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ALBERTO FUGUET Missing (una investigación) El ... - Prisa Ediciones

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<strong>ALBERTO</strong> <strong>FUGUET</strong><br />

<strong>Missing</strong> (<strong>una</strong> investigación)<br />

392 Páginas 18,50 Euros<br />

<strong>El</strong> autor<br />

Alberto Fuguet, estudió periodismo en la Universidad de Chile. En 1990 publicó<br />

Sobredosis, su primer libro de cuentos. Desde entonces su obra de ficción se extiende<br />

con los libros Mala onda; Por favor, rebobinar; Tinta roja; Las películas de mi vida, Cortos y<br />

Aeropuertos; a los que se añaden los libros de no ficción Primera parte y Apuntes autistas,<br />

y de la novela gráfica Road Story, junto al dibujante Gonzalo Martínez.<br />

También fue coeditor de la antología de críticas de cine Una vida crítica, de Héctor<br />

Soto, y de la célebre, entonces polémica y ahora ya canónica antología de nuevos<br />

narradores latinoamericanos McOndo donde incluyó a autores hoy reputadísmos<br />

como Edmundo Paz Soldán, Rodrigo Fresán, Pedro Juan Gutiérrez o Ray Loriga.<br />

Además, fue «director y montajista» de Mi cuerpo es <strong>una</strong> celda, la autobiografía del<br />

escritor colombiano Andrés Caicedo.


Como realizador ha dirigido varios clips y cortos como 2 Horas, y los largometrajes<br />

Se arrienda y la aclamada Velódromo. Fue seleccionado por Time/CNN como uno de<br />

los líderes del siglo XXI y Newsweek lo consideró icono de la nueva literatura<br />

latinoamericana.<br />

Ha sido traducido al inglés, finlandés, polaco, italiano, alemán, danés, coreano y<br />

portugués. Para más información sobre el autor y su obra:<br />

www.albertofuguet.cl<br />

www.cinepata.com<br />

La obra<br />

Una investigación que se<br />

sitúa más allá de los<br />

márgenes entre realidad y<br />

ficción<br />

Una novela que ha sido ya reconocida por la crítica de Chile y<br />

Argentina y que devuelve a su autor al primer plano de la vanguardia<br />

narrativa en castellano.


Una mañana, Carlos Fuguet desapareció. <strong>El</strong> hijo problema, la oveja negra que toda<br />

familia parece (o necesita) tener, tomó sus cosas y se esfumó de la faz de la tierra.<br />

Un inmigrante perdido en la inmensidad de Norteamérica que pasó a ser un<br />

espectro, un rumor de almuerzos, de teléfonos que llaman sin que nadie responda,<br />

de especulaciones sin respuesta. Treinta años después, su sobrino Alberto Fuguet se<br />

obsesiona con encontrarlo y comienza a juntar piezas, a armar el puzzle, dando<br />

inicio a un viaje físico y moral, <strong>una</strong> suerte de road movie interna y externa, que lo<br />

llevará desde el corazón de Santiago de Chile hasta el suroeste de los Estados<br />

Unidos.<br />

«Mi tío se perdió, pero se perdió de verdad. Nada de arte, nada de metáforas. Nada<br />

de transferencias vicarias. Uno se puede perder de muchas maneras estando a plena<br />

luz, pero perderse de verdad, quemar las naves, desaparecer, es otra cosa. Es, dentro<br />

de todo, un acto de gran valentía o todo lo contrario. No lo sé, no lo he hecho, no<br />

lo haré. Es, sin duda, ese tipo de acto impulsivo que termina marcándote para toda<br />

la vida. Hay gente que toma un camino y ese camino no tiene retorno, incluso si<br />

intenta echar marcha atrás.»<br />

Plenamente insertado dentro de la nueva modalidad narrativa que unos han llamado<br />

“faction” y otros novelización de hechos reales, en <strong>Missing</strong> pueden encontrarse<br />

rasgos que entroncan esta novela con hitos de la frontera entre ficción y realidad<br />

como Negra espalda del tiempo de Javier Marías, <strong>El</strong> viaje vertical de Enrique Vila-Matas o<br />

