21.01.2015 Views

Un punto y aparte - Universo Romance, el Portal

Un punto y aparte - Universo Romance, el Portal

Un punto y aparte - Universo Romance, el Portal

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

1<br />

La Ruptura<br />

La lluvia había dejado de golpear los cristales cuando al fin me<br />

quedé dormida. Hacía un segundo que había vu<strong>el</strong>to la vista al<br />

despertador que con su luz fluorescente iluminaba la oscuridad de la<br />

habitación, ya eran las dos. Migu<strong>el</strong> no había llamado, y deduje que la<br />

cena se había alargado más de lo previsto. Cuando desperté por <strong>el</strong><br />

frío que sentía en mi espalda habían pasado seis horas. Migu<strong>el</strong> no<br />

había vu<strong>el</strong>to. En vez de sentir pánico pensando qué había podido<br />

sucederle, conseguí ver lo que hasta entonces no había querido<br />

aceptar. No dormía a mí lado porque estaba con otra mujer.<br />

Sus pasos le d<strong>el</strong>ataron por <strong>el</strong> pasillo. Abrió la puerta al tiempo que<br />

estiré <strong>el</strong> brazo para encender la luz de la mesilla. Nos observamos en<br />

silencio. No puedo imaginarme que expresión tendría mi rostro, pero<br />

después de quince años de matrimonio conocía a la perfección mis<br />

gestos como para percibir que estaba enfadada. Se acercó, alzó su<br />

mano para hacerme una caricia como si fuera un cachorro herido, y<br />

eso me dolió más. Mi instinto me hizo apartarlo con brusquedad.<br />

—Déjame, no me toques.<br />

—Quiero <strong>el</strong> divorcio, Paula.<br />

Sus palabras hicieron eco en mi cerebro y no contesté. Me levanté,<br />

cogí la bata y me encerré en <strong>el</strong> baño. Al mirarme al espejo, rompí a<br />

llorar. Mi matrimonio se había acabado.<br />

Escribo por orden de mi terapeuta. Pero no, no es d<strong>el</strong> todo cierto.<br />

Sandra, mi mejor amiga y compañera de trabajo me recomendó que<br />

visitará a su cuñado, un prestigioso psicólogo que cobra un dineral<br />

por pasarte una hora contando todo lo que nunca dirías a nadie, ni<br />

2<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

siquiera a tu almohada. Fui a verlo por no aguantar a Sandra todo <strong>el</strong><br />

día con lo mismo,…y me quedé muda. Al ver que no abría la boca,<br />

optó por recetarme unos ansiolíticos y me hizo una recomendación:<br />

escribe.<br />

—¿Escribir<br />

—Si no eres capaz de hablar para soltar todo lo que tienes<br />

dentro, escríb<strong>el</strong>o. Te sentirás mucho mejor.<br />

Por la noche, lo intenté. Con un bolígrafo y un folio decidí escribir<br />

lo que me atormentaba, lo que me dolía, lo que sentía…. Cuando<br />

terminé tuve que reconocer que era una terapia fantástica, y hoy en<br />

día, después de tres años, sigo haciéndolo. He dejado <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> y <strong>el</strong><br />

bolígrafo y me he pasado al portátil. No volví a visitar al terapeuta ni<br />

a tomar ansiolíticos. Desahogar en un pap<strong>el</strong> fue un verdadero<br />

descubrimiento.<br />

No sé cuánto tiempo estuve encerrada en <strong>el</strong> baño. En ningún<br />

momento se acercó a la puerta para preguntarme cómo estaba.<br />

¿Acaso le importaba Era evidente que no, supongo que se imaginó<br />

que no me suicidaría y siendo así, lo demás le traía sin cuidado. No<br />

pensaba quedarme callada. Fui en su busca. Quería que me dijera a<br />

la cara quién era <strong>el</strong>la, aunque me lo imaginaba, y también que<br />

tuviera <strong>el</strong> valor de explicarme desde cuándo, desde qué momento yo,<br />

como mujer, había dejado de interesarle.<br />

No estaba en la habitación ni en <strong>el</strong> salón. Escuché ruido en la<br />

cocina. Abrí la puerta con brusquedad. Lo pillé desprevenido.<br />

—Paula… que susto me has dado…<br />

—¿Es Sonia, verdad —pregunté. Se estaba sirviendo una taza de<br />

café.<br />

No respondió.<br />

3<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

—Por lo menos ten la decencia de ser sincero aunque sea por una<br />

vez en tu vida. —le increpé.<br />

Pasé por su lado y le empujé haciendo que derramara parte d<strong>el</strong><br />

café sobre la camisa.<br />

— ¡Dios! Mira lo que has hecho…<br />

—¿Tienes una aventura con una mujer mucho más joven que tú—<br />

grité ajena a sus intentos de limpiarse las manchas —.Porque es <strong>el</strong>la<br />

