Playa del Carmen - Punto de Lectura

las ambulancias estacionadas en posición de
alerta.
Piensas que ése es un hospital para recuperar
cuerpos violentados. Que tú necesitas
una clínica de almas. La tuya está enferma.
Nacho anda hacia el norte. Quien lo ve
advierte a un hombre joven de 31 años, espigado
y de una morenez que sólo es habitual
entre los lugareños. Se mueve torpemente. Las
drogas lo han convertido en un zombi de reflejos
adulterados. La piedra, el crack, es su más
reciente adicción. Al pasar por el garaje de reparaciones
Maldonado, observa sobre la pared
el anuncio que señala el sábado como día de
descanso. No ve a nadie, entonces se percata
que ése era el sábado 15.
Tina había comprado los boletos y esa
noche partirían a Chetumal con destino final
en Guatemala.
Desemboca en la 30, pasa por la panificadora
El Molino y se detiene frente a las vitrinas
repletas de pan recién horneado. No siente
hambre, a pesar de que no prueba bocado hace
casi dos días. “Maldita piedra”, dice mientras
admira el pan dulce multicolor.
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