas adquiere así directa<br />
relación con la desestabilización de los gobiernos argentinos y el acercamiento de estos hacia el<br />
“autoritarismo”.<br />
Sin embargo, debe aclararse que la relevancia de la Argentina es tomada por Escudé tal<br />
como se presenta en la agenda del Departamento de Estado, por lo que su interpretación es<br />
deudora de un escaso análisis crítico de los documentos. Debe dudarse de la no relevancia de la<br />
Argentina para la diplomacia norteamericana si se considera que nuestro país ocupaba hasta 1940<br />
el cuarto puesto en las inversiones directas de los EE.UU., era un mercado importante para sus<br />
exportaciones y tenía significativo interés geopolítico debido al Estrecho de Magallanes. 156<br />
Por otra parte, como ha señalado Rapoport, en polémica con Escudé, 157 el concepto que<br />
enmarca todo su trabajo es el de “política burocrática”, es decir, entender la toma de decisiones de la<br />
política exterior norteamericana no como el resultado de un actor determinado (el gobierno<br />
americano) con objetivos determinados y criterios racionales, sino, por el contrario, como el<br />
resultado de la competencia entre organismos gubernamentales y funcionarios (donde se destacan<br />
las ambiciones personales) manteniendo un nivel de coherencia final decididamente bajo. El ejemplo<br />
más claro que aporta es el enfrentamiento referido “al caso argentino” entre el Departamento de<br />
Estado y la E.C.A. En este caso, Escudé no vincula las diversas corrientes dentro de la política<br />
exterior del gobierno norteamericano con fuerzas económicas y sociales, sino que las motivaciones<br />
o motor de dichas políticas las encuentra en las variables señaladas anteriormente.<br />
La perfomance de la diplomacia argentina es explicada sin recurrir tampoco a determinantes<br />
estructurales de fondo. La neutralidad histórica de la Argentina se entiende sólo a la luz de nuestra<br />
tradición política que puede remontarse a la primera guerra, donde los gobiernos de diversas<br />
corrientes políticas la mantuvieron. De tal forma que la oposición entre pro-aliados y pro-neutralistas<br />
se explica a partir de la propia dinámica de la política argentina.<br />
156 Contrariamente a lo que afirma Escudé, puede argumentarse que por ser Argentina tan “relevante”, los Estados<br />
Unidos hicieron una apuesta política fuerte con el accionar del embajador S. Braden.<br />
157 Veansé, Mario Rapoport, “El factor político en las relaciones internacionales. Política internacional vs. Teoría de la<br />
dependencia. Un comentario” y Carlos Escudé, “Réplica al comentario sobre ´La declinación argentina´, ambos<br />
artículos en Desarrollo económico, v.23, Nº 92, enero- marzo 1984
A la hora de entender las ostensibles diferencias de trato de los EEUU con respecto a otros<br />
países que se mantuvieron neutrales (el caso de España por ejemplo), Escudé menciona ciertas<br />
variables económicas, como por ejemplo la rivalidad comercial anglo-norteamericana en el Río de la<br />
Plata o la estrecha relación anglo-argentina. Sin embargo, estos factores siempre mantienen un<br />
papel subordinado. “Extenso y polémico, provocativo en ocasiones, el libro de Escudé aparece<br />
sujeto a la tensión que impone la articulación de los esquemas teóricos con la realidad de las fuentes<br />
primarias”. 158<br />
Otro conjunto de problemas han comenzado a ser tratados en los últimos años por la<br />
historiografía de las relaciones internacionales sobre el período. Quizás un aspecto significativo ha<br />
sido someter a una más rigurosa investigación antiguas afirmaciones que se tenían por verdades<br />
incontrastables. Una de ellas, por ejemplo, es la real influencia nazi en la Argentina en la década del<br />
’30 y, en particular, durante el período bélico.<br />
Es que la disputa que enfrentó a mediados de los ’40 a buena parte de la sociedad argentina<br />
en dos bandos irreconciliables, resumida en la fórmula peronismo-antiperonismo, dejó como saldoentre<br />
otras cosas- la acusación de nazi-fascista al régimen nacido de la revolución de junio de 1943<br />
y, sobre todo, de uno de sus principales inspiradores, el entonces Coronel Perón.<br />
Ignacio Klich, 159 en concordancia con la postura de Rapoport, también ha inscripto la<br />
caracterización de nazi del gobierno militar y el peronismo en el marco de las relaciones triangulares<br />
entre la Argentina, los EE.UU. y Gran Bretaña.<br />
<strong>In</strong>dudablemente, desde el ingreso a la guerra de los EE.UU., en 1941, los esfuerzos por<br />
englobar a nuestro país dentro de su línea política fueron redoblados. La negativa argentina provocó<br />
el comienzo de las acusaciones acerca de las inclinaciones pro-Eje de su dirigencia política. Con el<br />
advenimiento de la revolución militar y la continuación de la política neutralista, las críticas<br />
recrudecieron. La campaña acusatoria se reforzó a partir de la existencia de un grupo de<br />
nacionalistas que acompañaron a Perón en su primera etapa, para pasar luego al extremo de las<br />
acusaciones de Braden de “nazi megalómano”.<br />
Sin embargo, señala el autor, es igualmente cierto que a medida que el poder del Coronel fue<br />
en aumento se separó progresivamente de aquellos nacionalistas que calificaba de “piantavotos”.<br />
Asimismo, la segura derrota del Eje hacia 1944, provocó en Perón un intento de acercamiento a los<br />
EE.UU. y a reconsiderar sus posiciones.<br />
Como advierte Klich, La documentación alemana no comprueba la supuesta defensa de los<br />
intereses nazis en la Argentina por parte de Perón o bien la propagación de tal ideología. Esta<br />
afirmación se refuerza por los documentos de la cancillería británica, quien desde un principio señaló<br />
la falta de interés de Perón en el nazismo.<br />
La inexistencia de datos empíricos que confirmen las acusaciones norteamericanas se ve<br />
ratificada por la predisposición temprana de Perón de resolver favorablemente la cuestión del<br />
antisemitismo en nuestro país y por el hecho que ninguna fuerza bélica aliada fue perjudicada por<br />
informaciones salidas de la Argentina. Sin embargo, la imagen de nazi que la opinión pública<br />
norteamericana comenzó a forjarse (donde el papel de la prensa y la comunidad judeonorteamericana<br />
no fue menor) se cristalizó durante un largo período de tiempo. De hecho el autor<br />
encuentra una sólida conexión entre el embajador Braden y un sector de la prensa americana para<br />
forjar esta visión.<br />
Es en este marco que Klich destaca la falta de ecuanimidad por parte de Estados Unidos en<br />
el trato con Argentina en comparación con otros países no alineados con aquél. Así, señala<br />
especialmente el caso de España, nación que no sólo no declaró la guerra al Eje sino que colaboró<br />
activamente con Alemania en suministros esenciales para su esfuerzo bélico.<br />
Dentro de los trabajos de un grupo de historiadores extranjeros que realizaron aportes al<br />
estudio de las relaciones internacionales se encuentran los de Roger Gravil, Joseph Tulchin y<br />
Ronald Newton.<br />
Roger Gravil 160 desmiente la hostilidad británica al ascenso del peronismo al poder. Si la<br />
incursión norteamericana en la política argentina en las postrimerías del conflicto bélico fue agresiva,<br />
158<br />
Mario Rapoport, “Problemas y etapas...”, p. 569<br />
159<br />
Ignacio Klich, “Perón, Braden y el antisemitismo: opinión pública e imagen internacional”, en Ciclos, Vol. II, Nº 2,<br />
1992<br />
160<br />
Roger Gravil, “Gran Bretaña y el ascenso político de Peron: un nuevo enfoque”, en Ciclos, Año I, vol. I, Nº 1, 2do.<br />
Semestre de 1991
