TrabajadorgaLlego, en campoamericano / Marbravo y montañaempinada /ReciedumbregallegaN uestro <strong>de</strong>sapego por el trabajo físico, es tan evi<strong>de</strong>nte que <strong>de</strong> él hanacido la <strong>de</strong>sestima que cierto sector <strong>de</strong> nuestro pueblo experimenta hacia laactividad <strong>de</strong>l gallego. Convertimos en síntoma <strong>de</strong> superioridad la falta <strong>de</strong>capacidad. Razonamos equivocadamente asi: "Si el gallego trabaja tanbrutalmente, y no le imitamos, es porque nosotros somos superiores a él". Eneste disparate, índice <strong>de</strong> nuestra supuesta superioridad, nos apoyamos parahacerle fama al gallego, <strong>de</strong> bruto y estólido, sin darnos cuenta que esasuperioridad es, precisamente, síntoma <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad.Visitemos una al<strong>de</strong>a gallega, <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> Vigo, Persibilleira,Panjon, La Bouza, Corujo.El gallego trabaja en piedra. No en ladrillo. No en ma<strong>de</strong>ra: piedra.De piedra son los hórreos don<strong>de</strong> pone a orear el trigo. De piedra lascasas. De piedra las piletas y las campanas bajo las cuales ar<strong>de</strong> el fuego. Depiedra los techos, <strong>de</strong> piedra las fuentes, <strong>de</strong> piedra los postes que sostienen lasviñas, <strong>de</strong> piedra los muros que cercan los sembradíos, <strong>de</strong> piedra los puentesy los caminitos que corren entre los maizales y <strong>de</strong> piedra los troncos quesostienen las alambradas. Sin embargo, el monte gallego negrea <strong>de</strong> bosques.Le sobra ma<strong>de</strong>ra. Levantemos la cabeza. Allá, arriba, don<strong>de</strong> únicamentepue<strong>de</strong>n andar las cabras, en la cima <strong>de</strong>l monte, en un retazo <strong>de</strong> tierra, avanzala sembradura. Esto no es juguete. Aquí, en Galicia, aunque se esté entrenadoen subir pendientes, hay que hacer un alto a cada cien metros.Pero estas parcelas dificultosas, estas fincas gallegas, a pesar <strong>de</strong> estarconstruídas <strong>de</strong> piedra gris y negra, no son tristes, sino alegres. Se levantan <strong>de</strong>entre golfos <strong>de</strong> verdura, sobrepasan los techadillos <strong>de</strong>l viñedo, sesgan barrancos,permanecen en las alturas, a un costado <strong>de</strong> un cortinado <strong>de</strong> bosque,suspendidas misteriosamente frente a la montaña azul.Cuando el gallego no trabaja la piedra o la tierra, se lanza al mar. AlAtlántico, al Cantábrico. En sus traineras y barcos <strong>de</strong> vela, llega hasta lasóóstas dé Irlanda. poril llamado Mar <strong>de</strong>l Gran Sol.Pero ha <strong>de</strong> trabajar. O en la piedra, o en el océano. Su naturalezaaventurera, no le <strong>de</strong>ja quieto. Ni la necesidad tampoco. La piedra o el océano.Estos reversos <strong>de</strong> medalla no son fiorituras <strong>de</strong> literatura impresionista, sino elbajorrelieve <strong>de</strong>l carátfer <strong>de</strong> un hombre <strong>de</strong> acción.El mar se mete en Galicia, como en los fiordos noruegos. Con ladiferencia, que en Galicia no se les llama fiords, sino "rías".A<strong>de</strong>ntramiento <strong>de</strong>l mar en los valles terrestres. Superficies <strong>de</strong> agua enzig zag, en serpentina, que siguen la ley <strong>de</strong>l flujo y reflujo. A tal punto que hastala ría <strong>de</strong> Pontevedra, en otros siglos, llegaban ballenas. El océano va a buscaral gallego a su casa <strong>de</strong> piedra. De allí esas sorpresas maravillosas que reservael litoral gallego al turista <strong>de</strong>sprevenido. Corre el tren por entre los campos <strong>de</strong>viñedos, en el fondo <strong>de</strong> un valle y <strong>de</strong> pronto, en medio <strong>de</strong> los viñedos, el océano.Un puerto. Es la ría. El panorama es idílico, pero cuando el hombre seabandona en él, el monstruo muestra la cara. El Cantábrico y el Atlántico setragan todos los años muchas vidas humanas. Razón dramática en la cual hayque buscar la reserva observadora <strong>de</strong>l gallego, aun cuando éste se encuentreen presencia <strong>de</strong> formas <strong>de</strong> vida amables y seductoras. Doble género <strong>de</strong> vida,montaña y océano, que le han entrenado para los esfuerzos más recios.De allí que en las Américas la vida sea fácil para el gallego. No sesiembra sobre piedras. La tierra es tan tierna que en verano se la cruza enferrocarril entre gran<strong>de</strong>s nubes <strong>de</strong> polvo. Aquí, en España, la tierra es tan dura,que en pleno verano, cruzando la llanura <strong>de</strong> la Mancha, que no es llanura sinouna sucesión <strong>de</strong> suaves