Nº 9 (jul. 1975) - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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discípulo; las advierte como la causa de una detención y de un<br />
error; la palabra sirve de señal en las maneras de la comunicación,<br />
que, allende la idea, avanzan hacia el principio activo de un<br />
nacimiento personal. El texto de Teeteto, que incluímos más<br />
a<strong>del</strong>ante (9) es decisivo al respecto.<br />
Aristóteles también nos dice: "Sócrates siempre preguntaba;<br />
Sócrates nunca respondía". Decir que nosotros relacionamos con<br />
lo que antes dijéramos sobre el inteligir-ignorar, y sobre su<br />
concepto cierto de la filosofía realizada en el sentimiento de la<br />
ignorancia confesada, de las ignorancias invencibles. Y en esta<br />
caracterización de Aristóteles, daríamos respuesta a las cuestiones<br />
que nos vienen preocupando: Sócrates nunca respondía, porque<br />
no sabía nada; son accidentales las respuestas que establecen<br />
aparentemente un paralelismo con las preguntas, pero son valiosas<br />
las actitudes que llevan a la originalidad, en el límite <strong>del</strong><br />
silencio, en el atisbo <strong>del</strong> desarrollo, en la advertencia de lo nuevo.<br />
Así también permanece la dualidad de maestro y discípulo, mientras<br />
se crea que existe un paralelismo de preguntas y respuestas,<br />
de problemas y soluciones, mientras el discípulo aprende lo que el<br />
maestro sabe y le trasmite. Pero 'Sócrates no sabe nada; Sócrates<br />
110 es genial; Sócrates no genera ideas en los otros; él sólo tiene<br />
una exigua ciencia de amor, que hace que nazcan almas nuevas,<br />
personalidades nuevas...<br />
Porque Sócrates no sabe nada, tampoco tiene "tema", para<br />
escribir. Tiene cosa más honda que la respuesta que se desvanece<br />
ante el nacimiento de un ser original y nuevo. Sócrates sabe ligar<br />
las escalas <strong>del</strong> amor, <strong>del</strong> Eros; al través <strong>del</strong> discípulo conocido en<br />
~u proximidad histórica, evoca a la vida filosófica que es una segunda<br />
manera de nacimiento. No crea, no sabe nada y sabe lo más<br />
hondo; no responde nada y afirma la existencia de una personalidad<br />
nueva. Y al poner el acento en esta misión, y al destacar su<br />
alcance, se propone una extraña tarea, que no guarda relación con<br />
la tradición <strong>del</strong> saber, con la comunicación de un acervo cultural,<br />
sino con la vida misma. En él, y en el discípulo suscitado, la vida<br />
filosófica es vida que vuelve a la vida; un filosofar vivaz en el<br />
centro <strong>del</strong> acontecimiento, un modo de exaltación ante lo desconocido,<br />
un principio que se alimenta y no cesa en la surgente misma<br />
<strong>del</strong> continuo nacer.<br />
Por eso en algún sentido, podría hablarse de Sócrates educador;<br />
en el sentido propio <strong>del</strong> término; guiar, provocar y asistir a<br />
las etapas <strong>del</strong> nacimiento; no trasmisión, pues, de dichos y de<br />
ideas; no trasmisión de conocimientos; Sócrates no "sabía nada",<br />
y cuando alguien preguntaba, Sócrates "no respondía nada". Así<br />
no hay ningún propósito de erudición; así tampoco trasmite, en<br />
sentido propio, ninguna enseñanza formal. Pero no obstante, sabe<br />
realizar el movimiento de la interiorización, hallar el germen<br />
<strong>del</strong> desarrollo posible <strong>del</strong> neófito (10),<br />
Pero Sócrates tampoco es un poeta. Sócrates no es un creador;<br />
irónico, ha renunciado al uso de todo poder genial.<br />
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