la cancillería británica resultó “la discreción personificada”. 161 En ese marco el autor encuentra una<br />
serie de coincidencias globales entre los intereses británicos y el ascenso de Perón al poder. En<br />
primer lugar destaca, en sintonía con la mayoría de los estudiosos, que los británicos consideraban<br />
vital para su esfuerzo bélico mantener los suministros de materia prima provenientes de la Argentina.<br />
Por lo tanto declarar la guerra al Eje pondría en peligro dicho abastecimiento. La política seguida<br />
entonces por la Concordancia y luego por el gobierno militar no afectaba los intereses británicos.<br />
Esa racionalidad básica es la que guió el accionar del Foreign Office.<br />
Por otra parte, y es esta quizás la hipótesis más original del trabajo, existió un interés<br />
manifiesto por parte del Gobierno británico en la victoria de Perón en las elecciones de 1946. Es<br />
que de un lado, según intuían los funcionarios británicos, una victoria del candidato opositor hubiera<br />
significado una alineación automática de la Argentina con los EE.UU. Por otro, los cambios sensibles<br />
en la conducción del estado británico en 1945, con la victoria del laborista de Attlee, quien llevó al<br />
sindicalista Ernest Bevin a manejar las relaciones exteriores de su país posibilitaron una injerencia<br />
fuerte en la política nacional. 162<br />
Por su parte, Tulchin 163 también ha analizado la relación establecida entre la Argentina y los<br />
EE.UU. Desde el punto de vista teórico destaca tres factores de relevancia que definen una política<br />
exterior: la experiencia histórica, la geografía y las aspiraciones nacionales.<br />
De esta manera, a la hora de mirar en perspectiva la relación entre los dos países observa una<br />
larga historia de desencuentros diplomáticos. Las experiencias históricas disímiles son las que<br />
provocaron inserciones diferentes en el sistema mundial y las que permiten explicar en parte<br />
“visiones del mundo opuestas”. Los roles que a cada uno de los países les tocó jugar en las<br />
diferentes etapas resultaron decisivos para la relación establecida. La Argentina, desde fines de siglo<br />
XIX hasta las primeras décadas del Siglo XX, se insertó ventajosamente en el sistema internacional<br />
a partir de su vinculación con Gran Bretaña. Sin embargo, hacia mediados de la década del ’40,<br />
nuestro país ya no disponía de un rol significativo, lo que constituyó, según el autor, “un serio<br />
problema de identidad nacional”.<br />
Para los EEUU, la Argentina desde los años ’40 tuvo un papel decididamente marginal en su<br />
agenda diplomática, puesto que se encontraba subordinada a las políticas establecidas con otros<br />
países considerados prioritarios, como por ejemplo con la Unión Soviética.<br />
Las preocupaciones y los intereses argentinos no ocuparon un rol relevante para los<br />
norteamericanos, ni la Argentina desde el punto de vista geopolítico poseía trascendencia,<br />
“simplemente se encontraba demasiado lejos para darle mucha importancia”. El comienzo de la<br />
Segunda Guerra lo demostró claramente: las iniciativas de los funcionarios argentinos destinadas a<br />
zanjar las diferencias con los norteamericanos fueron ignoradas una tras otra. El autor destaca como<br />
ejemplo, el rechazo de las iniciativas de Cantilo de cambiar la neutralidad por la “no beligerancia” y el<br />
de Storni sobre colaboración militar.<br />
En forma adicional, en términos económicos los EEUU y la Argentina se transformaron en<br />
competidores. Un elemento más de fricción entre los dos países.<br />
Finalmente, Tulchin destaca otro factor: la experiencia histórica, la que marcó a fuego las<br />
conductas de las clases dirigentes encargadas de las relaciones internacionales. En el caso<br />
argentino, el desarrollo exitoso del modelo agroexportador habría dado una cierta suficiencia y<br />
autoconfianza para el manejo de las relaciones exteriores que favoreció la aparición de una cierta<br />
“visión de túnel”. Esto es, el éxito inicial en las relaciones argentino-británicas en el campo comercial<br />
perfiló una política exterior propia: separar las cuestiones comerciales de las estrictamente políticas<br />
dándole primacía a las primeras. Esta particular visión llevó a la Argentina a rechazar cada una de<br />
las iniciativas norteamericanas de panamericanismo. Una vez que el modelo económico reconoció<br />
sus límites, estas actitudes se mostraron prácticamente suicidas.<br />
Por otro lado, dentro de esta explicación y en coincidencia con el trabajo de Escudé, las<br />
clases y grupos sociales de cada uno de los países en la determinación de las políticas juegan un<br />
161 En otro artículo posterior del autor se refuerza la idea de la moderación del Foreign Office en la evaluación del<br />
gobierno argentino y su distancia con respecto al accionar del Departamento de Estado norteamericano. En particular<br />
con motivo de la aparición del denominado “Libro Azul”. Para más detalles, véase, Roger Gravil, “El Foreign Office vs.<br />
El Departamento de Estado: reacciones británicas frente al Libro Azul”, en Ciclos, año V, vol. V, nº 9, 2do. Semestre de<br />
1995<br />
162 Gravil otorga un papel esencial a Bevin en la elección de la fecha del comicio, la que, según el autor, resultó central<br />
para que Perón triunfase. El laborismo contribuyó así en forma significativa al surgimiento del peronismo.<br />
163 Joseph Tulchin, La Argentina y los Estados Unidos. Historia de una desconfianza, Planeta, Bs,As.,1990
papel decididamente modesto en comparación a los factores antes mencionados y de, por ejemplo,<br />
la conducta irracional de varios personajes en pugna en el seno del gobierno norteamericano. Es<br />
decir las diferentes líneas dentro del gobierno no responden a intereses económicos. Lo mismo<br />
ocurre en el análisis desde la Argentina. Durante la coyuntura de la Segunda Guerra las posturas<br />
pro-aliadas o pro-eje no son vinculadas a determinantes de tipo socio-económicos.<br />
Como subtema dentro de la problemática que trabajamos se encuentran aquellos estudios<br />
que hacen énfasis en la relación de la Argentina (o de algunos de sus sectores internos) con los<br />
países gobernados por tendencias de ultraderecha y sectores de su comunidad: Alemania, Italia y<br />
España.<br />
Existe una interesante investigación sobre la penetración nazi en la Argentina proveniente de<br />
un autor canadiense, Ronald Newton. 164 La hipótesis más fuerte de su trabajo es aquella que señala<br />
el carácter de mito de la amenaza que habría constituido el nazismo en la Argentina. Mito creado<br />
principalmente por parte del Departamento de Estado norteamericano y la prensa de ese país en el<br />
período bélico.<br />
El autor analiza, básicamente, tres aspectos: las características de la comunidad alemana en<br />
la Argentina y su relación con el surgimiento del fenómeno nazi en Alemania, la actividad concreta<br />
de los nazis en nuestro país y los resultados obtenidos.<br />
Según el autor, lejos de existir una identidad absoluta, la actitud de la comunidad fue cauta y<br />
oportunista. Si bien era innegable la atracción que ejercía la “nueva Alemania” entre los emigrados<br />
más representativos, la adhesión al nacional-socialismo sólo era superficial. Más éxito tuvieron, en<br />
cambio, los nazis en reclutar adeptos entre los miembros menos prominentes de la comunidad.<br />
Dentro de la sociedad argentina, los nazis cosecharon cierta atracción entre la ultraderecha<br />
uriburista. Sin embargo, Newton encuentra dos obstáculos para que dicha asociación entablara un<br />
peligro más que potencial. Por un lado, la influencia de los ultraderechistas en la política nacional fue<br />
