La princesa mestiza - Universo Romance, el Portal
La princesa mestiza - Universo Romance, el Portal
La princesa mestiza - Universo Romance, el Portal
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
1<br />
Julio, 2009 - Tierra<br />
Desde pequeña, le había encantado jugar con las muñecas,<br />
vestirlas y cambiarlas de ropa a cada rato, preparar y arreglar la<br />
casita de las muñecas, y muchas cosas más como sacarlas para que<br />
puedan encontrarse con sus amigas, cosas típicas de niñas… En una<br />
palabra, todo. Siempre le había gustado lo que tenía que ver con la<br />
decoración, <strong>el</strong> vestuario, los niños. Siempre había soñado con casarse<br />
y tener muchos niños, adoraba a los niños, y por eso <strong>el</strong>igió ser<br />
profesora. Finalmente había hecho realidad su sueño, o mejor dicho<br />
una parte de él. Faltaba la parte de encontrar un marido amoroso y<br />
los cinco niños que quería. Y la verdad era que no le importaba si<br />
fueran niñas o niños. Solo quería llenar la casa de risas y alegría,<br />
sabiendo que tendría a alguien que la amara y alguien a quien amar.<br />
Había tanto amor dentro de <strong>el</strong>la, que casi estallaba cada vez que<br />
pensaba en tener una familia.<br />
Jessica miró la casa con emoción. Era suya. Suya. Aún no lo<br />
podía creer. El primer paso ya estaba dado, ya que tenía la casa que<br />
iba a ser su hogar. Después de haberse pasado toda su infancia<br />
viajando de un lado a otro con un padre que trabajaba en <strong>el</strong> ejército,<br />
finalmente tenía un lugar al que podía llamar suyo.<br />
Se había enamorado de <strong>el</strong>la en cuanto la había visto en la foto<br />
de un periódico. Quizás fue porque era igual que la que había<br />
imaginado de niña, o algo más. No lo sabía. De todos modos, había<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
algo que la atrajo y la llamó en cuanto la vio. Era como si la casa le<br />
estuviera gritando: ¡Soy tuya! Eres mi dueña.<br />
<strong>La</strong> casa era pequeña y se parecía a una cajita, pero por dentro<br />
era más grande. Tenía tres dormitorios, un baño gigantesco, un<br />
salón, una biblioteca y una cocina. Y era suya. Tal como la había<br />
imaginado de niña, mientras jugaba con las muñecas. Parecía que<br />
alguien le había leído los pensamientos y había construido la casa<br />
solo para <strong>el</strong>la. O quizá la había visto en algún sitio y había proyectado<br />
sus deseos en esta casa; pero esto no era posible. Agitó la cabeza,<br />
extrañada ante tantas coincidencias. Tenía que ser una coincidencia,<br />
ya que nunca había estado en Richmond, era la primera vez que<br />
venía.<br />
Había descubierto la casa por pura casualidad. Tuvo que<br />
mudarse de Chicago, en donde había vivido durante dos años, porque<br />
se quedó sin trabajo. Había trabajado en un colegio como profesora<br />
de dibujo supliendo a la señora Stanton, mientras ésta estuvo<br />
embarazada. Pero un año más tarde había vu<strong>el</strong>to después de haber<br />
tenido a una niña preciosa y <strong>el</strong>la tuvo que buscar otro colegio. Había<br />
sentido mucha envida al ver a la profesora junto a su hija y a su<br />
marido, no por desear al marido o la niña, sino porque deseaba lo<br />
mismo. Deseaba encontrar a alguien que la hiciera tan f<strong>el</strong>iz como era<br />
la señora Stanton. El marido, Jonas Stanton, era un hombre<br />
impresionantemente atractivo que adoraba a su familia. Juntos,<br />
hacían un cuadro maravilloso de f<strong>el</strong>icidad conyugal, que le hacía<br />
daño. Porque no aún no había encontrado a alguien que fuera capaz<br />
de hacerlo posible.<br />
Buscando un colegio en donde podría empezar desde<br />
septiembre, encontró un puesto en una preciosa ciudad llamada<br />
Richmond. Habló con la directora d<strong>el</strong> colegio y obtuvo <strong>el</strong> empleo, lo<br />
único que faltaba era encontrar un sitio en donde vivir.<br />
Pero <strong>el</strong>la quería una casa, quería tener un hogar. Al mirar los<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
periódicos, la había visto. <strong>La</strong> casa perfecta. Desde <strong>el</strong> primer momento<br />
supo que era suya. Suya y de nadie más. Que le pertenecía. Sin<br />
saber que su destino empezaría a desarrollarse a partir de aqu<strong>el</strong><br />