¿verdad<br />

—Cálmate… Paula, por favor,… hablemos —dijo acercándose.<br />

Furiosa intenté golpearle. Él me sujetó por las muñecas.<br />

—No te pongas histérica…<br />

—¡Suéltame!<br />

Volvía a llorar sin poder evitarlo.<br />

—No es una aventura. Estoy enamorado de Sonia.<br />

Me quedé sin palabras. Era lo último que deseaba oír. Tal vez<br />

hubiera aceptado escuchar que era un lío, que era sexo sin más...<br />

—Lo siento —dijo de pronto como si fuera la respuesta a todo.<br />

—¿Cuántos años tiene ¿Eh ¿Lo sabes … por Dios, Migu<strong>el</strong>, casi<br />

podría ser tu hija —afirmé secándome las lágrimas.<br />

—Veintiséis, veintisiete… ¿Qué importa eso, Paula<br />

—Necesitas reafirmar tu masculinidad tirándote a una<br />

veinteañera…es alucinante.<br />

—No digas tonterías.<br />

—Tienes cuarenta y cinco años. ¿Es que no lo ves<br />

Bajó los ojos. Se produjo un largo silencio. Me asomé a la ventana.<br />

El ci<strong>el</strong>o estaba gris con amenaza de lluvia. De pronto me volví, y mi<br />

voz acongojada le hizo mirarme:<br />

—¿Qué le vamos a decir a los niños<br />

Él tampoco respondió. Salió de la cocina dejándome sola.<br />

4<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

Vi la taza que había puesto sobre la mesa y llena de rabia la<br />

estr<strong>el</strong>lé contra <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o. No sé cuánto tiempo permanecí inmóvil<br />

mirando los restos de loza que estaban desperdigados sobre <strong>el</strong> gres<br />

con la mente en blanco y sin pensar en nada. Luego, <strong>el</strong> sonido d<strong>el</strong><br />

t<strong>el</strong>éfono me hizo volver a la realidad. Nadie contestó cuando<br />

pregunté. No tuve la menor duda de que al otro lado de la línea<br />

estaba Sonia. Furiosa, colgué <strong>el</strong> auricular y me dirigí a la habitación.<br />

Migu<strong>el</strong> recogía parte de su ropa.<br />

En ese momento fui consciente de que iba en serio, muy en serio.<br />

Estaba aturdida. Negué con la cabeza.<br />

—Menudo cabrón —murmuré a sus espaldas.<br />

Él se hizo <strong>el</strong> sordo. Ni me miró…<br />

Pensar en <strong>el</strong>la, sólo me servía para martirizarme, sobre todo si<br />

recordaba que tenía un físico espectacular que acentuaba con ropa<br />

ceñida y generosos escotes que dejaban muy poco a la imaginación.<br />

Al principio me sentí incapaz de asimilarlo. Durante las dos<br />

primeras semanas me hice a la idea de que Migu<strong>el</strong> estaba de viaje y<br />

eso les dije a los niños cuando regresaron de sus vacaciones en <strong>el</strong><br />

pueblo.<br />

Pero Vicky, mi hija mayor, me sorprendió una noche con una<br />

pregunta a la que no conseguí responder.<br />

—¿Cuándo va a volver papá —preguntó.<br />

Yo había hablado con él por la mañana para insistirle una vez más<br />

que debíamos hablar con <strong>el</strong>los y explicarles la situación, pero como<br />

siempre, había hecho oídos sordos.<br />

—Aparte de cabrón, cobarde —me había dicho Sandra ese mismo<br />

día.<br />

5<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

—De eso tenemos que hablar —contesté mirando a Vicky.<br />

Tenía casi quince años. No era ninguna tonta. Adivinó enseguida<br />

que su padre no iba a volver de ningún viaje.<br />

—¿Os vais a divorciar —preguntó de pronto.<br />

No pude evitar ponerme nerviosa. Me levanté de la silla y sin<br />

mirarlos salí de la cocina.<br />

—Por favor, terminad de cenar —dije cerrando la puerta.<br />

Marqué <strong>el</strong> número de Migu<strong>el</strong> y cuando contestó sólo fui capaz de<br />