debilitándose a medida que progresaba la década. Por el otro, desde el punto de vista estrictamente<br />
ideológico, el marcado ateísmo y cierta vocación plebeya del nazismo no hacía sino crear una<br />
barrera entre unos y otros. Por su parte, los adeptos entre los militares argentinos fueron<br />
decididamente pocos.<br />
Según el autor, los resultados generales de los esfuerzos alemanes para reclutar<br />
simpatizantes bien pueden considerarse un fiasco en proporción al dinero invertido.<br />
Existen escasos estudios sobre los antecedentes de las relaciones económicas entre la<br />
Alemania nazi y la Argentina. Uno de los pocos que puede destacarse es el artículo de Andrés<br />
Musacchio. 165<br />
El tratado Roca–Runciman condicionó en forma muy precisa las vinculaciones comerciales<br />
de Argentina con el mundo. El privilegio otorgado al mercado británico provocó una disminución<br />
significativa del intercambio con otras partes del mundo, entre ellas Alemania. Como agravante, a la<br />
firma del Pacto, Alemania atravesaba severas consecuencias producto de la crisis mundial. Este<br />
panorama se modificó en la segunda mitad de la década del ’30, cuando el comercio entre las dos<br />
naciones creció en grandes proporciones.<br />
Desde el lado alemán la reactivación del aparato productivo, provocó una inmediata<br />
demanda de bienes primarios. Aquellos que juzgaban una declinación de la influencia británica en la<br />
Argentina se mostraron prestos a reemplazarla calcando su conducta comercial, es decir,<br />
ofreciéndose como vendedora de productos manufacturados. Los Estados Unidos también notaron<br />
el declive británico y, si bien con diferentes estrategias, desplegaron sus políticas hegemónicas<br />
panamericanistas cuya última ratio, descubre el autor, sería más económica que propiamente<br />
política al menos hasta 1941.<br />
De esta manera, nuestro país se transformó en un “campo de batallas” no sólo entre Gran<br />
Bretaña y los EEUU sino también entre éste último y la Alemania nazi. La Argentina, por su parte,<br />
intentaba reabrir mercados que le permitieran colocar parte de su producción primaria, en particular<br />
las carnes congeladas desplazadas del tratado anglo-argentino. Cuando ésto se concretó, no sólo le<br />
permitió reposicionarse en el mercado mundial sino moderar los conflictos en el seno de los sectores<br />
ganaderos que el tratado había generado. Hacia 1939, el comercio había llegado a un límite. Por un<br />
lado, a la Argentina le resultaba difícil incrementar sus exportaciones de carne de manera tal que<br />
164 Ronald Newton, El cuarto lado del triángulo. La amenaza nazi en la Argentina (1931-1947), Sudamericana, 1995<br />
165 Andrés Musachio, “La Alemania nazi y la Argentina en los años ’30: crisis económica, bilateralismo y grupos de<br />
interés”, en Ciclos, Vol.II, Nº 2, 1993
espondiera a los incrementos de la demanda alemana. Por otro, los avances del proceso sustitutivo<br />
de importaciones habían llegado a tal punto que generaba una nueva demanda de manufacturas e<br />
insumos que la industria de Alemania no estaba en condiciones de abastecer, en comparación con<br />
los EE.UU. De todos modos, señala el autor, las retracciones del comercio argentino–alemán<br />
provinieron, especialmente, del campo político, esto es del estallido del conflicto bélico.<br />
Raanan Rein por su parte, describe el impacto que tuvieron entre diferentes sectores de la<br />
comunidad argentina los acontecimientos de la guerra civil española. 166 La mayor parte de la<br />
denominada “opinión pública”, los partidos políticos y el movimiento obrero se manifestaron en favor<br />
de la causa republicana. En general, los sucesivos gobiernos argentinos y los sectores nacionalistas<br />
se encontraban más cercanos a la causa fraquista. La segunda guerra, señala el autor, encontrará a<br />
las dos naciones en posiciones similares de neutralidad, aunque con diferentes orientaciones:<br />
España más cercana al Eje durante buena parte del conflicto y la Argentina con un acercamiento<br />
mucho más ostensible a uno de los aliados: <strong>In</strong>glaterra.<br />
Ronald Newton 167 señala el grado de adhesión que el régimen de Mussolini tuvo entre los<br />
miembros de la colectividad ítalo-argentina a través del análisis de sus principales líderes<br />
comunitarios. La adhesión al fascismo es vinculada por el autor al éxito de Mussolini en alcanzar la<br />
prosperidad de Italia. Esto permitía a la comunidad italiana asumir con orgullo su condición de<br />
italianos ante la élite argentina. Sin embargo, la aceptación de Mussolini como líder no era<br />
generalizada en la comunidad. En estos elementos, Newton encuentra los motivos centrales de los<br />
conflictos entre fascistas y no fascistas.<br />
5.2. Las Relaciones <strong>In</strong>ternacionales de la Argentina durante el peronismo<br />
Destacaremos dos conjuntos de preocupaciones que los historiadores pusieron de manifiesto<br />
en el tratamiento de las relaciones internacionales durante el decenio peronista. Por un lado, la<br />
relación con las grandes potencias durante la denominada “guerra fría” concentró buena parte de<br />
sus esfuerzos. Por el otro, los trabajos más recientes abordaron las decisiones tomadas por el<br />
Estado con respecto a temas puntuales que involucraran definiciones ideológicas precisas del<br />
régimen. Ambos temas están atravesados por una única preocupación: hasta qué punto la<br />
denominada “tercera posición” constituyó el eje vertebral de la política exterior peronista o,<br />
simplemente, fue una postura independentista para consumo interno. Cabe destacar que en el<br />
segundo conjunto de cuestiones analizadas no se producen grandes polémicas ni confrontaciones,<br />
sino una frondoza y enriquecedora "acumulación" de aportes.<br />
a) Políticas <strong>In</strong>ternacionales del Peronismo<br />
Las relaciones argentino-norteamericanas durante el período 1946-1955 fueron analizadas<br />
en al historiografía reciente a partir de los aportes de Mario Rapoport y Claudio Spiguel, Carlos<br />
Escudé y Joseph A. Tulchin. 168<br />
Según la interpretación de Rapoport y Spiguel, a poco de llegar Perón a la primera<br />
magistratura argentina las relaciones entre ambos países comenzaron una gradual mejoría. Desde<br />
el punto de vista de los EEUU, la Argentina tenía una posición estratégica líder dentro de América<br />
Latina y poseía el mayor de los mercados del continente. Sin embargo hasta fines de la década del<br />
’40 las relaciones no se habían recompuesto del todo, pese a la amistad Perón-Massermith.<br />
166<br />
Raanan Rein; “Otro escenario de lucha: franquistas y antifranquistas en la Argentina, 1936-1939”, en Ciclos, año V,<br />
vol. V, nº 9, 2do. Semestre de 1995. Existen otros trabajos sobre la repercusión de la guerra civil en la Argentina:<br />
Mónica Quijada; Aires de república, aires de cruzada: la guerra civil española en la Argentina, Barcelona, 1991; V.<br />
Trifone y G. Svarzman; La repercusión de la guerra civil española en la Argentina, Buenos Aires, 1993 y Ernesto<br />
Goldar; Los argentinos y la guerra civil española, 1936-1939, Bs.As., 1993<br />
167<br />
Ronald Newton; “El fascismo y la colectividad ítalo-argentina, 1922-1945”, en Ciclos, año V, vol. V, 2do. Semestre<br />
de 1995.<br />
168<br />
Mario Rapoport y Claudio Spiguel; Estados Unidos y el peronismo. La política norteamericana en la Argentina,<br />
1949-1955, G.E.L. Bs.As., 1994; Carlos Escudé; La declinación...., Parte III y “La traición a los derechos humanos,<br />
1950-1955”, en Silvia Jalabe (comp.); La política exterior argentina y sus protagonistas 1880-1995, G.E.L., 1996 y J.<br />
Tulchin, La Argentina...., cap. IX.
