Primeras páginas de 'Chiquita' - Prisa Ediciones
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—De lo cual <strong>de</strong>duzco que, aunque las apariencias sugieran<br />
lo contrario, en Cuba sí están en guerra —repuso,<br />
con ironía, Alejo Romanov.<br />
—Mas no por mucho tiempo —repuso el gobernador<br />
y pronosticó que los grupos <strong>de</strong> rebel<strong>de</strong>s podrían resistir, a<br />
lo sumo, unos meses más.<br />
Los viajeros se a<strong>de</strong>ntraron en el barrio <strong>de</strong> Versalles,<br />
el más mo<strong>de</strong>rno y rico <strong>de</strong> Matanzas, a través <strong>de</strong>l paseo <strong>de</strong><br />
Santa Cristina. Después <strong>de</strong> admirar sus hileras <strong>de</strong> pinos, y<br />
<strong>de</strong> pasarle por <strong>de</strong>lante al cuartel, a la casa <strong>de</strong> salud La Cosmopolita<br />
y a las elegantes quintas don<strong>de</strong> residían algunas<br />
<strong>de</strong> las mejores familias <strong>de</strong> la ciudad, comenzaron el ascenso<br />
hacia La Cumbre. Primero llegaron a Cumbre Baja y <strong>de</strong><br />
allí continuaron hasta el caserío <strong>de</strong> Mahy en Cumbre Alta.<br />
La última parte <strong>de</strong>l recorrido la hicieron, dando tumbos,<br />
por un camino pedregoso y lleno <strong>de</strong> <strong>de</strong>sniveles, hasta que<br />
finalmente arribaron al mirador.<br />
Al salir <strong>de</strong> los coches, <strong>de</strong>scubrieron que alguien les había<br />
tomado la <strong>de</strong>lantera. Sentado sobre una roca, contemplando<br />
el valle con ensimismamiento, estaba un caballero<br />
<strong>de</strong> escasa estatura. «El enano», se dijo Cirenia y lo observó<br />
con curiosidad. Tenía la frente llena <strong>de</strong> arrugas muy finas,<br />
una cabellera <strong>de</strong>scolorida que le llegaba hasta los hombros<br />
y una giba que su elegante levita no conseguía disimular.<br />
—Al parecer, mi querido Arkadi Arkadievich madrugó<br />
para llegar antes que nosotros y admirar la salida <strong>de</strong>l sol<br />
—explicó el gran duque a sus acompañantes y acto seguido<br />
les presentó a su antiguo preceptor. Por los encendidos<br />
elogios que le <strong>de</strong>dicó, quedó claro que sentía una enorme<br />
admiración por Dragulescu—. Es el hombre más sabio que<br />
he conocido —aseguró con vehemencia.<br />
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