Los retratos de José Carlos Mariátegui en el mundo andino - Desco

José Carlos de pie, entre Ladislao Meza y Emilia Estete, en el año 1923. Calle Belén, Lima.Los retratosde José Carlos Mariáteguien el mundo andinoJulio E. Noriega Bernuy *108

CULTURALa imagen de José Carlos Mariáteguiha quedado estampada en numerososretratos que, poco despuésde su muerte, empezaron a circularmasivamente en periódicos, revistas ylibros. Aparte de la editorial Amauta,distribuidora exclusiva de la colección delibros y fotografías suyas, muchos artistasllegaron a pintar retratos memorables, enla acepción artística y creativa del término,para luego reproducirlos en millares de* Licenciado en Literaturas Hispánicas por laUNMSM, doctor en Letras por la Universidadde Pittsburgh en los Estados Unidos. Profesorde Literatura Latinoamericana y autor de librosy artículos sobre literatura quechua, peruana ylatinoamericana.1 Dos de los retratos artísticos de Mariátegui sedeben a la mano de David Alfaro Siqueiros.Uno, en madera, reproducido después en Grito(México, 1932); y el otro, un apunte de perfil(México, 1959). José Sabogal, Alberto Beltrány Fermín Revueltas también le dedicaron unaxilografía cada uno. En la xilografía de Beltrán(Lima, 1959) se ve a Mariátegui de cuerpo entero,confinado en una silla de ruedas igual que enotras oportunidades; en cambio, Sabogal y Revueltashan preferido retratar solo el perfil de surostro que, en el caso del trabajo de Revueltas, sepublica en La vida literaria (Buenos Aires, 1930).Se conocen otros tres dibujos más que representana Mariátegui de medio cuerpo. El primerofue reproducido en Romance (México, 1940); elsegundo, en tinta y al parecer de 1954, pertenecea la producción de Francisco Dueñas; y el tercero,dibujado a carbón por Carlos de la Riva, aparecióen Unidad (Lima, 1957). Finalmente, se publicóuna serie de retratos de perfil, firmados por H.Ronpanozo en Claridad (Buenos Aires, 1930), porJosé Marcelo Uría en Verdad (Sicuani, 1930), porJuan Madrid en Futuro (México, 1942), por JulioMálaga en Unidad (Lima, 1957) y, sin firma, enBrújula (Huánuco, 1931) y en Romance (México,1940).copias y, por medio de la prensa, llegar aamplios sectores de la población latinoamericana,mucho más allá del estrecho ytradicional ámbito de museos y galeríasal que este tipo de arte estaba reservado.1 Conscientes de la importancia quetenían los medios de comunicación en laconsolidación de un proyecto nacional,estos artistas, periodistas, editores eintelectuales se convirtieron no solo enpromotores de una integración culturalinterdisciplinaria, sino en socialistas eindigenistas a lo peruano; es decir, enaquellos que se identificaban con ambosmovimientos a la vez, como el mismoMariátegui lo había asumido con surevista Amauta. La política cultural queellos ensayaron facilitaba la realización deproyectos de socialización entre comunicación(prensa), educación (lectura), arte(retrato) y política (socialismo); pero esapolítica también se orientaba a reducirtanto la marcada división entre el arteculto y el popular como la segregacióncultural entre lo urbano y lo rural. Desdeesta perspectiva, el diseño de la carátulade libros, periódicos y revistas con losretratos de Mariátegui deja de ser, parael Perú y los países donde se publicaron,una simple e ingenua ilustración artística.Responde, por el contrario, al esfuerzode democratizar espacios culturales yde proponer otras alternativas de modernización.109

José MalancaJosé Carlos, en silla de ruedas, en compañía de su esposa Anna Chiappe en su casa de Lima, 1929.110