Hacia el fin del primer mandato peronista estos autores descubren intenciones de<br />
acercamiento mutuo entre los gobiernos. Desde los EEUU, el desarrollo de la guerra fría a partir del<br />
conflicto de Corea y el inminente fin del Plan Marshall, hizo reconsiderar aún más su posición hacia<br />
la Argentina y estos dos factores comenzaron a tener un peso decisivo dentro de la política<br />
norteamericana (pese a los reparos que el gobierno argentino provocaba al Departamento de<br />
Estado).<br />
Desde la posición argentina, la economía comenzaba a experimentar los primeros síntomas<br />
de agotamiento que habrían de provocar el inicio de un viraje en las políticas económicas. La<br />
búsqueda de capitales foráneos y nuevos mercados para oxigenar las finanzas de nuestro país<br />
orientaban a los sectores dirigentes “naturalmante” hacia los EEUU, dada la decadencia ya<br />
manifiesta de la relación con Gran Bretaña. Por otro lado, la polarización del poder mundial reducía<br />
significativamente el juego abierto que Perón proponía de su política exterior a través de la “Tercera<br />
Posición”. Pese a estos puntos de conexión, fuerzas sociales internas, percepciones e intereses<br />
contradictorios entre ambos países -sostienen los autores- conspiraban para el mejoramiento de las<br />
relaciones. En efecto, la falta de complementariedad de ambas economías constituía una seria<br />
limitación para alcanzar acuerdos de fondo. Por otro lado los viejos antagonismos eran alimentados<br />
por diversos sectores. La opinión pública norteamericana, manifiestamente en contra de Perón,<br />
sumada a las tendencias anti-norteamericanas de buena parte del espectro político y del pueblo<br />
argentino condicionaron y le imprimieron un carácter ambiguo a la relación entre ambos países<br />
durante todo el período. Esta actitud persistió incluso cuando en 1953 asumió Eisenhower la primera<br />
magistratura. A partir de este momento, desde el Departamento de Estado se implementó una<br />
política más agresiva de acercamiento al continente con el fin de incrementar la influencia política,<br />
militar y económica. En este marco, el gobierno peronista aparecía a los ojos norteamericanos como<br />
“un mal menor” que había que aceptar dada su solidez política. A la vez, su debilidad en el campo<br />
económico propiciaba una mayor influencia norteamericana en esa área. Esta situación se<br />
amalgamaba bastante bien con las perspectivas del gobierno argentino, puesto que en esos años<br />
inició una política favorable a la radicación de capitales extranjeros. Esta nueva orientación no lo<br />
transformaba, empero, en un “socio” seguro para los intereses norteamericanos: algunos indicios<br />
reflejaban que la Argentina seguía sustentando una posición “tercerista” (como la posición tomada<br />
por el gobierno argentino ante la intervención norteamericana en Guatemala, las relaciones con la<br />
URSS, las críticas a la política comercial norteamericana, o el acercamiento a diversos países<br />
europeos).<br />
En definitiva, para hacer intelegibles los cambios en la política exterior de los gobiernos<br />
peronistas estos deben comprenderse en el “contexto de la evolución de una determinada<br />
correlación de fuerzas externas e internas”. 169 En ese marco e intimamente relacionados con ellos<br />
se desenvolvieron los objetivos propios del proyecto peronista. Descartada de antemano la<br />
subordinación total a los EEUU y la confrontación extrema, los gobiernos peronistas pendularon<br />
hacia uno u otro polo de acuerdo al desarrollo de la economía, la política interna y los márgenes que<br />
la coyuntura internacional les permitía.<br />
El principal contrapunto con esta interpretación lo constituye el trabajo de Carlos Escudé. 170<br />
Este autor menciona tres problemáticas relevantes sobre las relaciones externas argentinas para el<br />
período: el boicot a la economía argentina por parte de los EEUU, las negociaciones angloargentinas<br />
y las políticas agropecuarias llevadas a cabo por el peronismo. Estos tres conjuntos de<br />
factores operan de manera simultánea a la hora de entender el objetivo central del autor: explicar la<br />
declinación económica argentina en esos años. Nos concentraremos en el primer y segundo punto.<br />
El resultado de la segunda guerra, que “terminó de la peor forma posible” para nuestro país,<br />
confirmó la hegemonía norteamericana a nivel mundial, país que históricamente se había enfrentado<br />
a la Argentina. Desde el año 1942 hasta 1949 los norteamericanos desarrollaron un “boicot”<br />
compuesto de sanciones económicas contra la Argentina, que consistía sobre todo en evitar exportar<br />
a nuestro país insumos y productos claves para el desarrollo económico que afectaron a sectores<br />
críticos de la economía argentina.<br />
La falta de relevancia estratégica de la Argentina para los EEUU provocó que los funcionarios<br />
del Departamento de Estado gozaran de una libertad considerable para implementar políticas<br />
carentes de racionalidad, utilizaran el caso argentino para incrementar los conflictos burocráticos con<br />
