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001-004 editorial - ARPA

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Avalos y Ladrón de Guevara: El patrimonio cultural como bien de consumo: el caso PetorcaFoto 5: Técnica actual de construccióncon moldes para adobes in situ,Pedernal.18 Avalos et al., 1995a y b. Informe deTurismo, Astrid Arenas.y condiciones de conservación; determinar cuantitativamente el nivel de impacto,específicamente de los recursos tangibles, y su condición de registrable, rescatabley preservable (que dice relación con el riesgo observable), como también las áreasde riesgo (alto, medio o bajo) en que ellos se localizan; antecedentes a partir de loscuales se proponen una serie de circuitos turísticos a corto, mediano y largo plazoque hicieran posible generar mayores posibilidades de desarrollo para una comunaeconómicamente deprimida y que ha estado marginada de las crecientes y llamativaspropuestas de promoción turística a lo largo del país. En consecuencia, una de lascondiciones consideradas como prioritarias dentro de cualquier proyecto queimplique la apertura al turismo del patrimonio cultural, es precisamente el estudiodiagnóstico destinado a la definición del estado de conservación de cada uno delos recursos naturales/culturales identificados –privilegiando, en el caso específicode este estudio, los recursos materiales–, lo que significa poder determinar si éstosestán en condiciones reales de ser objeto de visitas masivas y cuáles son aquellascondicionantes que permitirían que lo fueran en su momento, o bien que no lo seannunca debido a su precariedad o a su escaso valor turístico. Cualquier acción dedivulgación que signifique mostrar directamente el recurso in situ debe asegurarsu cautela, lo que ha sido tradicionalmente llevado a cabo a través de métodos decontrol del público (como restricción del acceso o visitas guiadas) y/o de proteccióndirecta del recurso (enrejados o pasarelas). Sin entrar a juzgar si son los adecuadoso no, lo importante es propender a que la divulgación del recurso no vaya endesmedro de su preservación integral ni de las posibilidades de ser investigado;como, asimismo, que permita acceder al público a la información veraz, no forzandoo sacrificando aquellos componentes menos visibles o difícilmente comprensibles,y por lo tanto, poco atractivos para el visitante, en función de aquellos valores más“sobresalientes” y que, por ende, puedan resultar más llamativos (como puedenserlo el arte rupestre o ciertas estructuras arquitectónicas). Cualquier accióndestinada a abrir al turismo un bien cultural debe contar con un estudio preliminarque permita determinar los niveles de impacto que presenta, tanto como el riesgoal cual estará enfrentado, en su condición “actual” e inminente, tomando en cuentalos procesos a los cuales podrá estar expuesto de ser sometido o no al reconocimientodirecto por parte del visitante.Para conformar los nueve circuitos turísticos propuestos en el estudio seseleccionaron 40 de los 152 recursos catastrados, tanto naturales como culturales.Ellos fueron los mejor evaluados desde el punto de vista de su proyección turística 18 ,en términos de distancia, visibilidad, accesibilidad, potencialidad (corto, medianoy largo plazo) y conservación. Por su parte, los recursos culturales materialesinmuebles identificados a través del estudio fueron 98, dentro de los cuales esposible identificar 45 arqueológicos, 8 históricos, 7 antropológicos, 20arquitectónicos y 18 naturales.96Conserva N 0 4, 2000

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