decirle una cosa:<br />

—Vicky acaba de preguntarme si nos vamos a divorciar…<br />

No fue nada fácil hablarles d<strong>el</strong> divorcio. Lo hice sola como tantas<br />

otras cosas porque Migu<strong>el</strong> d<strong>el</strong>egó toda la carga en mí. Alex sólo tenía<br />

seis años y era demasiado pequeño para entender lo que estaba<br />

pasando. Vicky y Dani reaccionaron tal y cómo había supuesto,<br />

echándose a llorar. Intenté consolarlos asegurándoles que todo<br />

seguiría igual, aun sabiendo que no sería cierto. Tuve que hacer un<br />

gran esfuerzo por contener las lágrimas y los mantuve abrazados<br />

hasta que se tranquilizaron.<br />

Nos divorciamos de mutuo acuerdo y Migu<strong>el</strong> no puso objeción<br />

alguna a lo que mi abogada pidió. Tampoco yo mostré inconvenientes<br />

ante su deseo de ver a los niños todas las semanas. Todo lo<br />

contrario. Suponía que con <strong>el</strong> tiempo iría perdiendo interés en estar<br />

con <strong>el</strong>los y no me equivoqué. Después de los primeros meses en que<br />

los llamaba a diario e iba a visitarlos muy a menudo, se limitó a<br />

dedicarles un par de días al mes, eso cuando podía y no le surgían<br />

mil complicaciones para no cumplir sus promesas.<br />

Me costó digerir todo lo que pasaba a mí alrededor, sobre todo<br />

cuando se trataba de mis hijos. De repente, Migu<strong>el</strong> era para <strong>el</strong>los <strong>el</strong><br />

mejor padre d<strong>el</strong> <strong>Un</strong>iverso, e intentaban chantajearme<br />

emocionalmente, sobre todo Vicky, cuando no cedía a sus deseos.<br />

6<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

—Pues papá me lo compraría…., papá me dejaría ir,… a papá no le<br />

importaría… —repetía con frecuencia.<br />

Solía respirar hondo y callarme. Pero un día no pude más y estallé<br />

ante los dos mayores:<br />

—Pues si “papá” es tan maravilloso, ¿por qué se fue y os dejó —<br />

respondí furiosa —. ¿Me lo podéis explicar....<br />

Los dos me miraron inquietos y se quedaron mudos. No había<br />

querido herirles, pero estaba harta de oír “papá” cada minuto, como<br />

si yo no existiera, como si no fuera la que se ocupaba de <strong>el</strong>los las<br />

veinticuatro horas d<strong>el</strong> día…<br />

El dolor de la soledad duró meses y meses. Llegaba agotada de<br />

trabajar y tenía que enfrentarme a la realidad de mi casa. Mis hijos,<br />

sobre todo los chicos, me reclamaban a cada minuto para que les<br />

resolviera cualquier nimiedad, desde ayudarles a hacer la mochila d<strong>el</strong><br />

Colegio, hasta recordarles los días de entrenamiento de baloncesto o<br />

que llevaran algo para comer en <strong>el</strong> recreo. Luego, <strong>aparte</strong> las cosas<br />

importantes como asistir a las reuniones escolares, citas con<br />

profesores, revisarles los deberes…, preocuparme porque no se<br />

sintieran solos, desatendidos o tristes a causa de la ausencia de<br />

Migu<strong>el</strong>,… cuando llegaba la noche y apoyaba la cabeza en la<br />

almohada, estaba exhausta. Aun así, no era capaz de dormir y daba<br />

vu<strong>el</strong>tas y vu<strong>el</strong>tas en la cama deseando que las horas pasaran en un<br />

instante y que <strong>el</strong> despertador sonara de una vez. Los fines de<br />

