La Verdadera Vida en Dios - True Life In God

ALOCUCIONES Y CARTAS DEL CLERO
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Nuestra reunión de hoy debe tener un propósito: que, en nuestro programa de vida diario, todos
nosotros nos comprometamos a orar cada día para que la paz prevalezca en el mundo. Debemos
tomar el mensaje de paz y amor, y llevarlo a los pueblos de toda la tierra. Ciertamente, podemos ser
los nuevos apóstoles que hablen de amor y de paz. Cada día nos enteramos por los medios de
comunicación de catástrofes y violencia entre los pueblos. A dondequiera que volvamos la mirada,
veremos destrucción, incendios, muertes, y oiremos llantos y lamentos. Quizá suene ilógico, pero
nosotros, el Patriarcado de Alejandría, hemos coexistido durante 2000 años en armonía, amistad y
amor mutuo con todos los musulmanes de Egipto. Nunca hemos tenido ningún problema.
¡Observen como cada mañana, cuando el sol se eleva, no hace distinciones entre aquellos a los que
envía sus rayos, ya sean cristianos, musulmanes, hindúes o budistas, porque todos vivimos bajo el
gran cielo, bajo el amor de Dios! Si hacemos a un lado nuestros intereses personales, estoy seguro
de que, algún día, todos seremos felices. Nos daremos la mano en señal de reconciliación. Yo creo,
espero y oro para que llegue el día en el que todos los pueblos de la tierra se encuentren, se den la
mano, se lamenten por la sangre derramada, y se reconcilien para toda la vida.
Desde la tierra de Egipto, que es 'Theovadistos' (hollada por Dios), precisamente porque Nuestro
Señor Jesucristo caminó por ella, debemos enviar hoy, a todos los confines del mundo, un valiente
mensaje de amor y paz. Así como nos hemos reunido hoy, en la Iglesia, bajo la misma cúpula, y no
hicimos diferencias entre cristianos y no cristianos, u otras religiones, desde hoy, anunciaremos al
mundo entero que los hombres pueden vivir reconciliados, siempre que aprendan a amar, primero,
a su Dios, quienquiera que Éste sea, cualquiera que sea Su Nombre. Y estoy seguro de que el amor
por sus semejantes brotará después también.
Comuniquen a los líderes de sus Iglesias, a los líderes de sus religiones, a su gente, a sus
comunidades, a sus pueblos, a sus ciudades, a sus países, nuestros saludos y nuestras bendiciones,
nuestro amor. Díganles que algunos griegos, algunos cristianos, no importa el número, oramos por
la paz, por el mundo entero, ¡para que el año próximo, que espero tenerlos a ustedes cerca, haya
amplias sonrisas! ¡Porque podemos manifestar el mensaje de que ya no hay guerra, ya no hay
hombres asesinados, ya no hay más sangre fraterna, injustamente derramada, sobre la tierra!".
S.E. Monseñor Theofylaktos,
Obispo de Babilonia