Fermentum Fidei Revista Digital

¿Seguir o Imitar a
Cristo?
¿Seguimiento o
imitación?
En el lenguaje ético, el
seguimiento caracteriza el
comportamiento de quien
acompaña a alguien
reconociéndole como su jefe,
poniéndose a su servicio,
aceptando su programa de
vida, siguiendo sus
prescripciones. La imitación en
cambio, es uniformarse,
consciente o
inconscientemente, con una
persona a la que admira como
modelo. Por tanto seguimiento
e imitación tienen diferentes
alcances éticos; el jefe se
impone por su autoridad, el
modelo por la fascinación de su
valor. Regularmente el modelo
no se impone de forma que
haya que copiarlo
materialmente. El que imita
está en una situación
dialéctica: permanece en su
decisión independiente, si bien
ya no autónoma como antes.
Sabe que es él mismo quien se
determina a obrar, aunque el
remoto principio de su obrar no
reside ya exclusivamente en su
intimidad. El que imita se
determina por sí mismo a obrar,
aunque sea bajo la tracción
plena del amor y fascinación
del modelo. Si bien en el
seguimiento se testimonia
obediencia a los preceptos
recibidos, en la imitación se
expresa amor al que fascina;
se nutre ardiente deseo de
compartir su esplendor de
bondad; nos sentimos
interiormente renovados hasta
permanecer fieles al ideal leído
en la persona del modelo. En el
seguimiento nos gusta
mantenernos fieles a
reglamentos a veces muy
precisos; en la imitación
ocupan primer plano las
relaciones con la persona
ejemplar.
El modelo no constituye el
guion de acciones concretas
que uno debe realizar, sino sólo
el recuerdo de valores que uno
estima recrear con autonomía y
estilo personal: mirando el
modelo realiza un ideal con
creatividad propia, ya sea por
motivación, por contenido, por
modalidad. Así pues en el
ámbito cristiano trataremos de
identificarnos más con la
imitación que con el
seguimiento, o en tal caso
seguir a Jesucristo, irá
vinculado con imitarle a él,
pues no se trata de perder
nuestra personalidad y regirnos
bajo su autoridad, sino amar su
persona, su proyecto y desde
nuestra creatividad y libertad, a
partir del modelo que es Cristo,
forjar nuestro camino desde su
imitación.
Seguimiento/imitación en la
Sagrada Escritura.
En el Antiguo Testamento, es
obvio que no se busca imitar a
Yhwh, ni se usa habitualmente
seguirle a él, ello por dos cosas
bien concretas: en el AT se
obedecía a Dios, pero no se
podía arbitrariamente usar la
expresión de seguirlo, pues
dicha expresión estaba
relacionada con aquellos que
siguen a los dioses paganos,
por tanto seguir a Dios es
usado con cautela; en segundo
lugar la palabra seguimiento
tenía más una connotación
humana, se seguía personas
importantes, como el hijo al
padre o la esposa al marido, el
guerrero al jefe, etc. En los
pasajes donde se sigue a
Moisés (Ex 24, 1 3; Nm 11 , 25)
o a los profetas (1 Re 1 9, 1 9ss;
2 Re 4, 1 2), el pueblo se
declara no alumno de ellos,
sino dispuesto para la voluntad
de Dios, Moisés y los profetas
no enseñan una doctrina
personal, sino que se califican
como servidores de Yhwh.
30