aquà - El Dulce Nombre
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6 3 Colaboración<br />
Nuestra Hermandad inicia<br />
un tiempo de reflexión<br />
e<br />
l cristiano hecho en<br />
serie,- y poco en serio<br />
por condicionamientos<br />
familiares o sociales-,<br />
corre el riesgo de no tomar en<br />
serio la fe. Pero entre los que<br />
viven a fondo esa fe, sí encontramos<br />
testigos, a los que se les<br />
nota por su paz, su talante optimista<br />
y positivo, que sí toman<br />
en serio su fe. Se sienten Iglesia<br />
tanto a nivel personal como<br />
de grupo eclesial. Conocemos<br />
también a muchos cuyo principio<br />
es el de hacer el bien a todo<br />
el mundo que les necesite; en<br />
esto encuentran su felicidad.<br />
Están bautizados, han hecho<br />
la primera comunión, pero no<br />
mucho más, no pueden vivir la<br />
fe porque no la tienen.<br />
“Después de la muerte que<br />
sea lo que sea...” Y es que la<br />
fe y la esperanza son una<br />
gracia. No cree el que quiere<br />
sino el que puede. Imagino a<br />
las personas inquietas y sin<br />
fe ni esperanza; me imagino<br />
a mí mismo en esa situación,<br />
y me da pavor solo pensarlo.<br />
Tiene que resultar angustioso<br />
encontrarse en la vida, en<br />
la edad de la reflexión y preguntarse:<br />
¿Qué pinto yo en el<br />
mundo ¿Por qué estoy aquí<br />
y para qué estoy aquí ¿Qué<br />
soy yo: un simple producto,<br />
producto casual de la especie<br />
Es como encontrarse<br />
caído de la altura, sentirse<br />
sin memoria en medio del<br />
gran bullicio de una ciudad<br />
moderna en la que muchos se<br />
encuentran tan perdidos y no<br />
sabes a quien preguntar.<br />
Juan Manuel García-<br />
Junco Caballero, Pbro.<br />
Párroco de San Lorenzo.<br />
Director Espiritual<br />
La tarea de la<br />
Iglesia es hacer<br />
del mundo un<br />
lugar mejor,<br />
al igual que<br />
nuestro camino<br />
en la vida<br />
<strong>El</strong> sentido de<br />
nuestra vida no<br />
es simple mente<br />
pasar, caminar<br />
para llegar a una<br />
meta, sino ir<br />
dejando semillas,<br />
mejorando el<br />
entorno que deja<br />
mos atrás<br />
Escribo todo esto con ganas,<br />
con el alma jubilosa, porque el<br />
Señor Jesús ha puesto en mis<br />
manos el mapa existencial y<br />
la brújula. En ese mapa encuentro<br />
de dónde vengo: Soy<br />
un sueño, un proyecto eterno<br />
de Dios (cf. Ef 1,3). Sé adonde<br />
me dirijo: “No tenemos aquí<br />
ciudad permanente sino que<br />
vamos en busca de la eterna”<br />
(Hb 13,14). Sé quién y quiénes<br />
son los compañeros de viaje y<br />
la dieta que tengo para el camino<br />
(Lu 24,32; Mt 28,20). Y<br />
sé también, al menos a grandes<br />
rasgos, la tarea que he de<br />
hacer en ese caminar fecundo<br />
y hacendoso hacia la futura y<br />
eterna ciudad.<br />
Porque el sentido de nuestra<br />
vida no es simplemente<br />
pasar, caminar para llegar a<br />
una meta, sino ir dejando semillas,<br />
mejorando el entorno<br />
que dejamos atrás, recogiendo<br />
basura, plantando árboles,<br />
arreglando baches... Se trata<br />
de una tarea grandiosa. Es la<br />
tarea de la Iglesia y yo sólo<br />
puedo vivir mi fe cristiana en<br />
la Iglesia, en cualquier grupo<br />
que es, precisamente, creación<br />
de la Iglesia.<br />
¿Cuál es el riesgo<br />
Trabajar como si el Reino de<br />
los cielos fuera mi propia empresa<br />
y así perder el rumbo al<br />
perder la brújula. Todo grupo<br />
humano que se precie traza<br />
un plan de acción y unas estrategias<br />
a varios años vista;<br />
los políticos, las empresas, la<br />
iglesia y sus grupos lo hacen.<br />
Al comienzo del mandato, del<br />
año, o del curso pastoral se<br />
hace la presentación pública<br />
del plan general, los objetivos<br />
y sus líneas prioritarias en algún<br />
lugar emblemático.<br />
¿Dónde mirarnos<br />
En el evangelio de San Lucas<br />
se nos presenta a Jesús, al<br />
comienzo de su vida pública,<br />
<strong>Dulce</strong><strong>Nombre</strong><br />
lanzando las líneas programáticas<br />
de su misión. Había sido<br />
declarado Mesías el día de su<br />
bautismo y había sido ungido<br />
por el Espíritu del Padre para<br />
llevar a cabo la misión encomendada.<br />
“Lleno de la fuerza del Espíritu”,<br />
dice el evangelio, y después<br />
de descartar como tentación<br />
los medios poderosos y<br />
espectaculares, regresó a Galilea”.<br />
Era la región del pueblo<br />
llano y donde las expectativas<br />
nacionalistas sobre un Mesías<br />
que devolviera la grandeza y<br />
el orgullo a la nación israelita<br />
estaban más a flor de piel.<br />
-”<strong>El</strong> Espíritu del Señor está<br />
sobre mí. Él me ha ungido”. Se