Retrato vivo: Mariátegui llegaal mundo andinoEl indigenismo de Mariátegui es el máscuestionado de los indigenismos, pero elque mayor repercusión histórica ha tenidoen el Perú. Para descalificarlo como indigenista,a Mariátegui se le ha objetado elorigen costeño, no indígena, y su falta deexperiencia directa en el mundo andino.Se le consideraba, además, poco idóneopara ocuparse de temas indígenas porsu filiación socialista y porque, segúnopositores de su propia generación, se limitabaa importar “ideales bolcheviques”.Sin embargo, es evidente que en el Perúhay un indigenismo antes de Mariáteguiy otro después. A partir de Mariáteguiel indigenismo peruano se radicalizapara adquirir un carácter militante en elplano político. Al mismo tiempo en quelas tendencias hispanistas e indigenistasdominan el panorama cultural peruano,se separan apristas y socialistas enpugna por controlar sindicatos y captarel apoyo de trabajadores y campesinos.Los planteamientos indigenistas tambiénreivindican al indígena vivo y su situaciónen una dimensión nacional. Los mismosindígenas empiezan a tomar parte activaen distintos cargos políticos no oficialesque articulan mejor Lima con el mundoandino. Mariátegui se sirve de una metodologíade investigación basada enencuestas, entrevistas y reuniones en supropia casa y con informantes de todotipo, desde estudiantes, artistas, dirigentesobreros y delegados campesinos eindígenas hasta intelectuales como JorgeBasadre, Emilio Romero y Luis Valcárcel.Como buen maestro, Mariátegui se convirtióen discípulo de sus discípulos: unaprendiz ante aquellos que proclamabansu magisterio. En plena gestión ante elgobierno de Leguía, los delegados indígenasCarlos Condorena, Carlos Qana,Ricardo Santos, Julián Ayar Quispe, HipólitoSalazar y Ezequiel Urviola visitansu casa y la convierten, según RicardoMelgar Bao, en “un espacio de traduccióny estudio intercultural”. Así, losintegrantes del original taller de trabajoe investigación propiciaron, por primeravez en la historia del Perú, un verdaderodiálogo en español, quechua y aimaraque, al margen de cualquier limitación,posibilitaba llegar a un conocimiento yreconocimiento mutuos entre el mundoindígena y el occidental. Este indigenismomigrante de continuo intercambio entre lacosta y la sierra, Lima y las comunidadesindígenas, el socialismo y el pensamientoandino, es el indigenismo que inauguraronMariátegui en su propia casa y aquellosdelegados indígenas o mensajerosbilingües en migración.Mientras la avalancha andina seprecipitaba hacia la costa para llenarsede experiencia urbana, el indigenismomigrante y sus mensajeros hacían que elsocialismo y Mariátegui subieran hasta lospueblos más altos y apartados de la sierradonde dejaron huellas. A consecuencia deeste ir y venir entre la costa y la sierra, losindígenas han invadido Lima y el nombrede Mariátegui, el mundo andino: “Ahorahay muchas calles, colegios, equipos defútbol, hay muchos clubes, sindicatos,111

