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cnt n°343 marzo 2008 29<br />

Cultura<br />

libros<br />

La horda de oro<br />

La gran ola creativa y existencial, política<br />

y revolucionaria (1968-1977)<br />

La historia de los sesenta y setenta en Italia:<br />

Autonomía obrera. Contracultura. Años de plomo.<br />

Cuerpos separados. Estragos por parta del Estado.<br />

Subversión, Represión. Terrorismo. Excepción... ; o<br />

por el contrario, los años más bellos de nuestras<br />

vidas. Transformación radical de la vida cotidiana.<br />

Utopía. Necesidad de comunismo. Revolución sexual.<br />

Nanni Balestrini<br />

y Primo Moroni<br />

Traficantes de sueños<br />

680 pags.<br />

PVP: 28 euros<br />

Lucha armada, etc. Y aun más. Mundo Beat. Hippies.<br />

Situacionistas. Movimiento estudiantil. Poder obrero.<br />

Lucha continua. Maoístas. Consejistas. Anarquistas.<br />

Autónomos... Detrás de todas estas definiciones, la<br />

vida de miles, de centenares de miles de individuos<br />

durante dos décadas, que excavaron hasta los cimientos<br />

de los pilares aparentemente inmutables de la<br />

sociedad italiana. Después de aquella enorme y profunda<br />

experiencia colectiva, nada puede ser considerado<br />

como antes.<br />

Mercenarios. Guerreros del imperio<br />

Mercenarios para el imperio<br />

La última fase del poder global: la privatización de las guerras y la<br />

seguridad colectiva.<br />

Para comprender lo que pretendo explicarles<br />

se hace necesario que me acompañen<br />

en un viaje imaginario sin<br />

necesidad de exigirles que se expriman<br />

mucho las neuronas. Imagínense que<br />

una superpotencia declarase la guerra a nuestro país.<br />

La primera fase sería, más o menos, la siguiente: los<br />

misiles de medio o largo alcance barrerían nuestras<br />

ciudades, nuestros cielos perderían la luz del sol y<br />

se llenarían de «F1530». Las «bombas de racimo» o<br />

los gases o pesticidas nos obligarían a buscar refugio.<br />

Nuestros pueblos se convertirían en solares y las<br />

epidemias matarían más seres humanos que las bombas.<br />

Terminada esta fase, comenzaría la ocupación<br />

con helicópteros «Apache», carros de combate<br />

«Leopard» o «Leclerc» e infantes de Marina, para<br />

apoderarse de nuestras materias primas (el carbón,<br />

la fabada, la sidra, las vacas, etc.). Y, por fin, los<br />

invasores tendrían que asentarse en el territorio para<br />

que el nuevo Gobierno títere de la superpotencia<br />

dirigiera los destinos de los supervivientes y comenzase<br />

la reconstrucción. En resumen, tres fases: destrucción,<br />

invasión y asentamiento.<br />

Si ustedes analizan todas las guerras, verán que<br />

siempre se suceden esas tres fases. Y, curiosamente,<br />

la más delicada para los invasores es la última, es la<br />

que les puede obligar a perder la guerra, aunque en<br />

las otras dos no encontrasen una resistencia firme.<br />

Le ocurrió a Napoleón en la Guerra de la<br />

Independencia y en el frente ruso. Repitió error<br />

Hitler en la URSS. Se hundió EE UU en Vietnam. La<br />

URSS en Afganistán, en Chechenia. Y si nada cambia,<br />

EE UU repetirá en Irak. Es decir, ganan la guerra,<br />

pero pierden la paz.<br />

Daniel Pereyra -autor de Del Moncada a Chiapas<br />

(1994), El caso Pinochet (2000) o Argentina rebelde<br />

(2003), vuelve a la carga en Mercenarios: guerreros<br />

del imperio (El Viejo Topo, 2007) donde nos muestra<br />

cómo desde la guerra franco-prusiana de 1870-<br />

71, pasando por la Gran Guerra, la II Guerra Mundial,<br />

hasta llegar a todos los conflictos actuales, los ejércitos<br />

han sufrido una importante transformación:<br />

han abandonado los reemplazos obligatorios y los<br />

han sustituido por voluntariado profesionalizado. Las<br />

Daniel Pereyra<br />

296 paginas,<br />

20 euros.<br />

razones se encuentran en tres factores que se combinan:<br />

la reducción de gastos por parte del Estado<br />

en su afán de privatizarlo todo, hasta los cementerios;<br />

el incremento del nivel técnico del armamento,<br />

que provoca una mayor sofisticación y conocimientos<br />

en su manejo, y, para terminar, la presión a la<br />

que están sometidos los gobiernos por parte de los<br />

movimientos pacifistas.<br />

Lo anterior influye en la reducción de efectivos<br />

humanos, ya saben: disminución de mano de obra<br />

provocada por la automatización. Las incontables<br />

tropas formadas por soldados con el máuser en la<br />

mano, imagen propia de la estrategia de trincheras<br />

de la I Guerra Mundial, ha muerto. Ahora los asesinos<br />

son las «bombas de racimo», los aviones de combate<br />

sin piloto, los misiles de largo y medio alcance,<br />

la dioxina o el glifosato, los proyectiles con<br />

uranio empobrecido, etc. Con todo eso se ganan<br />

miles de guerras, pero no se puede ganar una sola<br />

Paz (así, con mayúsculas).<br />

Después del desembarco en Normandía las tropas<br />

aliadas ganaron la Paz porque la propia población<br />

civil hizo el trabajo de reconstrucción. Pero cuando<br />

la población autóctona es hostil no queda más remedio<br />

que plagar el territorio de soldados armados,<br />

como hizo Napoleón en 1808. Ahí aparece el problema:<br />

ya no hay suficientes soldados. ¿Cuál es la<br />

solución que han buscado? La subcontrata: los<br />

gobiernos han concedido licencias a empresas privadas<br />

para que realicen el trabajo sucio y así se ahorran<br />

millones de dólares (el Departamento de Defensa<br />

de EE UU aseguraba en el 2002 que se podían economizar<br />

11.000 millones de dólares con las subcontratas<br />

de guerra).<br />

Así han nacido las corporaciones militares privadas,<br />

que se alimentan de mercenarios. Comenzaron<br />

en Sudáfrica en los ochenta, la pionera fue la<br />

Executives Outcones, y se han extendido por todo el<br />

planeta. EE UU es la nación que más posee, pero<br />

también están Gran Bretaña, Dinamarca, Holanda,<br />

Canadá, Bélgica, Rusia. Su origen hay que buscarlo<br />

en «Soldier of Fortune» (años ochenta), donde se<br />

anunciaban para ser reclutados, en un principio, para<br />

incursiones en África. Hoy ya es un fenómeno extendido,<br />

con nóminas que rondan los 6.000 euros mensuales,<br />

«nóminas de enganche», pero reducidas a<br />

1.000 euros cuando se encuentran en el país invadido<br />

y sin billete de regreso.<br />

Daniel Pereyra, huyendo de una prosa técnica o<br />

llena de oropeles, queriendo acercar el problema y el<br />

nuevo fenómeno al ciudadano medio, ilustra su libro<br />

con un lenguaje sencillo apoyado con miles de datos,<br />

fechas y lugares, para mostrarnos cómo es la guerra<br />

de ahora y la que nos llegará, con la moderna carne<br />

de cañón al servicio del mejor postor. ¡Ay!, tal vez<br />

Einstein tenía razón cuando dijo: «No sé cómo será<br />

la tercera Guerra Mundial, pero tengo muy claro que<br />

la cuarta será con piedras».

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