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Adolf Eichmann – El vivio entre nosotros

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la muerte de Wittenberg en ese momento – y fue con la aprobación del alto mando la<br />

resistencia y con el mío que lo <strong>entre</strong>gamos a la Gestapo – fue uno de las grandes acciones de<br />

la rebelión, uno de los mayores actos de heroísmo de la resistencia judía combatiente en el<br />

ghetto<br />

GIDEON HAUSNER: CITAS DE TESTIMONIOS<br />

Lubetkin habló del infierno del ghetto de Varsovia, del sufrimiento y de las acciones<br />

emprendidas contra la intelectualidad judía, de las repugnantes actividades de la Schutz Polizei<br />

(Policía de seguridad) y de la S.S y de la transferencia al Este, lo que se llemó el<br />

“restablecimiento en el Este”. Rajel Auerbuj habló del exterminio espiritual que precedió al<br />

exterminio físico. <strong>El</strong> Dr. Berman habló sobre la persecución a los niños judíos. Sólo en<br />

Varsovia perecieron cien mil niños judíos. Contóse el caso de un infante despedazado por una<br />

bestia nazi que, ante la dolorosa pregunta de su madre de “qué hizo de malo”, la asesinó<br />

también. <strong>El</strong> Dr. Weller ha hablado aquí sobre el ataque que sufrió la intelectualidad judía, sobre<br />

su concentración y aislamiento del mundo exterior. En todas partes, los mismos subterfugios, el<br />

mismo camuflaje.<br />

<strong>El</strong> niño judío, el futuro del pueblo, el material biológico según <strong>Eichmann</strong>, fue la primera víctima<br />

del holocausto.<br />

Y he aquí lo que dice el Dr. Weller: “Clavaban el palo en el suelo y el hombre debía tocarlo con<br />

su mano derecha, en tanto su izquierda a sus espaldas. En esa posición debía girar alrededor<br />

del palo. Era la tortura del trompo. Como la punta del palo estaba demasiado baja, era<br />

sumamente difícil dar más de dos o tres vueltas. Pero, claro está, los atormentadores no se<br />

satisfacían con eso y exigían que el infeliz diera diez vueltas o más. La gente solía entonces<br />

desmayarse por la debilidad. Era una tortura satánica, un pasatiempo favorito de los hombres<br />

de las S.S”<br />

Abraham Aviel dio su testimonio sobre la voluntad de sobrevivir que animaba a los destinados<br />

a ser asesinados. Su principal deseo era el de sobrevivir. Y habló de la “ciudad de los sabios” y<br />

cómo la gente marchó a la muerte con la oración Shemá Israel en los labios. También contó<br />

cómo un judío trató de mostrar su permiso de trabajo y el oficial alemán le colocó la pistola en<br />

el cuello y lo mató de un tiro. Y sobre los grupos de desdichados que, obligados a arrinconarse<br />

al borde de una zanja, fueron ultimados sin contemplaciones.<br />

<strong>El</strong> Dr. Grueber nos dio la definición del soldado nazi, del Landsknecht, que se sacaba su<br />

conciencia cuando se ponía el uniforme, y desde ese momento tornábase totalmente<br />

indiferente al sufrimiento que pudiese causar. Así era y es <strong>Eichmann</strong>, indiferente y frío al<br />

sufrimiento de los demás. Refirió Grueber que en una rara oportunidad en que logró audiencia<br />

del altivo <strong>Eichmann</strong> e intercedió por la vida de cierto judío, ele mayor sentimiento que demostró<br />

fue contestándole: “¿Por qué se molesta usted, Dr. Grueber, con toda esa actividad? Los judíos<br />

nunca se lo agradecerán”.<br />

Según el juez Mussmano, Goering declaró que <strong>Eichmann</strong> fue uno de los cinco hombres que<br />

compartieron la responsabilidad central por le extermino. Puntualizó que la posición de<br />

<strong>Eichmann</strong> fue de primordial importancia en la organización de las deportaciones y en la<br />

determinación de los países de destino. Eso concuerda en un todo con los documentos…<br />

<strong>El</strong> juicio se extendió por cuatro meses ante una sala colmada de público. Por su seguridad<br />

<strong>Eichmann</strong> estaba sentado dentro de una cabina protegida por un vidrio blindado a<br />

prueba de balas. Los asistentes al juicio, muchos de ellos sobrevivientes del<br />

Holocausto estaban tan conmocionados que frecuentemente algunos gritaban en<br />

medio de las sesiones<br />

<strong>Eichmann</strong> se declaró “inocente de los términos de la acusación”. Se defendió argumentando<br />

que su participación en el Holocausto se limitó a ser un simple ejecutor de órdenes superiores y<br />

no un Heydrich o un Himmler. Pero lo cierto es que entró en conflicto con éstos en numerosas<br />

ocasiones debido al excesivo celo puesto en la idea de la "Solución Final”, excediéndose en las

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