instante. Sin saber que todas sus <strong>el</strong>ecciones ya habían estado<br />
previstas hacía cientos de años. Sin saber que iba a encontrar la otra<br />
mitad de su sueño donde nunca había soñado.<br />
A pesar d<strong>el</strong> precio que se pedía, deseaba la casa con un fervor<br />
que nunca había sentido antes. Lo primero que hizo fue llamar al<br />
número que había debajo d<strong>el</strong> anuncio. Cinco minutos más tarde había<br />
quedado con <strong>el</strong> vendedor para ver la casa. Estaba totalmente<br />
encantada. <strong>La</strong> cita era para <strong>el</strong> día siguiente, por la mañana.<br />
El día siguiente, al llegar a la cita, Jess estaba d<strong>el</strong>irando de<br />
f<strong>el</strong>icidad. Iba a verla. Iba a ver la casa por dentro. Llamó a la puerta<br />
y quedó asombrada al ver <strong>el</strong> hombre que le dio la bienvenida.<br />
Empezó a examinarle de arriba abajo. Tendría unos sesenta años y al<br />
mirarle a los ojos le pareció ver miedo y respeto, una extraña<br />
combinación. Tenía una cara redonda, ojos bastante pequeños y<br />
redondos; además, era calvo. A pesar de no parecer un hombre<br />
malvado, había algo extraño en él. A pesar de los labios finos que<br />
tenía, no parecía ser malvado. Era bastante pequeño, no tendría más<br />
de un metro sesenta. Y lo más extraño de todo, Jessica tuvo una<br />
sensación de Déjà vu 1 . Recordó entonces una cita de Charles Dickens<br />
que decía algo así como: Todos tenemos alguna experiencia de la<br />
sensación, que nos viene ocasionalmente, de que lo que estamos<br />
diciendo o haciendo ya lo hemos dicho y hecho antes, en una época<br />
remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por las mismas<br />
caras, objetos y circunstancias; de que sabemos perfectamente lo<br />
que diremos a continuación, ¡como si de pronto lo recordásemos!<br />
1 Déjà vu (/deʒa vy/, en francés ‘ya visto’) es la experiencia de sentir que se ha<br />
sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva. <strong>La</strong> experiencia<br />
«previa» es con frecuencia atribuida a un sueño, aunque en algunos casos se da una<br />
firme sensación de que la experiencia «ocurrió auténticamente» en <strong>el</strong> pasado.<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
Esta sensación junto con <strong>el</strong> susto y <strong>el</strong> respeto de su mirada,<br />
hicieron que Jessica se quedara bloqueada. ¿Qué le podría hacer una<br />
joven que pesaba tan solo cincuenta kilos y que no tenía ni idea de<br />
alguna técnica de autoprotección como judo u otra cosa? Lo único<br />
que sabía de esto fue de lo que aprendió mirando documentales<br />
sobre autodefensa personal básica, en caso de que alguien la atacara.<br />
No era experta y estaba segura que no iba a ser capaz de resistir a<br />
alguien en caso de que fuera atacada. No tenía suficiente sangre fría<br />
para hacerlo, se asustaría y se olvidaría de todo lo que había<br />
aprendido. Pero, gracias a Dios, nunca tuvo que probarlo. No pasó<br />
nada. Pero a pesar de todo, dudó unos instantes hasta que decidió<br />
hablarle al hombrecillo que no dejaba de mirarle.<br />
—¿Señor Rolan? —Preguntó <strong>el</strong>la, intentando asegurarse que era<br />
él <strong>el</strong> hombre con <strong>el</strong> que tenía que hablar, <strong>el</strong> propietario de la casa;<br />
también estaba decidida a descubrir <strong>el</strong> porqué d<strong>el</strong> sentimiento que<br />
tenía. Una mezcla de reconocimiento, sospecha e ira—. ¿Nos<br />
conocemos? ¿Nos hemos visto alguna vez? —Esta vez, ante su<br />
pregunta, <strong>el</strong> miedo se hizo palpable, solo para desaparecer segundos<br />
después, haciéndola preguntarse si no se lo había imaginado.<br />
—Sí, soy yo. Me imagino que usted es la señorita Stone. Entre,<br />
por favor. Y no, no nos hemos conocido —Julian tragó en seco<br />
mientras le contestaba, esperando que <strong>el</strong>la no se diera cuenta que no<br />
lo había contestado a la pregunta de sí se habían visto alguna vez.<br />
Porque sí que se habían visto. En aqu<strong>el</strong>la noche fatal. <strong>La</strong> chica tenía<br />
que ser tremendamente poderosa si le había reconocido aunque se<br />
había cambiado de aspecto. Él era único en su mundo, un hombre<br />
que podía cambiarse su apariencia con solo un pensamiento,<br />