semana eran aún peores. Cuando no me apetecía salir, me quedaba<br />

en casa sintiéndome culpable por haberles robado esos domingos y<br />

esas vacaciones en las que los cinco juntos compartíamos tiempo y<br />

diversiones. Estaba llena de decepción, decepción por todo, pero más<br />

que nada por mí misma<br />

Todas mis amigas estaban casadas y salían con sus maridos e hijos<br />

los sábados y domingos. Yo los llevaba al cine, al McDonald’s, a la<br />

7<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

piscina e intentaba no aburrirme demasiado; luego en las vacaciones<br />

de verano me refugiaba en la casa familiar d<strong>el</strong> pueblo donde los<br />

niños salían solos y yo pasaba las horas charlando con mi hermana,<br />

tomando <strong>el</strong> sol en la playa o absorta leyendo un libro. Y si una cosa<br />

aborrecía era verme rodeada de parejas y empezar a sentirme como<br />

un bicho raro entre todas <strong>el</strong>las. No asistía a las fiestas ni verbenas<br />

d<strong>el</strong> pueblo, al contrario de mi hermana y mi cuñado, que con su<br />

grupo de amigos, todo matrimonios, a los que les entusiasmaba<br />

bailar, acudían. Yo prefería tomar algo en una terraza hasta la<br />

medianoche, junto a mi madre o algún pariente con los que coincidía<br />

una vez cada mil años y a los que no tenía nada especial que contar,<br />

pero que me servían para distraerme. Y si no, me bastaba con estar<br />

en casa leyendo o viendo una p<strong>el</strong>ícula.<br />

Y aunque al final acababa aburrida de tanta tranquilidad siempre<br />

esperaba a agotar las vacaciones para volver a casa.<br />

Los días no fueron lo mismo sin Migu<strong>el</strong> ni los veranos tampoco.<br />

Todos los años solíamos viajar a algún sitio con los niños, una<br />

semana como mucho ya que era un gasto considerable contando <strong>el</strong><br />

vu<strong>el</strong>o y <strong>el</strong> hot<strong>el</strong> para cinco personas. Si decidíamos no salir d<strong>el</strong> país<br />

nos movíamos en nuestro coche, alternándonos los dos para<br />

conducir.<br />

Fue así como recorrimos todos los parques temáticos y de<br />

atracciones habidos y por haber, para terminar al final en <strong>el</strong> pueblo<br />

de mi madre.<br />

Eso ya no volverá. Yo no me siento con ánimos de irme de viaje<br />

sola con mis tres hijos. Esperaba que Migu<strong>el</strong> tuviera <strong>el</strong> detalle de<br />

llevárs<strong>el</strong>os unos días, no sólo horas, con él, pero no. Según dice, no<br />

tiene tiempo para ociosidades. Cuando le toca <strong>el</strong> periodo vacacional<br />

coincide que están en <strong>el</strong> Colegio, (“vaya por Dios”), y no pueden<br />

acompañarle. Las casualidades en la vida de mi ex son asombrosas,<br />

8<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

siempre juegan a su favor. No sé como lo hace… por supuesto estoy<br />

siendo sarcástica, algo de lo que me acusa muy a menudo, mientras<br />

sonrió y miró para otro lado no dándome por aludida…<br />

Derechos ebook<br />

De Kassfinol<br />

Reservados para Editora Digital<br />

Prohibida su reproducción<br />

@31/07/2012<br />

9<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

portada; DEL AUTOR<br />

DEDICATORIA<br />

A mi hija MARIA GLORIA<br />

A mi hermana ANDRE H. CUMARE.<br />

AGRADECIMIENTOS<br />

José Francisco Martin Rodríguez<br />

Por esta oportunidad.<br />

10<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

SINOPSIS<br />

Es un hecho que en este plano terrenal existen muchos tipos de<br />

reinos, seres místicos y de leyendas.<br />

Áng<strong>el</strong>es, hombres lobo, vampiros, demonios, toda criatura<br />

extraterrestre tiene dones que le son propios y lo hacen muy diferente<br />

de los seres humanos. Esto lo sabe todo <strong>el</strong> mundo, lo ves en la t<strong>el</strong>e e<br />

incluso en <strong>el</strong> cine.<br />

Soy Carolina y estoy a <strong>punto</strong> de contarte como aprendí que yo soy<br />

partes iguales de áng<strong>el</strong>es, hombres lobo, vampiros, demonios Dios<br />

