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Plaguicidas en Bolivia - Prenatal

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ARTÍCULO PUBLICADO ENLA PRENSA - BOLIVIADESCRIBIENDO LA SITUACIÓN DEL USO DE PLAGUICIDAS EN BOLIVIALa Paz - <strong>Bolivia</strong> 14 de <strong>en</strong>ero de 2007REGIONES<strong>Plaguicidas</strong>: La muerte ronda durante dos décadasEl circuito letal de los tóxicos empleados <strong>en</strong> el agro y el uso doméstico noti<strong>en</strong>e rival estatal <strong>en</strong> fr<strong>en</strong>te. Los cosechadores están librados a su suerte porfalta de capacitación. Según los reci<strong>en</strong>tes reportes de Plagbol, 75 por ci<strong>en</strong>tode los agricultores de 4 comunidades de La Paz usan v<strong>en</strong><strong>en</strong>osextremadam<strong>en</strong>te tóxicos, obsoletos y vedados por los conv<strong>en</strong>iosinternacionales. El control y la prev<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> la importación, v<strong>en</strong>ta ymanipuleo de estos productos también es defici<strong>en</strong>te. Hay 5 comunidades deLa Paz y Cochabamba, además de las poblaciones de los valles mesotérmicosde Santa Cruz, que viv<strong>en</strong> una situación crítica por el empleo indiscriminado delos pesticidasUn flamante estudio del Instituto de G<strong>en</strong>éticadeterminó que 259 cultivadores de Caranavi,Guanay, Palca y Mecapaca ti<strong>en</strong><strong>en</strong> 1,49 vecesmás riesgos de sufrir daños g<strong>en</strong>éticos e,incluso, canceríg<strong>en</strong>os.TEXTO • Miriam Telma Jemio F.FOTOS • Selwyn Paniagua, Miriam Jemio y PlagbolEn un plantío cercano a la localidad de Copacabana, <strong>en</strong> el departam<strong>en</strong>to de La Paz, elagricultor Andrés Ramos juega con su salud y, por qué no, con su vida. Poco pareceimportarle o, tal vez, no sabe a lo que se arriesga. “Estoy rociando (plaguicida) paramatar a los gusanos (pequeños y negros) que se com<strong>en</strong> a las hojas de la papa”.Mi<strong>en</strong>tras charla con Domingo, aplica uno de los insecticidas altam<strong>en</strong>te tóxicos <strong>en</strong> sussembradíos: el Karate.Ni siquiera está capacitado <strong>en</strong> la dosificación. El campesino emplea, al tanteo, trescucharas del producto <strong>en</strong> un balde de agua. Además, la única protección que utilizapara no inhalar el gas dejado por el agroquímico es su chalina, que le cubre parte de lacara, cuando <strong>en</strong> esta labor es imprescindible usar máscara y l<strong>en</strong>tes; un chaleco deplástico, guantes y botas de caña alta de material de goma, <strong>en</strong>tre otros implem<strong>en</strong>tos.(ver infografía de página 9)Cuando la periodista se acerca a preguntarle qué tóxico emplea, Andrés le sonríe, nodeja de sost<strong>en</strong>er firmem<strong>en</strong>te la delgada manguera que conecta al cont<strong>en</strong>edor azul deKarate, “¿Quieres ver?” —le dice— mi<strong>en</strong>tras le echa el líquido sin ningún reparo. Luego,como si nada hubiera pasado, sigue con su trabajo: con su mano descubierta busca alos insectos <strong>en</strong>tre las plantas de la cosecha de tubérculos, las cuales ya están rociadascon el v<strong>en</strong><strong>en</strong>o.


