Casco Synapsis, Poc Bota Scarpa F3 - Senderoxtrem
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Opinión<br />
Desde el corazón de las Rocosas<br />
La lección más importante<br />
Desde el Maroon Lake, un bucólico<br />
lago alpino que pone punto final a una<br />
pintoresca carretera que asciende desde<br />
Aspen, en Colorado, las cumbres<br />
gemelas de las Maroon Bells -campanas<br />
rojizas- son una visión que infunde<br />
respeto e inspiración.<br />
No es la cumbre más alta de Colorado<br />
(con sus 4315 metros es la 24º), ni<br />
tampoco la más difícil, pero el tono rojizo de su roca, la delicada<br />
estética de su forma piramidal y el hecho de ser un “cuatromil”<br />
le han dado la fama de ser la cumbre más fotografiada de los<br />
Estados Unidos, y quizás la más escalada. Sin embargo, tras su<br />
cautivadora belleza se esconde una cara más siniestra: las areniscas<br />
y conglomerados que componen su geología sedimentaria<br />
son extremadamente vulnerables a la erosión, y su grado de descomposición<br />
es famosamente nefasto.<br />
En realidad, las Maroon Bells son una enorme e inestable pila de<br />
piedras que desafía la gravedad. Aún así, las rutas más normales<br />
de ascensión no encierran grandes dificultades y centenares de<br />
personas, de toda talla, color y experiencia, las ascienden durante<br />
los meses de verano.<br />
Un fin de semana de este verano, y aprovechando una visita a<br />
unos amigos en Aspen, me decidí a subir en solitario la cima norte<br />
de las “Bells”. Aunque cuando llegué al “parking” de Maroon Lake<br />
todavía era bien oscuro, ya había varios coches, y en la oscuridad<br />
podía ver la luz de frontales pertenecientes a diferentes grupos de<br />
gente que seguramente se dirigían a las Bells, o a cualquiera de<br />
las otras cimas de la zona.<br />
Mi ascensión no tuvo ningún percance; a medio camino en la pirámide,<br />
mientras seguía unas repisas herbosas alternadas con<br />
resaltes rocosos, alcancé a ver a una familia de cabras montesas,<br />
blancas como la nieve, y una vez en la arista cimera superé cauteloso<br />
un par de pasos un poco expuestos y en roca podrida (tercer<br />
grado), en los que más valía prestar atención (cada año alguien<br />
muere despeñado en esta ruta). Pero sin más, en cosa de tres<br />
horas me hallaba en la cumbre norte de las Bells, gozando de una<br />
magnífica mañana de verano.<br />
Todo era perfecto hasta que me dispuse a firmar en el librete de<br />
registros. Entonces me percaté de que un grupo de tres personas<br />
había llegado a la cumbre antes que yo ese mismo día, y uno<br />
de sus miembros había escrito junto a su nombre, un comentario<br />
único y petulante: “¿y dónde estaba el paso difícil?”. Eso me puso<br />
de mal humor.<br />
De todas las enseñanzas que la montaña me ha impartido, quizás<br />
la más importante sea respetarla y venerarla y jamás, jamás<br />
subestimar su potencial. De no haber empollado bien esta simple<br />
lección, a estas horas seguramente sería un fiambre más en alguna<br />
cordillera del mundo.<br />
Quizás es por eso que nunca me ha gustado usar palabras como<br />
“conquistar”, “tomar”, “asaltar”, y muchas otras que tanta gente y<br />
tan gratuitamente utilizan para describir sus ascensiones a cumbres<br />
y montañas. Por regla general, todo alpinista o montañero<br />
que merezca ser llamado tal, sabe, a base de experiencia, que<br />
la montaña no es un objeto más a poseer y subyugar, y que la<br />
arrogancia puede resultar muy cara. La montaña es una bella e indomable<br />
bestia salvaje que en cualquier momento y cuando quiera<br />
puede aplastarte.<br />
Al iniciar mi descenso pensé que era extraño que no me hubiese<br />
cruzado con ellos en la ruta, pues aparte de la vía normal, el resto<br />
es un conjunto de caras y canales vertiginosas de piedra descompuesta<br />
por los que nadie mínimamente sensato elegiría bajar.<br />
A medio camino, mientras seguía una afilada arista con abismos<br />
a ambos lados, oí el ruido de piedras precipitándose al vacío. A mí<br />
derecha, en medio de una canal oscura y horrible, tres individuos<br />
se vociferaban unos a otros mientras confusos buscaban una vía<br />
de escape. Obviamente en la bajada se habían despistado y tomado<br />
una ruta equivocada y potencialmente peligrosa.<br />
A gritos les apremié a seguir un sistema de repisas hasta dónde<br />
yo estaba y después de un rato de tensión alcanzaron la arista<br />
y todo acabó bien. Los 3 estaban visiblemente afectados por la<br />
experiencia.<br />
Estoy seguro de que quién fuese de aquellos él que había dejado<br />
esa impertinente nota en la cumbre, ese día aprendió su lección de<br />
respeto por la montaña.<br />
Xavi Fane<br />
www.xavierfanephoto.com<br />
8<br />
C U A D E R N O S T É C N I C O S