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guia_gastronomica_barranquilla_baja

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El bollo de yuca<br />

La hechura del bollo de yuca requiere<br />

madrugada, mañaneo, como dicen los<br />

del monte, por decir mejor y con más<br />

prudente vocablo. Llama para la faena<br />

el bollero, lucero de la amanecida. La<br />

estrella reblandece el sueño de la mujer,<br />

lo afina, y por eso ella se levanta fresca,<br />

sin rasguñadura de trasnochada. En la<br />

pared del cuartito, sin ventana, hay un<br />

cuadrado por donde cabe una mirada<br />

al cielo y por donde llega, al sueño<br />

de la bollera, el hilo limpio de la hora.<br />

Vienen a la casa en donde se<br />

tra<strong>baja</strong> el bollo, las ralladoras, casi<br />

siempre muchachas morenas,<br />

acabadas de bañar, con el<br />

pelo húmedo y las manos frías.<br />

Hay que pelar la yuca, y para ello<br />

retienen el tubérculo en la mano<br />

izquierda, hacen, con el filo del cuchillo,<br />

cortes verticales en su cáscara y luego<br />

arrancan ésta; entera, con los dedos. Así<br />

la yuca queda limpia, tersa; porque al<br />

modo que se hace para pelar la caña de<br />

azúcar, deja trozos de corteza que luego<br />

afean y forman tropezones en la harina.<br />

Después viene el quehacer de rallar.<br />

Por los agujerillos del rallo caen a la<br />

vasija los cien chorros limpios de la<br />

yuca molida, azulosa de puro blanca,<br />

más aún que la harina que hace el<br />

trigo. Ésta tiene más mercado y mayores<br />

relaciones y tiene mundo y viaje y<br />

ha ido a la mesa de los reyes y de los<br />

potentados; pero no tiene más blanca la<br />

nata de flor, ni es más pura que la buena<br />

harina de la yuca, pan de los caciques.<br />

Conseguida la ralladura, sigue la tarea<br />

de exprimir. En grandes vasijas de greda,<br />

tinajuelas de boca ancha, van dejando<br />

el agua que da la yuca, estrecha dentro<br />

del lienzo fino. La más ceñida se escurre<br />

del centro a los cantos y hace globos<br />

tiernos, como de carnecita de criatura.<br />

Del agua del estrujamiento sacan el<br />

almidón blanquísimo, fécula que da<br />

rigidez a los encajes y hace hueca y<br />

esponjosa la enagua de la abuela.<br />

Exprimida la masa, se “pelotea”. Llaman<br />

de esta manera al hecho de formar el<br />

bollo, y el nombre se debe, quizás, a<br />

que es una pelota su primera figura.<br />

Una pelota que la mano va alargando<br />

con dulce amasijo: un golpecito aquí,<br />

otro allá, otro hacia las puntas, una<br />

palpadura repartida o, mejor, un<br />

reconocimiento, con la una mano,<br />

con la otra, entre el molde suave de<br />

los cuencos y la flor de los dedos.<br />

Luego pasan a entusar, que es cubrir<br />

el bollo con la farfolla del maíz, con<br />

la “tusa”. Hojita sobre hojita, como<br />

hace la primavera con el capullo,<br />

así procede la bollera con su obra.<br />

Es un resguardo, un acobijo. La farfolla<br />

se adhiere a la pulpa del bollo y le hace<br />

un tatuaje fino de ranuras y surcos.<br />

Ella (la bollera) cuida del buen apego<br />

de la espata, porque ese labrado es el<br />

adorno de la masa, el aliño, la marquilla,<br />

la recomendación de sus manos.<br />

Está ya listo el bollo para “empatar”.<br />

Así llaman al paso de ceñirlo con la<br />

majagua ––el líder de la planta hecha<br />

tirillas–- ni tan justo que comprima ni tan<br />

flojo que derrame. La atadura ya en<br />

espiral ascendente, dejando estancias<br />

de dos o tres dedos, y con tal donosura,<br />

repartida que no se repita el rodeo y<br />

que al bollo le quede sólo una ligera<br />

huella por la presión de la majagua,<br />

como un brazo que hubiese dormido<br />

con pulseras justas; y, si acaso, hay una<br />

vuelta más marcada, que sea la del<br />

talle, mas no las que hacen base, porque<br />

quedaría el bollo ridículo y trasijado.<br />