DOS DÉCADAS EN EL LIMBOEsta peligrosa operación es común <strong>en</strong> el área rural, donde los habitantes forman partede uno de los eslabones más desprotegidos del circuito letal de los plaguicidas,artículos que llegaron al país durante la colonización del ori<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los años 50 y 60 delsiglo pasado. Y hace casi 20 años que los funestos resultados por la falta de prev<strong>en</strong>ción<strong>en</strong> el rubro fueron alertados <strong>en</strong> un estudio del Instituto Nacional de Salud Ocupacional(INSO), 1987-1989, que determinó que los cultivadores de los valles, llanos y altiplanoque utilizaban estos productos sufrían de significativos daños <strong>en</strong> su salud, al igual quesus familias, y además contaminaban al medio ambi<strong>en</strong>te.Hoy, esta recom<strong>en</strong>dación ha calado mínimam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el agro. Con más de cinco añosde investigación <strong>en</strong> el tema, el proyecto piloto <strong>Plaguicidas</strong> <strong>Bolivia</strong> (Plagbol) halló <strong>en</strong> unreci<strong>en</strong>te trabajo de que más del 75 por ci<strong>en</strong>to de los productores de los municipiospaceños Caranavi, Guanay, Mecapaca y Palca, usan v<strong>en</strong><strong>en</strong>os extremadam<strong>en</strong>te tóxicos,obsoletos y prohibidos (incluso los tachados por los conv<strong>en</strong>ios y organismosinternacionales); más del 85 por ci<strong>en</strong>to no respeta las dosis recom<strong>en</strong>dadas para suempleo; y un porc<strong>en</strong>taje mayor al 80 por ci<strong>en</strong>to no usa el equipo de protecciónpersonal adecuado y necesario, ni sigue la reglas de higi<strong>en</strong>e personal básicas.Eso no es todo. Más del 78 por ci<strong>en</strong>to de estos cosechadores elimina los <strong>en</strong>vases deforma incorrecta y m<strong>en</strong>os del 10 por ci<strong>en</strong>to de los agrotóxicos está guardado “bajocandado”, es decir, <strong>en</strong> depósitos seguros. Además, pocos campesinos tuvieroncapacitación sobre la toxicidad y manejo de v<strong>en</strong><strong>en</strong>os, si<strong>en</strong>do que el 42,45 por ci<strong>en</strong>to dela población total del país se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> el área rural, donde 2 millones 568 mil 312habitantes se dedican a la agricultura y aplican 17 millones de toneladas de plaguicidasal año. <strong>Bolivia</strong> destina más de 2 millones de hectáreas a la fa<strong>en</strong>a agropecuaria, lo querepres<strong>en</strong>ta el 15 por ci<strong>en</strong>to del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.Por estas cifras —dic<strong>en</strong> los especialistas consultados por Domingo—, el empleo deestos productos, sobre todo los organofosforados (grupo de ejemplares artificiales paraluchar contra los insectos y que son peligrosos para el ser humano), es constante. Losinformes internacionales determinan que el 85 por ci<strong>en</strong>to de la producción mundial deestos v<strong>en</strong><strong>en</strong>os se destina al agro con la finalidad de controlar químicam<strong>en</strong>te las plagasque asolan a los cultivos y disminuy<strong>en</strong> su productividad y r<strong>en</strong>tabilidad; un 10 porci<strong>en</strong>to se aplica <strong>en</strong> el área de salud para el control de la malaria por ejemplo, y elrestante 5 por ci<strong>en</strong>to es de uso doméstico, principalm<strong>en</strong>te contra roedores (raticidas).Cifras escalofriantesPor el déficit de precaución <strong>en</strong> la fumigación de sus sembradíos de papa, Andréspodría, fácilm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>grosar los reportes rojos de la Organización Internacional delTrabajo (OIT), que delimitan que <strong>en</strong>tre los 3 y 5 millones de agricultores que cada añoson afectados por estos artículos químicos (la intoxicación puede ser oral por ingestade los v<strong>en</strong><strong>en</strong>os o alim<strong>en</strong>tos contaminados con ellos, por inhalación del preparado; ydérmica, por p<strong>en</strong>etración a través de la piel), 40 mil fallec<strong>en</strong> por <strong>en</strong>v<strong>en</strong><strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tosagudos.La Organización Mundial de la Salud (OMS) sosti<strong>en</strong>e que “casi todos los casos deintoxicación se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> las zonas rurales de las naciones <strong>en</strong> desarrollo. Aunqueéstas utilizan el 25 por ci<strong>en</strong>to de la producción mundial de pesticidas, <strong>en</strong> ellas se da el99 por ci<strong>en</strong>to de las muertes por <strong>en</strong>v<strong>en</strong>aniemi<strong>en</strong>to con estas sustancias”. Incluso a laOrganización de las Naciones Unidas (ONU) le preocupa que el agro ocupe el 70 porci<strong>en</strong>to del trabajo infantil <strong>en</strong> el mundo. La OMS, <strong>en</strong> consonancia, asegura que 3millones de niños muer<strong>en</strong> anualm<strong>en</strong>te por haber estado expuestos a los plaguicidas.