sabe cuántas cosas más y por si esto no fuera suficiente también seré<br />

la próxima Reina de los Hijos de la Noche.<br />

Imagino tu cara y río. No amiga lectora, no he bebido ni una sola<br />

gota, y todo lo que contaré no tiene una sola mancha de ficción. ¡Ojalá<br />

lo fuera! Convertirme en esta nueva Carolina no fue fácil y saber qué<br />

se espera de mí tampoco. Sólo quiero que lo sepas porque NADIE, ni<br />

siquiera tú está exenta de ser <strong>el</strong>egido como Hijo de la Noche. Nadie, ni<br />

siquiera los humanos.<br />

Sólo ten paciencia, mientras Brian no llegué te contaré mi historia.<br />

Espero la disfrutes.<br />

11<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

CAPÍTULO 1<br />

“Existen dos realidades, la que nosotros<br />

vivimos y la que en realidad es”<br />

Mi madre siempre me habló de esos seres, pero siempre fui una<br />

escéptica, jamás le presté ninguna atención… ¡Pero es que apenas<br />

creía en Dios!... pero hoy, eso cambió.<br />

Sé que Dios existe porque lo que vi en <strong>el</strong> cementerio era maldad<br />

pura. Es lógico ¿no Si existe la maldad, entonces debe es cierto todo<br />

ese cuento de Dios y sus áng<strong>el</strong>es.<br />

Bueno a decir verdad creo que lo que vi era un animal, aunque no<br />

estoy segura, ya que tenía los ojos rojos sangre. No recuerdo que en<br />

biología me hayan dicho que hay animales con ese color de ojos. En<br />

cuanto me di cuenta que esos ojos extraños me veían, casi muero d<strong>el</strong><br />

susto.<br />

Todo empezó cuando entré al cementerio.<br />

Creo que alguien me miró. No le di mucha importancia, ya que en<br />

lugares como aqu<strong>el</strong>los hay una que otra persona, visitando a un<br />

familiar o amigo muerto y es inevitable que curioseen al ver a alguien<br />

caminar.<br />

De repente me sentí como si estuviera a <strong>punto</strong> de ser cazada, estaba<br />

sentada contemplando la tumba de mi madre cuando escuché algo<br />

detrás de mi, al voltear me topé con esos ojos, lo primero que pensé<br />

fue ¡Oh Dios mío me comerá. Y si esa cosa lo hubiese querido, lo<br />

hubiera logrado, pues quedé petrificada por segundos que me<br />

parecieron horas. No logré moverme.<br />

—Hola miedosa ¿qué no creías ni en <strong>el</strong> infierno<br />

Saludó Jess, mi mejor amiga, detrás de mí, literalmente brinqué y<br />

puse mis puños en modo de querer golpear a alguien.<br />

12<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

—¿Qué haces aquí —Me preguntó. Al ver mi reacción soltó una<br />

carcajada, a los segundos entre sus risas me dijo; —¡Oh! yo que pensé<br />

que nada te asustaba, ¿Qué será lo que vistes Te dejó toda<br />

susceptible y a <strong>punto</strong> de hacerte pis en <strong>el</strong> pantalón.<br />

— ¡Mejor cierra la boca! Debiste al menos anunciarte o hacer algún<br />

tipo de ruido.<br />

— Carolina tengo diez largos y aburridos minutos mirándote como<br />

tienes la mirada perdida, pensando en sabrá Dios qué. Dime algo, ¿te<br />

conseguiste un fantasma en <strong>el</strong> cementerio y te absorbió <strong>el</strong> cerebro<br />

¿Es por eso que andas así de estúpida<br />

— Jess los que chupan los cerebros son los Zombis no los<br />

fantasmas— dije en tono burlón haciéndole una mofa.<br />

— Ahhh cierto… cierto… disculpa. Es que de verdad no creo en nada<br />

de esas estupideces y es una lástima. Al parecer lo de hoy te ha hecho<br />

cambiar de opinión.<br />

— Bueno si no me piensas creer, entonces no sé ni para qué<br />

viniste— le dije molesta y mirando hacia la puerta.<br />

— ¿Me estas echando de tu cuarto<br />

Dijo casi haciendo puchero, logrando que respirará hondo por su<br />

insolente dramatismo. ¿Pero qué carajo me pasaba Aquí estaba<br />

pensando en esos horribles ojos y con un estado de ánimo de perros y<br />

tenía <strong>el</strong> valor de tratar mal a mi mejor amiga. — Discúlpame no fue mi<br />