Anatomía de un instante de Javier Cercas.<br />

Pero, <strong>una</strong> de las singularidades de <strong>Missing</strong> (<strong>una</strong> investigación) es que va más allá del<br />

texto confesional o de la investigación periodística, porque logra ceder la voz al<br />

propio desaparecido, al tío Carlos, en <strong>una</strong>s páginas llenas de un lirismo vibrante. Sin<br />

duda la gran aportación del libro de Fuguet es la de haber sabido recurrir a la ficción<br />

para entregarle más verdad al lector, y que allí donde más se aleja de la mirada<br />

canónica de la no ficción es donde más auténtico lograr ser a los ojos del lector.<br />

Carlos Fuguet se convierte así en <strong>una</strong> persona/personaje inolvidable. Porque, en<br />

realidad, <strong>Missing</strong> es la novela de media vida de Fuguet, que lleva dándole vueltas en la<br />

cabeza desde que el argentino Ricardo Sabanes, editor de Mala onda, su primera<br />

novela, le preguntase por lo que quería escribir tras descrubirlo como alumno<br />

aventajado del taller literario de Antonio Skármeta.<br />

<strong>Missing</strong> es, además, un libro sobre el futuro lingüístico del planeta. No se trata ya de<br />

contaminaciones o de influencias, sino de yuxtaposiciones, de convivencia. <strong>Missing</strong>,<br />

ya desde su título señala la presencia de la cultura norteamericana en Latinoamérica,<br />

y la presencia de los latinoamericanos en la sociedad estadounidense. Todo a través<br />

de la materia de la literatura: la palabra.


Sobre<br />

<strong>Missing</strong> y Alberto Fuguet<br />

han dicho:<br />

«Un libro divertido, triste, posmoderno y audaz. Alberto Fuguet retrata las ilusiones,<br />

éxitos y derrotas de los latinoamericanos que se fugan a Estados Unidos en pos del<br />

sueño americano. Dudo que algún historiador haya mostrado de manera tan vívida y<br />

persuasiva ese trance. (…) En todos los libros que he leído de Fuguet hay siempre<br />

<strong>una</strong> voluntad de innovar. En <strong>Missing</strong> es donde mejor lo ha conseguido.»<br />

MARIO VARGAS LLOSA<br />

«Gracias por <strong>Missing</strong>: es <strong>una</strong> gran novela verdadera. Y cuanta más ficción, más<br />

verdadera. Fuguet está parado todo el tiempo tambaleándose sobre los hombros del<br />

mejor Bolaño. Es un gusto verlo bailar así, con su verdad en brazos. Gracias,<br />

Fuguet, por volver a este lado del mundo.»<br />

FOGWILL<br />

«Fuguet es grande. Ha hecho su obra sin pedirle permiso a nadie. Por ejemplo,<br />

<strong>Missing</strong> es <strong>una</strong> novela que solo de él pudo salir.»<br />

ÁLVARO BISAMA<br />

«<strong>Missing</strong> es la novela más meritoria, corajuda e intensa que hasta el momento ha<br />

publicado Alberto Fuguet.»<br />

JUAN MANUEL VIAL, La Tercera<br />

«Hay algo liberador y a la vez agobiante en el esfuerzo por romper con el pasado (o<br />

con el padre), y eso es algo que el autor conoce bien, porque el libro no es tanto<br />

sobre la búsqueda del tío, sino sobre la soledad y sobre la literatura como <strong>una</strong><br />

manera de remediarla. <strong>Missing</strong> es <strong>una</strong> aventura sin retorno, que deja al lector<br />

remecido, golpeado, pero de alg<strong>una</strong> forma mejor. Quizá menos solo. Si ése es uno<br />

de los máximos logros a los que puede aspirar un libro, Fuguet tiene el don. Lo ha<br />

conseguido.»<br />

MARCELO SOTO, Capital


Alberto Fuguet<br />

Declaraciones<br />

(Extraídas de diversas entrevistas realizadas al autor con motivos de<br />

las ediciones chilena y argentina del libro)<br />

«Cuando me dicen que he cambiado, como sucedió en las notas que me hicieron el<br />

año pasado por el premio de la crítica que ganó <strong>Missing</strong>, yo me niego a aceptarlo.<br />