colinas, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> seiscientos kilómetros <strong>de</strong> travesía,conservamos la ropa limpia.El gallego trabaja en América con facilidad. Tierra llana y tierna, ríosquietos y anchos. ¿Qué significa el esfuerzo en la gran llanura, comparado conla lucha en el mar traidora o en la montaña empinadísima?.Nosotros no valoramos al gallego por una subconsciente razón <strong>de</strong>envidia. En las tierras don<strong>de</strong> nosotros, continuamos siendo pobres, él seenriqueza. Si nosotros, los argentinos, tuviéramos que emigrar a Galicia aganarnos" la vida, moriríamos <strong>de</strong> hambre. Y erróneamente <strong>de</strong>finimos conestoli<strong>de</strong>z lo que es temperamento <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> acción. Con un agregadocurioso y emocionante.Siendo el gallego, por su género <strong>de</strong> vida, un aventurero positivo, a quienle es indiferente combatir con la montaña o el océano, es, -a<strong>de</strong>más, un hombreprofundamente <strong>de</strong> hogar, <strong>de</strong> intimidad. Cádiz, en Andalucía, con la mismapoblación que Vigo e idénticas características <strong>de</strong> puerto continental, tieneveinte veces más tabernas y cafés que Vigo. Pero en Cádiz el "standard" <strong>de</strong>vida proletaria es infinitamente más bajo que el <strong>de</strong>l trabajador campesino omarítimo gallego. En los días <strong>de</strong> fiesta, en Vigo, se reconoce al trabajador porsus manos <strong>de</strong>formes, porque su vestir ciudadano es idéntico al <strong>de</strong>l pequeñoburgués.Tal es el carácter <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> España. Y tan bravoso, que Asturias haceuna revolución y ella, a pesar <strong>de</strong> las ocultaciones oficiales, cuesta cinco milmuertos. ¡Y para sofocarla es menester poner en acción las más mo<strong>de</strong>rnasarmas <strong>de</strong> guerra!
A lo largo <strong>de</strong>l Miño/Recuerdo a losgallegos<strong>de</strong> Buenos Aires/Paisajes puros,suaves y plácidosE l tren corre entre un caos <strong>de</strong> montañas. Montañas ver<strong>de</strong>s, azules,sonrosadas, violetas. De tanto en tanto, caseríos recios, <strong>de</strong> piedra gris. Elgallego no encala su casa. Las tejas son <strong>de</strong> piedra negra. En los prados, "asvaquiñas". Me acuerdo <strong>de</strong> todos los gallegos <strong>de</strong> Buenos Aires evocando estepaisaje y "as vaquiñas". El río corre formando meandros perezosos, los viñedosretrepan las montañas. Viñedos altos, bajo los cuales caminan mujeres concestos en las cabezas. Las montañas tienen escalones <strong>de</strong> sembradío. Yopienso con amargura cómo me las arreglaré para caminar por aquí. Porque unacosa es mirar el paisaje, y otra andarlo. Se necesitan para estas alturas piernas<strong>de</strong> acero. Y yo tengo piernas <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> ciudad. El Miño corre abajo.Caudaloso, formando en ciertos trechos espejos tan cristalinos que la montañaazul y las nubes sonrosadas se reflejan en él. Me acuerdo <strong>de</strong> los gallegos <strong>de</strong>Buenos Aires. Canturreo la "Alborada", <strong>de</strong> Veiga. Me acuerdo <strong>de</strong> los gallegos<strong>de</strong> Buenos Aires. "As vaquiñas". ¡Cómo se les <strong>de</strong>be apretar el corazón cuandorecuerdan a su Galicial.Estos valles frescos y profundos, empenachados <strong>de</strong> castaños y nogales.Pasan las estaciones, los pueblecillos... Pueblos <strong>de</strong> casas <strong>de</strong> piedra obscura<strong>de</strong> los pisos, con tejado <strong>de</strong> piedra negra, estampados en manchas ver<strong>de</strong>s.Porque éste es el paisaje más hermoso y más dulce <strong>de</strong> España. Panoramadon<strong>de</strong> flota un velo <strong>de</strong> melancolía tierna, la misma ternura tan femenina y dulce<strong>de</strong> las mujeres gallegas. Y aunque mi cuerpo está aquí bloqueado por el paisajegallego, mi pensamiento se a<strong>de</strong>ntra allá en Buenos Aires, junto a todos losgallegos, junto a todas las mujeres gallegas que han cruzado el gran océano,y me digo:- Cómo se les ha <strong>de</strong> encoger el corazón cuando, en un momento <strong>de</strong>soledad, se acuerdan <strong>de</strong> estas al<strong>de</strong>as tan bonitas, tan envueltas en cortinadosver<strong>de</strong>s, y cuando se acuerdan <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, y <strong>de</strong>l sol en el río, y <strong>de</strong>las voces <strong>de</strong> lasgaitas, y <strong>de</strong> los bailes en los calveros, y <strong>de</strong> las vacas que atadascon una cuerda llevaban a beber a un río, y <strong>de</strong> los viñedos tan tupidos, y <strong>de</strong> suscasonas suspendidas sobre los abismos.60