169 Mario Rapoport y Claudio Spiguel, Estados Unidos y el peronismo..., p. 227<br />
170 Carlos Escudé, La declinación argentina...
otras áreas o en su defecto para aumentar su “prestigio”. Según el autor, estos elementos se tornan<br />
centrales a fin de entender el proceso de toma de decisiones por parte de los norteamericanos hasta<br />
1949. Durante el decenio peronista, el creciente nacionalismo político de los diversos actores<br />
argentinos fue consecuencia directa del boicot norteamericano. Como resultado, se agudizaron las<br />
tendencias autárquicas que se trasladaron al ámbito de la política económica (originando una<br />
“industrialización a cualquier precio”) y a la política exterior.<br />
Escudé encuentra también una conexión lógica entre el creciente nacionalismo argentino y la<br />
finalización de la conexión anglo-argentina. Desde este punto de vista, la restricción voluntaria de<br />
importaciones por parte de la Argentina sumada a las provocadas por el boicot y la política de<br />
nacionalizaciones puso fin a la relación casi centenaria con el Imperio Británico. No estuvieron<br />
ajenas a esta ruptura las presiones norteamericanas sobre las posiciones británicas, dada la nueva<br />
posición de los EEUU.<br />
En un artículo posterior, 171 Escudé profundiza algunos de sus argumentos. La lógica de la<br />
política exterior norteamericana en el período más áspero de su disputa con el gobierno peronista,<br />
es decir 1946-1949, recae casi exclusivamente en las controversias entre diferentes niveles de su<br />
gobierno. En este caso, los enfrentamientos entre S.Braden (en ese momento ex-embajador pero<br />
aún con posiciones relevantes) y Massersmith, con perspectivas opuestas de lo que ocurría en<br />
nuestro país, son las fuentes explicativas más fuertes. De hecho, estas son características que se<br />
mantienen en todo el período y que “subraya este elemento personal y por cierto visceral de la<br />
política de EEUU hacia países que, como la Argentina, son irrelevantes para sus propios intereses”.<br />
De esa forma, los objetivos simbólico-ideológicos quedarían en primer plano por sobre los<br />
estrictamente pragmáticos para el diseño de políticas, dando por resultado una menor coherencia<br />
del conjunto. Desde la perspectiva argentina, el autor, vincula el desarrollo de la política exterior a<br />
partir de los vaivenes del gobierno peronista. <strong>In</strong>cluso muchas de las fluctuaciones y ambigüedades<br />
en sus relaciones con la gran potencia son relacionados en forma directa con los deseos personales<br />
de Perón: la tirantez en sus relaciones con los EEUU en los años 1951-1952 pueden ser entendidas<br />
a partir del resentimiento de Perón por los ataques de la prensa, así como su súbito mejoramiento<br />
durante la administración Eisenhower se hacen intelegibles a partir del “halago” y la “seducción” que<br />
la visita de su hermano a la Argentina provocó en el orgullo de Perón. De tal forma que, Escudé,<br />
desliga de la explicación del diseño de políticas exteriores la existencia de fuerzas económicosociales<br />
que pudieran orientarla en un sentido o en otro.<br />
Las líneas directrices de la interpretacción de Joseph Tulchin recorren caminos parcialmente<br />
convergentes con Escudé. América Latina y en particular la Argentina fueron consideradas regiones<br />
de importancia relativa para el Departamento de Estado norteamericano luego de la segunda guerra<br />
mundial. Desde el punto de vista estratégico, no era percibida como una región peligrosa por una<br />
hipotética influencia soviética como sí lo era Europa Occidental. Por lo cual, buena parte de las<br />
actitudes de la política norteamericana deben, según este autor, ser miradas con este prisma. Las<br />
contradicciones en la línea de la política norteamericana también pueden ser observadas en virtud<br />
de las actitudes obstruccionistas de algunos funcionarios en contraposición a otras dependencias<br />
más proclives al acuerdo o a la política de “buena voluntad”.<br />
Desde la perspectiva argentina, la postulación de la denominada “tercera posición” peronista<br />
era el corolario lógico resultante de su plataforma política. La misma, también resultaba coherente<br />
con la tradición de principismo y nacionalismo en la política exterior argentina (vinculada con la<br />
búsqueda de prestigio). Sin embargo, no son dejados de lado los determinantes estructurales para<br />
explicar las políticas exteriores tal como lo demuestra la actitud del gobierno peronista ante la crisis<br />
de la economía argentina a principios de la década del ’50. El diagnóstico realizado por el gobierno<br />
acerca de la crisis del modelo económico es relacionado directamente con el viraje en la orientación<br />
de la política exterior argentina que duraría hasta la caída de Perón en <strong>1955.</strong><br />
La relación entre la Argentina en el decenio peronista y la URSS es tratada en forma casi<br />
exclusiva por Rapoport en uno de sus artículos ya mencionados. 172 Tradicionalmente, la<br />
interpretación de la relación entre ambos países estuvo basada en la supuesta posición fuertemente<br />
anticomunista del peronismo sumado al carácter refractario que hacia ese movimiento mantuvo el<br />
Partido Comunista local. Estos dos factores habrían determinado una relación de fuerte hostilidad.<br />
Pese a la justeza de algunos de esos argumentos, los aportes del autor matizan fuertemente esta<br />
171 Carlos Escudé, La traición a los derechos humanos...<br />
172 Mario Rapoport, Diplomacia, comercio y finanzas internas...
imagen. Por un lado, la actitud de Perón distó de ser monolítica: si bien ejercitó un discurso de tono<br />
fuertemente anticomunista esto no constituyó un obstáculo para entablar relaciones formales con la<br />
URSS a poco de iniciado su primer gobierno, en consonancia con el típico contrapeso de poderes<br />
que buscó el peronismo en la formulación de su política exterior. La política implementada y los<br />
análisis vertidos por el Partido Comunista argentino acerca del peronismo -que de acuerdo al autor<br />
servían como referencia directa para las autoridades soviéticas- tampoco llegaron a una hostilidad<br />
tal como se había presentado en el período de la Unión Democrática. Los cambios más profundos<br />
se manifestaron recién en las postrimerías del régimen y el autor los vincula no sólo con<br />
acontecimientos específicamente internos sino con procesos ocurridos en la misma Unión Soviética.<br />
Es que, aún en vida de Stalin, la URSS realizó un viraje de apertura comercial hacia buena parte de<br />
los países de occidente, modificación que rompió con la política de aislamiento que venía<br />
practicando hasta ese momento. Este proceso coincide temporalmente con la búsqueda por parte<br />
del gobierno argentino de nuevas fuentes de abastecimiento y capitales. Según el autor, lo que<br />
complejiza la visión de la política exterior peronista es el hecho de que en vísperas de su<br />
derrocamiento “[...] se experimentaba [...] una sensible mejoría con los dos países con los que<br />
existían mayores conflictos antes de la llegada de Perón a la Presidencia: EEUU y la URSS” 173<br />
b) El peronismo y el resto del mundo<br />
Entre los escasos trabajos acerca de las relaciones exteriores de la Argentina con España,<br />
dos fueron los temas principales que concentraron la atención de los historiadores: La guerra civil<br />
española y los primeros años de gobierno del bando triunfante encabezado por Francisco Franco.<br />
En cuanto a este último tema son pocos los autores que han trabajado acerca de la relación<br />
entre el gobierno peronista y el franquismo. Entre ellos se encuentra Raanan Rein. 174<br />
Una de las iniciativas más destacadas del primer gobierno de Perón fue entablar un apoyo<br />
explícito al régimen franquista tanto en los foros internacionales como en el terreno de la<br />
colaboración económica. El resultado concreto de dicha acción se trasladó a numerosas acciones<br />
de solidaridad recíproca y muestras de amistad, entre ellas la visita de Eva Perón a la madre patria<br />
y la firma en 1948 del Protocolo Perón-Franco. Como resultado de este último, la Argentina proveyó<br />
de bienes primarios indispensables a España, lo cual le permitió sobrellevar una durísima coyuntura<br />
económica- común a la mayoría de las economías europeas de la inmediata postguerra- al tiempo<br />
que la sacó de su aislamiento internacional.<br />
La historiografía tradicional explicó estas actitudes del gobierno argentino, a partir de cierta<br />
afinidad entre ambos presidentes que representaban, en la práctica, regímenes de igual carácter. El<br />
carácter tiránico y dictatorial de los régimenes franquistas y peronistas habría sido el motivo central<br />
de confluencia entre ambos países.<br />
Rein aborda la cuestión desde una perspectiva más amplia. En primer término, sin<br />
desconocer los aspectos que los acercan- como el carácter de jefes militares a cargo de gobiernos<br />
de carácter autoritario o la retórica nacionalista- el autor señala los aspectos disímiles de ambos<br />
regímenes, mayores aún que sus similitudes. Tanto desde el punto de vista de sus apoyos sociales<br />
como de la coyuntura política en la cual tuvieron origen, el peronismo y el franquismo presentan<br />
diferencias fundamentales y la supuesta identidad de ambos regímenes, pertenece más a una visión<br />
de los apasionados observadores de la época que a la realidad.<br />
Raanan Rein distingue consideraciones básicamente pragmáticas en las actitudes del<br />
gobierno peronista para explicar su relación con España. En ese sentido, el autor se ubica junto con<br />
aquellos investigadores que sostienen que las relaciones internacionales del peronismo no se<br />
contruyeron a partir de principios ideológicos inflexibles, sino de una política construida a partir la<br />
búsqueda de ventajas muy concretas, combinadas con principios de carácter más abstracto.<br />
Entre los motivos políticos y diplomáticos, Rein señala que el acercamiento entre ambos<br />
países posee una base objetiva a partir del aislamiento que ellos tenían en los foros internacionales:<br />
habían sido excluidos del Plan Marshall durante el fin de la guerra y el comienzo de la postguerra.<br />
De este modo, fueron las circunstancias internacionales las que atrajeron a ambas naciones. Por<br />
173 Mario Rapoport, Diplomacia, comercio y finanzas internas..., p. 70<br />
174 Raanan Rein, “Un salvavidas para Franco: la ayuda económica argentina a la España Franquista (1946-1949)”, en<br />
Anuario del <strong>In</strong>stituto de Estudios Histórico-Sociales (Tandil), Vol. 8, 1993, págs. 199- 214 y La salvación de una<br />
dictadura: la alianza Perón-Franco, 1946-1955, Madrid, 1995. Los argumentos de los textos citados están contemplados<br />
en el más reciente libro del autor, Peronismo, Populismo y política. Argentina 1943-1955, Editorial de Belgrano, 1998.
