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Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea<br />

D – Descripción analógica de las actitudes ―lúdica‖, ―sacralizante‖ y<br />

―graciosa luciférica‖.<br />

I – Actitud Lúdica.<br />

En tanto se disipaba la perplejidad, en el alma del Sr. Aberro debatían dos<br />

sentimientos encontrados: fascinación y ATRACCIÓN por el globo polícromo, y TEMOR<br />

hacia su proceso de crecimiento. De tal conflicto resultó triunfador el último contendiente y<br />

pronto el Sr. Aberro fue dominado por un miedo más intenso, que reemplazó su<br />

perplejidad y amenazaba con convertirse en pánico. Y la reacción del Sr. Aberro fue<br />

rápida y típica, no dando tiempo a que el globo se dilatara demasiado: huyó. Pero antes<br />

de huir dio un brusco manotazo y arrancó el globo del pico de la garrafa, llevándoselo<br />

consigo hacia el rincón del cuarto en el cual se refugió.<br />

Para el Sr. Aberro el globo se transformó así en un juguete. Claro que aquello que<br />

tenía entre sus manos no se parecía en nada al globo que antes se expandiera sobre la<br />

garrafa y le fascinara con su belleza polícroma: NO DESPUÉS DE QUE EL GAS SE<br />

ESCAPARA DE SU INTERIOR Y SE TRANSFORMARA EN UNA MEMBRANA<br />

DESINFLADA. El globo, al iniciarse el fenómeno, era un germen cuya potencia polimorfa<br />

se desplegaría bajo la presión de los gases; sin gas el globo sería sólo una cascarilla de<br />

germen. Y mientras el Sr. Aberro jugaba con aquel cadáver en la garrafa la válvula<br />

continuaba abierta, perdiéndose ―venteado‖ aquel precioso gas que había estado<br />

alimentando al globo.<br />

II – Actitud Sacralizante.<br />

La ―aparición‖ del globo causó una fuerte impresión en el Sr. Aberro. Al principio se<br />

sintió como conmocionado, helado de asombro, y, finalmente, maravillado. Tras una<br />

sucesión de estados semejantes el Sr. Aberro experimentó la convicción de que se<br />

hallaba ante una manifestación numinosa, un hecho sobrenatural, señal de una presencia<br />

divina o: la divinidad misma. En lugar de la perplejidad su Yo adoptó una actitud de<br />

contemplación extática del fenómeno; es decir: a la incertidumbre inicial sumó una<br />

pasividad aún mayor. Pero, en ese devenir, el globo continuaba creciendo continuamente,<br />

vale decir, el fenómeno se había ESTABILIZADO. Y cuando el globo fue suficientemente<br />

―grande‖, para la temerosa y prudente apreciación del Sr. Aberro, éste tuvo por cierto que<br />

aquello que era tan grande y bello debía ser necesariamente superior. Y sintiendo su alma<br />

disminuida frente a tanta grandeza, encogida de fervor religioso, aniquilada por una<br />

devoción sin nombre, el Sr. Aberro efectuó el primer acto desde que presenciara el<br />

fenómeno: se arrodilló y adoró al globo de colores... Y el globo, que seguí creciendo con<br />

estabilidad, pronto fue tan enorme que acabó por ocupar todo el espacio de la habitación,<br />

adaptándose a la forma de las cosas que allí había, las cuales quedaban incrustadas en<br />

distintas partes de la superficie elástica. Y así ocurrió que el globo terminó por abrazar al<br />

Sr. Aberro, quien continuaba en su posición devota, absorbiéndolo entre los pliegues<br />

volubles y sepultándolo en lo hondo de su extraña neumática.<br />

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