38pito y él los consiguió. Esa madrugada habíaunos médicos cubanos con unos enfermos, y losescuálidos se negaban a atenderlos. Bueno mandóa ese grupito para su casa y los sacó del HospitalMilitar. Esta frase es de García Carneiro,en alguna entrevista después del 11 de abril: “Ungeneral con un pueblo detrás es invencible”.Danilo AndersonTodos recordamos aquí la tremendamentedifícil etapa que nosotros pasamos, cuando elmismo Tribunal Supremo de Justicia tomó aquelladecisión que sacudió al país: “Aquí no hubogolpe y el Presidente no estuvo secuestrado, sinocustodiado por unos militares preñados de buenasintenciones”. Esa es la justicia que quierenestos. Eso sí lo aplaudieron, ¡qué cinismo! Esanoche me llamó alguien: “Métale los tanques alTribunal Supremo, Presidente, no aguante eso”.“No, no le voy a meter los tanques, eso es lo queellos quieren. Vamos a aguantar a ver quién puedemás, carajo”. Aquí estamos y ellos huyendocomo ratas, derrotados por la historia, por supropia sombra.Recuerdo que vi a Danilo Anderson hablandoen vivo en una rueda de prensa. Empezóa señalar cosas, y que iba a acusar a este y alotro, gente del poder. Porque muchos dicen queChávez está acumulando poder. Ellos sí acumularonpoder y vaya qué poder, presidentes que sesubordinaban al Tribunal Supremo, a la Corte Suprema;asambleas y congresos, gobernacionesy alcaldías, y empresas, Pdvsa, la CVG y bancos.Lo tenían todo en sus manos, todo el poder político,económico. Arrodillados ante el imperio.Entonces, vi a Danilo y me llegó el instinto,ese que uno va desarrollando. Como uno tieneya tantos años en esto, a veces un detalle es decisivo,y me dije: “Lo van a matar”. Y les juro quemandé por él, pero tenía que irme, no sé a dóndeiba. “Llámenme a Danilo”. Y salió la caravana volandohacia Maiquetía. “¿Y Danilo?”. “No, queno aparece, que no responde”. “Que me lo ubiquen”.Regresamos. Danilo, ¡pum! Se fue Danilo.Llamó Isaías Rodríguez una noche: “Presidente,mataron a Danilo”. “No, dime que no”. Por esoes que yo insisto tanto en los detalles, por unallamada a lo mejor no lo hubieran matado. Yo lepedí que se mudara, le pusimos una seguridadespecial, pero lo agarraron solo, descuidado.Salí resucitadoNo estoy exagerando. Muchos hombres cumplieronun papel, algunos heroicos, algunosdieron la vida, pero las mujeres venezolanascumplieron el papel determinante en aquellasjornadas de los días 12 y 13 de abril de 2002 deCUENTOS DEL ARAÑEROmuchas maneras, en distintos espacios, pero sobretodo en la calle.Y veía anteanoche unos testimoniales muybuenos que el Canal 8 ha preparado. Ese cerrode El Valle se vino abajo completo, el pueblo sefue hacia Fuerte Tiuna, desarmados, y al frentetenían unos tanques de guerra. Una mujer cuentacómo un grupo de mujeres se paró frente aun tanque y empiezan a gritar: “Soldado, tú eresdel pueblo”, hasta que se bajaron los soldadosdel tanque y se lo dejaron a ellas. Ahí se montaron,solo que no sabían manejarlo. Y así pasóen muchos lugares. En lo personal, a lo largode esas horas que viví, aparecieron las mujeresde distintas maneras. La primera fue mi madreallá en Palacio. Esa madrugada apareció hechahuracán y recuerdo que me dio una lección decoraje. Ya yo había decidido irme a Fuerte Tiuna,no sabía que estaba en el Palacio a esa hora, ellallegó y se metió al despacho. Un grupo de traidoresandaban allí ofreciéndose para el diálogo,iban y venían. Pero todos fueron unos traidores,otros cobardes. Estábamos conversando y llegómi madre con un mensaje de coraje, de fuerza yde mucho amor, por supuesto.Luego ya prisionero en Fuerte Tiuna, en la habitacióndonde me tuvieron preso desde el amanecerdel 12, ahí en la Policía Militar, llegarondos mujeres militares, fiscales muy jóvenes. Estabanamenazadas, presionadas, vigiladas, peroles permitieron entrar como para llenar un formato.Ellas hicieron un acta y yo les dije: “Ponganahí, por favor, que yo no he renunciado”. Yaestaban