intención— le dije cerrando la puerta, no quería que mi padre<br />

escuchara, si no se burlaría de mi, ese era peor de escéptico que Jess<br />

y yo juntas.<br />

— Ok Carolina explícame de una buena vez, qué fue lo que te<br />

ocurrió.<br />

— Intenta no reírte y te lo cuento todo.<br />

— Vale… vale confía en mí.<br />

13<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

Que <strong>el</strong>la me dijera eso era un problema. La condenada no<br />

desperdiciaba oportunidad para burlarse de todos, así que obviaría ese<br />

comentario.<br />

— Fui a la tumba de mi madre como todos los viernes, desde <strong>el</strong><br />

primer momento que llegué por alguna extraña razón, empecé<br />

acordarme de todas esas historias que mi madre me contaba cuando<br />

era pequeña.<br />

— Si esas de vampiros, hombres lobos y fantasmas… si... si… como<br />

olvidarlo.<br />

Me interrumpió Jess en tono serio, asentí y continué contándole. —<br />

Bueno no le di importancia al momento, pero no lo puedo negar me<br />

sentía extraña, como si me vigilaran muy de cerca.<br />

— Entonces de repente te salió un buenote vampiro tipo Edward<br />

Cullen y te rogó que te volvieras su novia vampira— Interrumpió Jess<br />

y empezó a reírse.<br />

Le propiné un golpe en <strong>el</strong> brazo. — Ponte seria mujer, de verdad lo<br />

que haya sido me asustó y ahora tengo un problema mayor.<br />

—Si ¿Cuál— preguntó Jess alzando una ceja y mirándome con sus<br />

bonitos ojos azules.<br />

— El próximo viernes tendré que ir de nuevo, a visitar a mamá y<br />

tengo mucho miedo de ir.<br />

Jess con media sonrisa me respondió: — Iré contigo si eso te<br />

tranquiliza.<br />

— ¡Oh por Dios! y tú ¿qué tienes ¿Complejo de mujer maravilla<br />

Como si con tu compañía podrías evitar que alguien nos tragará viva.<br />

— Bueno no sé, algo se nos ocurrirá, termina de contar de una<br />

buena vez lo que pasó, no caminé cinco cuadras con un frio de los mil<br />

demonios, solo para escuchar que no te chuparon la sangre como a mí<br />

me encantaría que me lo hicieran.<br />

14<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

La miré con mala cara, puse los ojos en blancos y terminé de<br />

contarle rápidamente. Era un hecho que Jess era igual de escéptica<br />

que yo antes de este incidente, contárs<strong>el</strong>o a una pared sería igual de<br />

productivo que decírs<strong>el</strong>o a <strong>el</strong>la.<br />

— Bueno nada, me senté al lado de la tumba de mi madre, de<br />

repente mi cuerpo se erizó todo, <strong>el</strong> corazón empezó a palpitarme a mil<br />

y olí algo muy dulce. Es contradictorio pero la cuestión fue que sea lo<br />

que sea me puso en alerta. Miré a los lados para ver con qué me<br />

encontraba y a unas siete u ocho tumbas de mi madre, vi unos ojos<br />

color rojos sangre sin iris… sin cuerpo… ¡No sé!… A pesar de que eran<br />

las seis de la tarde y que aún había algo de claridad, ese lado d<strong>el</strong><br />

cementerio estaba como oscuro, la verdad no te se explicar con<br />

exactitud, lo único que sé, es que se veía diferente.<br />

— ¿Qué hiciste al ver eso— se acercó diciéndome Jess, sentándose<br />

a mi lado, poniéndome una mano en <strong>el</strong> hombro, entrecerré los ojos<br />

esperando algún sarcasmo pero no dijo nada, así que le terminé de<br />

contar lo que había pasado.<br />

— Nada me aterré y creo que por unos minutos me quedé<br />

paralizada. Pero de repente mi mente me dijo ¡corre! y salí corriendo<br />

como alma que busca <strong>el</strong> diablo, mire atrás varias veces y estoy segura<br />

que vi detrás de varias tumbas esos ojos, ya sabes hay muchas<br />

estatuas de vírgenes y áng<strong>el</strong>es en ese cementerio, son los<br />

suficientemente grandes para ocultar a un humano adulto.<br />

Jess se quedo en silencio por unos dos largos minutos. No tenía nada<br />

más nada que contarle. Lo demás <strong>el</strong>la lo sabía, estaba enterada de que<br />