cooperativas que llevan su nombre”,como observa el indígena Mariano Laricoen el testimonio que publicó José LuisAyala. No obstante, lo más insólito esque Mariátegui se enseñe en quechua oaimara de manera informal, que sea todoun personaje de cuentos en las prisionesde la sierra, que se le sueñe como a unviajero recorriendo el mundo andino alomos de un mulo y, por último, que suretrato acompañe e ilumine la intimidaddel hogar indígena desplazando de lacabecera, me imagino, la efigie de vírgenesy santos católicos.Cuenta Larico que, en sus tiempos dejuventud, Mariano Paqo Mamani habíafrecuentado Lima en calidad de delegadoindígena. La estadía limeña le ayudó aentrar en el Ejército de soldado y en laUniversidad González Prada como alumnode Mariátegui. De vuelta a su tierra aimara,se hizo un yatiri, chamán, consejeroespiritual y curandero muy conocido: “seconvirtió en un hombre completamentesolo, se dedicó a conocer la suerte de lagente, conocía naypes [sic], coca”. Hombrede naturaleza especial y larga experienciapolítica, Mariano exhibía en su casa lafotografía de Mariátegui, leía los 7 ensayosy los “explicaba en aimara” con devoción.En esta nueva etapa de acción, el lugar deencuentro y el rol que solían desempeñarMariano y Mariátegui son otros. Ya nose reúnen en Lima, sino en el mundoandino. El anfitrión aquí es Mariano,quien cuelga la fotografía en su casa paradarle la hospitalidad y la bienvenida queMariátegui se merece en el marco de lareciprocidad andina. El mundo andinodeja de ser el tradicional objeto de estudiopara convertirse en centro epistemológico,cuyo agente o sujeto productor dediscursos es el indígena. La enseñanza sehace en lengua aimara en vez del españoly el papel de maestro, obviamente,le toca a Mariano. Pero, como discípulode Mariátegui, él interpreta, traslada elpensamiento socialista al mundo aimara,siguiendo en sentido inverso el ejemplo desu maestro que en años anteriores habíatraducido en Lima el pensamiento míticoandino al socialismo. De manera que Mariátegui,personificado en la imagen de suretrato, entra ahora en casa de MarianoPaqo a presidir la realización de prácticaso rituales mágicos mientras su libro, enlas manos y la voz de un experimentadoyatiri, se difunde también como un textomágico en aimara.Retrato emblema: Mariáteguio la liberación andinaEl retrato de Mariátegui también estápresente en las luchas que se han libradodurante las últimas décadas por democratizaro modernizar la tradicional estructurade poder en la región del sur andino.Sendero Luminoso habría intentado, porejemplo, “organizar la fuerza armada delcampesinado”, siguiendo, en la opiniónde José Luis Rénique, “al pie de la letra”el pensamiento y la obra de Mariátegui,y habría contribuido, en su fase inicial, aque Mariátegui se difundiera asociadoal programa senderista. Por su parte, loslegendarios dirigentes del siglo xx MarianoLarico Yujra y Saturnino Huillca,112

indígena aimara el primero y quechuael segundo, vieron en los retratos deMariátegui el emblema de un héroe, deun estratega en la organización de confederacionesy sindicatos campesinos.El testimonio oral de Mariano LaricoYujra es un espléndido homenajepresente, proporciona energía anímica alespacio íntimo de su humilde choza: “yosiempre lo veo con la misma sonrisa queyo lo conocí, he visto los libros […], hevisto todas las fotografías de Mariátegui,mi cuarto de Wilakunka lo he empapelado,mi choza está llena con la sonrisaSendero Luminoso estuvo interesado en que Mariátegui se difundiera asociado al programa senderista.(Archivo Quehacer)a la memoria de Mariátegui. Desde laperspectiva de un indígena que, reciénllegado a Lima, trabajó, luchó, vivió yaprendió “no solo a leer y escribir sino apensar” con Mariátegui, la evocación deLarico consagra la imagen de su maestrocomo “una imagen mítica” que sin descansorecorre los Andes del sur peruanoy que, en otra dimensión de ser y estarde Mariátegui”. Además, el retrato deMariátegui viaja con Larico día y noche,hasta lo protege como un talismán enmomentos de peligro. Es el personajefavorito de las historias que les contabaa sus compañeros en las cárceles, donde“los presos se cuentan muchas cosas quesaben, que conocen, que se inventan”. Ensus horas de insomnio, cuando no puede113

