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primeros fragmentos de la colección de Diels, que proceden de Simplicio. La demostración de Zenón—que si existiera lo «múltiple» tendría que ser infinitamente pequeño, ya que consistiría en ínfimaspartes sin tamaño, y al mismo tiempo tendría que ser infinitamente grande, puesto que constaría deinfinitamente muchas de estas partes— descansa sobre el supuesto de que ambas de : terminaciones,la pequeñez y la multiplicidad de las partes, son pensadas por sí mismas y, en cada caso, conducenpor sí mismas a las determinaciones de «lo múltiple». También el segundo elemento, es decir, elpensamiento simultáneo de las determinaciones contradictorias, está aquí presente en el argumento,en la medida en que dicho argumento pretende ser una refutación indirecta de la hipótesis de lo«múltiple». Pero es una refutación tal sólo en tanto que la pequeñez y el [32] tamaño han de ser directamenteadscritos a lo múltiple, y no en diferentes aspectos. Una separación de los diferentesaspectos de multiplicidad y pequeñez evitaría, en efecto, la contradicción. La forma del argumentocorresponde exactamente a los que los antiguos atribuían al «eleata Palámedes»: que para cada proposiciónhay que investigar también su contraria, y que hay que desarrollar además las consecuenciasde ambas proposiciones. Ciertamente, en Zenón el hecho de pensar las determinaciones conjuntamentey por sí mismas es dialéctico-negativo. Lo que es determinado por tales contradicciones es,por contradictorio, nulo y vacío. El tercer elemento de la dialéctica hegeliana que hemos señalado, lapositividad de las contradicciones, falta por tanto aquí.Pero también cree Hegel poder mostrar esta positividad en la antigua dialéctica, aunque no antesde Platón. Hegel está, por supuesto, de acuerdo en que la dialéctica en Platón, bien frecuentemente,sólo tiene el propósito negativo de confundir los prejuicios. Como tal, es sólo una variante subjetivade la dialéctica de Zenón, que con los medios de la representación externa y sin resultado positivo escapaz de refutar cada afirmación —un arte particularmente cultivado por los sofistas. Pero por encimade esto Hegel ve en Platón una dialéctica positivo-especulativa, una dialéctica tal que no conducea contradicciones objetivas solamente por abolir su presuposición, sino que comprende además lacontradicción, la antitética del ser y el no ser, de la diferencia y la indiferencia en el sentido de surecíproca correspondencia, y, por tanto, de una unidad superior. Para esta interpretación de la dialécticaplatónica Hegel se inspira, sobre todo, en el Parménides de Platón, cuya exégesis onto-teológicadesarrollada por el neoplatonismo él tuvo presente. Allí, en lo que enteramente parece ser una radicalizaciónde la dialéctica de Zenón, se lleva a cabo la conversión de una posición en su contraria —y ciertamente, merced a un proceso de mediación, en el cual cada una de estas determinaciones espensada abstractamente por sí misma. (Por supuesto, Hegel, como ya [33] hemos mencionado, leobjeta a la dialéctica del Parménides el que no sea todavía pura dialéctica, sino que comienza conrepresentaciones dadas, como, por ejemplo, la proposición: «Lo Uno es.» Pero si se acepta este innecesariocomienzo, entonces —opina Hegel— esta dialéctica es «enteramente correcta».)El Parménides destaca por derecho enteramente propio entre las obras de Platón. Es cuando menosproblemático decidir si la exhibición de contradicciones en el Parménides tiene un sentido positivode demostración, y no se trata tan sólo de un ejercicio propedéutico que intenta disolver la fijaciónde las suposiciones ideales y el rígido concepto eleático del ser que late tras esas suposiciones.Pero Hegel procede luego a leer el Sofista platónico con la idea preconcebida de que la dialécticatiene allí el mismo sentido que en el Parménides, y sobre la base de esta idea preconcebida encuentraque en el Sofista se expresa, de hecho, la positividad de las contradicciones absolutas. Lo decisivoque Hegel cree leer aquí es que Platón enseña que lo idéntico debe ser reconocido, en uno y el mismorespecto, como lo diferente. Hegel llega a esta conclusión, como hace ya largo tiempo que se hademostrado 12 , merced a una total malcomprensión del pasaje 259 b del Sofista. Su traducción diceasí: «Lo difícil y verdadero es esto: que lo que es lo otro es lo mismo. Y ciertamente en uno y elmismo respecto, por el mismo lado» (XIV, 233). Pero lo que en verdad se dice en el referido pasajees: Lo difícil y verdadero es, cuando alguien dice que lo mismo es de alguna manera también diferente,seguirle hasta averiguar en qué sentido y en qué respecto ello es así. Si no se caracteriza esterespecto, y se lo deja indeterminado, entonces concebir lo mismo como diferente y producir de estamanera contradicciones es, por el contrario, expresamente caracterizado como una tarea inútil quesólo tiene interés para un aprendiz.No cabe duda de que esta particular referencia, y de [34] hecho también la referencia al Sofistaen conjunto, como un ejemplo de dialéctica «eleática» y no obstante «positiva», carece de justificación.Platón ve lo esencial de su doctrina del logos y la fundamental diferencia que lo separa de la12 [11] K. L. W. Heyder, Kritische Darstellung der Aristotelischen und Hegelschen Dialektik, Erlangen,1845.

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