En <strong>Bolivia</strong>, no hay estadísticas sobre este tipo de decesos, aunque los expertos nodudan de que sean igual o más inquietantes que los ya explicados arriba. Es que loscasos de intoxicación por agroquímicos casi nunca son informados <strong>en</strong> el país (Chile esel único Estado de la región que cu<strong>en</strong>ta con un reglam<strong>en</strong>to que obliga a realizar estosreportes). Uno de los pocos conocidos se pres<strong>en</strong>tó el año pasado <strong>en</strong> una comunidad deAchacachi, <strong>en</strong> el altiplano paceño: 6 personas murieron por ingerir una sopa de arrozinfestada con Asuntol (garrapaticida que no se halla <strong>en</strong> el registro de los 912plaguicidas legales del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e InocuidadAlim<strong>en</strong>taria, S<strong>en</strong>asag).Varias de las limitaciones estatales <strong>en</strong> el rubro —coincid<strong>en</strong> los estudiosos—, se deb<strong>en</strong> ala incipi<strong>en</strong>te coordinación de las instituciones públicas de salud, agricultura y medioambi<strong>en</strong>te; la car<strong>en</strong>cia de recursos humanos <strong>en</strong> éstas; la insufici<strong>en</strong>te aplicación de lasnormas del ramo y la aus<strong>en</strong>cia de políticas para la reducción del uso de los productostóxicos. Todavía los esfuerzos son aislados y privados, como los que iniciarán loscomunarios de Palca, al sur de La Paz, con la utilización de artículos alternativos <strong>en</strong> lasiembra, tras ser instruidos por Plagbol; aunque varios lugareños aún se resist<strong>en</strong> aincluirse <strong>en</strong> el plan.A esto se añade que, hasta ahora, el Gobierno no ha priorizado la elaboración de unmapa de las zonas de mayor riesgo por el uso arbitrario de agrotóxicos, para asíori<strong>en</strong>tar acciones inmediatas <strong>en</strong> éstas. Sin embargo, Plagbol ya ubicó algunaspoblaciones que bordean una situación crítica: <strong>en</strong> La Paz se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran Caranavi,Sahapaqui, Luribay y Río Abajo; <strong>en</strong> Cochabamba, Omereque; y <strong>en</strong> Santa Cruz, losvalles mesotérmicos. “Es lo que se conoce grosso modo”, puntualiza el coordinador delproyecto piloto, Guido Condarco (ver infografía de la página 12).Peligro inmin<strong>en</strong>teEl insufici<strong>en</strong>te conocimi<strong>en</strong>to de los campesinos <strong>en</strong> el empleo de estos v<strong>en</strong><strong>en</strong>os esalarmante. Varios profesionales se toparon con situaciones extremas. Por ejemplo, eldoctor Condarco at<strong>en</strong>dió a una familia de cosechadores que afirmaba haberse bañadodurante la siembra con el temido Folidol (insecticida prohibido <strong>en</strong> su comercialización<strong>en</strong> varios países), que por su grado de toxicidad debió matarlos <strong>en</strong> media hora. Lo quesalvó a estas personas fue que el producto era una adulteración barata.El jefe de Normalización del Comercio Externo del Instituto <strong>Bolivia</strong>no de Normalizacióny Calidad (Ibnorca), Reynaldo Flores, corroboró <strong>en</strong> sus visitas a los c<strong>en</strong>tros deproducción de los Yungas de La Paz, Chapare de Cochabamba, y otros <strong>en</strong> Santa Cruz,Tarija y Sucre, <strong>en</strong>tre 2003 y 2004, que no hay fiscalización <strong>en</strong> el empleo de plaguicidas<strong>en</strong> la producción primaria ni apoyo a los agricultores <strong>en</strong> la mejora de su labor. Paraeste funcionario “es imperdonable” que aún haya productores que utilic<strong>en</strong> Malation, unconc<strong>en</strong>trado altam<strong>en</strong>te tóxico para los mamíferos, incluido el ser humano, y cuya v<strong>en</strong>taestá vedada.“Los pesticidas están <strong>en</strong> bolsas sin id<strong>en</strong>tificación y el agricultor, para saber cuál debeemplear, mete el dedo al producto y lo prueba. Así sabe cuál aplicar a su cultivo”. Elasunto no queda allí. “No ti<strong>en</strong><strong>en</strong> balanzas. Utilizan la mano para medir al tanteo”. Estoafecta la economía del agricultor y, sobre todo, su salud, increm<strong>en</strong>ta los costos deproducción por el uso inadecuado del agrotóxico, contamina el medio ambi<strong>en</strong>te,provoca resist<strong>en</strong>cia de las plagas hacia el artículo químico y la aparición de nuevaspestes. “El agro es un sector totalm<strong>en</strong>te desprotegido que requiere de capacitacióncontinua. Los c<strong>en</strong>tros de producción se quejan de la falta de ori<strong>en</strong>tación de parte delEstado”.El costo también fom<strong>en</strong>ta el uso de v<strong>en</strong><strong>en</strong>os poco conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes. Las marcas másbaratas son los más antiguas y, por <strong>en</strong>de, las más peligrosas. Pero, las m<strong>en</strong>os dañinas