No soy yo el que maduró, sino que fueron los demás.»<br />

«Cineasta y escritor, las dos cosas, <strong>una</strong> apuntala a la otra.»<br />

«Es verdad, McOndo es ahora el mapa. Pero la única verdadera gracia fue ponerle<br />

<strong>una</strong> palabra provocativa como título. Pero no sabía entonces que lo sería tanto. Yo<br />

pensé que era más bien chistosa. No sabía lo grave y serio que podía llegar a ser.»<br />

«Podemos estar discutiendo horas sobre eso, pero yo creo que Vargas Llosa no es<br />

un fascista. Es un freak, un psicópata al que le gusta provocar. Pero está totalmente<br />

en contra de las dictaduras y sus libros van a seguir creciendo con el tiempo.»<br />

«Uno de mis orgullos es que no he escuchado en el Hemisferio Sur ni <strong>una</strong> palabra<br />

negativa contra Caicedo. Todo el mundo lo abrazó, lo admiró y lo respetó. Ni<br />

siquiera nadie lo trató de joven, que por aquí es <strong>una</strong> de las peores acusaciones. <strong>El</strong><br />

verdadero triunfo de McOndo, a mi gusto, fue el reconocimiento unánime que<br />

recibió Caicedo.»<br />

«No soy Premio Cervantes, no soy el tipo más vendido de este país. Partí siendo el<br />

escritor más conocido de Chile y ya no lo soy. Fui el más vendido, y ya no lo soy.<br />

Creo que fui el más temido o el más odiado y ya no lo soy.»<br />

«Para mí, más importante que escribir el libro era saber qué había pasado con mi tío.<br />

Y tener esa aventura. Sobre todo, para poder sentir que yo era un escritor que no<br />

sólo escribía sino que también podía ser como James <strong>El</strong>lroy (quien investigó el<br />

asesinato de su madre en su libro Mis zonas oscuras).»<br />

«Escribí <strong>Missing</strong> en siete u ocho meses. Estaba todo listo, ¿para qué demorarse más?<br />

Estaba el guión, los actores listos, el dinero. ¿Cuánto tiempo vas a tardar en filmar<br />

<strong>El</strong> Padrino? ¿Cuatro o cinco años? No. Listo. Se rueda.»<br />

«Yo no sé si la literatura tiene que contar cosas personales. <strong>Missing</strong> es verdad, pero<br />

me parece que Mala Onda cuenta lo mismo pero de otra manera. Yo sentía que<br />

había que contar esta historia y que ésta era la manera de contarla, y que la primera<br />

persona y la no ficción eran las formas de ingresar a ella para que resultara. Entre<br />

otras cosas, porque yo ya había contado y hablado de mi tío Carlos, sin fijarme, en


otros libros, con otros nombres. No me había dado cuenta de que estaba tan<br />

obsesionado con el tema de perderse.»<br />

«Para mí el momento clave del libro es cuando pude llamar a mi padre desde<br />

Denver diciendo que había encontrado a su hermano. Ahí sentí que ya cumplí con la<br />

investigación. Todo el resto fue extra.»<br />

«Cuando arrancamos con la escritura, le propuse a mi tío Carlos tres reglas para<br />

escribir su historia. Una, que yo estaba al mando. Dos, que el dinero no sería un<br />

problema, porque no quería que esto fuese un negocio. Y tres, que yo lo iba a<br />

entrevistar por mail, y él tenía que contestar. Con ese material escribí un largo<br />

poema, que ocupa casi la mitad del libro. Podría haber sido un fracaso. De hecho,<br />

cualquier lector del libro antes de comenzar a leer ese tramo no puede evitar<br />

preguntarse: ¿qué estoy leyendo? Pero el resultado funciona de manera admirable.<br />