dormirse está “esa fotografía que la h[a]puesto encima de [su] cama” y cuando,por fin, se queda dormido “mirando lafoto”, se le aparece Mariátegui “montadoen un mulo plomo”. Larico, de vuelta enPuno, fue perseguido y muchas vecesencarcelado por haberse identificadocomo socialista y participado, en su condiciónde delegado alfabeto, en múltipleslevantamientos campesinos. Ya viejo ysin fuerzas para seguir luchando comoantes, vivía satisfecho de su labor, viendoen el retrato de Mariátegui la esperanzapara todos los desposeídos de la tierra y,en sus sueños, sintiéndose él mismo feliz,convertido en ciudadano del mundo,hablando entre gente de otros países, deotras lenguas, y celebrando, por supuestocon Mariátegui a la cabeza, el triunfode la causa indígena a la cual entregó lavida entera.La experiencia personal de SaturninoHuillca es muy distinta a la de Larico.Huillca no salió del área cusqueña hasta1972, año en el que, según Hugo Neira,ya octogenario visitó Lima “para denunciarlas fallas de la Reforma Agraria[y] gestionar además la terminación deuna escuela para niños en Ninamarca”.Era monolingüe quechua. No aprendióa leer ni a escribir. Pasó casi toda su vidatrabajando en las haciendas. Su labor políticaes, sin embargo, original y fecunda.Luchó contra hacendados como PlácidoCorrales, Víctor Saldívar y Manuel Cornejo,que tenían fama de ser los más temidosy crueles de la región. Contra ellosy muchos otros terratenientes, dirigió yparticipó en la toma campesina de tierrasde las grandes haciendas. Sobresale,ante todo, por haber introducido en elambiente rural campesino el sindicalismoque esencialmente tenía un carácterurbano, obrero en especial. El sindicalistaHuillca incluye a Mariátegui en la listade hombres como Túpac Amaru, FidelCastro y Che Guevara, líderes con losque habla sobre temas actuales como sitodos ellos estuvieran todavía vivos y leprestaran atención a sus reclamaciones.César Lévano, una autoridad tanto enmateria sindical como en Mariátegui,cita un pasaje del ya solemne y míticoencuentro que, en el ambiente políticode la Lima velasquista, protagonizaranMariátegui en fotografía y el “patriarcade cien batallas campesinas, SaturninoHuillca”, donde este último, refiriéndosea la reforma agraria en plena agenda delgobierno militar, había exclamado “anteun retrato del Amauta: ¡kai sapi! (¡esta esla raíz!)”. De la experiencia y la sabiduríaque transmite el mensaje de la breve perocontundente afirmación de Huillca, sedesprende que en el mundo andino todocambio de carácter popular, sin distinciónalguna del grupo ni de la estrategiapolítica, tiene algo de la influencia y elmagisterio de Mariátegui.Retrato icono: el señorío andinode MariáteguiEl retrato de José Carlos Mariátegui en elmundo andino simboliza la imagen deun werak’ocha o taita en quechua y la deun yatiri en aimara, razón por la cual sele atribuyen poderes especiales en ambas114

vertientes. Si para el joven Mariáteguirecién llegado de su viaje a Europa EzequielUrviola “representaba la primerachispa de un incendio por venir”, “elindio revolucionario, el indio socialista”;para Urviola, el excepcional dirigentepuneño, aquel ideólogo marxista era,más bien, un verdadero yatiri. Urviolasolía contar, según lo atestigua Larico,que con una mirada rápida Mariáteguise daba cuenta de todo y que con solotocar un libro “sabía qué había adentro,cuando leía las hojas del libro era exactamentelo que había pensado, era unYatiri José Carlos Mariátegui porque auno lo miraba y decía, ya sé cómo es estehombre”. Este es el salto que ha dado laimagen de Mariátegui en la mentalidadaimara, un salto impredecible que va deun extremo a otro, de socialista y marxistaa un mentado yatiri.Por su parte, dentro de la vertientequechua de la tradición literaria andina,José María Arguedas reproduce, con lujode detalles, el ritual de juramentaciónante el retrato de Mariátegui en un pasajede su primera novela Yawar fiesta (1941).La descripción del ambiente, el diálogocon el retrato y la canción quechua que,con el acompañamiento de una guitarra,le dedican a Mariátegui solemnizan elacto. El escenario, una habitación pobrede migrantes andinos en Lima, setransforma en un espacio ceremonial yel narrador, también de origen andino,destaca que “la fotografía de Mariátegui,clavada en la pared cabecera, dominabala habitación”. Desde el momento en quelos miembros asistentes se comprometensolemnemente a defender la justicia anteel retrato del “taita-werak’ocha” Mariátegui,la asamblea ya no es una reunióncualquiera, sino que se ha convertidoen un rito de juramentación. Pero esteritual de reafirmación y juramentaciónadquiere aún mayor significado cuandojustamente él, Mariátegui en el retrato,ejerciendo el poder o la autoridad deun consagrado werok’ocha, preside laceremonia de clausura de la asamblea yse hace merecedor de la ofrenda de unhimno-canción quechua. El retrato se hatransformado así, a través de la dramatizacióndel rito, en un icono moderno,en un símbolo sagrado que no solo dafuerza sino coherencia a las acciones delos participantes y les proporciona, almismo tiempo, un modelo propio parainterpretar la experiencia andina.La crítica literaria ha seguido coninterés la influencia ideológica de Mariáteguien Arguedas. En lo que conciernea Yawar fiesta y a este ritual en especial,el mismo César Lévano, en 1969, resalta“la caracterización que el escritor hacede un grupo de puquianos residentes enLima”, cuyo conflicto es “el drama de unaizquierda que sabe lo que quiere, peroaún no ha aprendido cómo alcanzarlo”.Los críticos posteriores a él profundizanen sus estudios esta veta que los lleva aconclusiones algo controvertidas y losdivide entre quienes no tienen mayoresdiscrepancias con Lévano y quienes,aunque pocos, cuestionan la lealtad deArguedas hacia los principios socialistase indigenistas de Mariátegui. En todocaso, la lectura crítica de aquellos que115

