Humanizando expectativas religiosas - Iglesia Presbiteriana de ...

Para comenzar...
Las expectativas de grandes resultados ya estaban
convirtiéndose en una tentación para los seguidores de Cristo.
Con frecuencia se impacientaban, pues el grupo de los leales
seguidores era tan pequeño y tan débil que a veces llegaban a
la desesperación. Era lógico, esperaban cambios
revolucionarios de inmediato; aparentemente Juan el Bautista
había predicado señalando en esa dirección; el Antiguo
Testamento estaba lleno de profecías acerca de la exaltación
de Israel, su expansión entre las naciones, y su predominancia
cósmica durante la era mesiánica.
Sembrador, del trigo y la cizaña, de la semilla de mostaza, del
tesoro escondido intentando mostrar un aspecto de este
Reino, que claramente se revela como diferente a todo lo que
ellos esperaban.
En este contexto, la Parábola de la levadura es tan
pequeña y humilde que, muchas veces, ha pasado
desapercibida para los cristianos a lo largo de los siglos. Dice
así: «Con el reino de Dios sucede como lo que pasa en lo
cotidiano. Piensen en sus mamás, que esconden la levadura
en tres medidas de harina, hasta que todo quede
fermentado». Punto.
¿Qué quería mostrar? ¿Qué expectativas quería
contrarrestar? ¿Cotidiano? ¿El Reino de Dios no era algo
extraordinario? La parábola nos habla a nosotros, porque al
parecer la Iglesia de Cristo sigue con las mismas expectativas,
las mismas tentaciones y nosotros necesitamos el mismo
mensaje. Jesús quiere que humanicemos nuestras
expectativas religiosas.
Pero, Jesús aterriza estas expectativas, humanizándolas,
colocándolas en el lugar donde deben estar, en el marco de su
proyecto aquí en la tierra. Entonces, cuenta una serie de
parábolas explicando el Reino de los cielos. Habló del
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