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Empieza a leer - Prisa Ediciones

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LEONARDO DA VINCI<br />

trado en la superficie del cuadro —al alisar o difuminar—, o en ocasiones<br />

en forma de una huella digital. Según ciertos científicos optimistas, las<br />

pinturas pueden encerrar, incluso, el mensaje de su ADN, microscópicamente<br />

presente en rastros de sangre y de saliva, pero hasta el momento<br />

esto corresponde al reino de la ciencia ficción.<br />

Las pinturas y dibujos que obviamente poseen mayor valor documental<br />

son aquellos que retratan al artista. Cualquiera a quien preguntemos acerca<br />

de la imagen visual de Leonardo da Vinci sacará probablemente a colación<br />

al sabio anciano de larga barba representado en el famoso autorretrato<br />

de la Biblioteca Real de Turín. El dibujo ha sido y es objeto de<br />

polémica: la inscripción borrosa que vemos debajo, contemporánea del<br />

artista, fascina por su ilegibilidad. Algunos afirman que no se trata de un<br />

autorretrato. Yo creo que efectivamente lo es, pero creo también que ha<br />

influido excesivamente en nuestra representación visual de su figura. Tenemos<br />

que recordar que no siempre tuvo el aspecto de un druida de larga<br />

barba blanca, como tampoco Shakespeare fue siempre ese tipo calvo con<br />

perilla que nos muestra el grabado de Martin Droeshout. Estas imágenes<br />

se abren paso hasta el inconsciente colectivo y se convierten en una especie<br />

de símbolo. Es discutible que Leonardo tuviera barba antes de los cincuenta<br />

y tantos años: en el supuesto autorretrato de La Adoración de los<br />

Magos, de hacia 1481 (Lámina 1), aparece afeitado, lo mismo que en el<br />

probable retrato del fresco de la Casa Panigarola de Milán, que corresponde<br />

a mediados de la década de 1490 (véase p. 348).<br />

El Anónimo Gaddiano contiene una maravillosa instantánea del artista:<br />

«Era atractivo, bien proporcionado, elegante y agraciado. Vestía una túnica<br />

rosa hasta la rodilla en un momento en que la mayoría llevaba túnicas<br />

largas. Tenía un hermoso cabello rizado, cuidadosamente peinado, que le<br />

llegaba hasta la mitad del pecho». Hay matices de moda y de sociología<br />

que nos resulta difícil captar, pero la imagen esencial es la de un hombre<br />

muy elegante, una especie de dandi. La descripción corresponde a un recuerdo<br />

de ese oscuro pintor llamado Il Gavina; otra mención aportada por<br />

este mismo personaje puede fecharse en torno a 1504-1505, cuando<br />

Leonardo tenía poco más de cincuenta años. Tampoco en este caso se dice<br />

que tuviera barba. El primer retrato cierto de Leonardo barbado es el hermoso<br />

perfil dibujado a sanguina que se conserva en Windsor (Lámina 15).<br />

Casi con seguridad es obra de Francesco Melzi, aunque quizá con algunos<br />

retoques de su maestro. 23 Puede fecharse hacia 1510-1512, cuando Leonardo<br />

contaba sesenta años o estaba próximo a cumplirlos. Su retrato de<br />

perfil se convirtió en modelo de las representaciones póstumas del artista:<br />

así aparece en varios retratos del siglo XVI, incluido el grabado que ilustra<br />

su biografía en la edición de 1568 de las Vidas de Vasari.<br />

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