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AL FINAL DE LA TARDE
Todas las tardes vengo a correr con Dios
en el esplendor de los últimos minutos.
Él tiene piernas larguísimas
como para vencer todas las alturas
que nos enturbian los ojos.
A lo lejos las fábricas destilan sus hieles,
y aquí esta pista
donde vengo a correr de mí mismo
con Dios.
El cabello es suave y cae sobre sus hombros;
diría que arrastra las eses con nostalgia
y suda (como yo).
Él no creé en Él como esperaba,
a veces se decepciona,
hubiese querido ser más humano
y solo saltar obstáculos al final de la tarde.
Reposar sobre la plana yerba.
Ya no le hablo de mí.
Solo corro junto a Él.
Es tan difícil
correr sin Dios al final de la tarde.
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