Allá a las cuatro de la tarde están los<br />

bollos listos para cocer. En grandes<br />

vasijas que llegan a la cintura de una<br />

moza cumplida se van colocando con<br />

arreglo y juicio, cuidando de que entre<br />

uno y otro queden ligeros rincones<br />

para que el agua llegue a todos.<br />

Las fogatas se hacen en el patio ––si es<br />

verano–– y así se estimula la brasa con<br />

el golpe del aire. A cada ráfaga sube<br />

la llama hasta los bordes y como son, a<br />

veces, cuatro o cinco fuegos, toma el<br />

patio por la noche un sentido de ofrenda<br />

primitiva. El agua de los bollos, al hervir,<br />

hace un ruido de sangre que sube, y<br />

da un vapor caliente, una nubecilla,<br />

blanca, densa, pegadiza, que, en el<br />

patio, se adhiere a los racimos frutales<br />

del ruedo, y deja un olor honrado de<br />

yuca hervida, buena y harinosa, un olor<br />

como el que da la tierra al primer riego,<br />

o el pan de harina a la primera hornada.<br />

Si se pusieron los bollos al fuego a las<br />

cuatro de la tarde, se pueden <strong>baja</strong>r a<br />

la hora de las brujas, a la media noche;<br />

pero antes, ya habido que poner agua<br />

nueva, por consunción de la primera, y<br />

que voltear los bollos, que es la operación<br />

de hacer una consciente mutación<br />

entre los de abajo y los de arriba.<br />

Saben que esa agua se acabó por<br />

el modo como suena la poca que<br />

queda: un hervor seco, con paradas<br />

bruscas, como un llanto suspendido y<br />

cogido de nuevo, igual a la pasadura<br />

de los recién nacidos, el grito ese en<br />

que se quedan sin gemidos, los niños,<br />

y se les golpea para que cojan aire.<br />

Amira de la Rosa<br />

escritora barranquillera<br />

(1903-1974)<br />

The making of the bollo de yuca requires an early morning (…) the bollo<br />

maker calls for the task at daybreak. The stars sooth the woman’s dream, tunes<br />

it and that’s why she wakes up fresh, without a sight of a late night (…).<br />

Then, they come to where the bollo is being made, the graters (…).<br />

You have to peal the yucca, and for this they hold on the tuber with<br />

they left hand, while making vertical cuts in the peel and then ripping<br />

it off with their fingers. And like that, the yucca is clean, smooth (…).<br />

After it is time to grate. Through the grater´s holes, the grinded<br />

yucca falls into the pot, bluish and pure white (…).<br />

Once grated, it’s time to squeeze. In big white clay pots (…), they<br />

leave the water from the yucca, narrow on the fine canvas (…).<br />

When the dough is squeezed, it goes through the “pelotea” process. This is how the<br />

method of making the bollo (roll) is called, and it is mainly because at first it is shaped<br />

like a pelota (ball). A ball that later one is elongated with a sweet knead (…).<br />

Afterwards they cover the bollo with the corn’s leaf with the “tusa”. (…).<br />

The leaf adheres itself to the bollo which gives it fine slots and channels.<br />

(…) The bollo is ready to undergo the “empatar” phase. That’s how the process<br />

of it being wrapped with the majagua – the plant’s leader made strips<br />

– not tight enough to squash it and not so loose for it to be spilled (…).<br />

Then, at four o clock the bollos are ready to be cooked. In big pots that<br />

reach to a woman’s waist they start being placed orderly and nicely (…).<br />

The bonfires are made in the patio – on the summer- and therefore the ember is stimulated<br />

with the wind (…). The bollo’s water, when boiled (…) produce a hot steam,<br />

a small could, white, sticky, that in the patio adheres itself to the fruits bunch, and<br />

leave a subtle smell of boiled yucca, good and floury (…). If the bollos were put in<br />

he fire at four o clock, they can be taken down at the witches’ time, at midnight…

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