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FENOMENOLOGÍA DE LA EMPATÍA

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428 ROBERTO J. WALTON<br />

que cada uno tiene de sí mismo se excede a sí misma por medio de un<br />

desvelamiento de horizontes que desborda el sentido del punto de partida<br />

en el cual se encontraban latentes o indeterminados. Mi experiencia actual<br />

encierra sentidos potenciales que no se limitan a ella aun antes de<br />

una alusión al alter ego. Así, el pasaje efectivo de la esfera de lo propio a<br />

la esfera de lo extraño encuentra sus condiciones de posibilidad en la<br />

naturaleza misma del ámbito primordial que tiende a trascenderse a sí<br />

mismo. Si no se tiene en cuenta esta tendencia, no se puede obviar el<br />

conflicto latente entre la descripción del otro yo como trascendente y su<br />

constitución en la inmanencia, es decir, entre constituir el otro en mí y<br />

constituirlo como otro. El potencial de sentido sobre cuya base opera la<br />

explicitación -es decir, el excedente que no puede ser agotado por ellaes<br />

el lugar en el cual puede manifestarse el otro en el respeto por su<br />

alteridad. Pero precisamente porque voy más allá de mí mismo al determinar<br />

los horizontes de mi propia experiencia queda abierto el camino<br />

para una intencionalidad "en la que se constituye un nuevo sentido de ser<br />

que va más allá de mi ego monádica en su propiedad [...] 63 ".<br />

Ahora bien, no sólo importa la potencialidad sino una autodiferenciación<br />

del yo. Desde este punto de vista, N. Depraz sostiene que no se debe<br />

rechazar la egología sino profundizarla y arraigarla, en tanto mediada por<br />

lo otro, en una "ipsología" y una "alterología". La experiencia del otro no<br />

se sustenta en la búsqueda de otro que residiría en el exterior sino que<br />

requiere poner de relieve una alteridad respecto de sí mismo. Esto quiere<br />

decir que el yo se percibe a sí mismo como otro respecto de sí mismo. Se<br />

trata de una alteridad primaria anclada en la experiencia del tiempo y la<br />

imaginación. Por un lado, el análisis husserliano de la temporalidad inmanente<br />

pone de manifiesto un retraso respecto de sí mismo en todo intento<br />

de apropiación de sí mismo por parte del yo, es decir, una no coincidencia<br />

consigo mismo. Por otro lado, puedo imaginar mis posibilidades de serotro.<br />

Sobre esta alteridad primaria se funda una alteridad secundaria que<br />

reside en la del ego que es espectador de sí mismo respecto del ego<br />

trascendental sobre el que reflexiona. Y esta experiencia multiestratificada<br />

de la alteridad con respecto a sí mismo proporciona un suelo para la<br />

experiencia del otro en tanto alter ego. Así, la egología husserliana no<br />

debe ser entendida como una egología solipsista, ya que el solipsismo es<br />

sólo una etapa metódica provisoria. Su fecundidad reside en que muestra<br />

que la intersubjetividad está presente de manera originaria en la subjetividad<br />

en tanto ésta se revela, en virtud de una estructura de traspasamiento,<br />

como (inter)-subjetividad 64 .<br />

63<br />

64<br />

Hua I, 125. Cf. PAUL RICOEUR, DU texte à l'action, Paris, Du Seuil, 1986, pp. 67-73.<br />

Cf. N. <strong>DE</strong>PRAZ, op cit, pp. 37-40.

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