diciendo por todos lados que yo habíarenunciado, era media mañana de aquel 12 deabril y ellas presionadas por un golpista que estabaviéndolas allí, chequeando lo que escribían.Ellas no escribieron lo que yo les había pedido,así que firmé el acta y les dije: “Bueno, estábien”. Ellas se fueron. ¿Saben lo que hicieron?En letras minúsculas, chiquiticas escribieron debajode mi firma. Nota: “Manifiesta que no harenunciado”. Y cuando salieron del ámbito devigilancia y presión de los golpistas, consiguierony le mandaron una copia al fiscal general,Isaías Rodríguez. Esa es una de las causas o delos disparadores de aquella rueda de prensa queel fiscal Isaías valientemente da. Y él dice: “Nohemos visto la renuncia firmada del Presidente,más bien tenemos evidencias de que él manifiestaque no ha renunciado. Por tanto, —dijo Isaíasaquella tarde— sigue siendo el presidente”. Esofue un mensaje que le dio como con un misil ala matriz de opinión que habían estado creando,a punta de repetición, de que yo había renunciado.Bueno, las dos muchachas, fíjate.Después me sacan de Fuerte Tiuna y me llevanen helicóptero cerca de la media noche aTuriamo. Me querían matar en Fuerte Tiuna,pero un grupo de oficiales lo impidió, entoncesme sacan a Turiamo. Allá también me queríanmatar, otro grupo de soldados lo impidió y obligaronmás bien a los sicarios a devolverse enel helicóptero; empezaron a protegerme. Entoncesme llevan a una enfermería de la base navaly aparecen otra vez las mujeres: una doctora yuna enfermera, militares las dos. La doctora mechequea esa madrugada. Y la enfermera, unamujer joven, morena, de Barlovento me dijo queera. La doctora salió y ella se queda. Yo estabacon un shorcito, una franela y descalzo, porqueno tenía nada, ni unas chancletas; preso es preso,pues. Yo le veo los ojos y ella me dice de repente:“¡Ay, Presidente, ay mi comandante!, yoque soñaba con conocerlo desde niña, pero jamáspensé que iba a conocerlo así”. Ella me vioderrotado, sentado ahí, yo estaba como abandonado,en verdad. Cristiano como soy, dije:“Bueno, lo que tú quieras, si me tocó morir hoy,aquí, estoy listo. Eso sí, si me toca morir, no voya pedir clemencia, ni perdón, ni nada, sino quehay que morir de pie como murió el Che Guevara”.Entonces, aquella muchacha me dice: “Mimamá lo quiere tanto. Y mi hijo, si usted lo vieracuando usted sale por televisión, se para firmey saluda”. Yo le pregunto: “¿Y tú hijo, cuántosaños tienes?”. “Tiene tres”. “Cómo se llama”, ytal... Ella me habla y se va llorando. Exploté…y me metí en el baño a llorar, pero en esas lágrimasme pasaban todos los niños pobres delmundo, los descalzos... Fue definitivo aquelmensaje, porque incluso ella me dice: “¡Ay!,¿qué será de mi hijo ahora?”. Eso me disparó unsentimiento especial que tenemos nosotros losrevolucionarios por los niños, y entonces dije:“¡Dios mío!, ¿qué va a ser de los niños ahora,con este cuadro de escuálidos, de perversos, yde oligarcas controlando a Venezuela?, ¿qué vaa ser de los niños venezolanos?”. Después melavé la cara, me senté allá, en una sillita. Y juréuna vez más: “Yo tengo que volver”. Aquello medio duro en el alma. Salí de aquel baño resucitado,retomada la fuerza. Era tarde en la noche ycuando amanece ya yo estaba hablando con lossargentos y unos oficiales jóvenes que me custodiaban,haciendo el plan para irnos a Maracay.Pero no hizo falta, ahí llegó un helicóptero, nosfuimos a La Orchila y allá fue el grupo de paracaidistasy la Fuerza Aérea al rescate. Antes deque saliera el sol por tercera vez consecutiva, yaestaba de nuevo en Miraflores. Fue como un milagro.Venía en el helicóptero, y yo decía: “¡Diosmío!, ¿será verdad esto?”. Entonces me dicen:“Vamos a Maracay”. “A Maracay no, vamos aCaracas, vamos al Palacio”. “Que todavía no haycontrol sobre las adyacencias”. “No importa,vamos al Palacio”.Y no solo en mis aconteceres directos deaquellas horas, sino en las calles, en los barrios,en los pueblos, la mujer venezolana dio una demostracióncontundente y heroica de lo que escapaz, de su fuerza, de su amor, de su coraje.