otro lado, desde el punto de vista argentino, el apoyo a España no es más que un gesto de<br />
devolución por el apoyo que ésta brindara a los revolucionarios de junio de 1943. El gobierno de<br />
Franco había apoyado a los militares argentinos hacia 1944-45 en momentos en que su aislamiento<br />
había sido muy fuerte. Ahora Perón no hacía más que devolver el guiño.<br />
La no intervención en los asuntos internos de los países fue uno de los principios que fue<br />
respetado firmemente en los foros internacionales por las sucesivas representaciones diplomáticas<br />
peronistas. Estos entroncaban, en parte, con la tradición diplomática argentina, pero más aún con lo<br />
que se denominó “la tercera posición peronista”, es decir un lugar equidistante entre las grandes<br />
potencias que se disputaban el poder a nivel mundial. Apoyar a España constituía una demostración<br />
práctica de esos postulados: el boicot a Franco era uno de los pocos puntos de vista sobre el que<br />
estaban de acuerdo tanto los EEUU como la URSS, al menos en estos primeros años posguerra. El<br />
Protocolo firmado entre ambos países reforzó la idea del desafío argentino a la política<br />
norteamericana, que constituía en sí una especie de “batalla por el prestigio” entre ambos países.<br />
Según el autor, mas allá del desafío aparente por parte de Perón (más para consumo interno que<br />
externo), el gobierno argentino estimulaba el acercamiento a España sirviendo a los intereses<br />
norteamericanos en función de la estrategia anticomunista que la gestión de Truman comenzaba a<br />
desarrollar. En ese contexto, razonaban los funcionarios peronistas en el exterior, la ayuda a España<br />
salvaba los intereses de todo Occidente amenazados por el comunismo.<br />
Finalmente, otra de las cuestiones candentes de la política internacional de la inmediata<br />
posguerra la constituyó la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel, en tanto la<br />
cuestión del holocausto comenzó a ser considerada como una “cuestión occidental”. En el trabajo ya<br />
citado, Raanan Rein, 175 explica la abstención argentina focalizando su estudio en función del<br />
diagnóstico del pasado peronista y los conflictos burocráticos internos de la cancillería. 176 El intento<br />
de mantener el equilibrio entre la presión de los árabes y el “lobby sionista” es la clave básica de la<br />
explicación del autor. Por un lado, el apoyo de los países árabes fue casi el único sostén<br />
internacional del sospechado gobierno argentino. Al mismo tiempo, Perón deseaba rehabilitarse ante<br />
la comunidad internacional y los Estados Unidos y deseaba quitarse el mote de “antisemita”, razones<br />
que inhibían un apoyo decidido a la causa árabe. Dentro de la cancillería, los conflictos personales<br />
derivaban en posturas antagónicas que le quitaban coherencia a la política exterior, si bien en el<br />
caso puntual de la partición la solución fué la buscada. Resulta válido y novedoso el intento del autor<br />
de rastrear estos conflictos a partir de los heterogéneos apoyos ideológicos-políticos que<br />
conformaron la coalición peronista.<br />
Por su parte, loas trabajos de Ignacio Klich han tratado de explicar porqué si Perón era en<br />
apariencia en decidido antisemita se vinculó tempranamente al Estado de Israel. Según el autor, fue<br />
la política de acercamiento a los Estados Unidos que impulsaba el peronismo la que llevó al<br />
gobierno a adoptar medidas tendientes a mejorar su imagen negativa. También ha examinado el<br />
acuerdo comercial firmado entre la Argentina e Israel en 1950 177<br />
5.3 Políticas migratorias, exilados y refugiados<br />
Dentro de la temática de las relaciones internacionales las políticas migratorias y las<br />
actitudes de los gobiernos hacia los inmigrantes y refugiados constituyen un campo específico y<br />
polémico, sobre todo en la etapa 1930-<strong>1955.</strong><br />
175 Raanan Rein, Peronismo, Populismo y política...<br />
176 Para una visión alternativa, véase Ignacio Klich; “Peronistas y radicales ante las aspiraciones sionistas en la<br />
Argentina”, en Desarrollo Económico, abril-junio de 1994<br />
177 Ignacio Klich,”El primer acuerdo comercial Argetnino-Israelí: consideraciones políticas y económicas”, Desarrollo<br />
Económico vol. 37, nº145 abril –junio 1997. En otro artículo el autor examina las complicadas negociaciones<br />
entabladas para que la Argentina vendiese armas en Medio oriente: Ignacio Klich; “Arms for the Middle East and<br />
Argentina´s Efforts at a Balanced Aproach to th Arab World and Israel”, Diplomacy & Statecraft, vol. 7, nº3, november<br />
1996. También el establecimiento de relaciones diplomáticas con Jordania fue analizado por Igancio Klich: “Towards<br />
an Arab-Latin American Bloc? The Genesis of Argentine-Middle East Relations: Jordan, 1945 – 1954” Middle East<br />
Studies, vol. 31, nº3, July 1995.