cuestan un “ojo de la cara” ap<strong>en</strong>as son lanzadas al mercado, y el productor debeesperar hasta 20 años para que el artículo rebaje por la vig<strong>en</strong>cia de la pat<strong>en</strong>te. Comoejemplo, el jefe nacional de Sanidad Vegetal del S<strong>en</strong>asag, Daniel Durán, recuerda quecuando apareció el herbicida glifosato, para su empleo <strong>en</strong> los sembradíos de soya delori<strong>en</strong>te costaba 50 dólares. Hoy, éste no cuesta más de dos dólares.Daños g<strong>en</strong>éticos <strong>en</strong> La PazMillones de personas <strong>en</strong> el mundo, dic<strong>en</strong> los informes de los organismosinternacionales, se <strong>en</strong>v<strong>en</strong><strong>en</strong>an por exposición directa (como los cosechadores) oindirecta a plaguicidas, más de 200 mil perec<strong>en</strong> anualm<strong>en</strong>te. La OMS indica, además,que el 3 por ci<strong>en</strong>to de la población expuesta sufre al m<strong>en</strong>os una intoxicación por año.En <strong>Bolivia</strong>, de acuerdo con Plagbol, la cifra se estima cercana a los 30 mil casosanuales, pero sólo se registran oficialm<strong>en</strong>te un promedio de 2 mil, poni<strong>en</strong>do demanifiesto que existe un importante subregistro de los casos <strong>en</strong> el Sistema Nacional deInformación <strong>en</strong> Salud. Una fal<strong>en</strong>cia del Ministerio del ramo.Aparte, siempre según los reportes de Plagbol, los “accid<strong>en</strong>tes” de trabajo agrícola(<strong>en</strong>v<strong>en</strong><strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to por plaguicidas) t<strong>en</strong>drían un número significativo: casi el 50 porci<strong>en</strong>to de los agricultores, de varias regiones estudiadas por este proyecto, sufresíntomas de intoxicación después de haber fumigado su cosecha (salpullido de la piel,dolores de cabeza, irritación ocular, nauseas, taquicardia...). Es el caso de ReynaldoChambi, agricultor de Palca. “Me da mareos”, afirma, tras aplicar 80 litros deagrotóxicos a sus plantíos de papa y haba.Un flamante estudio del Instituto de G<strong>en</strong>ética de la Universidad Mayor de San Andrés a259 habitantes de Palca, Mecapaca, y otras localidades del norte paceño comoCaranavi y Guanay, reportó que los agricultores expuestos a los pesticidas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> 1,49veces (casi 150 por ci<strong>en</strong>to) más probabilidad de sufrir daños g<strong>en</strong>otóxicos (a nivelg<strong>en</strong>ético) que pued<strong>en</strong> derivar <strong>en</strong> problemas canceríg<strong>en</strong>os, con relación a qui<strong>en</strong>es no loestán: como los profesores y personal de salud de estas comunidades estudiadas.La doc<strong>en</strong>te investigadora de este <strong>en</strong>te académico, Noemí Tirado, señala que este datorevela un “peligro significativo”, aunque éste varía de acuerdo al organismo de cadaindividuo. Los resultados son una clara muestra de la necesidad de realizar unaevaluación contínua (biomonitorización). Por ello, ese instituto impulsará otro estudiosimilar para determinar la capacidad personal de los 259 cultivadores para eliminar eltóxico de sus cuerpos.EL comercio IMPUNEPero, ¿cuáles son los eslabones iniciales de este circuito para que los v<strong>en</strong><strong>en</strong>os llegu<strong>en</strong> alos cont<strong>en</strong>edores de los sembradores bolivianos? El esc<strong>en</strong>ario se oscurece más alrevisar las defici<strong>en</strong>cias de control <strong>en</strong> la importación, comercialización y manipuleourbanos de los plaguicidas. Áreas donde las autoridades ni siquiera cu<strong>en</strong>tan conrecursos materiales y humanos ideales. Campos donde los expertos <strong>en</strong>trevistadosubican, nuevam<strong>en</strong>te, serías defici<strong>en</strong>cias de trabajo <strong>en</strong> equipo de las instancias públicas.Primero, no se cumple a cabalidad la Decisión 436, norma supranacional del rubro querige a nivel de la Comunidad Andina de Naciones —organismo al cual pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong><strong>Bolivia</strong>, Chile, Perú, Ecuador y V<strong>en</strong>ezuela—. La normativa boliviana vig<strong>en</strong>te nocontempla varios de sus lineami<strong>en</strong>tos técnicos y administrativos. Esto repercute —explican los analistas—, sobre todo, <strong>en</strong> el ingreso de pesticidas altam<strong>en</strong>te tóxicos,aquellos que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> cabida <strong>en</strong> otros mercados pero que forman parte del registrolegal del S<strong>en</strong>asag como el Paraquat, producto letal involucrado <strong>en</strong> la “doc<strong>en</strong>a sucia”que desde 1985 se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra vetada por la OMS para el comercio.La importación ilegal también sobrepasa la capacidad del Control Operativo Aduanero


