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jun.-jul. 1966 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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Jesús C.<br />

Guiral<br />

Sobre la seriedad <strong>del</strong> humor<br />

Introducción: De la amargura<br />

<strong>del</strong> siglo XX<br />

En este siglo nuestro todos -a pesar de<br />

que no nos guste-- exhibimos serias arrugas<br />

de ancianos. Aun los que no hemos<br />

transitado, día a día, la sorpresa de los últimos<br />

sesenta y seis acuciantes años nos encorvamos<br />

bajo el peso de su acontecer agobiador.<br />

Las dos devastadoras conflagraciones<br />

mundiales -se ha hablado hasta la saciedad<br />

de ello- nos han marcado el rostro<br />

con el rictus inseguro de la incertidumbre.<br />

A todos. A los conformados con este acidulado<br />

mundo tal cual está. Y a los lanzados<br />

a intentar una revalorización de lo<br />

heredado.<br />

Porque sabemos -unos y otros- que revalorizar<br />

implica lisa y llanamente revolucionar.<br />

Por muchos paliativos y distingos<br />

que se interpongan. De ahí que los conformistas<br />

sientan, en su fuero íntimo, la<br />

amenaza cotidiana de la posible revalorización<br />

de los incomormables. Tienen el<br />

ejemplo de los sesenta y seis azarosos años<br />

transcurridos. Y a los incomormables el lastre<br />

de esos años les hace pensar que la vía<br />

revalorlzadora total no puede ser más que<br />

la revolucionaria.<br />

Me he preocupado desde tiempo atrás de<br />

actualizar la "experiencia" bélica <strong>del</strong> mundo.<br />

Con la escueta frialdad de un fichero<br />

podría reavivar la memoria <strong>del</strong> lector. El<br />

cómputo ofrece más de cincuenta guerras,<br />

revoluciones, invasiones. Téngase en cuenta<br />

que sólo pienso en las que, literalmente,<br />

han ensangrentado algún pedazo <strong>del</strong> planeta<br />

a partir de 1945. No incluyo, pues, los<br />

dos diferendos armados que me tocó vivir.<br />

Uno como mero espectador cercano, otro<br />

como alucinado participante infantil. El recuento<br />

sería desde aquel año en que, oficialmente,<br />

a todos nos regalaron la paz.<br />

Ante este resbaladizo panorama ni siquiera<br />

le ha quedado al hombre la esquina<br />

amable y recoleta de otros siglos: la filosofía.<br />

Hasta la temática más influyente en<br />

el nuestro -la existencialista- ha injertado<br />

en nuestra carne el ácido enfrentamiento<br />

a la realidad de la elección angustiosa.<br />

Temas duros. Amargos, todos ellos.<br />

Cabe preguntarse, pues, si a los que de<br />

una manera u otra nos abrimos doloridamente<br />

al mundo nos estará permitido reir.<br />

Si no habremos desembocado en una. (¿explicable?)<br />

"agonía <strong>del</strong> humor". En un progresivo<br />

"malhumoramiento de la cultura".<br />

( 1) O si realmente ocurre que "ya<br />

no hay nada más de qué reirse". (2)<br />

1. De la Risa y 10 Cómico.<br />

Y, sin embargo, uno de los caracterizantes<br />

inherentes al hombre, menos cuestionados<br />

tradicionalmente, es su capacidad para<br />

reírse. Desde Platón hasta hoy, la risa<br />

se ha supuesto siempre como algo propio<br />

<strong>del</strong> ser humano. Constituía una referencia<br />

cómoda para la confirmación de algún aserto.<br />

Omnis hamo est 1'isibilis, Homo est<br />

1"isus capax, ejemplificaban en triunfo los<br />

filósofos medievales al aclarar la naturaleza<br />

<strong>del</strong> elusivo proprium. Bergson elevó la<br />

risa al nivel de lo abiertamente discutible<br />

-por sí misma, y no como ejemplo subalterno-<br />

en los graves cenáculos de los filósofos.<br />

y aun para él, nada que no sea<br />

una actitud "propiamente humana" puede<br />

provocar a (o captar) lo cómico en una<br />

risa.<br />

De este consenso secular forma parte aU::l<br />

esa corriente contemporánea, llevada al extremo<br />

por KoestIer: la superfluidad de la<br />

risa. Si bien la risa queda enmascarada bajo<br />

un nuevo y -aparentemente opuestocalificativo<br />

en sus páginas, confluye, de<br />

hecho, en la tradición ya conocida. La risa<br />

en su opinión es un "reflejo superfluo".<br />

Es decir: que como reflejo es una respuesta<br />

a un estímulo cómico; y como todo lo<br />

superfluo, algo no indispensable. (3)<br />

De que la risa sea algo "propiamente"<br />

humano a que sea un reflejo "superfluo",<br />

no existe más -ni menos- que un malen-<br />

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