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desenvolviéndonos en el entorno<br />
cotidiano bajo la equivocada idea de que<br />
actuar como el resto de la población era<br />
el lastre con el que debíamos cargar en<br />
consecuencia a nuestra anormalidad.<br />
LA AGENCIA<br />
Por: Miguel Ángel Verdusco<br />
Me parece tener una idea más<br />
o menos certera de lo que es el<br />
amor; Gloria, una mujer con quien<br />
trabajé, fue quien lo evidenció ante mí<br />
años atrás…<br />
Todo sucedió a partir de mi llegada<br />
a La Agencia; una empresa destinada a<br />
erradicar los recuerdos que estragan el<br />
alma. No importaba cuán fatales fueran<br />
las secuelas, el remedio funcionaba<br />
para todos por igual. Ya fuesen víctimas<br />
de abuso sexual, desamor o cualquier<br />
otra situación que trastornase la salud<br />
emocional, el paciente era sometido a<br />
una meticulosa lobotomía que consistía<br />
en extirpar los recuerdos insidiosos<br />
directamente de la corteza craneal.<br />
Todos los<br />
que laborábamos<br />
ahí obedecíamos<br />
a un perfil<br />
muy concreto;<br />
padecíamos<br />
de sociopatía<br />
o psicopatía (o<br />
cuando menos,<br />
todo apuntaba a<br />
ello). Éramos pues<br />
individuos ajenos<br />
al sentimiento,<br />
Fue precisamente Gloria – en su<br />
labor como reclutadora de La Agencia –<br />
quien me abordó en la calle con su traje<br />
Versace y sus gafas de sol Christian Dior,<br />
y me tentó con una oferta de trabajo<br />
que de ninguna manera pude rechazar;<br />
me ofrecía reunirme con personas como<br />
yo, incorporándome a la compañía como<br />
un erradicador, y como tal, mi función<br />
consistía en trabajar sobre el cerebro<br />
desnudo erradicando todo cuanto el<br />
paciente considerase indeseable.<br />
Poco importaban mis escasos<br />
conocimientos de fisiología humana,<br />
mi verdadero valor para La Agencia<br />
estribaba en mi indolencia emocional; al<br />
pinchar sobre los recuerdos que pretendía<br />
erradicar, el cerebro desprendía<br />
efluvios emocionales a los cuales, como<br />
sociópata, era completamente inmune.<br />
De haber sido en cambio una persona<br />
normal, habría terminado enloqueciendo<br />
en cuestión de semanas.<br />
La propia Gloria fue quien me<br />
instruyó en el arte del escalpelo; al poco<br />
tiempo operaba el instrumento con la