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6 C La Provincia de San Nicolás La Orden de Agustinos Recoletos estaba en su infancia –había nacido en 1588– cuando, de los conventos radicados en España, surge el impulso misionero hacia Filipinas. El capítulo de 1605 dio cauce legal a dicho impulso, que ese mismo año se pone en ejecución. Al año siguiente, en mayo, desembarca en aquel Archipiélago la primera expedición recoleta. José Luis Alonso Coomonte: Provincia de San Nicolás de Tolentino. Hierro y cristal de roca. Convento de Monteagudo (Navarra). Varios lustros más tarde, en 1621, la Recolección se hace autónoma y se distribuye en cuatro demarcaciones o provincias. Una corresponde a Filipinas, que se acoge al patronato de san Nicolás de Tolentino. Dentro de la Orden recoleta, la Provincia filipina tenía dos peculiaridades principales. En primer lugar, se diferenciaba de las demás en que en ella predominaba el espíritu misionero frente a los valores conventuales que prevalecían en el resto. En segundo lugar, no tenía seminarios propios, sino que se nutría de los voluntarios que surgían en los 30 conventos de España. Dependía de otros, por tanto. Lo cual era muy peligroso, como se demostró en el siglo XIX. La situación política y social se hizo en España muy difícil y faltaron los candidatos para Filipinas. En 1824, la provincia de San Nicolás se vio obligada a abrir en Alfaro (La Rioja) un seminario que cinco años más tarde se trasladaría a Monteagudo, en Navarra. Esta fundación fue providencial. Cuando, en 1835, el Gobierno suprime todas las casas La provincia de San Nicolás ha regenerado a toda la Orden religiosas de España, las únicas excepciones que admite son los seminarios para Filipinas, y entre ellos Monteagudo. Y, a la sombra de Monteagudo, se abrirán más tarde otras casas en España. Y cuando, en 1898, estalle la revolución de Filipinas, los misioneros encontrarán acogida en estos conventos de España, para desde aquí dar el salto a América. De esta forma, la provincia de San Nicolás, cuyo solar histórico se halla en el Extremo Oriente, regenera a toda la Orden. De ella proceden, mediata o inmediatamente, todas las provincias actuales. Antiguo sello de la Provincia, con las insignias de san Nicolás. anta C76 y amina Septiembre-Octubre 2004 La Provincia hoy día Según los datos actuales, la provincia de San Nicolás de Tolentino está formada en la actualidad por 337 religiosos, que componen 60 comunidades. La Provincia está presente en los siguientes países: – España – México – Brasil – Estados Unidos – Costa Rica – Reino Unido – Italia – Taiwan – China 1622-1835 1660 1888 1909 1943 1948 1960 1961 1998 S. NICOLÁS Filipinas PROVINCIAS AGUSTINO-RECOLETAS S. AGUSTÍN Castilla S. JOSÉ Venezuela-Perú S. EZEQUIEL Filipinas STO. TOMÁS Andalucía STO. TOMÁS Brasil-Argentina VIRGEN PILAR Aragón STA. RITA Brasil CANDELARIA Colombia CANDELARIA (Restauración) S. AGUSTÍN Estados Unidos CONSOLACIÓN Panamá- R. Dominicana
C 7 Los misioneros y su buena estrella Juan Barba: Llegada a Filipinas. Fresco. Cripta de la Parroquia de Santa Rita. Madrid. Si el lector vive en Madrid y visita la parroquia de Santa Rita, en la calle Gaztambide, puede bajar a la cripta. Allí una deslumbradora decoración pictórica le presentará escenas de la vida de San Nicolás, con muchedumbres que le escuchan o participan de la misa que él celebra. A la derecha, por contraste, en sobrio colorido oscuro –negro y gris verdoso– contemplará, bajo la estrella protectora del santo, la llegada de los primeros agustinos recoletos Convento de San Nicolás (Intramuros de Manila), poco antes de su destrucción en 1945. a Filipinas. En una sencilla barquichuela arriban los misioneros, cruz en alto, para evangelizar a los indígenas. Un grupo de éstos, expectantes, espera la buena nueva de una religión salvadora. El artista, Juan Barba, quiso expresar la particular protección que san Nicolás ha tenido sobre los misioneros recoletos que evangelizaron Filipinas, China y Japón. Cuando, el 12 de julio de 1605, los primeros misioneros recoletos embarcan en Sanlúcar rumbo a Filipinas, se han encomendado a su santo hermano, prometiendo dedicarle el primer convento que levanten allí. Una vez en aquel Archipiélago, creyeron no poder cumplir su palabra, pues los agustinos tenían ya una capilla de mucha devoción dedicada al Santo. Pero todas sus dudas se desvanecieron al echar a suertes entre varias advocaciones: por tres veces seguidas salió el nombre de Nicolás. Y san Nicolás de Tolentino fue siempre su santo y seña. Tuvo su sencilla iglesia de Bagumbayan, fuera aún de las murallas de Manila. Y pronto pudieron dedicarle la que sería centro y casa madre de la Provincia, ya dentro de la ciudad murada. Desde 1609, el convento llamado de Intramuros será, hasta su destrucción en 1945, el corazón de toda la actividad de los recoletos en Oriente y el centro de la devoción al santo. Si los agustinos tenían en san Agustín a su primer titular, los recoletos, sin dejar de honrar a su padre, se distinguían por la devoción a san Nicolás. Difundieron su devoción entre los fieles, multiplicaron sus imágenes y le dedicaron decenas de iglesias. Bajo su protección estaba la peligrosa travesía desde España. A él estaba dedicada la casa de México, donde reposaban los misioneros antes de afrontar el Océano Pacífico. Y cuando, al cabo de varios meses, llegaban a la otra ribera, allí les esperaba, en Manila, el convento de San Nicolás de Tolentino. En su iglesia cantaban un solemne tedeum de acción de gracias. En sus claustros encontraban grandes cuadros que narraban la vida del santo protector. Allí aprendían los rudimentos de las lenguas indígenas, y desde allí partían a las innumerables islas de Filipinas. En fin, San Nicolás de Manila acogía a muchos de ellos cuando llegaban a cierta edad, ya achacosos. Cuando el Provincial visitaba las distintas islas, llevaba las reliquias de San Nicolás Y a san Nicolás invocaban los misioneros en las difíciles travesías entre las islas, con peligros de piratas moros, de tormentas, de naufragios. A él eligieron como patrón cuando las comunidades de Filipinas formaron a partir de 1621 la cuarta provincia de la Orden. Y, cuando el padre Provincial, cada tres años, debía visitar a los misioneros en viajes de mucho riesgo, llevaba consigo, como un talismán, las reliquias del Santo que se veneraban en Manila. anta C76 y amina Septiembre-Octubre 2004
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