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NOTICIASDEISRAEL<br />
Queridos amigos <strong>de</strong> Israel:<br />
“Abre mis ojos, y miraré las maravillas <strong>de</strong> tu<br />
ley” (Sal. 119:18). “Entonces les abrió el entendimiento”<br />
(Lc. 24:45).<br />
El motivo <strong>de</strong> estas líneas es, muy sencillamente,<br />
que podamos volver a asombrarnos <strong>de</strong> las riquezas<br />
<strong>de</strong> las Sagradas Escrituras. Por supuesto<br />
que no podremos abarcar este gran tema en una<br />
breve contemplación; pero, <strong>de</strong> todos modos, nunca<br />
terminaremos <strong>de</strong> estudiar la Biblia. Miles y<br />
miles <strong>de</strong> predicadores han anunciado la Palabra<br />
<strong>de</strong> Dios durante siglos y, a pesar <strong>de</strong> eso, cada predicación<br />
guiada por el Espíritu Santo es algo<br />
completamente nuevo. Por eso, vamos a contemplar<br />
las riquezas <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios, con esta<br />
oración en nuestro corazón: “Abre mis ojos, y miraré<br />
las maravillas <strong>de</strong> tu ley” (Sal. 119:18). Si<br />
nuestro corazón <strong>de</strong>sea sinceramente <strong>de</strong>scubrir<br />
maravillas en las Sagradas Escrituras, el Señor<br />
mismo nos abrirá el entendimiento, como lo hizo<br />
con los discípulos <strong>de</strong> Emaús: “Entonces les abrió<br />
el entendimiento”.<br />
“Abre mis ojos”, se pue<strong>de</strong> aplicar a un área<br />
muy especial <strong>de</strong> nuestras vidas: a la convicción<br />
<strong>de</strong> pecado. En realidad, cada cristiano renacido<br />
<strong>de</strong>bería orar así cada día: “Señor, abre mis ojos,<br />
para que me vea como Tú me ves; para que conozca<br />
mi estado espiritual.” El que ora así, pue<strong>de</strong><br />
estar seguro que el Señor le respon<strong>de</strong>rá. ¿Cómo lo<br />
hará? ¿Cómo puedo llegar a verme tal como soy?<br />
¡Por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la Palabra! ¡Una <strong>de</strong> las maravillas<br />
<strong>de</strong> la Ley <strong>de</strong>l Señor, se muestra en que las<br />
Sagradas Escrituras son capaces <strong>de</strong> convencer a<br />
un hijo <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> su pecado! En Jeremías 23:19,<br />
leemos este conocido versículo: “¿No es mi palabra<br />
como fuego, dice Jehová, y como martillo que<br />
quebranta la piedra?”<br />
Sí, la Palabra <strong>de</strong> Dios es capaz <strong>de</strong> hacer esto:<br />
pue<strong>de</strong> convencer corazones pecaminosos, y esto<br />
es una maravilla. Pensemos tan sólo en lo duros<br />
que son muchas veces nuestros corazones <strong>de</strong>spués<br />
que hemos pecado. Pero, en el mismo momento<br />
en que abrimos nuestro corazón a la Palabra,<br />
ésta lo convence <strong>de</strong> su pecado y su maldad,<br />
con el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l fuego y con la fuerza <strong>de</strong>l martillo.<br />
Después <strong>de</strong>l grave <strong>de</strong>sliz que David había cometido<br />
con Betsabé, la mujer <strong>de</strong> Urías, y <strong>de</strong>l asesinato<br />
<strong>de</strong> Urías, en el primer momento no pasó<br />
nada. No había nadie que acusara a David <strong>de</strong> su<br />
culpa. Él simplemente siguió viviendo, como si<br />
nada hubiera pasado. Esto fue así durante un<br />
buen lapso <strong>de</strong> tiempo, como po<strong>de</strong>mos suponer por<br />
el hecho <strong>de</strong> que David se casó con la viuda <strong>de</strong><br />
Urías. Pues el casamiento no se realizó enseguida,<br />
sino recién <strong>de</strong>spués que hubo pasado el tiempo<br />
<strong>de</strong> luto <strong>de</strong> Betsabé por su marido, como leemos<br />
en 2 Samuel 11:27. Es <strong>de</strong>cir, David vivió un largo<br />
tiempo con este gran pecado en su vida; actuando<br />
como si nada hubiera pasado. Probablemente, incluso,<br />
haya ejercido la justicia en su reino.<br />
¿Cuánto tiempo duró esto? Hasta que vino a él<br />
la Palabra <strong>de</strong>l Señor: “Entonces dijo Natán a David:<br />
Tú eres aquel hombre... A Urías heteo heriste<br />
a espada, y tomaste por mujer a su mujer...” (2<br />
Sam. 12:7,9). En aquel entonces, Natán vino a<br />
David como profeta <strong>de</strong>l Señor, y le habló directamente<br />
<strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Dios. Y ¿qué pasó? Toda la justicia<br />
propia <strong>de</strong> David se <strong>de</strong>smoronó cuando escuchó<br />
estas palabras, y le dijo a Natán: “Pequé contra<br />
Jehová” (2 Sam. 12:13).<br />
Queridos amigos y hermanos, con buena razón<br />
está escrito: “Porque la palabra <strong>de</strong> Dios es viva<br />
y eficaz, y más cortante que toda espada <strong>de</strong> dos<br />
filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu,<br />
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos<br />
y las intenciones <strong>de</strong>l corazón” (He.<br />
4:12). Aquí vemos la obra que la revelada Palabra<br />
<strong>de</strong> Dios es capaz <strong>de</strong> hacer en el corazón <strong>de</strong>l hombre.<br />
¡Demos gracias a nuestro Señor por las maravillas<br />
<strong>de</strong> Su Ley, que es capaz <strong>de</strong> convencernos<br />
<strong>de</strong> pecado y <strong>de</strong> volver a restaurarnos!<br />
Con un cordial shalom<br />
Marcel Malgo