(COA) dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de la Aduana Nacional. Esta <strong>en</strong>tidad informa que se incautó, <strong>en</strong>tre2004 y 2006, “cantidades m<strong>en</strong>ores de plaguicidas <strong>en</strong> Santa Cruz y Tarija”. El caso másllamativo se dio <strong>en</strong> el recinto aduanero Albo S.A., el 3 de marzo de 2006, donde seretuvieron 25 cajas con insecticida líquido. Para Daniel Durán, del S<strong>en</strong>asag, lafiscalización aduanera es preocupante puesto que, por ejemplo, <strong>en</strong> la frontera cruceñobrasileñade Guayará, “ingresan sin control, todos los días, cajas de Novapoma, cuyabase química es el DDT (otro artículo de la famosa “doc<strong>en</strong>a sucia”).Guido Condarco asegura que este tránsito ilícito se produce <strong>en</strong> todas las fronteras. ParaLa Paz, el punto de refer<strong>en</strong>cia es Perú. Sus insecticidas y raticidas abarrotan las callesde la sede de Gobierno. Nombres como “El mata rápido”, “Killer Campeón” o “El zorrov<strong>en</strong><strong>en</strong>o” no figuran <strong>en</strong> la lista de 912 v<strong>en</strong><strong>en</strong>os avalados por el S<strong>en</strong>asag. Lasv<strong>en</strong>dedoras de estos productos son, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, de orig<strong>en</strong> humilde. Doña Marinav<strong>en</strong>de variedad de artículos (peines, espejos, pomadas, raticidas...) <strong>en</strong> la calle SantaCruz. “Mi proveedora no ti<strong>en</strong>e ti<strong>en</strong>da. A todas las de esta fila (otras comerciantessemilleras) nos v<strong>en</strong>de por raleo (tres sobres de un mismo producto). Dice que trae delPerú”.No obstante, la Ord<strong>en</strong>anza Municipal 109, de 1997, prohíbe el exp<strong>en</strong>dio de raticidas,herbicidas, insecticidas y organofosforados <strong>en</strong> las vías públicas. El mayor RodrigoRodríguez, int<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de la Alcaldía paceña, informa que diariam<strong>en</strong>te los efectivosediles decomisan estos materiales: las estadísticas establec<strong>en</strong> que, <strong>en</strong>tre 2002 y 2006,el municipio retuvo 4.260 productos nocivos para la salud, de los cuales 1.159 eranplaguicidas (909 sobres de raticidas). Rodríguez alega que la persist<strong>en</strong>cia de estecomercio ilegal callejero se debe a que su dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia cu<strong>en</strong>ta con poco personal y norecibe cooperación de la Policía y el Ministerio de Salud, ni siquiera <strong>en</strong> las redadas.En El Alto la situación es similar. El t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te coronel Mario Gutiérrez, <strong>en</strong>cargado de laOficina de Def<strong>en</strong>sa del Consumidor de la Alcaldía, resalta que “hay m<strong>en</strong>os decomisos,porque (las v<strong>en</strong>dedoras de plaguicidas) se cuidan por el problema de los suicidios(provocados por los raticidas)”. Sin embargo, aclara que esta fiscalización no incluye lav<strong>en</strong>ta de los tóxicos destinados al agro, sólo los dirigidos a uso doméstico. Por ello —sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> los expertos—, es fácil comprar Aldrín (otro v<strong>en</strong><strong>en</strong>o de la “doc<strong>en</strong>a sucia”) <strong>en</strong>las calles alteñas. Si esto acontece <strong>en</strong> el área urbana, ni qué decir lo que impera <strong>en</strong> losmercados semanales, m<strong>en</strong>suales o anuales que se realizan <strong>en</strong> el área rural, donde losagrotóxicos son expuestos librem<strong>en</strong>te y sin prev<strong>en</strong>ción. Por ejemplo, <strong>en</strong> la feria de losmiércoles del pueblo de Pacaures, <strong>en</strong> la provincia Camacho de La Paz, los v<strong>en</strong>dedoresofrec<strong>en</strong> los plaguicidas <strong>en</strong> frascos de plástico que no portan la marca y, por lo tanto,las franjas de colores que alertan del grado de toxicidad del producto: rojo, amarillo,azul y verde (ver infografía de la página 12), ni la respectiva imag<strong>en</strong> de una calavera.CONVIVIENDO CON EL RIESGOEn el ámbito laboral de la v<strong>en</strong>ta y uso de los plaguicidas la inoperancia estatalcontinúa. El Ministerio de Trabajo, cartera que ti<strong>en</strong>e a su cargo la vigilancia de laseguridad industrial, no <strong>en</strong>tregó a Domingo —a pesar de las reiteradas peticiones deeste suplem<strong>en</strong>to— los reportes de inspecciones realizadas a las 207 comercializadoras(principalm<strong>en</strong>te semillerías) y las 12 empresas paceñas de fumigaciones domésticascatalogadas como “aplicadoras terrestres”, firmas que ofrec<strong>en</strong> al público controlar yeliminar las “termitas, ratones, chulupis y palomas” de sus vivi<strong>en</strong>das.En territorio paceño, las firmas que ofertan los agroquímicos están conc<strong>en</strong>tradas <strong>en</strong> laszonas de Villa Fátima, Rodríguez y el Cem<strong>en</strong>terio. En suelo alteño, <strong>en</strong> el área de VillaDolores. En estos c<strong>en</strong>tros de exp<strong>en</strong>dio también reina la informalidad: los trabajadoresno se proteg<strong>en</strong> para manipular los plaguicidas. Incluso, ingier<strong>en</strong> sus alim<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> elmismo lugar donde se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran estos productos (algo prohibido por las reglassanitarias internacionales y bolivianas). “El dueño nos da leche —responde unv<strong>en</strong>dedor <strong>en</strong> Villa Fátima—. Con eso nos cuidamos”.


