BALMES Y EL CRITERIO PARA FILOSOFAR 1. Fidelidad a la ...
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<strong>BALMES</strong> Y <strong>EL</strong> <strong>CRITERIO</strong> <strong>PARA</strong> <strong>FILOSOFAR</strong><br />
nada que prescribir, porque entonces hay <strong>la</strong> enajenación mental,<br />
sea duradera o momentánea. Lo que hacen ordinariamente <strong>la</strong>s<br />
pasiones es ofuscar nuestro entendimiento, torcer el juicio; pero no<br />
cegar del todo aquél ni destituimos de éste. Queda siempre en el<br />
fondo del alma una luz que se amortigua, más no se apaga, y el<br />
que brille más o menos en <strong>la</strong>s ocasiones críticas depende en buena<br />
parte del hábito de atender a el<strong>la</strong>, de reflexionar sobre nuestra situación,<br />
de saber dudar de nuestra aptitud para pensar bien en el<br />
acto, de no tomar los chispazos de nuestro corazón por <strong>la</strong> luz suficiente<br />
para guiamos y de considerar que no son propios sino para<br />
deslumhramos" 54 .<br />
El hombre debe sujetar con <strong>la</strong> razón sus pasiones, pero para<br />
ello es necesario tener conciencia de el<strong>la</strong>s. "Pero si el hombre no<br />
fija nunca su mirada en su interior, ni obra según le impelen <strong>la</strong>s<br />
pasiones, sin cuidarse de averiguar de dónde nace el impulso, para<br />
él llegan a ser una misma cosa pasión y voluntad, dictamen del<br />
entendimiento e instinto de <strong>la</strong>s pasiones. Así <strong>la</strong> razón no es señora,<br />
sino esc<strong>la</strong>va; en vez de dirigir, moderar y corregir con sus consejos<br />
y mandatos <strong>la</strong>s inclinaciones del corazón, se ve reducida a vil instrumento<br />
de el<strong>la</strong>s y obligada a emplear todos los recursos de su<br />
sagacidad para proporcionarles goces que <strong>la</strong>s satisfagan" 55 .<br />
La razón debe dirigir <strong>la</strong>s pasiones, pero no excluir<strong>la</strong>s. Incluso<br />
son un auxilio para hacer el bien. "El hombre, para seguir el camino<br />
de <strong>la</strong> virtud, combate <strong>la</strong>s inclinaciones ma<strong>la</strong>s con <strong>la</strong>s inclinaciones<br />
buenas". Balmes considera, por ello, que: "El amor de los<br />
p<strong>la</strong>ceres se neutraliza con el amor de <strong>la</strong> propia dignidad; el exceso<br />
del orgullo se temp<strong>la</strong> con el temor de hacerse aborrecible; <strong>la</strong> vanidad<br />
se modera por miedo al ridículo;<strong>la</strong> pereza se estimu<strong>la</strong> con el<br />
deseo de <strong>la</strong> gloria; <strong>la</strong> ira se enfrenta por no parecer descompuesto;<br />
<strong>la</strong> sed de vénganse se mitiga o extingue con <strong>la</strong> dicha y <strong>la</strong> honra que<br />
resultan de ser generoso. Con esta combinación, con <strong>la</strong> sagaz oposición<br />
de los sentimientos buenos a los sentimientos malos, se<br />
debilitan suave y eficazmente muchos de los gérmenes del mal<br />
54<br />
J. Balmes, El Criterio, XIX, 6, 677.<br />
55<br />
J. Balmes, El Criterio, XXU, 44, 733. "Quizás sea éste uno de los puntos<br />
más importantes del arte de pensar" (Él Criterio, XDC, 2,667).<br />
547<br />
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