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BICI
SPORT
Tour de Omán
CAMPANAZO DE RAFA VALLS EN OMÁN
Esto era ganar
Tras cinco años en el dique seco
"y levantándome tras cada caída y
lesión", Valls resurgió con un éxito
que le da "la confianza de que
no se me ha olvidado ganar". La
polémica cancelación de una etapa
también dio mucho que hablar.
Desde Omán Ainara Hernando Fotos Graham Watson
El dedo en la boca y la riña
El pequeño Aleix Valls no entiende nada.
Está hasta un poco cabreado y todo cuando
le enseñan una foto de su papá, que está
corriendo en la otra parte del mundo y
aparece entrando en la meta con el dedo
metido en la boca. ¡Pero bueno! Al poco rato
suena el teléfono en casa de la familia Valls en
Cocentaina. Lo descuelga Dámaris, su mujer,
"loca de contenta" que después de hablar y
felicitar a su Rafa le pasa el aparato al pequeño.
Rafa quiere decirle que esa victoria, la de Green
Mountain, la del final del largo túnel que lo
tenía vagando casi ciego, harto de caídas y
lesiones, estaba dedicada a él. Quiere contarle
al pequeño Aleix que ese triunfo era para que se
diera cuenta de que papá también sabe ganar.
Por todas aquellas veces que "viendo carreras
en casa me preguntaba por qué no ganaba".
Y Rafa se quedaba mudo. "Cariño, ganar no es
fácil. Claro que me gustaría, pero...".
La tarde después de bajar de la Green Mountain
triunfante y vestido de líder, Rafa al fin tiene una
victoria que brindar a su niño. Por eso corre a
llamarlo y claro, Aleix, mosqueado se lo suelta.
Que está muy bien que haya ganado... "pero
papá, ¿por qué te has puesto el dedo en la
boca? ¡Siempre me riñes para que no lo haga y
tú vas y te lo pones ahora!".
Antes de llevarse el dedo a la boca para celebrar
su resurrección, a Rafa Valls le pasan muchos
momentos por la cabeza. Justo en ese instante,
cuando escala junto a Van Garderen ya en el
último kilómetro de subida, la mente rebobina
hacia la subida a la Ermita de Santo Toribio
del Circuito Montañés 2009. Rafa iba de líder
y Van Garderen atacó. El americano se llevó la
etapa y le arrebató el liderato. Y Rafa no pudo
evitar derramar un sinfín de lágrimas. Seis años
después ahí estaba de nuevo con él, "y me dije,
macho, esta no se te puede escapar".
Y en esos últimos 800 metros donde suelta
a Van Garderen, a Rafa los recuerdos se le
agolpan. El peso de cinco años de dolor y
pesadumbre. De la rótula que se rompió en
el Tour de Langkawi en 2010, el inicio de la
pesadilla. Llegar del Tour de San Luis ganando
una etapa con final en el Alto del Potrero y un
mes después la primera lesión. 700 metros para
el final. Y otra imagen le viene a Rafa, la caída en
el Tour de Romandía, la rodilla que se resiente.
La recuperación rápida para correr el Tour con el
Footon-Servetto de Matxin, quien tanto confió
en él y tanto se alegrará por este tirunfo. Se
exprime Rafa sobre la carretera de la Montaña
Verde y Van Garderen va quedando lejos.
600 metros. Otro fogonazo del pasado. La
mononucleosis que en 2011 le tuvo parado.
Y sigue escalando Rafa, que el dolor ya no
existe y cada vez se ve más cerca la meta.
La resurrección. 500 metros y ahora falta la
respiración. La fuerte caída en el descenso del
Collado Bermejo, en la Vuelta a Murcia donde
se estrenaba con el Vacansoleil y le produjo
un neumotórax. Iba quinto en la general y
acabó con dos costillas rotas. Otra vez vuelta
a empezar, la horripilante primera semana en
la que tienes ganas de dejarlo todo, "te vienes
abajo, piensas que otra vez no puede ser". El
trabajo con el fisio, "que menos mal que está
él, Jordi Reig, que con su motivación hacía que
volviera antes de lo esperado". Ya sólo quedan
400 metros para conquistar el Tour de Omán.
Entonces Rafa piensa en el Giro 2012, "me caí en
la sexta etapa, me rompí dos costillas y aun así
lo terminé". El 28º.
300 metros. Ahí viene lo peor. Es el final.
"Entonces me acordé del Tour Down Under de
2014, de lo bien que llegaba, del estreno con el
nuevo equipo, y en la tercera etapa me rompí el
húmero. No podía creerlo". Operación y parar.
"Pero nunca me rendí, nunca pensé que la vida
me decía que debía dejarlo". Todo lo contrario.
"A testarudo no me gana nadie". El último
pensamiento antes de llevarse el dedo a la boca
y lanzar un grito liberador es a eso, al regreso
gracias a todos los que siempre han estado
cerca. "A mi padre que es un incondicional, a
mi madre que es la que más sufre, a mi mujer
que se come todos los marrones...". Y para Aleix,
claro, porque papá también sabe ganar.
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