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gráfica de tres años continuos de reflexiones y debates semanales, más la lectura y revisión académica
de la mayor cantidad del material bibliográfico, hemerográfico, internético y multi-media que nos ha
sido posible encontrar hasta ahora sobre el tema del graffiti en general y del grafiti hip hop en concreto,
y también después de haber realizado ya varias derivas situacionistas prácticas por diferentes
ámbitos de la ciudad, para localizar, estudiar en directo y fotografiar nuestro propio material. Por otra
parte, durante este nuevo proceso de investigación en seminario cada quien ha intensificado su observación
participante y las entrevistas personales con la gente que practica o que es víctima de esta nueva
forma de rayar los muros y las paredes de la ciudad de México. Ojalá estos primeros resultados de
nuestra investigación sean útiles para comprender la profundidad del grafiti hip hop como problema
urbano y también la gravedad de su novedad histórica como fenómeno de comunicación de masas.
2. La ciudad como problema
Como fenómeno sociocultural contemporáneo, el grafiti hip hop es un síntoma y una respuesta al conflicto
visual del (des)orden urbano. Es la manifestación inmediata de que las ciudades son más que nada
un (des)orden, un conflicto, una desviación. Un (des)orden que, al menos en la ciudad de México, tiene
profundos carácteres ultrabarrocos, por el rudo y complejo abigarramiento de las formas arquitectónicas,
los colores y los materiales empleados en sus construcciones, inmuebles y máquina urbana. Porque no hay
ciudades homogéneas, no hay ciudades igualitarias, equitativas, bien construidas, realmente “ordenadas”.
Este (des)orden arquitétonico ontológico es propio, cuando menos, de todas las grandes ciudades
globalizadas o en proceso de globalización; es la marca física manifiesta del espacio urbano de los
tiempos postmodernos. Un resultado material concreto del libre mercado y su individualismo posesivo,
un efecto del (des)orden social inmediato, cotidiano.
Igual que el aire y el agua, el espacio visual de la ciudad de México se encuentra terriblemente
“contaminado” en todos sentidos. Es un conjunto citadino muy agresivo y desordenado, una ciudad
material donde, por ejemplo, hace un ruido terrible la presencia indiscriminada de la publicidad y la
propaganda. Por ello, nadie puede decir que la presencia del graffiti --y muy en especial del grafiti
hip hop-- sea la única “irrupción violenta” dentro de tal espacio visual público. Ya de por sí, la ciudad
parece un gesto vandálico y violento casi todo el tiempo y en casi todos sus espacios públicos.
Consideramos que el grafiti hip hop es una medida “inconsciente” en contra de esa violencia causada
por el (des)orden urbano; de tal modo, este nuevo tipo de grafiti es un gesto de posible autoconciencia
ciudadana. Una acción directa para terminar con tanta contaminación aberrante.
Por eso se puede decir que los grafiti hip hop quieren operar como lazos ordenadores o conectores
del espacio público de la ciudad, quieren ser los signos materiales que de veras le dan forma y estilo
únicos y claros a la presencia visual de la gran urbe como máquina arquitectónica. Son eslabones
gráficos entre las partes (des)ordenadas de la ciudad.
En una encuesta hecha por estudiantes de la ENEP Aragón dentro de la super poblada ciudad Nezahualcóyotl,
una de las muchas “ciudades” que integran la gran ciudad de México, la mayor parte de
las persona encuestadas consideraron al grafiti hip hop como la figura que mejor expresa su identidad
ciudadana, dándole el valor de un signo simbólico colectivo que en las estadísticas se encuentra situado
muy por encima de las figuras cívicas institucionales o de los inmuebles públicos.
Al ser entendidos como signos conectores de la gran ciudad, los grafiti hip hop son fuertes imágenes
de poder contracultural. Hacen presente una carencia, son el síntoma de una falta dentro de nuestro
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