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La Aguja, de William Golding: - Luz Aurora Pimentel - Universidad ...

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la novela, Jocelin afirma que la visión <strong>de</strong> la aguja surge <strong>de</strong> un movimiento <strong>de</strong> su propiocorazón:… mi corazón se movió; digamos que un sentimiento brotó <strong>de</strong> mi corazón. Se hizomás fuerte, se elevó hasta que <strong>de</strong> la punta más lejana estalló en un fuego viviente…Vi el pináculo más cercano; era la imagen exacta <strong>de</strong> mi oración en piedra. Luego eltorrente, la ornamentación <strong>de</strong> pensamientos secundarios con muchos otros, <strong>de</strong>spuésel surtidor <strong>de</strong>l corazón, elevándose, estrechándose, horadando —y en la cúspi<strong>de</strong>,también tallado en piedra, aquello que sentí como una llama <strong>de</strong> fuego… Un nuevomovimiento <strong>de</strong> mi corazón parecía estar construyendo la iglesia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí,muros, pináculos, techos en <strong>de</strong>clive… (p. 191, 193)Pero ese centro material, en el cruce <strong>de</strong> los transeptos, cuyo homólogo corporal es elcorazón, se va <strong>de</strong>splazando imperceptiblemente. Al excavar ahí un foso profundo paraexaminar los cimientos originales <strong>de</strong> la edificación, la imaginación modifica los términos<strong>de</strong> la homología: para Jocelin, la excavación equivale a una operación quirúrgica en unestómago, drogado con amapolas: “Y su mente jugó por un momento con la fantasía <strong>de</strong> ladroga, pensando que el débil sonido <strong>de</strong> los maitines era la respiración penosa <strong>de</strong>l cuerpodrogado que yacía boca arriba” (p. 13). Más tar<strong>de</strong>, tras el conato <strong>de</strong> insurrección <strong>de</strong> losalbañiles, uno <strong>de</strong> ellos arranca la aguja <strong>de</strong> la maqueta y juega con ella como si fuera un falo(p. 90). El cambio brutal <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> “erección” —y léase esta apertura a la polisemiatanto en términos arquitectónicos como eróticos— <strong>de</strong>l corazón, al estómago, a losgenitales, prepara el terreno para transformaciones subsecuentes. Por lo pronto habría quenotar que el correlato <strong>de</strong> lo espiritual en el sexo se traza, <strong>de</strong> manera muy irónica, justamente<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l triunfo <strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong> Jocelin.Entre el <strong>de</strong>án y el maestro <strong>de</strong> obras se ha ido gestando una sorda lucha por el po<strong>de</strong>r<strong>de</strong> la autoridad: Roger confronta al padre Jocelin con hechos materiales “la tierra sólidaestá en contra nuestra” (p. 85); Jocelin lo neutraliza con reclamos <strong>de</strong> fe, y es esta voluntad<strong>de</strong> fe lo que finalmente parece triunfar. No obstante, lo que se trasluce en esta lucha por el7

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