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jun.-jul. 1966 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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ujado como para tener individualidad. Es<br />

el prototipo <strong>del</strong> Jefe, que sueña con planes<br />

de futuro en el acto primero, con programas<br />

extraconyugales en el segundo y con<br />

el hogar dulce hogar en el tercero, mientras<br />

a su aIrededor la realidad roe y desgasta<br />

la Biblioteca.<br />

Pero no es este personaje, ni los otros<br />

rápidamente .esbozados también, quienes<br />

imP9.rtan.en la pieza. Importa sobre todo<br />

una~visión. dinámica, de rápida fantasía<br />

afectiva que levanta en acción visual frenética<br />

ese ballet de la Biblioteca que está<br />

sieIllpre construyéndose en teoría y destruyéndose<br />

en la realidad. Para la culminación<br />

<strong>del</strong> acto primero, Maggi transforma<br />

a .los bibliotecarios, espoleados por la colocación<br />

de la piedra fundamental <strong>del</strong> edificio,<br />

en una murga que canta el futuro<br />

traslado. Para el acto segundo inventa una<br />

multiplicación física <strong>del</strong> espacio que hace<br />

rendir el doble a cada sala (luego las hará<br />

rendir el cuádruple) y también intercala<br />

una hilarante escenita en que un investigador<br />

pide el texto original de una tesis<br />

de Schopenhauer sobre la cuádruple raíz<br />

<strong>del</strong> principio de razón suficiente. (Esta escena<br />

no figuraba en una primera redacción,<br />

como podrá advertir quien repase el texto<br />

en la edición publicada en 1961.) En el<br />

acto tercero ya no existe la Biblioteca y<br />

los empleados siguen viniendo al terreno<br />

baldio a cumplir el horario.<br />

Como Piran<strong>del</strong>lo, el precursor, como<br />

Brecht y como Adamov, Maggi tiene ese<br />

tipo de imaginación teatral capaz de visualizar<br />

en acción (y no en mero movimiento<br />

físico) el conflicto esencial de la<br />

obra. Su acción es metáfora teatral. Por<br />

eso su obra de entonación expresionista,<br />

alcanza la alegoría sin sacar los pies de la<br />

tierra. En La Biblioteca, el personaje central<br />

es la Biblioteca: es decir, el mundo,<br />

devorado por el Tiempo. El dón de Maggi<br />

para el diálogo, su felicidad para la réplica<br />

cómica (a veces, demasiado obvia,<br />

pero casi siempre punzante), un cierto rasgo<br />

absurdo <strong>del</strong> humor, disimulan este aspecto<br />

alegórico de su obra, que reaparece<br />

también más atenuado en su restante producción.<br />

Pero es aquí donde Maggi ha estado<br />

más cerca de la verdadera recreación<br />

artística de uno de los mitos más tenaces<br />

de nuestra realidad: el mito de la seguridad<br />

estatal, <strong>del</strong> planeamiento burocrático,<br />

<strong>del</strong> paraíso laico fundado por Batlle. La<br />

BIblioteca supone la reducción al absurdo,<br />

el súbito desgarrar la piel de la apariencia,<br />

la alegoría que revela la medida de<br />

nuestros sueños mas tenaces.<br />

De otra índole es La noche de los ángeles<br />

inci.e1·tos. El tema de la obra daba<br />

para su acto largo, y sólo para un acto<br />

largo. El autor entendió esto claramente al<br />

concentrar la pieza en lila acción y en un<br />

tiempo. Pero necesidades tal vez ajenas a<br />

la creación dramática le hicieron interponerle<br />

entre el primero y el tercero acto (ambos<br />

situados en el mismo cabaret) un segundo<br />

acto episódico, que estira la acción,<br />

la diluye en apuntes satíricos de calidad<br />

muy menor y rompe definitivamente la<br />

unidad de clima dramático de la obra.<br />

Un tenue pretexto -el peregrinaje de Costita<br />

y su madre por la casa de familiares,<br />

jefes o amigos, para obtener los cincuenta<br />

pesos que necesita para comprar una noche<br />

con Doria, la prostituta de la que está<br />

enamoradc- apenas justifica la inserción<br />

de una serie de sketches en que se ve la<br />

mano y el ojo de Maggi, buen observador<br />

superficial de costu.lllbres rioplatenses, pero<br />

que en definitiva sólo agregan materia<br />

externa a una obra que no la necesitaba.<br />

Lo que sí había de lograrse era la continuidad<br />

<strong>del</strong> clima afectivo y poético que<br />

con tanto afán crea Maggi en el primer<br />

acto. Ese clima se diluye con las estridencias,<br />

dramáticamente superfluas, <strong>del</strong> segundo<br />

acto y penosamente se reconstruye en<br />

el tercero, cuando la acción vuelve al cabaret.<br />

Si se prescinde de este acto segundo, queda<br />

una pieza más concentrada en la que<br />

Maggi paga tributo a su gran admiración<br />

por Francisco Espínola, al que también dedica<br />

apasionadamente la obra. La relación<br />

entre la pieza de Maggi y el mundo fabuloso<br />

de Espínola es fácil de trazar. Cualquier<br />

aficionado al maestro de San José<br />

puede reconocer en el protagonista, ese<br />

Costita, boxeador fracasado, que persigue<br />

a la bailarina de cabaret, a aquel jorobadito,<br />

Carlin, de Sombras sobre la tieT1"a,<br />

que llega al prostíbulo de pueblo con la<br />

moneda calentita en la mano, y no se<br />

atreve a pedir a la más linda y buena, a<br />

Margarita, e invita en cambio a la más

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