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EL MAESTRO QUESERO<br />
Don Teodoro se pasea por las calles del centro del Oaxaca con su morral<br />
colgando, su mirada es un tanto triste y su paso lento. Dentro de ese<br />
morral trae consigo, desde las llanuras de Juchitán, unos quesos oreados,<br />
fermentados, <strong>com</strong>o él los define, verdaderamente exquisitos, de la calidad<br />
de cualquier queso francés o español.<br />
Su micro empresa se llama “Yhavisende”, que en zapoteco quiere<br />
decir Juchitán.<br />
“Hace años descubrí que el sol y el sereno del Istmo hacen que la<br />
leche pura de vaca fermentada se convierta, a base de un añejamiento de<br />
más de tres años, en quesos de la más alta calidad, con un sabor inigualable”.<br />
Los quesos de ese morral son de cinco, siete y hasta nueve años de<br />
añejamiento. El más añejado puede <strong>com</strong>petir en sabor y calidad con el más<br />
sofisticado queso roquefort europeo. El parmesano, con un añejamiento de<br />
más de tres años, es el que en la cocina del Istmo se llama queso polvoreado<br />
o “para la garnacha”, un queso cotija que al paladar resulta una<br />
exquisitez por su añejamiento y textura.<br />
Don Teodoro hace quesos orgánicos que vienen de leche natural de<br />
las vacas criollas que pastan en los llanos del Istmo. “Estos animales producen<br />
una cantidad mínima de leche, no son las típicas vacas lecheras que<br />
producen de 10 a 20 litros de leche cada día”, afirma Teodoro.<br />
En su rancho, muy modesto, a su parecer tiene todas las precauciones<br />
y paciencia para crear estas delicias. Él mismo ordeña las vacas y<br />
madura la leche al sol. Después de ese proceso, la cuaja con el cuajo del<br />
venado o del conejo, que es una sustancia presente en el jugo gástrico de<br />
los mamíferos lactantes y que se le añade a la leche. El queso resultante<br />
lo corta, lo deshuera y lo amasa para después salarlo y moldearlo. Estos<br />
quesos se almacenan en un ranchito de palma muy fresco protegido con<br />
otates y una malla mosquetera. Los quesos de don Teodoro son trenzados,<br />
grandes y redondos, son el descubrimiento de un hombre indígena que<br />
viaja cada año a distintas ciudades para promover sus quesos.<br />
Cada año, en primavera y verano, Teodoro Guerra Jiménez, un creador<br />
por naturaleza, sale de Juchitán cargando con su morral y con miles de<br />
ilusiones en él. Emigra cada año para vender sus quesos, que después de<br />
años, se han valorado en la ciudad e Oaxaca y en las diferentes ferias<br />
oaxaqueñas en varios estados.<br />
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Quesos madurados de uno a siete años<br />
70 DÍA SIETE 362 ISTMO <strong>CON</strong> <strong>SABOR</strong> 71