<strong>el</strong>igiendo <strong>el</strong> aspecto que le era más conveniente. Siempre lo pudo<br />
hacer y nadie había dudado alguna vez. Solo <strong>el</strong>la. Nadie sabía que<br />
tenía aqu<strong>el</strong> poder, ya que nunca tuvo <strong>el</strong> coraje para contarlo. No<br />
quería ser considerado extraño entre su gente, no quería ser temido o<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
despreciado y lo sería si alguien se enteraba. Semejante poder lo<br />
levantaría como <strong>el</strong> demonio más poderoso de su tierra, no por su<br />
fuerza o magia, sino porque podía tomar cualquier forma que<br />
quisiera. Tenía que reconocer que en ésto era un cobarde.<br />
Su pueblo no lo odiaba por su fallo, ya que no fue <strong>el</strong> único que<br />
cometió <strong>el</strong> error de seguir a Jupitus. Algunos lo habían seguido por<br />
codicia, otros por lealtad y otros, como él, por haber creído que iban<br />
a hacer algo justo. Pero él se odiaba a sí mismo. Tenía que haber<br />
pensado que había algo más. Tenía que haber visto las mentiras por<br />
lo que eran, no verlas como verdades.<br />
Ahora, sabiendo la verdad que había detrás de todo, se<br />
despreciaba por haber sido tan ingenuo. Estaba decidido a pagar por<br />
<strong>el</strong> error que cometió, por eso se había auto exiliado durante<br />
quinientos años, esperando a la <strong>princesa</strong> prometida. Sabía que solo<br />
ayudándola iba a empezar <strong>el</strong> proceso de perdonarse a sí mismo.<br />
Abrió más la puerta y le dejó espacio para entrar. Después<br />
examinó cautamente los alrededores, asegurándose de que cerca no<br />
hubiera enemigos, antes de cerrar la puerta.<br />
Y sí, todo se ponía más extraño para Jess, con cada segundo que<br />
pasaba. El hombrecillo estaba bastante inquieto y Jess empezaba a<br />
preguntarse si no tenía algunos problemas. Por un instante se<br />
preguntó si era sabio comprar una casa a alguien que no parecía ser<br />
estable mentalmente, pero <strong>el</strong> deseo de tener la casa pesó más que su<br />
caut<strong>el</strong>a. Deseaba aqu<strong>el</strong> lugar con un ansia fuera de control, era como<br />
una obsesión. Necesitaba comprar aqu<strong>el</strong>la casa.<br />
—¿Señor Roland, por qué quiere vender la casa? Es una casa<br />
maravillosa y me encanta —preguntó <strong>el</strong>la mientras miraba a su<br />
alrededor, admirando <strong>el</strong> salón—. Es como siempre había soñado que<br />
fuera mi casa. Aún de pequeña sabía lo que quería —terminó <strong>el</strong>la con<br />
una sonrisa al recordar lo traviesa que fue. En sus ojos apareció un<br />
brillo juguetón que antes no había estado allí. De pequeña le había<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
fascinado tanto los juegos típicos de niñas como los de los niños.<br />
Podía subir un árbol en cuestión de segundos y adoraba los deportes.<br />
Era como si dentro de <strong>el</strong>la moraba tanto <strong>el</strong> alma de una niña como la<br />
de un niño. Una extraña y cautivante mezcla.<br />
—A causa de mi esposa, fue su casa. Fue más de <strong>el</strong>la que mía, y<br />
ahora solo quedé yo —mintió él, pensando en lo mucho que deseaba<br />
encontrar a su pareja de vida; pero aún no tuvo esa suerte. Sabía<br />
que no le quedaba mucho tiempo, que encontrarla pronto significará<br />
para él vida o muerte.<br />
Jess vio <strong>el</strong> brillo d<strong>el</strong> dolor en sus ojos.<br />
—Han pasado diez años desde entonces y ahora llegó <strong>el</strong> tiempo<br />
de pasar esta casa a alguien más… a su verdadero propietario —esta<br />
vez era una mentira a medias, la verdad era que <strong>el</strong>la era la verdadera<br />
propietaria de la casa.<br />
Jess encontró sus palabras muy extrañas, pero no se atrevió<br />
preguntar más. Algo le decía que <strong>el</strong> señor Roland no iba a responder<br />
o aceptar sus preguntas. Además, deseaba demasiado la casa como<br />
para enojarlo, ya que aún existía la posibilidad de que rechazara la<br />
venta. Sabía que haría cualquier cosa por tenerla en su posesión.<br />
A pesar de todo esto, durante un instante sintió <strong>el</strong> impulso de<br />
correr, como si al comprar la casa fuera a cambiar irreversiblemente<br />
su vida. Como si todo fuera a cambiar totalmente. Quizás fuera <strong>el</strong><br />