“Es un problema bi<strong>en</strong> serio —manifiesta Lila Sabala, laboratorista de la Unidad Técnicade Higi<strong>en</strong>e y Seguridad Industrial y Medio Ambi<strong>en</strong>te del INSO—. A los que manejanestos plaguicidas (<strong>en</strong> las comercializadoras), mínimam<strong>en</strong>te deberíamos hacerles unexam<strong>en</strong> pre-ocupacional y un análisis de Colinesterasa (para saber, mediante losanálisis de sangre, si los agrotóxicos están provocando algún daño). Con un controlperiódico de este tipo, se estaría precautelando la salud de estas personas”.De igual forma, las v<strong>en</strong>dedoras ambulantes de plaguicidas domésticos por raleo norespetan las medidas sanitarias: manti<strong>en</strong><strong>en</strong> los sobres de raticida o los spray deinsecticidas junto a alim<strong>en</strong>tos que también comercializan y que, incluso, com<strong>en</strong>. Anteesto, Sabala recomi<strong>en</strong>da, con urg<strong>en</strong>cia, realizar campañas educativas para mostrar altrabajador, al manipulador, al exp<strong>en</strong>dedor y al que fracciona (raleo) los peligros a losque están expuestos. “Con el manejo diario de estos productos está germinando una<strong>en</strong>fermedad ocupacional. Lam<strong>en</strong>tablem<strong>en</strong>te, cuando ella se manifieste <strong>en</strong> estaspersonas ya será tarde, porque es irreversible”.Son dos los sectores más asediados por estos males ocupacionales: los agricultores ylos trabajadores de semillerías y fumigadoras, qui<strong>en</strong>es tampoco emplean la ropa deprotección mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong>tablan contacto con los v<strong>en</strong><strong>en</strong>os. Todas estas fal<strong>en</strong>ciasprecautorias son criticadas por el coordinador de Acción Internacional por la Salud(AIS), Oscar Lanza. “Las autoridades no están cumpli<strong>en</strong>do con su función. Basta ver lav<strong>en</strong>ta callejera de plaguicidas y cómo se los manipula. Pero, también, la poblacióndebe tomar conci<strong>en</strong>cia y ayudar con el control social de este punto que daña a lasalud”.Residuos <strong>en</strong> los alim<strong>en</strong>tosEste circuito dañino se amplía a los destinatarios del trabajo agrícola: losconsumidores. Cada vegetal rociado con estos tóxicos puede esconder un <strong>en</strong>emigomortal, sil<strong>en</strong>cioso y paci<strong>en</strong>te. Por ello, los ci<strong>en</strong>tíficos se ocupan, cada vez más, deestudiar los residuos de plaguicidas pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> lácteos, granos, frutas y verduras. Esque al problema de los <strong>en</strong>v<strong>en</strong><strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tos agudos se agrega la intoxicación crónica porcontacto con los agroquímicos e ingerir los alim<strong>en</strong>tos infestados, lo que provoca<strong>en</strong>fermedades como cáncer, malformaciones congénitas y alteraciones <strong>en</strong> los sistemasinmunológico, neurológico y reproductivo.Estudios sobre estos puntos han sido levantados <strong>en</strong> otros países de la región, inclusocon procesos judiciales de por medio; empero, <strong>en</strong> <strong>Bolivia</strong> no ha ocurrido lo mismo; ylos pocos exist<strong>en</strong>tes datan de, por lo m<strong>en</strong>os, hace una década. Por ejemplo, <strong>en</strong> La Paz,el INSO, <strong>en</strong>tre 1987 y 1989, halló residuos de pesticidas <strong>en</strong> las hortalizas. En 1996,también <strong>en</strong> suelo paceño, el Seladis (Servicios de Laboratorio de Diagnóstico eInvestigaciones <strong>en</strong> Salud) tomó 60 muestras de leche materna de los hospitales delNiño y de la Mujer, hallando exceso de residuos de agrotóxicos, y de los más letales, osea, de los que <strong>en</strong>grosan la “doc<strong>en</strong>a sucia” como el DDT, Aldrin y Dieldrin.Surge la pregunta, no sólo <strong>en</strong> <strong>Bolivia</strong> sino <strong>en</strong> el planeta: ¿Qué hacer para que losalim<strong>en</strong>tos rociados por pesticidas no dañ<strong>en</strong> la salud? En este tema, desde 1963, la FAO(Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alim<strong>en</strong>tación) y la OMSimplem<strong>en</strong>taron el Codex Alim<strong>en</strong>tarius (Código Alim<strong>en</strong>tario), donde se evalúanperman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te los Límites Máximos para Residuos (LMR) <strong>en</strong> los vegetalesmundiales. Pero, <strong>en</strong> criterio de Daniel Durán, del S<strong>en</strong>asag, la clasificación de esteCódigo, que contempla alrededor de 500 plaguicidas y sus respectivos LMR <strong>en</strong>hortalizas, no está “acorde a la realidad del país” y, por ello, debería ser readecuada alas exig<strong>en</strong>cias bolivianas; no obstante, es la única refer<strong>en</strong>cia a la que se remite este<strong>en</strong>te dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te del Ministerio de Agricultura.


