Nº 9 (jul. 1975) - Publicaciones Periódicas del Uruguay
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anterior a las ideas, y después de pensadas, un modo de atender a<br />
experiencias de pensamiento que no eran ideas. Por ello, en Sócrates<br />
todo es evasivo, irónico, indirecto, aludido; no se tiene la impresión<br />
de un yo, de una unidad enhiesta. Sócrates es ondulante;<br />
las ideas no acaecen en él, acceden como procesos agónicos, trascendidos<br />
por otra fuerza... Señalan otro foco de interiorización.<br />
En los "Diálogos" dan a Sócrates las ideas los que andan a su alrededor,<br />
los atraídos por la potente irradiación de su persona...<br />
No la idea. Allí la vida; allí un espíritu que ondea libre, una osadía<br />
humana que reprime los poderes <strong>del</strong> destino... El puede sustraerse<br />
al influjo de la idea; "por lo mismo que razona siempre<br />
desde lo absoluto". Pero no puede desprenderse de ello, que careciera<br />
ele originalidad, o que no pensara con vida propia en el<br />
movimiento que la concentra... y tomaba el carácter de lo que<br />
vivía; habf.a en él una como debilidad, o soltura para evadirse; es<br />
sólo una imagen alejada y aparente que fulgura un instante y se<br />
disipa, 1", que traza el lenguaje; no lo es menos la que alienta en<br />
la memoria <strong>del</strong> interlocutor, o la de quien se acerque a descifrar<br />
su secreto... y no hay manera de hablar de él. Cuando razona,<br />
advierte uno que no es un filósofo técnico; no parece seguir un<br />
proceso de ideas. En la esfera <strong>del</strong> discurso, se diría vacilante; inatento,<br />
libera por atención atraída a otro plano; y se le halla espectante,<br />
a la espera de aquel momento en que el espíritu accede...<br />
El ha ligado su vida y su pensamiento a lo eterno y lo original<br />
en él es siempre un movimiento de ocultación, un impulso<br />
hacia lo más hondo; acaso una relación nueva con el destino y un<br />
intento de hallar vida nueva para sus estímulos trascendentales.<br />
En el desarrollo viviente, en el proceso que emancipa y potencia,<br />
es ya posible el libre filosofar como el sistema es imposible. Y<br />
tocado ese centro, el espíritu se realiza, sin valerse de la<br />
obra... (17)<br />
Sócrates se nos aparece, por momentos, como un extático.<br />
Permanece en comunicación con su demonio. Había en él parece,<br />
una especie de movimiento alternante; convertido a la esfera de<br />
la racionalidad, lograba también un contacto con una fuerza que le<br />
trascendía; acaso tendía a agotar, por la razón, el análisis de las<br />
cuestiones; acaso no podía evitar, ni reprimía su manera de acceder<br />
a otro plano... Tenía, diríamos, una libertad inocente para<br />
juzgar; una duplicidad, una naturaleza que le permitía, en el movimiento<br />
dialéctico, comprender a los extáticos y místicos; y en<br />
la ascensión extática y en el rapto, hallar un sentido a la existencia,<br />
una fuerza, que la razón no alcanzaría. Tal vez para este griego<br />
nada era en sí la razón y nada en sí el éxtasis; prefería la orientación<br />
<strong>del</strong> pensamiento que construye una unidad superior y viviente;<br />
dualidad que podía ser unificada sólo por la fuerza con<br />
que el existente piensa la existencia.<br />
Del mismo modo, busca Sócrates que lo oscuro se acuse ante<br />
lo racional; que lo racional se indetermine ante lo oscuro; pero<br />
sin llegar nunca a la completa abolición de esos términos, sin antes<br />
haber alcanzado el sentimiento de la fuerza viva que lo supera<br />
(18). Acaso está ahí la razón de que Sócrates no compren-<br />
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