Desde comienzos de los años ochenta los estudios sobre la inmigración han sido uno de las<br />
áreas en mayor expansión en la historiografía argentina, pero la producción se ha orientado sobre<br />
todo al terreno de la historia social y al período que precede a la crisis de 1929. Sobre las políticas<br />
públicas existen algunos trabajos generales 178 y una bibliografía bastante abundante para el período<br />
1945-55 179 .<br />
Entre los principales temas en debate se destacan el de las políticas restrictivas a la<br />
inmigración a partir de 1930, el de las actitudes de los diversos gobiernos hacia los refugiados<br />
europeos (en particular los refugiados judíos y republicanos españoles) y el del ingrso de nasis en el<br />
país al finalizar la guerra.<br />
Mónica Quijada ha llamado la atención sobre, por un lado, la persistencia de ciertos<br />
estereotipos de los actores que condicionan loas análisis sobre sus acciones y percepciones y, por<br />
otro, ha señalado la “preocupación casi obsesiva” por la “veracidad” del dato histórico muy<br />
pormenorizado. 180<br />
Leonardo Senkman 181 ha estudiado la recepción otorgada por los diferentes gobiernos<br />
argentinos hacia los refugiados españoles y en particular hacia los judíos perseguidos en Europa.<br />
Según Senkman, la Argentina era el país que se encontraba en condiciones más ventajosas para<br />
recibir a los refugiados judíos, pero a pesar de ello observa una posición “antirefugiados”, que, desde<br />
la perspectiva del autor, deriva de motivaciones de índole política y étnica. Según el autor, de todos<br />
los contingentes de refugiados, los conservadores fueron especialmente refractarios ante los judíos<br />
que pedían asilo en el país. Esto es vinculado con el menor aprecio que la tragedia judía durante la<br />
segunda guerra tenía entre la sociedad argentina, no obstante el considerable peso corporativo de<br />
alguna de sus instituciones. Caso contrario ocurría con la causa republicana, la que gozaba de<br />
amplia popularidad.<br />
La visión de Senkman es compartida por otros autores como Haim Avni 182 , pero ha sido<br />
cuestionada por otros investigadores, como Ignacio Klich 183 , que ha estudiado entre otros temas las<br />
actitudes de Perón acerca del antisemitismo y los refugiados judíos, con una visión mucha más<br />
matizada acerca de las posiciones de los gobiernos argentinos. Los estudios de Klich han<br />
contribuído a dimensionar la situación de los judíos al ponerlos en contraposición con los inmigrantes<br />
de lengua árabe, otro grupo no cristiano y considerado como indeseable por la sociedad argentina.<br />
Klich ha sostenido que Perón no sólo condenó abiertamente al antisemitismo sino que adoptó<br />
una serie de medidas para aislar a los componentes más reaccionarios de su gobierno y a favorecer<br />
a la comunidad judía. También analiza cómo el nuevo embajador Massersmith representa un intento<br />
de acercamiento entre los dos países al menos desde una parte del Departamento de Estado. En<br />
178 S.Novick, "Las políticas inmigratorias argentinas en su expresión jurídica. Una perspectiva secular", Estudios<br />
Migratorios Latinoamericanos, 2, 1986; M.Olivieri,..... N.Pérez Vicich, "Las políticas migratorias en la legislación<br />
argentina", Estudios Migratorios Latinoamericanos, 10, 19881<br />
179 M.I.Barbero y M.C.Cacopardo, "La inmigración europea a la Argentina en la segunda posguerra, Viejos mitos y<br />
nuevas condiciones", Estudios migratorios latinoamericanos, 19, 1991; I.Klich, "La pericia científica alemana en el<br />
amanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigrantes judíos", Boletín del <strong>In</strong>stituto de Historia<br />
Argentina y Americana "E.Ravignani", 10, 1994; Mónica Quijada; Política inmigratoria del primer peronismo. Las<br />
negociaciones con España, en Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, 47, 1989; G.Rosoli, La<br />
politica migratoria italo-argentina nell'immediato dopoguerra(1946-1949)en id., Identitá degli italiani in Argentina.Reti<br />
sociali, famiglia, lavoro, Roma, Studium, 1993<br />
180 Mónica Quijada “El peronismo y la cuestión judía: una revisión crítica de su historiografía”, Canadian Journal of<br />
Latin American and Caribbean Studies, vol. 20, nº39-40, esta autora en un excelente balance historiográfico sobre el<br />
tema, ha destado la existencia de una “Peronjundeología” donde los “productores son también consumidores de su<br />
propio producto; ellos forman el campo científico”<br />
181 Leonardo Senkman; “La Argentina neutral de 1940 ante los refugiados españoles y judíos”, en Ciclos, año V, vol. V,<br />
nº 9, 2do. Semestre de 1995, id., Argentina, la Segunda Guerra Mundial y los refugiados indeseables, Buenos Aires,<br />
GEL, 1991; id., "Las relaciones EE.UU.-Argentina y la cuestión de los refugiados de la posguerra", Judaica<br />
latinoamericana, Jersualén, 1988; id., "Etnicidad e inmigración durante el primer peronismo", Estudios<br />
interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 1992<br />
182 H.Avni, Argentina y la historia de la inmigración judía. 1810-1950, Buenoa Aires, AMIA, 1983<br />
183 Ignacio Klich,; "Arabes, judíos y árabes judíos en la Argentina de la primera mitad del novecientos", Estudios<br />
interdisciplianrios de América Latina y el Caribe, 6,2, 1995; id."La inmigración judía a la Argentina: una perspectiva<br />
jerosolimitana", Estudios Migratorios Latinoamericanos, 30, 1995; id., “Perón, Braden y el antisemitismo: opinión<br />
pública e imagen internacional”, en Ciclos, vol. II, Nº 2, 1er. semestre de 1992, id., "Peronistas y radicales ante las<br />
aspiraciones sionistas en Palestina", Desarrollo Económico, n°133, 1994.
cierta medida esta situación refleja la nueva agenda de prioridades de la Casa Blanca, que ubica la<br />
estrategia anticomunista en primer lugar. Este cambio de política se dió, sin embargo, sin que Perón<br />
pudiera tener éxito completo en cambiar su imagen ante la poderosa comunidad judeonorteamericana.<br />
En esta polémica se reflejan no sólo dos visiones acerca de los gobiernos argentinos y la<br />
inmigración judía, sino también distintas aproximaciones al tema y a las fuentes. Mientras que<br />
Senkman enfatiza el rol de la legislación y de las políticas restrictivas, Klich pone el acento en ciertas<br />
prácticas del Estado y de la sociedad que contrapesaban a aquéllas 184 .<br />
Dentro del tema de los refugiados judíos deben mencionarse también los estudios sobre la<br />
inmigración de científicos y técnicos alemanes e italianos, en el marco de las políticas globales de<br />
atracción de hombres de ciencia por parte de los gobiernos argentinos 185 .<br />
Con respecto a los refugiados de la Guerra Civil Española, los aportes recientes más<br />
significativos han sido los de Dora Schwarzstein, que ha recurrido a las técnicas de la historia oral<br />
para reconstruir las experiencias de los protagonistas y el contraste entre la rígida legislación<br />
migratoria y una actitud más abierta por parte de la sociedad 186 .<br />
El tema de los nazis en Argentina continúa siendo un punto altamente predispuesto para<br />
vertir preconceptos y congelar imágenes forjadas en la década del cuarenta. 187 Pasaremos revista a<br />
algunos trabajos recientes, teniendo en cuenta que un estudio detenido sobre el tema deberá en el<br />
futuro inmediato considerar las investigaciones llevadas a cabo en el marco de la Comisión de<br />
Esclarecimiento de las actividades del nazismo en la Argentina.<br />
En el libro ya citado de Newton 188 se describe la vinculación del régimen peronista con los<br />
refugiados nazis en Argentina y la denominada “línea de ratas” (es decir, la red montada para<br />
favorecer el escape de ex-jerarcas del Tercer Reich luego de la finalización de la guerra). El aporte<br />