Las transcripciones de mis charlas con Carlos no me daban la voz que necesitaba<br />

para la novela. La encontré con ese recurso, que para mí no fue un poema, porque<br />

no leo poesía. Fue como un rockero que escribe letras para su disco, como <strong>una</strong> larga<br />

canción. Fue un goce, realmente. Y funcionó tan bien, que mi tío me terminó<br />

preguntando cómo fue que hice para saber lo que él sentía en esos momentos.»<br />

«Cuando estuvo terminado, le entregué a mi tío por primera vez el libro para que lo<br />

leyera y le diese su opinión. Fuimos a visitarlo a Las Vegas con mi padre. Brindamos<br />

con champán y fuimos a Caesar’s Palace. Nos despedimos a la <strong>una</strong> de la mañana y le<br />

dije aquí está el libro. Tomate tu tiempo, léelo y cuando lo termines nos juntamos y<br />

me decís qué te parece. Como Carlos no es lo que se dice un lector, no me<br />

imaginaba que apenas doce horas más tarde reaparecería en escena. No me digas<br />

nada, le dije. Y nos fuimos a un shopping, hicimos la cola en la cafetería de un<br />

Barnes & Noble, y nos sentamos. Ahí le pregunté: ¿Sí o no? Sí, me dijo.»<br />

«Escribí <strong>Missing</strong> en siete u ocho meses. Estaba todo listo, ¿para qué demorarse más?<br />

Estaba el guión, los actores listos, el dinero. ¿Cuánto tiempo vas a tardar en filmar<br />

<strong>El</strong> Padrino? ¿Cuatro o cinco años? No. Listo. Se rueda.»<br />

«Así que insistí: Carlos, hay cosas muy fuertes que me contaste por mail. Todo<br />

verdad, me contestó. ¿No te da vergüenza?, insistí. Se encogió de hombros: Nadie<br />

me conoce, y yo no me arrepiento. Y agregó: lo que más me da vergüenza es haber<br />

robado e ido a la cárcel, pero ya pagué. Y ahí me dijo algo que no me voy a olvidar<br />

jamás: estoy impresionado, tengo que agradecerte, esto es un gran regalo, ahora me<br />

entiendo, ahora tengo <strong>una</strong> historia. Lo raro es que a Carlos no le ha cambiado la<br />

vida. Su vida actual se parece a la anterior. Y eso sí que para mí ha sido un verdadero<br />

aprendizaje.»<br />

«Ser escritor me permite desaparecer. Tengo un cumpleaños y digo que estoy<br />

escribiendo. Lo digo en el libro, ser escritor permite no estar. Es como un free pass<br />

para no tener que cumplir socialmente. Hay un tema que me interesa a futuro: la<br />

soledad en los departamentos, el estar conectado pero no necesariamente presente.<br />

Mi próxima película es sobre eso. Lo que López [Nicolás, el director de cine] llama


“el amor en los tiempos del Facebook”.»<br />

«Por ejemplo, McOndo nunca iba a ocurrir de verdad pero fíjate que después de<br />

McOndo y por mucho tiempo, me quedé callado. Me quedé callado como 7 años<br />

sin sacar nada y fue un silencio a propósito, porque estaba a lo mejor bloqueado,<br />

cansado, quizás asustado de sacar otro libro para que me sacaran la chucha. <strong>El</strong> libro<br />

que yo estaba escribiendo se me cayó, que era el único libro que se me había caído,<br />

sobre un traficante de películas. Después me di cuenta de que la cosa se fue<br />

calmando, pero efectivamente a veces el terreno no es fácil y uno también es<br />

humano. Tampoco estoy arrepentido de haberme quedado callado ese tiempo,<br />

porque pude hacer otras cosas.»<br />

<strong>Missing</strong> (<strong>una</strong> investigación)<br />

Fragmentos del libro<br />

«Hay gente que toma un camino y ese camino no tiene retorno, incluso si intenta dar<br />