Chacho GuerraJosé Carlos, el abuelo de Aldo, el icono revolucionario de la juventud, en la entrada de Letras de laUNMSM.116

muy de paso se refieren al pasaje dela fotografía reconoce la esencia míticaque le anima. La contribución de GladysMarín es, por suerte, un avance muchomás elaborado al respecto. Ella preparauna lista de quince rituales a lo largode toda la novela Yawar fiesta, dondecorresponde al número seis el ritual quelos “serranos” en Lima realizan “ante elretrato del nuevo Werak’ocha”.A partir de los aportes críticos y losdatos empíricos que hoy se encuentrandisponibles, sería útil repensar la trascendenciaque tiene el retrato de Mariáteguien la primera novela de Arguedas. Suaparición, tal y como se presenta enYawar fiesta, es un signo más que subviertela naturaleza escrita del texto, laritualiza en su estructura y oraliza sudiscurso, a tal punto que el propio textoexige otras alternativas de lectura menosconvencional. El lugar donde se exhibe—la habitación de una casa, la cabecerade una cama para ser más precisos— yel ambiente modesto en torno a la fotografía,descritos tanto en la novela comoen los testimonios indígenas de MarianoPaqo y Mariano Larico, son referentes queremiten a una fuente común: la tradiciónoral andina. Larico evoca en su sueño, porejemplo, una asamblea con Mariáteguisimilar a la que describe Arguedas parael caso de los emigrados en Lima. El discursoy el diálogo que con la fotografíade Mariátegui mantienen el personajeEscobar y el campesino Huillca, ambosdesde una posición de dirigentes en representaciónde su comunidad, tambiénadquiere un tono muy solemne. Y, porfin, de corolario, se recurre al términoquechua werak’ocha para el tratamiento deMariátegui y a un “huayno lucana comojuramento” para cantarle una canción enhomenaje suyo. La presencia del quechuaaquí no se reduce a un simple listado depalabras, un glosario, al estilo de la tradiciónliteraria de algunos indigenistas.El quechua cumple, por el contrario, lafunción de sacralizar no solo el discursosino el acto ritual en las dos instancias,la de tratamiento y la de juramentación.Mariátegui es un werak’ocha y no hay enel español del narrador ni en el de supersonaje otro término apropiado quelo reemplace. Tampoco hay otro géneroque pueda sustituir al canto quechua enel ritual de juramentación ya que, al parecer,la novela no sirve para estos fines.El quechua, pues, desplaza al españoly el canto, a la novela. Con lo cual nose insinúa la superioridad o inferioridadde ninguna lengua o género sobreotros, pero sí se advierte que frente a lacreatividad del bilingüismo andino enmigración la traducción como expresiónliteraria tiene sus propias limitaciones.En otras palabras, hay que reconocerque, después de su póstumo viaje, elMariátegui de Yawar fiesta está de vueltaen Lima con los chalos, ya no como periodistaautodidacta ni polémico socialista,sino transformado, irreconociblemente,en un werak’ocha indígena, un mentadoyatiri que ha trajinado años por alturasy valles andinos en proceso de cambioy cuya fuerza espiritual adquiere unanueva dimensión mítica de poder sobreel hombre y el universo andinos. •117