Evolución de la pobreza y la vulnerabilidad social - Coparmex

Enfoques
p o r Lu i s Fo n c e r r a da
Evolución de la pobreza
y la vulnerabilidad social
DESAFORTUNADAMENTE, LAS PERSONAS que perciben los más
bajos ingresos son las más vulnerables ante las crisis económicas.
La naturaleza de esta crisis ha sido particularmente nociva para los
sectores más vulnerables de la población mundial, ya que estuvo
precedida por un alza en el precio de los alimentos entre 2005 y 2008.
El Banco Mundial estima que el número de personas en
pobreza extrema aumentó entre 130 y 155 millones entre
2005 y 2008, y se espera que aumente en 53 millones más
durante 2009. Por su parte, la Organización de Naciones
Unidas indica que el avance para alcanzar las metas del
milenio se ha desacelerado e incluso en algunos casos la
tendencia se ha revertido.
México no ha estado exento a esta tendencia; resultados
preliminares del Comité Permanente para la Nutrición
indican que las horas de trabajo necesarias para alimentar
un hogar de cinco integrantes aumentaron: ahora el
jefe del hogar requiere 15 horas extras de trabajo a la
semana para dar de comer a su familia. De igual forma,
los resultados más recientes de la ENIGH indican que en
nuestro país la pobreza, medida como alimentaria, de
capacidades y patrimonio, aumentó entre 2006 y 2008.
Las razones detrás de este incremento en la pobreza
requieren de un análisis económico profundo y detallado,
ya que si bien este periodo incluye el alza en el precio de
los alimentos, también se caracterizó por un moderado
crecimiento y presupuestos públicos históricamente
generosos. Además, hay que recordar que en la segunda
mitad de 2008, cuando la encuesta fue levantada, apenas
se vislumbraban los primeros efectos de la crisis.
La realidad es que aún no se conocen las dimensiones
del efecto que la crisis económica, que vivimos en la
actualidad, tendrá sobre los niveles de pobreza en
nuestro país. Sin embargo, esto no implica que debamos
quedarnos cruzados de brazos esperando al recuento
de los daños porque lo que sí sabemos es que las
crisis económicas afectan más y primero a las personas
de menores ingresos y estas mismas personas son las
que muchas veces se benefician menos en los años de
bonanza.
En particular, en América Latina los procesos de recesión y
recuperación económica carecen de impactos simétricos
en los niveles de pobreza. Es decir, mientras los niveles de
pobreza se disparan tras el brote de una crisis económica,
un país tarda muchos años en recuperar los niveles de
pobreza previos a la crisis. En México, la crisis más reciente
fue la de 1995, cuando el porcentaje de personas viviendo
en condiciones de pobreza alimentaria pasó de 21.2%
de la población en 1994 a 37.4% en 1996. Gracias a un
mercado externo pujante, el proceso de recuperación
económica tras la crisis de 1995 fue rápido, sin embargo,
la recuperación de los deciles de menores ingresos fue
extremadamente lenta: nos tardamos aproximadamente
ocho años en obtener niveles de pobreza inferiores a los
reportados en 1994.
8 ENTORNO