sexto sentido que siempre moraba en su interior, quizás fuera <strong>el</strong><br />
sentido común, pero sabía que era la verdad. Que siempre habría en<br />
su vida un antes y después de haberse mudado a Richmond.<br />
Por <strong>el</strong> amor de Dios, todo es igual a lo que me imaginé de<br />
pequeña. Todos los muebles que soñé y están colocados exactamente<br />
como había imaginado. ¿He caído en algún mundo paral<strong>el</strong>o? —se<br />
preguntó <strong>el</strong>la sin saber que creer, aunque quiso bromear con <strong>el</strong><br />
propietario sobre <strong>el</strong>lo. Empezaba a asustarse, ya que no era normal y<br />
sin embargo todo estaba como deseó alguna vez. Como si la casa<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
hubiera sido sacada de los sueños de una niña. De su niñez.<br />
Básicamente, era como si la hubieses hecho expresamente para <strong>el</strong>la.<br />
Como si alguien hubiese leído su mente, <strong>el</strong>igiendo todo lo que quiso<br />
alguna vez. Pero la casa tenía unos años más que <strong>el</strong>la, así que era<br />
muy extraño.<br />
Después de enseñarle todo, llegaron a la cocina, donde él la<br />
invitó a un café, mientras hablaban d<strong>el</strong> precio de la casa.<br />
—Y ahora, hablemos d<strong>el</strong> precio final. —Movió la taza de café entre<br />
las manos, mirando <strong>el</strong> oscuro licor. Su voz era pensativa—. He<br />
decidido que usted es <strong>el</strong> comprador ideal, <strong>el</strong> que había buscado al<br />
poner <strong>el</strong> anuncio. Así que pediré solo la mitad d<strong>el</strong> precio anterior. —Al<br />
ver la atónita expresión de su cara, continuó—: Sí, solo esto. Conozco<br />
a la gente y tú eres una chica buena. Sé que cuidarás bien de <strong>el</strong>la y<br />
esto es todo lo que cuenta. Y además, ¿no sientes como si finalmente<br />
hayas encontrado tu lugar? ¿Cómo si finalmente llegaste a casa?<br />
Durante unos instantes, Jessica solo pudo mirarle pasmada, sin<br />
poder creer. <strong>La</strong> casa era encantadora, en buen estado, pero parecía<br />
que había algo escondido. ¿Cómo podía ser que pidiera tan poco? Y<br />
además, ¿Cómo sabía él lo que estaba sintiendo?<br />
—No se sorprenda, señorita, ya le he dicho que la vendo porque<br />
me recuerda demasiado a mi esposa. Cuidé de la casa porque <strong>el</strong>la la<br />
había adorado, pero ahora que usted ha llegado, es <strong>el</strong> momento<br />
justo. Usted es la persona que <strong>el</strong>la siempre quiso para su casa. Tiene<br />
la casa en la sangre, la casa la <strong>el</strong>igió —Después, mirándola a los ojos,<br />
añadió—: Mi esposa lo habría querido así. Y ya han pasado diez años<br />
desde su muerte.<br />
—¿Está usted seguro? Si no lo había vendido antes, puede<br />
esperar un poco más de tiempo para encontrar a alguien que le guste<br />
más. —Jess aún dudaba ante las palabras d<strong>el</strong> propietario. Pero, de<br />
todos modos, si vendía la casa después de diez años, no podía ser<br />
una decisión tomada a la ligera, ¿o sí?<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
—Bueno —le contestó él—, no había vendido la casa porque<br />
esperaba que llegara alguien especial… y aquí estás tú. —Y ni sabes<br />
lo especial que eres, pensó <strong>el</strong> hombre mientras analizaba a la joven<br />
que tenía d<strong>el</strong>ante.<br />
Él llevaba cientos de años esperándola. Sabiendo que solo así<br />
podría dormir mejor por las noches y se libraría de las pesadillas en<br />
las que luchaba contra <strong>el</strong> rey, debilitándolo lo suficiente como para<br />
que Jupitus le diera <strong>el</strong> golpe final. Solo después de que todo acabó se<br />
dio cuenta de la verdad y la vergüenza lo llenaba cada vez que<br />
pensaba en <strong>el</strong>lo. Maldito Jupitus, espero que te quemes en <strong>el</strong> infierno,<br />
lo maldijo él como cada vez que recordaba la escena.<br />
A pesar de que la <strong>princesa</strong> era muy pequeña cuando tuvo que<br />
huir junto con su padre, era muy poderosa y era solo cuestión de<br />
tiempo hasta que volviera a casa. Siempre tuvo esa certeza.<br />
Y tuvo razón.<br />
Aún cuando <strong>el</strong>la y su madre desaparecieron, supo que la niña<br />