llegué histérica a casa, que me encerré en <strong>el</strong> cuarto y llamé para que<br />

viniera. No había más nada que contar. —Dime algo ¿Qué te dice tu<br />

cabecita ¿Crees que es un humano o un animal<br />

— Creo que es un animal, ningún humano podría tener esos ojos.<br />

15<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

— Bueno caperucita roja… gracias a Dios no te comió esta vez <strong>el</strong><br />

lobo.<br />

— Eres estúpida— le dije tirándole una almohada.<br />

Jess empezó a reírse y sin vacilación me dijo: — Deja de pensar<br />

cosas que no son mi amiga, lo más seguro es que era un lobo u otro<br />

animal.<br />

— Me preocupa la altura en que vi sus ojos, siempre estaba a cierta<br />

distancia d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o algo más alto que nosotras mismas — dije<br />

recordando ese detalle.<br />

Jess puso cara pensativa, bajó y subió los hombros entonces me dijo<br />

— Lo más seguro es que d<strong>el</strong> susto que tenias vistes mal, mejor deja<br />

de pensar en eso. Y para la próxima por todos los monstruos de los<br />

libros de Anita Blake, no me llames histérica diciéndome que te dará<br />

un maldito infarto Porque vendré aquí y te golpearé… mira lo que<br />

provocaste… salí de mi casa como loca, sin bañarme, histérica porque<br />

pensé que no sé… ¡Qué te habían violado! golpeado o que sé yo… mira<br />

la hora, van hacer las nueve de la noche ¿te imaginas que ese animal<br />

que vistes me quiera comer a mí Cuando vaya de regreso a casa—<br />

esto último lo dijo pestañando más de la cuenta y con una mano en <strong>el</strong><br />

corazón, con cara m<strong>el</strong>odramática.<br />

— ¿Te he dicho hoy que te odio — le preguntécon sarcasmo, pero<br />

con una sonrisa en mi rostro.<br />

— Si amada mía como cuatro veces. A ver si te buscas un novio, ya<br />

este asuntico de dejar todo botado por ti, empieza a estresarme<br />

necesito a alguien con quien hacer un r<strong>el</strong>evo.<br />

Ambas soltamos una carcajada.<br />

— Bueno como ya sé que estas bien me voy a casa.<br />

Asentí y le di un abrazo.<br />

— ¿Por qué no mejor te quedas a dormir así cenamos juntas— le<br />

dije… pero <strong>el</strong> otro motivo real de la invitación era que de verdad<br />

16<br />

Editora Digital


UN PUNTO Y APARTE<br />

H<strong>el</strong>ena Nieto<br />

estaba aún inquieta por lo d<strong>el</strong> cementerio. No quería que se fuera sola<br />

a esta hora de la noche. Hasta no saber que era aqu<strong>el</strong>lo que andaba<br />

rondando por <strong>el</strong> lugar.<br />

— ¡Hoy paso! dejé a mi madre sola, papá está de guardia<br />

trabajando. Además estoy haciendo un trabajo de la universidad, que<br />

como sabrás es para mañana y aún no lo termino.<br />

—Entiendo, bueno llámame en cuanto llegues.<br />

Jess se empezó a reír y abriendo la puerta de mi cuarto me dijo.<br />

—Tranquila. Y ojalá y me rapte Jacob, <strong>el</strong> lobito de Crepúsculo…<br />

mmm divino ese hombre.<br />

— Estúpida— le dije<br />

— Bueno él no tiene los ojos rojos, como los que tú vistes, pero nada<br />

que no pueda arreglar unos lentes de contacto, se los coloco y listo<br />

será tan tenebroso como esos que vistes en <strong>el</strong> cementerio.<br />

— Lárgate de aquí y solo llámame— le grité mientras <strong>el</strong>la cerraba la<br />

puerta.<br />

Escuchécomo bajaba las escaleras y papá la despedía.<br />

Inmediatamente papá empezó a subir las escaleras y tocó mi puerta.<br />

— Está abierto Papá— le dije mientras me arropaba para dormirme.<br />

— Buenas noches hija. Hasta mañana.<br />

— Gracias Papá, hasta mañana, apaga la luz por favor.<br />

Papa seguidamente apagó la luz y cerró la puerta.<br />

Sin más cerré mis ojos e intenté dormir.<br />

17<br />

Editora Digital

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!