del investigador canadiense consiste en despejar los mitos que se forjaron alrededor de Perón y su<br />
gobierno en la década del ‘40, haciendo una distinción efectiva entre los argumentos políticos<br />
esgrimidos por la oposición política y la verdad histórica. Siguiendo esa línea de análisis, Newton<br />
demuestra la complicidad de funcionarios de la cancillería y las embajadas en Europa favoreciendo<br />
el ingreso de refugiados nazis, pero en mucho mayor medida de jerarcas provenientes de los países<br />
de Europa oriental. Las intenciones de Perón consistían en reclutar técnicos y trabajadores<br />
calificados provenientes de esa zona aunque los resultados fueron decididamente magros. El autor<br />
vincula esta política de reclutamiento con procedimientos similares llevados a cabo por las grandes<br />
potencias, quienes deseaban contar con la colaboración de técnicos y jerarcas militares nazis en<br />
función de las nuevas prioridades que marcaba la guerra fría. Por otro lado, la poca voluntad del<br />
régimen peronista de deportar a los refugiados más importantes del eje luego de la guerra (como<br />
parte de las exigencias de la comunidad internacional hacia la Argentina), se complementa con las<br />
escasas intenciones de los ex–aliados en proseguir con esta política en el mediano plazo. El autor<br />
sostiene que antes de endilgar culpas o emitir juicios de valor definitivos, 189 debe intentarse<br />
184 Para un balance historiografico sobre estos temas véase M.Quijada, "El peronismo y la cuestión judía: una revisión<br />
crítica de su historiografía", Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies, n°39-40, 1995<br />
185 I.Klich, "La pericia científica alemana en el amanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigrates<br />
judíos", Boletín del <strong>In</strong>stituto de Historia Argentina y Americana Dr.Emilio Ravignani, 10, 1994; E.Smolensky, "El<br />
exilio de científicos y académicos italianos judíos y los orígenes de la colectividad italiano judía en la Argentina (1938-<br />
1948) ", IberoAmerikanisches Archiv 21, 1-2, 1995<br />
186 D.Schwarzstein, "Historia oral y memoria del exilio. Los republicanos españoles en la Argentina",Anuario de la<br />
Escuela de Historia, Rosario, 2° época, n°13, 1988; id., "The experience of exile: the process of identity construction<br />
among the Spanish Republicans in Argentina", IX <strong>In</strong>ternational Oral History Conference, I.Migration and Ethnic<br />
Identity, Gottemburgo, 1996; "Actores sociales y política inmigratoria en la Argentina. La llegada de los republicanos<br />
españoles", Estudios Migrtorios Latinoamericanos, n°37, 1997<br />
187 Así lo señala Klich en sus prevenciones acerca de muchos estudios sobre el tema. Ignacio Klich; “Los nazis en la<br />
Argentina: revisando algunos mitos”, en Ciclos, año V, vol. V, nº 9, Segundo semestre de 1995. En este ensayo<br />
bibliográfico, el autor realiza una valoración de los aportes de Jorge Camarasa; Los nazis en la Argentina. Legasa, 1992,<br />
Emilio Corbiere; Estaban entre nosostros, Letra Buena, 1992; Holger Meding, Flucht vor Nurenberg? Deutsche und<br />
osterreichische Einwanderung in Argentinien 1945-1955, Bohlau Verlag, 1992 y Ronald Newton, The "Nazi Menace"<br />
in Argentina, 1931-1947, Stanford University Presss, 1992.<br />
188 R. Newton, El cuarto lado del triángulo...<br />
189 Como sugiere un texto de reciente aparición: Uki Goñi; Perón y los alemanes. La verdad sobre el espionaje nazi y los<br />
fugitivos del Reich, Sudamericana, 1998, Ubicado fuera del campo académico, el periodista realiza una crónica que<br />
desliga la política del Estado referida a los nazis de toda referencia internacional y de fuerzas económico-sociales.
comprender este aspecto de la política exterior durante el peronismo en función del complejo juego<br />
de fuerzas e intereses que la posguerra propone.<br />
El debate sobre la vinculación entre Perón y el nazismo se reavivó a partir de la apertura de<br />
los archivos de la Secretaria Técnica de la Presidencia, que revelaron la existencia en dicho<br />
organismo de una red de protección al ingreso de criminales de guerra. A partir de dicha<br />
documentación Leonardo Senkman ha estudiado el rol de las instituciones y agencias estatales<br />
intervinientes en la política inmigratoria del peronismo y su práctica frente a alemanes y<br />
colaboracionistas que huían de Europa y a refugiados sobrevivientes judíos del Holocausto,<br />
enfatizando la discriminación hacia estos últimos hasta 1949 190 .<br />
En síntesis, en los años ochenta y noventa asistimos a un crecimiento en la cantidad y<br />
calidad de trabajos vinculados a las relaciones internacionales de la Argentina que no se agota en el<br />
período que examinamos y se inscribe en el proceso más amplio de renovación historiográfica<br />
concidente con la recuperación democrática. Como vimos, para el periodo 1930-1955 los aportes<br />
son desparejos. Por un lado el estudio de una coyuntura crítica como la Segunda Guerra Mundial<br />
concentra la mayor parte de los trabajos. Este hecho ha oscurecido la trayectoria de la política<br />
exteriior argentina durante la década del treinta, que na ha recibido un tratamiento similar. Estudios<br />
posteriores podrían establecer las hipotéticas continuidades o no entre las dos épocas. Existen<br />
discontinuidades en los estudios de la relación entre la Argentina con las grandes potencias: la<br />
posibilidad de consulta de archivos norteamericanos amplió el campo de los investigadores. Sin<br />
embargo, no ha ocurrido lo mismo en el caso de las relaciones con la Unión Sovietica y los países<br />
del bloque oriental.<br />
La mayoría de los trabajos de la historiografía de las relaciones internacionales reciente<br />
responden a lo que Tulio Halperín Donghi ha denominado la ausencia de debates ideológicos de<br />
fondo en la sociedad argetina que estimulen la producción. 191 Si los estudios actuales en el campo de<br />
las relaciones internacionales responden a esta premisa, deberíamos hacer una salvedad: la<br />
cuestión de los nazis y su relación con los sucesivos gobiernos argentinos.<br />
Por último, muchos de los estudios relacionados con el gobierno peronista constituyen<br />
trabajos valiosos pero “contaminados” por la fragmentación característica de los últimos años en las<br />
ciencias sociales.<br />
“El debate queda así restringido a un universo muy detallado de conocimiento (y en eso<br />
reside su indudable riqueza), pero limitado aen su capacidad de proyección porque conlleva una<br />
ausencia de visiones globales y la no integración del objeto de estudio en contextos más amplios.<br />
Supones también una gran homegeneidad formal, ya que las diferencias –aunque enconadas- se<br />
dirimen en el detalle” 192 .<br />
<strong>In</strong>corporar estos aportes en una visión más global, permitirá una imagen más exacta de la<br />
política exterior argentina en el período 1946 – 1955, interpretación que bien puede complementarse<br />
con un análisis comparado de la política exterior de los principales países latinoamericanos, estudio<br />
prácticamente ausente en la historiografía reciente.<br />
190<br />
L.Senkman, "Perón y la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949:un caso de<br />
cadena migratoria", Estudios Migratorios Latinoamericanos, 31, 1995 Una posición similar a la de Senkman sostiene<br />
Beatriz Gurevich, "Etnicidad, ideología y movimiento migratorio", en Proyecto Testimonio. Revelaciones de los<br />
archivos argentinos sobre la política oficial en la era nazi-fascista, Buenos Aires, Planeta, 1998<br />
191<br />
Tulio Halperín Donghi, en Roy Hotra y Javier Trímboli; Pensar la Argentina, los historiadores hablan sobre historia<br />
y política, El cielo por asalto, 1994<br />
192<br />
Monica Quijada; “El peronismo y la cuestión judía...”p. 240