volvería algún día. Que purificaría la casa y la limpiaría de la sangre<br />
que manchaba <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o que aunque no se veía, siempre estaba allí.<br />
Solo <strong>el</strong>la podía lavar <strong>el</strong> pecado que ocurrió allí. Recordaba cómo había<br />
quedado la casa después de la lucha: su<strong>el</strong>os, paredes, hasta techos<br />
llenos de sangre. Tuvo que sacar y enterrar demasiados muertos,<br />
demasiados amigos y todo por ambición y envidia.<br />
Volvió a mirar a la chiquita que tenía d<strong>el</strong>ante, f<strong>el</strong>iz de poder lavar<br />
un poco los pecados de su corazón. Y además, la joven salvaría a su<br />
mundo, así que era su obligación ayudarla con lo que podía. Aunque<br />
aún no era su reina, le debía respeto y devoción, y era su tarea<br />
ayudarla en todo lo que necesitaba.<br />
Tenía que reconocer que tenía miedo, miedo de lo que pasaría<br />
con su mundo si algo iba mal, de si la tierra ya había empezado a<br />
arder, o si los dioses ya castigaban a De`cora por sus pecados<br />
mientras se había quedado en este mundo esperando a la única que<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
podría cambiar todo, la única que podría salvar la tierra y traer<br />
mujeres y prosperidad a De`cora, pero aún no tenía ninguna noticia<br />
de casa. Al menos tenía la esperanza de que todo se arreglaría y que<br />
pronto podría retornar a casa, ya que <strong>el</strong>la estaba allí. Los dioses no<br />
serían tan injustos como para enviarlo cuando De`cora ya estuviera<br />
destrozada.<br />
—A pesar de que acabo de conocerte, sé que puedo dejarte la<br />
casa, siento que cuidarás de <strong>el</strong>la —lo sabía, porque era <strong>el</strong> destino de<br />
Jessica tener la casa, que llevaba en la familia de su madre durante<br />
generaciones. <strong>La</strong> llevaba en la sangre.<br />
Ante esas palabras, Jess se quedó sin nada que decir. A pesar de<br />
que había visto algo raro en los ojos d<strong>el</strong> hombre, la casa la llamaba<br />
demasiado como para dar la vu<strong>el</strong>ta y alejarse de estos sucesos tan<br />
extraños. De pequeña, supo que había algo diferente dentro de <strong>el</strong>la,<br />
algo que pugnaba por salir. Pero había escondido aqu<strong>el</strong> conocimiento<br />
tan adentro, que ya no podía recordar cómo era tenerlo. Se obligó a<br />
pensar en <strong>el</strong>la como una persona normal y común. Se obligó a olvidar<br />
todo lo especial en <strong>el</strong>la y en encajar en <strong>el</strong> colegio y más tarde en <strong>el</strong><br />
trabajo.<br />
Solo se había enfadado una vez y fue más que suficiente para<br />
decidir no volver a repetir aqu<strong>el</strong>la experiencia. Gracias a Dios que sus<br />
hermanos decidieron ayudarla, decididos a no hacerla explotar.<br />
Porque cuando lo hizo, casi los había matado.<br />
Aún recordaba lo que había pasado.<br />
Ella era la pequeña de la familia, y sus hermanos mayores, Liam<br />
y James, empezaron a burlarse de <strong>el</strong>la. No les hacía caso hasta que,<br />
un día, le robaron su muñeca favorita y se la destrozaron. Le cortaron<br />
las manos y los pies, le sacaron la cabeza; para luego quedarse<br />
mirando como <strong>el</strong> fuego devoraba lentamente <strong>el</strong> precioso p<strong>el</strong>o de la<br />
muñeca. Después, avergonzados por lo que acababan de hacer,<br />
decidieron quemar toda la muñeca, para que <strong>el</strong>la no la descubriera.<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
Pero lo hizo. Algo la hizo ponerse de pie y dejar la cálida cama<br />
en la que estaba. Suavemente, se acercó al patio, en donde los vio.<br />
En <strong>el</strong> momento en <strong>el</strong> que se dio cuenta de lo que hacían, cuando vio<br />
los restos humeantes de lo que antes era su preciosa muñeca, se<br />
desató su cólera; las llamas brotaron de sus manos, yendo<br />
directamente hacia sus hermanos. Ellos corrieron y se refugiaron<br />
detrás de un árbol, pero <strong>el</strong>la fue a por ambos. Porque era su muñeca<br />
favorita. Solo pensaba en los restos de algo que había amado. Que<br />
había perdido.<br />
Había alcanzado a James y se preparaba para freírle como lo hizo<br />
con su muñeca, cuando Liam salió gritando. Solo entonces se<br />