Foto: Ana Lourdes Herrera
Aparte de la coyuntura actual, México enfrenta un
problema de fondo, que se ha arraigado en nuestra
sociedad, para combatir la pobreza: la elevada
vulnerabilidad social. Este concepto hace alusión a la
persistencia de la pobreza en los países en desarrollo
y es definido por McCulloch y Calandrino (2003)
como la vulnerabilidad de los hogares a mantenerse
indefinidamente o de manera habitual en condiciones de
carencia a lo largo del tiempo (McCulloch, J. y Calandrino,
M., 2003, “Vulnerability and chronic poverty in rural
Sichuan”, World Development, Vol. 31, No. 3, 99 425-439).
Resultados de Hernández - Laos (2006) indican que
en México un elevado porcentaje de los hogares se
encuentran inmersos en situaciones permanentes de
incertidumbre y riesgo de continuar indeterminadamente
en situaciones de limitado bienestar económico
(Hernández Laos, E., 2006, “Bienestar, pobreza y
vulnerabilidad: nuevas estimaciones para México”.
Disponible en: http://www.ejournal.unam.mx/ecu/
ecunam9/ecunam0902.pdf).
Además, esa vulnerabilidad se ha incrementado de
manera gradual, especialmente para los núcleos de
trabajadores no calificados (trabajadores rurales e
informales urbanos) cuya colocación en el mercado
laboral es de carácter informal o precario. Debido a que
los ingresos provenientes del trabajo representan la
fuente más directa e importante de supervivencia de los
hogares que se encuentran en condiciones de pobreza
o vulnerabilidad social, la CEPAL (2000) argumenta que
la falta de empleo o su mala calidad es el vínculo más
claro entre estos dos fenómenos (CEPAL, 2000, Panorama
Social en América Latina 1999- 2000, Capítulo 1, “Pobreza y
Vulnerabilidad Social”).
En general, las mejores oportunidades laborales en cuanto
a calidad del empleo y remuneraciones dependen de
crecientes niveles de educación, el cual es un bien escaso
y deficiente entre los sectores de bajos ingresos. Esto
impide o limita que los pobres rurales y urbanos accedan
a estos puestos de trabajo, orillándolos a recurrir a trabajos
en sectores de baja productividad y consecuentemente
de salarios o ingresos bajos.
Otro rasgo de la vulnerabilidad social es que el acceso
a servicios educativos y de salud de calidad, así como
a servicios de previsión social, presenta una clara
diferenciación por estratos sociales, lo que constituye
un impedimento para la superación de la pobreza.
Estimaciones de la CONEVAL para 2008 revelan que
mientras a nivel nacional sólo el 7.6% de la población
mayor a 15 años es analfabeta, para el 20% más pobre del
“Las horas de trabajo necesarias
para alimentar un hogar
de cinco integrantes aumentaron:
ahora el jefe del hogar requiere
15 horas extras de trabajo
a la semana para dar de comer
a su familia”
país esta proporción representa más del doble, 17.9%.
En tanto que sólo el 23.3% de los jefes de los hogares
más pobres completaron educación básica o más, a nivel
nacional esto asciende a 47%.
Por su parte, el acceso a los servicios de salud y seguridad
social también muestran grandes deficiencias: en el quintil
de menores ingresos, 92% de la población ocupada no
cuenta con derechohabiencia a servicios del IMSS, ISSSTE,
PEMEX, Marina, Ejército y Universidades, y 70% de las
personas mayores a 65 años que no trabajan, no reciben
pensión.
La reducción de la vulnerabilidad social y el combate a la
pobreza debe identificar e impulsar iniciativas de políticas
públicas orientadas a proveer una red de protección
básica y a promover la igualdad de oportunidades,
Evolución de la pobreza de la
vulnerabilidad social
Probabilidad de estar en condición de
pobreza
100
80
60
40
20
Evolución de la vulnerabilidad social
Peón rural
Informal urbano
Obrero formal
0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Fuente: CEESP con estimaciones de Hernández-Laos (2006)
Fuente: CEESP con estimaciones de Hernández-Laos (2006).
Profesionista
Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, A. C.
ENTORNO 9

“Aparte de la coyuntura actual,
México enfrenta un problema de
fondo, que se ha arraigado en
nuestra sociedad, para combatir
la pobreza: la elevada vulnerabilidad
social”
Evolución de la pobreza
por ingresos nacional
Evolución de la pobreza por ingresos nacional
80
70
60
50
40
30
20
10
Crisis del ‘95
53.1
 52.4
29.7
 30.0
21.4
 21.2
69.0
46.9
37.4
63.7
41.7
33.3
53.6
31.8
24.1
¿Crisis de alimentos?
¿Comienzos de la crisis
financiera internacional?
¿Caída en remesas?
50.0
26.9
20.0
47.2
 47.0
24.7
 24.7
17.4
 18.2
42.6
20.7
13.8
47.4
25.1
18.2
0
1992
 1994
 1996
 1998
 2000
 2002
 2004
 2005
 2006
 2008
Pobreza
alimentaria
 Pobreza
de
capacidades
 Pobreza
de
patrimonio
Pobreza
alimentaria
 Pobreza
de
capacidades
 Pobreza
de
patrimonio
Fuente: 
CEESP con estimaciones 
 del CONEVAL 
en 
base 
a 
las 
ENIGH.
Fuente: CEESP con estimaciones del CONEVAL en base a las ENIGH
Centro de Estudios Econ
 ó
micos del Sector Privado, A. C.
incluyendo indispensablemente el acceso a la educación
y la salud. La coyuntura actual ha resultado en una menor
disponibilidad de recursos fiscales, por ello hoy más que
nunca es importante corroborar la efectividad y eficiencia
de todos los programas sociales, y conservar sólo
aquellos que cumplan con sus objetivos.
También hay que garantizar que el gasto social
realmente atienda a la población que más lo necesita,
evitando así prácticas regresivas. Es fundamental que
esto vaya acompañado de políticas públicas bien
dirigidas y operantes, que construyan verdaderos
vehículos de desarrollo y den respuesta a las
necesidades de empleo de la población. Así nos
aseguraremos de que al reducir la vulnerabilidad social
y combatir la pobreza, los niveles de pobreza vuelvan a
una senda sostenidamente decreciente. E
El autor ocupó diversos puestos directivos en la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público durante 10 años. Fue cónsul
general de México en Milán, Italia, y participó en las
actividades de promoción del Tratado de Libre Comercio con
Europa. Actualmente es el director del CEESP.
10 ENTORNO