aquà - El Dulce Nombre

Hermandad del Buen Fin
Ante la Coronación de
la Virgen de la Palma
Manuel Lucas Paz León
El Hermano Mayor del Dulce nombre, Manuel Paz León,
junto a su homónimo en la del Buen Fín, Carlos Bourrelier
Tengo grabada en la retina de mi corazón tres
escenas de hace tanto tiempo que ya no se si son
recuerdos o sueños de la infancia.
Uno de ellos es la colosal figura de nuestro paso
de Jesús ante Anás sorteando la doble puerta de
salida en San Antonio de Padua y la maravilla de
volver, tras largas horas de cansancio, a bordar la
misma filigrana a su regreso.
La segunda es la presencia de un grupo de túnicas
franciscanas entre nuestras blancas túnicas a
la hora de salir el Martes Santo.
Y la tercera, el paso de nuestros nazarenos con
sus cruces trinitarias, portando varas de escolta a
nuestro estandarte, entre las largas filas de nazarenos
franciscanos la tarde del Miércoles Santo.
Estas imágenes siempre me han acompañado y,
cuando cada Miércoles Santo me encuentro con la
Hermandad del Buen Fin y a pesar de los años
transcurridos desde que les dejamos en San
Antonio, siempre me siento muy cercano a la hermandad
vecina y hermana, con ese cariño entrañable
que sentimos al recordar a los vecinos de la
infancia en la casa de nuestros padres.
Por ello es un motivo de especial alegría el contemplar
los rostros resplandecientes de los hijos
del Buen Fin preparando la coronación de Nuestra
Dulce Virgen de la Palma.
Se ha dicho que la significación de la
Coronación de la Virgen es la aplicación del 5º
misterio del Santo Rosario, y reconocer a la
Virgen como Reina y Señora de todo lo creado,
Mediadora de todas las gracias y Madre y Patrona
nuestra.
Pero, más familiarmente, coronar a una Virgen
es celebrar una fiesta a nuestra Madre, piropearla,
hacerle un regalo, recrearnos en su grandeza.
Coronar a la Virgen es también una oración
como se expresa en el ritual de la coronación:
"Así como te coronamos en la tierra, merezcamos,
por tu intercesión, ser coronados en el
Cielo".
Cuando repasamos el álbum de fotos familiares
encontramos distintos retratos de nuestros padres.
Y nuestra madre aparece con distintos aspectos:
ahora joven, ahora mayor, a veces delgada, otras
mas gruesa, adusta o sonriente, vestida de novia,
de flamenca, de mantilla, de madrina, de calle, a
veces más favorecida, otras con un mohín del rostro
mas irreconocible, pero siempre la misma:
Nuestra Madre.
Cuando acudamos a coronar a la Virgen de la
Palma, esa Pastora Dulce, a veces en Soledad, a
veces sintiéndose Traspasada por su Mayor Dolor
pero siempre Auxiliadora Nuestra, tendremos la
alegría de festejar la Coronación de Nuestra
Madre y oraremos y gozaremos juntos, y sentiremos
con mayor claridad que somos hermanos
porque, fundiendo todas esas fotos, todas esas
imágenes, nos encontraremos ante esa única e
irrepetible Madre Buena de todos.