despertó d<strong>el</strong> trance en <strong>el</strong> que estaba y se dio cuenta de lo que estuvo<br />
a punto de hacer. En aqu<strong>el</strong> momento se sintió despejar un poco la<br />
furia que estaba sintiendo.<br />
Al final, fueron sus hermanos los que tuvieron que abrazarla<br />
mientras <strong>el</strong>la estaba llorando. Y había llorado toda la noche. Por la<br />
mañana se juró a sí misma que no iba a volver a enfadarse o<br />
alterarse, para que no volviera a pasar lo mismo.<br />
Y había mantenido su palabra. Había escondido todo lo que era<br />
extraño en <strong>el</strong>la en la profundidad de su mente, decidida a ser normal.<br />
Repitiéndose que era normal hasta que se convenció de que lo era, o<br />
que se convenció de que se había convencido de que era normal.<br />
Sus hermanos no volvieron a hacerle algo así y además siguieron<br />
tratándola como siempre: como su hermanita y no como un<br />
monstruo. Le dijeron que era fenomenal lo que hizo aqu<strong>el</strong>la noche.<br />
Mucho tiempo siguieron insistiendo en que les enseñara como lo<br />
había hecho, a pesar de haberles repetido varias veces que no tenía<br />
ni idea.<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
En muy poco tiempo hablaron de todo lo necesario para comprar<br />
la casa y quedaron <strong>el</strong> día siguiente, en la notaría, para concretar la<br />
venta.<br />
Pero <strong>el</strong> día siguiente <strong>el</strong> señor Rolan actuaba aún más<br />
sospechosamente, sin atreverse a mirarla a los ojos. Parecía asustado<br />
y excitado a la vez, aún más que <strong>el</strong> día anterior.<br />
Pero nada la hizo cambiar de opinión.<br />
Y ahora la casa era suya.<br />
¡Qué alegría!<br />
Aún estaba medio mareada por la rapidez con la que había<br />
comprado la casa, pero al menos no tuvo que esperar algún crédito,<br />
ya que decidió usar <strong>el</strong> dinero que le había dejado su verdadera<br />
madre.<br />
Bueno, soy rica… ¿y qué?<br />
A pesar de su tono ligero, sentía pesar por no conocer a la mujer<br />
que le había dado luz. Una mujer que amaba intensamente, por lo<br />
que le había contado sus padres adoptivos.<br />
Intentaba usar <strong>el</strong> dinero muy pocas veces, ya que no se sentía<br />
cómoda utilizando un dinero de una persona a la que no conocía, a<br />
pesar de ser de su verdadera madre y de haber recibido todo aqu<strong>el</strong><br />
dinero de <strong>el</strong>la.<br />
Al cumplir los dieciocho años, sus padres adoptivos le contaron<br />
sobre su madre. Ella había muerto a los veinticinco años, a tan solo<br />
un año después de tenerla. Se llamaba <strong>La</strong>rissa. Murió de dolor,<br />
después de haber perdido a su adorado marido. Unos meses antes de<br />
morir, sabiendo que no iba a vivir mucho más, <strong>el</strong>la buscó y encontró<br />
a una pareja con dos niños que deseaba tener una hija. Se habían<br />
reunido durante meses mientras tramitaban los documentos y la<br />
familia Stone se encariñó con la joven viuda que tenía una preciosa<br />
niña de tan solo unos meses. Sin embargo, nunca contó nada sobre<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
su marido y <strong>el</strong> padre de la niña.<br />
Cuando murió, <strong>el</strong> matrimonio Stone quedó destrozado ante la<br />
muerte sin sentido de la joven. Ya adoraban al pequeño áng<strong>el</strong> y se<br />
dedicaron a tratarla siempre como si fuera su hija biológica. Nunca<br />
hubo diferencia entre <strong>el</strong> trato que le daba a sus hijos y a <strong>el</strong>la.<br />
<strong>La</strong> f<strong>el</strong>icidad de poseer la casa fue suficiente para decidirla a<br />
mudarse de inmediato. Cargó todas las cosas, que estaban ya en<br />
cajas, en su coche y se acercó a la casa. Al llegar allí, se bajó d<strong>el</strong><br />
automóvil. Mientras miraba la vivienda, agitó la cabeza para alejar los<br />
recuerdos.<br />
Se volvió hacia <strong>el</strong> auto y cogió una de las muchas cajas que<br />
había preparado para hacer de aqu<strong>el</strong>la casa su hogar.<br />
Al entrar, fue consciente de un extraño sentido de posesividad.<br />
Aunque todas las cosas que habían pasado desde que vio la casa en<br />
aqu<strong>el</strong> anuncio eran extrañas.<br />
A pesar de todo, Jessica estaba encantada con <strong>el</strong>la,<br />
especialmente con <strong>el</strong> dormitorio principal. Era justo como siempre lo<br />