Además de este vacío, el S<strong>en</strong>asag arrastra la debilidad de no evaluar integralm<strong>en</strong>te losriesgos de salud, medio ambi<strong>en</strong>te y agricultura con las instancias públicas del ramo.“Se está trabajando <strong>en</strong> varios fr<strong>en</strong>tes —reconoce Durán—, pero no es sufici<strong>en</strong>te porqu<strong>en</strong>os faltan recursos humanos y económicos”. El C<strong>en</strong>tro de Información Toxicológica delHospital Japonés de Santa Cruz es la única <strong>en</strong>tidad que ofrece información, ori<strong>en</strong>tacióny asesorami<strong>en</strong>to sobre los ag<strong>en</strong>tes tóxicos <strong>en</strong> el territorio, pero no realiza estudiossobre los residuos dañinos de agrotóxicos <strong>en</strong> los productos agrícolas.Esas investigaciones deberían llevarse a cabo <strong>en</strong> el Ministerio de Salud, pero éste nocu<strong>en</strong>ta aún con políticas y programas al respecto, tal como lo reconoce la <strong>en</strong>cargada deesta cartera, Nila Heredia. En este punto influye la falta de formación de recursoshumanos <strong>en</strong> cuanto a detección, manejo y prev<strong>en</strong>ción de daños a la salud porplaguicidas. Aunque esta autoridad confía <strong>en</strong> que Plagbol y el INSO propongan salidasal tema. Sin embargo, este último sólo se <strong>en</strong>carga del control de los v<strong>en</strong><strong>en</strong>os de usodoméstico: raticidas e insecticidas, lo que se realiza a petición del importador y sinanálisis de laboratorio de por medio —tal como dic<strong>en</strong> el director Justo Delgado y lalaboratorista Lili Sabala—.En el caso de los v<strong>en</strong><strong>en</strong>os empleados <strong>en</strong> el agro, el estudio debería ser realizado por elS<strong>en</strong>asag, pero éste tampoco cu<strong>en</strong>ta con laboratorios propios, sino que trabaja con losdel Instituto <strong>Bolivia</strong>no de Tecnología (IBTEN). El ex jefe nacional de esta institución delMinisterio de Agricultura, José López, recomi<strong>en</strong>da que la clave no está <strong>en</strong> que cadainstancia t<strong>en</strong>ga su c<strong>en</strong>tro de análisis, por el costo que implica, sino que “se deberíafortalecer la capacidad de otros laboratorios e instruir a los profesionales <strong>en</strong> elexterior”.Mi<strong>en</strong>tras tanto, la cad<strong>en</strong>a de los plaguicidas continúa su ciclo letal. Las dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>ciaspúblicas <strong>en</strong>cargadas de la lucha contra este problema nadan contracorri<strong>en</strong>te,bloqueadas por sus limitaciones. <strong>Bolivia</strong>, así vista —concluy<strong>en</strong> los especialistasconsultados—, forma parte de los países rojos donde es urg<strong>en</strong>te aplicar un plan estatalintegral para prev<strong>en</strong>ir los daños sil<strong>en</strong>ciosos que los agrotóxicos ocasionan a los que serelacionan con éstos. Por el mom<strong>en</strong>to, <strong>Bolivia</strong> todavía no ti<strong>en</strong>e un norte al respecto.¿Hasta cuándo durará esto?Un negocio que reporta millones de dólares <strong>en</strong> suelo bolivianoEl negocio de los plaguicidas <strong>en</strong> el mundo mueve miles de millones de dólares anuales.Para que este nivel de ingresos no decaiga, incluso se camufla —acusan los activistas—, la id<strong>en</strong>tidad real de los integrantes de la “doc<strong>en</strong>a sucia” <strong>en</strong> los nombres de los nuevosproductos, para que las transnacionales sigan con sus ganancias.En <strong>Bolivia</strong>, los réditos de las empresas relacionadas con los tóxicos no son nadadespreciables. Tan sólo revisando los datos del mercado legal, se puede notar laprefer<strong>en</strong>cia de los agricultores por estos productos dañinos, lo que también ti<strong>en</strong>e suexplicación, puesto que sin el empleo de agrotóxicos —según estudios realizados <strong>en</strong> lascosechas—, ellos rebajarían <strong>en</strong> 45 por ci<strong>en</strong>to su productividad.El país no fabrica estos v<strong>en</strong><strong>en</strong>os, sino que los importa a través de 129 compañíasafiliadas a la Asociación de Productores de Insumos Agropecuarios (APIA), registradas<strong>en</strong> el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alim<strong>en</strong>taria. Más de 100de éstas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> sus oficinas c<strong>en</strong>trales <strong>en</strong> la ciudad de Santa Cruz. El coordinador dePlagbol-<strong>Bolivia</strong>, Guido Condarco, calcula que, <strong>en</strong> casi dos décadas, la importación <strong>en</strong> elrubro subió de 15 millones de dólares a 115 millones. En cambio, según estimacionesdel S<strong>en</strong>asag, las importadoras muev<strong>en</strong> cada año más de 2 millones de dólares.La Aduana también registró un increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong> este punto: de 18,1 millones de kilos deplaguicidas (567,4 millones de bolivianos) que ingresaron a <strong>Bolivia</strong> <strong>en</strong> 2005, el añopasado se internaron 19,5 millones de kilos. Además, el número de consignatarios