marcha atrás. Uno tiene pocas oportunidades para salvarse pero aún menos para<br />

perderse, para equivocarse. Basta un gran error, <strong>una</strong> decisión precipitada, un ataque<br />

de rabia u ofuscación, para que todo se venga abajo y ya no puedas arreglar el error<br />

que cometiste. Se puede jugar con fuego pero cuando se juega con el destino hay<br />

serias posibilidades de quemarse.»<br />

«La idea de este libro es justamente recordar. Es lo que me toca, es mi trabajo, la<br />

razón quizás por la que vine a la Tierra, mi misión: soy el escritor de la familia, la<br />

oveja negra de la cual están orgullosos y a la vez temen, el que les ha dado alegría y<br />

pena, el que provoca odios y asco y temor, el que habla poco pero publica mucho, el<br />

que sintió que las peores críticas a sus primeros libros venían de adentro, sobre todo<br />

cuando nadie los leía o los leían pero no me comentaban nada. Soy el que no olvida,<br />

o no quiere olvidar o no puede. <strong>El</strong> que desea saber más. Sé que ya he ventilado<br />

muchas cosas o he ajustado cuentas a través de la ficción. De alg<strong>una</strong> manera soy un<br />

traidor, pero también sé que esos mismos libros, que quizás dolieron, también<br />

trajeron «la alegría de la notoriedad».<br />

A esto me dedico: a contar historias, a vivir a través de otros, de personajes que no<br />

existen, a proyectar, a entender, a tratar de que otros puedan conectar, subrayar,<br />

completar lo escrito. Hay profesiones peores y, por lo tanto, estoy agradecido; pero<br />

sé también que, en este caso particular, a diferencia de otros libros, quizás alg<strong>una</strong>s<br />

cosas van a dolerles más a mis más cercanos. Les pido aquí, por escrito, perdón. Les<br />

pido comprensión. Esto no tiene tanto que ver con ustedes ni conmigo (sí, tendrá<br />

algo que ver conmigo, con «mis temas», como me joden mis amigos), aunque todos<br />

estaremos presentes. Esto tiene que ver con Carlos, con mi tío Carlos Fuguet; él es


la obsesión; es por él que estoy haciendo todo esto para saber qué pasó. Asumo las<br />

consecuencias del daño colateral. Espero que no lo haya pero se me ocurre que será<br />

más duro que antes aunque, a la vez, más de frente.»<br />

«En 1986 mi tío Carlos Patricio Fuguet García se esfumó de la faz de la Tierra,<br />

desde la ciudad de Baltimore, en el estado de Maryland, Estados Unidos, lejos de su<br />

Santiago de Chile natal. Simplemente dejó de llamar por teléfono y las cartas<br />

comenzaron a ser devueltas. Mi padre, su hermano mayor, se contactó un tiempo<br />

después con su trabajo, un hotel de cuatro estrellas, y le respondieron que no<br />

estaban al tanto de su paradero. Mi tío Javier Fuguet, su hermano menor y mi<br />

padrino, logró contactar al administrador del edificio donde vivía y éste le dijo que<br />

ya no vivía ahí.<br />

Desde entonces no hemos vuelto a saber de él.<br />

Desde entonces está desaparecido.<br />

<strong>Missing</strong>.<br />

Nadie sabe dónde está.»<br />

«Me gustan las crónicas de familia en las que un autor detiene su imaginación y<br />

apuesta por la no-ficción filial. Entre mis libros de cabecera están La invención de la<br />

soledad, de Paul Auster; La vida de mi padre, de Raymond Carver; Mis zonas oscuras, de<br />

James <strong>El</strong>lroy, y Mi madre, in memoriam, de Richard Ford. Todos ellos escribieron de<br />

su padre o de su madre cuando ya estaban muertos, cuando ya no podían herir ni<br />

dañar a los involucrados.<br />

Eso es lo bueno de escribir sobre los muertos: lo malo es que lo escrito no podrá<br />

servir nunca para reencontrarse con quien te inspiró.»

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