había soñado. En <strong>el</strong> centro había una cama con baldaquín de color<br />
blanco, al igual que la t<strong>el</strong>a. <strong>La</strong> habitación estaba pintada en un suave<br />
tono azul, y las cortinas d<strong>el</strong> mismo color, aunque un poco más oscuro.<br />
Se podría llamar <strong>el</strong> dormitorio azul, pero no tenía la intención de<br />
poner nombre a los cuartos.<br />
Al dejar la caja en <strong>el</strong> dormitorio, se preparó para traer las cajas<br />
restantes. Estaba cansada, ya que había tenido que conducir catorce<br />
horas desde Chicago, su última residencia, para traer sus cosas; sus<br />
padres llevaban tan solo tres años allí y probablemente se quedarían<br />
otro más. No estaban seguros. Nunca lo estaban, sin embargo jamás<br />
se habían quedado más de cuatro años en la misma ciudad. Al<br />
principio, solían mudarse cada uno o dos años como mucho. De todos<br />
modos, le encantaba conducir, la r<strong>el</strong>ajaba muchísimo, así que la<br />
distancia no iba a alejarla de su familia.<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
Había deseado mudarse desde que firmaron los pap<strong>el</strong>es, así que<br />
se fue a por sus cosas; no tenía muchas. No puedes guardar muchas<br />
cosas cuando te tienes que mudar frecuentemente. Siempre que<br />
tenía que hacerlo, lloraba a mares, ya que tenía que tirar todo lo que<br />
sus padres consideraban que no era esencial.<br />
Pero para <strong>el</strong>la lo eran.<br />
También tenía que decir adiós a todos los amigos que había<br />
hecho cada vez que se quedaba cierto período de tiempo en algún<br />
lugar. Cuando llegó a tener dieciséis años, después de haberse<br />
mudado trece veces, ya estaba harta. <strong>La</strong> niña que hacía muchísimos<br />
amigos parecía que había dejado de existir. No soportaba tener<br />
amigos para después abandonarlos. Y las r<strong>el</strong>aciones a distancia no<br />
funcionaban muy bien. Siempre acababan alejándose y esto le dolía<br />
muchísimo, así que se encerró en sí misma y tomó la <strong>el</strong>ección de no<br />
hacer nuevos amigos hasta que no tuviera un sitio definitivo, hasta<br />
que no tuviera un hogar permanente.<br />
Quizás por esto deseaba tanto encontrar a alguien que la amara,<br />
alguien que tuviera raíces. Porque así <strong>el</strong>la también podría tenerlas. Su<br />
deseo más ansiado era <strong>el</strong> de tener raíces. Tener hijos. Tener una<br />
familia. Saber que siempre se despertaría en <strong>el</strong> mismo sitio, que los<br />
hijos de sus hijos iban a vivir en la misma casa en donde vivía <strong>el</strong>la.<br />
Que tenía tanto pasado como futuro.<br />
Una vez que trajo todas las cajas al dormitorio, empezó a<br />
abrirlas. Su ropa interior en los cajones, sus libros en <strong>el</strong> lindo estante<br />
que había encima d<strong>el</strong> escritorio, la bonita pintura encima de la cama<br />
y la foto de la familia sobre la mesita de noche. Solo quedaba<br />
organizar la ropa y poco más, y estaba lista con su alcoba. Había<br />
comprado la pintura en Nueva York, en una tienda pequeña poco<br />
después de cumplir los dieciocho años y la adoraba. En la pintura<br />
había un paisaje d<strong>el</strong> mar durante una tormenta y había un hombre<br />
volando. Desde que vio la pintura, había quedado encantada con <strong>el</strong>la.<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
El hombre era impresionante, podría parar <strong>el</strong> tráfico aunque tenía<br />
cuernos, alas, cola y pi<strong>el</strong> roja. Parecía algún tipo de demonio, pero<br />
combinaba a la perfección con <strong>el</strong> paisaje. Y en los brazos llevaba a<br />
una joven, mirándola cariñosamente, como si fuera capaz de dar todo<br />
por hacerla f<strong>el</strong>iz. <strong>La</strong> mujer tenía la cara escondida en <strong>el</strong> pecho d<strong>el</strong><br />
hombre, de modo que no la podía ver claramente, pero parecía que<br />
<strong>el</strong>la también compartía los sentimientos de él. Siempre le habían<br />
parecido conocidos, como si los recordara de alguna parte y había<br />
adorado la pintura. Siempre había soñado encontrar a alguien que le<br />
muestre tanto amor como aqu<strong>el</strong> monstruo de la pintura. Su madre,<br />