Lo tradicional versus lo alternativoPlagbol trabajó <strong>en</strong> un proyecto piloto con cuatro municipios de La Paz: Palca,Mecapaca, Caranavi y Sahapaqui. En el primero, capacitó a 18 promotores agrícolas,qui<strong>en</strong>es <strong>en</strong> febrero de 2007 iniciarán la producción ecológica de cebolla. Una de losparticipantes, Esmeralda Choquehuanca, está optimista con este empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to. “Not<strong>en</strong>emos miedo de que esto nos falle porque conocemos el manejo de las plagas.Podemos controlarlas. Nos va a ir bi<strong>en</strong> con esta producción”.No obstante, ella asegura que es imposible cambiar totalm<strong>en</strong>te al uso de controladoresbiológicos u orgánicos de plagas. “No podemos arriesgarnos a perder nuestros cultivos,como ha pasado con el haba”. En Palca, el pulgón ataca a los cultivos de este producto,junto con los de papa. Esmeralda, por ello, tuvo que emplear agroquímicos <strong>en</strong> la mitadde sus cultivos, y <strong>en</strong> la otra parte, el producto alternativo preparado con azufre y ajo.Al final, el resultado de la primera parte fue más óptima <strong>en</strong> cuanto al tamaño delvegetal.Modesto Usmayo, otro de los promotores palqueños, cambiará l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te el uso deplaguicidas. “No se puede hacer de golpe, porque perderíamos mucho”. Enconsonancia, otro lugareño, Reynaldo Chambi, sosti<strong>en</strong>e que ahora <strong>en</strong> Palca se usaadecuadam<strong>en</strong>te los v<strong>en</strong><strong>en</strong>os y que no los dejará porque ello restaría su cosecha. Élpone 5 cucharillas de Cipetran a 20 litros de agua, mezcla con la que rocía sus plantíosde papa y haba. “T<strong>en</strong>emos más cuidado. Los <strong>en</strong>vases <strong>en</strong>terramos. Antes los tirábamosjunto con la basura”.Con una posición crítica, el director de la carrera de Ing<strong>en</strong>iería Agronómica de laUniversidad Mayor de San Andrés (UMSA), R<strong>en</strong>é Chipana, postula que no se puedecontrolar adecuadam<strong>en</strong>te las plagas de manera biológica o alternativa, porque así elr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de los cultivos es muy bajo, lo cual puede incidir <strong>en</strong> un problema dedesnutrición <strong>en</strong> el área rural. En el ámbito académico, esta autoridad afirma que estacarrera hace énfasis <strong>en</strong> la producción de sembradíos competitivos, tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>tasu r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, calidad, cantidad y continuidad, con miras a la exportación.Asimismo, Chipana reclama al Gobierno por reducir a cero la ext<strong>en</strong>sión agrícola. “Nohay un c<strong>en</strong>tro de investigación y la capacitación sobre la prev<strong>en</strong>ción de plagas es aúnpequeña”. Los alumnos de Ing<strong>en</strong>iería Agronómica trabajan <strong>en</strong> algunos proyectos decapacitación con Plagbol y el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e InocuidadAlim<strong>en</strong>taria (S<strong>en</strong>asag), y también realizan investigaciones para su tesis.La coordinadora del Diplomado sobre <strong>Plaguicidas</strong> de la UMSA, Celia Fernández, sosti<strong>en</strong>eque no es recom<strong>en</strong>dable m<strong>en</strong>tirle al agricultor, afirmándole que con los productosalternativos conseguirá los mismos resultados que con los plaguicidas. “Lo que sí esmás importante es capacitarlos, dándoles a conocer el uso adecuado de los agrotóxicosy las consecu<strong>en</strong>cias de su empleo <strong>en</strong> la salud y el medio ambi<strong>en</strong>te, pero principalm<strong>en</strong>teintroducirlos al Manejo Integrado de Plagas (MIP)”.Por su parte, Gladys Aguilera, directora de la Carrera de Ing<strong>en</strong>iería Agronómica de laUniversidad Autónoma Gabriel R<strong>en</strong>é Mor<strong>en</strong>o, considera que exist<strong>en</strong> diversos sistemas yformas de hacer agricultura por difer<strong>en</strong>tes grupos socioeconómicos, y, por tanto, no sepuede g<strong>en</strong>eralizar sobre la bu<strong>en</strong>a o mala utilización de los agroquímicos <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral.Según esta académica, <strong>en</strong> su carrera, se instruye <strong>en</strong> una “agricultura sost<strong>en</strong>ible” conpuntos clave como la conservación de los plantíos, el medio ambi<strong>en</strong>te, los recursosnaturales y la salud de la población <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral.

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