DEL LLANOEl PatrulleroHay gente que no quiere creerlo. La otra vezlo comenté y me dijeron que yo estaba mamandogallo, cuando dije lo del Patrullero de ahí deElorza. Yo lo vi. Cuarenta y cinco metros de largoconté yo a pepa de ojo. Veníamos una nochede Puerto Infante, en la lancha, con los soldados.¿Quién ha visto piedra en el Arauca? ¿Túhas visto piedra en el Arauca? No hay piedras,y parecía una piedra. Es más, la propela tocó ellomo del caimán y se dobló. Eso no me lo cree amí nadie, pero bueno, qué culpa tengo. Yo vi alPatrullero por aquí, entre Puerto Infante y Elorza,era como la medianoche. Hay gente que creeque es una isla, es un caimán que tiene una palmeraen el lomo.VarináBarineando soy feliz en días de Semana Santa endiciembre y en verano y en las ferias y exposición dela Virgen del Pilar. Bella canción esa de Barinas.Pero vamos a refrescarnos de la historia de dóndeviene este nombre. Los indios variná, con lav de Venezuela. Eran tribus indígenas que habitabaneste pie de monte. Vivían de la agricultura,la caza, de la pesca; tribus pacíficas. Se hanconseguido petroglifos por aquí en Bum Bum.El viejo Ruiz Guevara, amigo de muchos años ehistoriador de esta tierra, consiguió los petroglifosde Bum Bum; restos y rastros. Unas calzadasmuy antiguas hay por aquí, calzadas precolombinas,la calzada Páez. Claro, porque los varinátenían mucha influencia de los timoto cuicas esdecir, de los indígenas de allá de las montañas.Vivían en comunidades, caminaban por todasestas sabanas del pie de monte y llegaban hastalos pueblos de las montañas de Los Andes.Hasta que llegó aquello que a nosotros nos hanpresentado como el Descubrimiento, una de lasfarsas más grandes de nuestra historia, de lasmentiras más grandes que nos vendieron. Laverdad es que nos invadieron, nos atropellaron,nos aniquilaron, masacraron a los variná, a lostimoto cuicas, a los indios caracas, a los goajiros.Han pasado 500 años, por eso la memoria históricade nuestro pueblo para poder comprender.No es éste nuestro idioma original. Lamentablementeno he tenido tiempo de aprender algúnidioma indígena, de los tantos que tenemos, unadeuda que tengo. Lo único que me aprendí hacevarios años cuando el espíritu de la infantería, cantábamos“La reina de las batallas”. Entonces,me aprendí aquello que dice: Anakarinarote aunnukonitotopaparoto mantoro, grito de guerra delos indios caribe. Yo soy variná y también soy unpoco quiba y yaruro de ahí de los aborígenes deApure, del Arauca.Aquellos varinás fueron obligados a dejar latierra, la siembra y la familia. Se armaron paraluchar contra el invasor español. Claro que ladesventaja era muy grande, la diferencia de tecnología.Esas tropas españolas vinieron armadashasta los dientes, y los aborígenes las enfrentaroncon las uñas, con flecha y arcos, con lanzas. Perodefendieron su dignidad y muchos, la mayoría,prefirieron morir como Guaicaipuro. Le dijo alpelotón español que lo rodeó, le mató la mujer,las hijas; salió el cacique Guaicaipuro y enfrentóel pelotón español, y les dijo: “Vengan españoles,vengan para que vean cómo muere el últimohombre libre de esta tierra”.La fiesta de ElorzaVoy a contar cómo conocí a Reina Lucero. Misamigos de Elorza consideraron que yo podía serel presidente de la junta de las fiestas patronales,que son las más tradicionales de Venezuela, lasmás tradicionales del llano. Recuerdo al padreGonzalo que era miembro de la junta de fiesta,a Joel García, a tanta gente que colaboró: EmmaGuerrero, Elvira Bracho, Carlos Becerra. Decidimostraer un buen plantel de cantores venezolanospara rescatar al máximo las fiestas quehabían perdido un poco y se habían comercializadomucho.Y la noche de gala cantó Eneas Perdomo, ReinaLucero, Luis Lozada. ¿Dónde está Luis Lozada?Lo tiene Dios, por allá, cantándole, alegrando