Janet, quien se quedó asombrada al ver la pintura parecía que quería<br />
contarle algo sobre <strong>el</strong>la, pero no se atrevió. Sospechaba que <strong>el</strong>la<br />
sabía algo sobre aqu<strong>el</strong>la imagen, pero aún no había podido<br />
convencerla de que le dijera <strong>el</strong> qué. Pero más tarde o más temprano<br />
lo iba a hacer. Sí, decidió sonriendo juguetonamente, las hijas tenían<br />
sus métodos.<br />
Pero al abrir <strong>el</strong> armario para empezar a colocar la ropa, vio con<br />
sorpresa que había una caja. Era la típica caja en la que uno<br />
guardaría sus recuerdos, así que se sorprendió de verla allí. Pensaba<br />
que <strong>el</strong> señor Rolan, al haber amado tanto a su esposa, habría tenido<br />
más cuidado con sus recuerdos. Después de dudar entre abrirla o no,<br />
decidió hacerlo, ya que no tenía ninguna información d<strong>el</strong> extraño<br />
hombre para mandarle la caja de regreso. Tenía que comprobar que<br />
es lo que había olvidado, comprobar si la podía tirar a la basura o<br />
guardarlo por si él volvía.<br />
Se arrodilló, cogió la caja, y se acercó a la cama, sentándose<br />
encima. Además, se moría de ganas de ver lo que había en la caja.<br />
Será la curiosidad la que te matará algún día, parecía que oía la voz<br />
de su padre.<br />
En <strong>el</strong> momento en <strong>el</strong> que la abrió, pareció como si saliera un<br />
viento extraño. También había olor de incienso. El sentimiento de que<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
en su vida habría un antes y un después de haber comprado la casa<br />
volvió con fuerza. Sacudió la cabeza tratando de sacarse estas<br />
tonterías de la cabeza. Pero a pesar de sus esfuerzos, <strong>el</strong> sentimiento<br />
continuaba allí.<br />
No pasará nada, susurró para sí, tratando de calmarse, mientras<br />
quitaba la tapa, preparándose para ver lo que había dentro. Sabía<br />
que debería escuchar a sus sentidos, que nunca le habían fallado,<br />
pero tenía demasiada curiosidad. No podía dejar de mirar. Siempre<br />
fue una chica curiosa, deseando saber todo. Matteos, su padre,<br />
siempre decía que era como una gata, que tenía siete vidas pero lo<br />
que la había matado finalmente fue la curiosidad.<br />
¡Nada! En la caja no había nada. Se preparó para tirarla, cuando<br />
escuchó algo. Al agitarla, se dio cuenta de que sí que había algo<br />
dentro. Al volver a mirar en la caja, buscando atentamente, vio que<br />
había una joya que parecía muy antigua. Estaba incrustada debajo de<br />
un trozo de cartón, por eso no la había visto antes. Era una cadena<br />
con un dije y parecía ser de plata. El colgante era redondo y tenía<br />
unos signos muy extraños. Al tocarlo, sintió la inexplicable<br />
compulsión de ponérs<strong>el</strong>a. Sin poder resistirse, se puso la cadena y le<br />
pareció como si todo su cuerpo se transformara. Sentía la pi<strong>el</strong> tirante,<br />
como si le fuera a crecer otra debajo, otra que estaba luchando por<br />
salir. Todo empezó con un picor, que aumentó su intensidad<br />
lentamente. <strong>La</strong> pi<strong>el</strong> empezó a arder, mientras que sentía <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o<br />
diferente, como si tuviera vida propia. Necesitaba refrescarse, así que<br />
empezó a quitarse la ropa; pero no era bastante. Los ojos le dolían y<br />
las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas. <strong>La</strong> sensación la dejo<br />
mareada como si estuviera borracha.<br />
—¿Qué… me… está… pasando? —consiguió decir, pero ya no<br />
pudo sostenerse más y al llegar al lado de la cama se dejó caer<br />
encima. Cerró los ojos y todo empezó a dar vu<strong>el</strong>tas a su alrededor,<br />
como si estuviera en alguna clase de noria. Trató de abrir los ojos,<br />
Editora Digital
DESIDERIA TAYLOR<br />
LA PRINCESA MESTIZA<br />
pero los parpados se negaban a obedecerla. Parecía como si alguien<br />
le hubiera puesto algo increíblemente pesado encima de <strong>el</strong>los<br />
impidiendo que pudiera abrirlos. Intentó luchar contra <strong>el</strong> peso, contra<br />
<strong>el</strong> malestar que sentía, pero no lo consiguió y segundos más tarde se<br />
perdió en la oscuridad de la inconsciencia, dándole la bienvenida, ya<br />
que allí no había más dolor.<br />
Editora Digital