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PLAN GUARIMBA: Expresión de odio contra el pueblo
El supuesto “otro” violento
El otro violento tiene varios rostros, diversas caracterizaciones. Los
más comunes, y el que justificó la autoclausura de algunos sectores
vecinales por medio de las guarimbas, fueron, por una parte, los
colectivos violentos y, por la otra, los cuerpos de seguridad. El rostro
del colectivo violento es un sujeto armado y chavista que viste de rojo,
que anda en grupo, en hordas, que pretende entrar a las zonas de
clase media para agredir a aquellos que, obligados por el instinto de
supervivencia, deben hacer uso de las más violentas y crueles tácticas
que impidan que estos cumplan su macabro objetivo.
Su vehículo de transporte predilecto es la moto de baja cilindrada,
y normalmente van acompañado de un pistolero el cual desea matar
a los opositores, robar sus pertenencias y actuar con total impunidad
y apoyo del otro rostro violento: los cuerpos de seguridad. Pertenecer
a un colectivo solo se explica desde su condición de marginal, mono,
chavista y, en algunos casos, asalariados. Cometen sus fechorías y
atentan o acaban con la vida de los que no son como ellos, los pacíficos
de clase media que no agreden, no son violentos, solo se defienden con
las tácticas más brutales y violentas propias del terrorismo fascista,
frente a un régimen dictatorial que viola sus derechos humanos.
La Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana fueron
caracterizadas como grupos asesinos armados que mataban y
masacraban a los estudiantes, que protestaban inocentemente en las
calles, sin ningún tipo de violencia, a favor de la libertad y el respeto a
los derechos humanos. Ser militar o policía es ser del “otro violento”,
sus armas son requeridas para matar, no para proteger al ciudadano
de la delincuencia, sino para, de forma delincuencial, asesinar a los
pacíficos estudiantes.
Ese fue el relato que crearon quienes pretendieron confundir a la
opinión pública, cambiando las percepciones del agredido por agresor
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