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aquà - El Dulce Nombre

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en el recuerdo<br />

Juan<br />

Salado Noriega<br />

En todos los sentidos, el número uno<br />

Eugenio E. Guerrero<br />

Recientemente ha fallecido nuestro hermano<br />

Juan Salado Noriega, número uno<br />

de nuestra Hermandad. Desde este medio<br />

quisiéramos rendir un sincero homenaje al<br />

mismo.<br />

Para nuestro querido Juan, todos los martes<br />

eran Santo. Cada Martes por la mañana, desde<br />

que se levantaba, empezaba como un niño a<br />

desear que dieran las ocho y media en el reloj, en<br />

el encuentro con su Virgen, cita obligada desde<br />

que su mujer falleció.<br />

De forma volitiva, siempre dedicaba una palabra<br />

de aliento para quien lo necesitaba, sí, ese<br />

aliento que ya le empezaba a faltar a él. Ante la<br />

enfermedad o la adversidad de cualquier hermano<br />

era el primero en interesarse y en desear una<br />

pronta recuperación.<br />

En nuestra casa Hermandad, calle Pescadores,<br />

sus intervenciones rezumaban cariño, amistad,<br />

hermandad. Sólo tres horas todos los martes del<br />

año, le servían para seguir adelante, para hacer<br />

más llevadera su enfermedad. Cuando su hijo<br />

aparecía por la puerta para recogerlo y llevarlo a<br />

casa, su cara se impregnaba de melancolía,<br />

porque tenía que esperar otros siete días para<br />

volver a encontrarse con la Virgen y con sus amigos.<br />

Nos contaba preciosas anécdotas de Juan Pérez<br />

Calvo en su taller durante la talla del paso de<br />

Nuestro Padre Jesús ante Anás, de D. Antonio<br />

Castillo Lastrucci al cual vio envejecer, de decenas<br />

de estaciones de penitencia que realizó al lado<br />

de nuestros Titulares. Nos recordaba igualmente<br />

las vicisitudes y los problemas que tenía para<br />

cumplir con los obligados cultos de nuestra<br />

Hermandad, por sus obligaciones profesionales<br />

en RENFE (maratonianas jornadas de mañana y<br />

tarde), pero allí estaba siempre. Le preguntábamos<br />

todos los martes por su salud, a lo que<br />

nos contestaba que estaba bien, su hija no<br />

obstante nos ponía al corriente y nos relataba la<br />

cruda realidad, su corazón estaba muy débil, pero<br />

la Virgen se encargaba de cuidarlo, dándole vida<br />

hasta el martes siguiente.<br />

Ante cualquier animadversión, siempre resaltaba<br />

su actitud conciliadora, sus deseos y ganas de<br />

que las cosas se solucionaran por la vía del diálogo;<br />

jamás salieron de su boca palabras de rencor<br />

ni odio. Cuánto hemos y debemos seguir aprendiendo<br />

de él.<br />

No hace falta ser universitario, tener un puesto<br />

importante ni ser el profesional independiente de<br />

más éxito, en el mundo de las hermandades hay<br />

quedar lo mejor de cada uno, ponerse a disposición<br />

del resto de hermanos y Juan lo hacía los 365<br />

días del año.<br />

La Virgen le dio las fuerzas necesarias para casi<br />

completar la estación de penitencia del año 2004,<br />

con su cajita de pastillas en el bolsillo de la túnica,<br />

que con la generosidad que le caracterizaba<br />

dejó a otro hermano delicado del corazón cuando<br />

tuvo que abandonar la Cofradía en Plaza Nueva.<br />

Creo que fue el único hermano número uno de<br />

todas las Hermandades que realizó la estación de<br />

penitencia ese año.<br />

Se quedó con la pena de poder reunir a todos los<br />

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